Amor Eterno
por Bulma-Chan

 

Capítulo 3

 

¿Sí? ¿En qué la ayudo? - Preguntó Candy

Aquí está Terry Granchester, ¿cierto? Déjame pasar – dijo una mujer empujando a Candy.

Pero señora, ¿quién es usted? ¿Qué le pasa?

Ahí estás… Así es como te quería ver, el cuerpo de mi hija aún no se enfría y tú no esperaste nada para llamar a esta mocosa, ¿cierto? ¿No te da vergüenza? – gritó la mujer.

Terry, ¿quién es ella? – preguntó Candy desconcertada.

Es la madre de Susana. Señora, ¿hasta cuándo me va a perseguir? ¿Hasta cuando le voy a repetir que no tengo nada que ver con la muerte de su hija?

Por favor señora, baje la voz, es tarde y puede despertar a las demás personas – dijo Candy preocupándose porque estaba muy alterada, además las puertas de las otras habitaciones se comenzaron a abrir.

A mí ninguna mocosa como tú me viene a hacer callar, desvergonzada. Por tu culpa mi hija nunca pudo ser feliz.

Yo no… – iba a decir Candy pero Terry la interrumpió.

No le digas nada Candy, señora retírese o le pediremos a los guardias del hotel que la saquen a la fuerza. Por favor ahórrese ese mal rato – Terry estaba muy serio, determinado a hacerlo.

Está bien, me voy a ir pero no piensen que se han librado de mí, asesinos – gritó mientras salía de la habitación.

Terry dio un portazo, retomó la taza de café que había dejado en la mesa pero lo dejó de nuevo allí porque estaba frío; y se acercó nuevamente a la ventana. Ella estaba muda, nunca había visto a una mujer tan decidida, con tanto odio dentro de ella.

¿Ves todo lo que tengo que soportar aquí? ¿Ves porque no quería ver a nadie?

¿Hace cuanto que murió Susana?

Hace cinco meses.

¿Y desde entonces te molesta?

Sí, me sigue adonde voy, me manda cartas diciendo que yo maté lo que más quiso ella en toda su vida y cosas así. Pero me pregunto cómo supo que estaba aquí.

Quizás nos siguió desde la ciudad y te estaba esperando abajo, como ya era tarde y no bajabas debe haber preguntado en la recepción y decidió subir.

Disculpa todo lo que te dijo, no pensé que te iba a ofender de esa manera.

¿Y no has pensando en viajar un tiempo? ¿Todavía tienes tu casa en Escocia? – ella se había acercado también a la ventana y estaba al lado de él mirándolo.

Sí, mi padre nunca va para allá porque siempre le recordaba a mi madre, así que yo puedo disponer de ella cuando quiera.

¿Por qué no vas para allá un tiempo? Te alejarías de todo, podrías despejar tu mente, esa señora no te seguiría hasta allá, ¿qué te parece? – dijo sonriendo, tratando de hacerle olvidar el mal rato.

Ya lo hice, pero no resultó. Preferí volver.

Escocia me pareció muy linda en la época del colegio, pero bueno, veamos otra solución – se puso a pensar.

¿Y si me acompañas?

¿Eh?

¿Y si vas conmigo a Escocia? – sus ojos nuevamente en los de ella.

Este, yo… tengo que trabajar, el viaje es largo y… - buscaba motivos para tratar de salirse.

Ya veo, no quieres ir – dijo al cerrar sus ojos

No es eso, es que tengo responsabilidades.

Pero si pudieras arreglarlo, ¿irías conmigo? – dijo tomándola de las manos.

Tú sabes la respuesta – dijo ella mirando hacia el piso, ruborizada

Él puso una mano bajo su mentón y levantó suavemente su cabeza, acercándose lentamente a ella, abrazándola con su otro brazo, cada vez estaban más cerca. Ella se sentía mareada, hacía tanto tiempo que no se sentía así, ya podía sentir su respiración, su nariz estaba tocando la de ella… era tanta la emoción que ella sólo atinó a cerrar los ojos y recibir ese beso tan esperado. Al principio él la besó tímidamente, pero luego se dejó llevar como soltando toda la pasión que había tenido guardada dentro de él por tanto tiempo. Sólo se separaron para tomar aire… ella apoyó su cabeza en su pecho sintiendo su corazón latiendo más y más rápido mientras él acariciaba su cabello.

Déjame ver qué puedo hacer en el hospital, pero me van a preguntar por cuánto tiempo…

Eso lo vemos después, ¿está bien? Si quieres te puedo acompañar a Chicago, si necesitas más ropa para llevar y de ahí viajamos, ¿qué te parece?

Tienes razón, mejor vemos todo eso después. Creo que es hora de que te vayas Terry, es tarde y puede ser peligrosa la calle a esta hora.

Sí, es muy tarde y tú debes estar cansada.

Tomó su abrigo y la bufanda, y Candy lo acompañó a la puerta. Lo único que dijo fue “Gracias”, dándole un beso de buenas noches y saliendo de la habitación. Ella se limitó a mirar como se alejaba hasta que ya no se veía. Cerró la puerta y se apoyó en ella sonriendo y dejando escapar un suspiro.

Eran más de las 11 de la mañana y Candy aún estaba durmiendo. Claro, la noche anterior había sido muy larga y con muchas emociones. En la lejanía, sintió que alguien golpeaba la puerta “Señorita Pony, ya me voy a levantar, 5 minutos más, ya?” dijo en sueños. Volvieron a golpear y ahí se dio cuenta que no estaba soñando. ¿Quién será? ¿Terry? ¿La mujer de anoche? Pensaba mientras se ponía una bata de levantarse.

¡Ya voy, momento! – gritó mientras se limpiaba la cara - ¿sí?

Buenos días. Le enviaron esto señorita Andrey, firme aquí por favor – era un gran ramo de rosas rojas con una tarjeta.

Gracias – dijo recibiéndolas

Una vez adentro leyó la tarjeta Esto es una muestra de aprecio para alguien como tú, gracias. Terry. Ella sonrió y las olió. De repente recordó a lo que se había comprometido la noche anterior. ¿Qué voy a hacer con el hospital? El viaje a Escocia es muy largo y no sé cuánto tiempo voy a estar allá… qué problema, ¿no? ¿Por qué todo era más fácil antes de convertirme en adulta? Bueno, tendré que conversarlo con Terry.

La nieve que ayer le parecía triste y melancólica ahora le parecía que era lo mejor del invierno, sin querer miraba todo con otros ojos… ella era una chica feliz pero no totalmente, ya tenía una posición sólo por pertenecer a los Andrey, un excelente trabajo y muchos amigos que la querían… pero había una pequeña parte dentro de ella que prefería quedar relegada, olvidada. Pero ahora volvían a salir a flote y con la persona que ella más amaba. Pasó por la tienda y compró unos pasteles para tomar desayuno con Terry.

Al llegar al edificio comenzó a escuchar gritos, lentamente fue reconociendo las voces, eran Terry y la madre de Susana. Al parecer los vecinos estaban acostumbrados porque no había nadie asomado en el edificio. Ella prefirió esconderse en un costado mientras escuchaba los gritos; ella se veía furiosa igual que la noche anterior y él se notaba muy irritado. Vió cuando la mujer levantaba la mano para golpearlo y a él detener el golpe. Se dijeron un par de cosas más y ella se fue mientras escuchaba un fuerte portazo. Candy se cercioró que la mujer se había ido y que no regresaría y golpeó la puerta de Terry. Como no contestó volvió a golpear, y lo escuchó gritando mientras abría la puerta “¿Hasta cuando me va a molestar, señora?”

Hasta que tú quieras que me vaya – dijo ella sonriendo.

Eras tú, disculpa es que… – su expresión del rostro cambió de un momento a otro.

No te preocupes, la vi.

Por favor pasa – dijo mientras abría la puerta.

Mira, traje para el desayuno.

¿Para el desayuno? ¿No te has dado cuenta qué hora es? ¿Todavía sigues tan buena para dormir? – bromeó.

Estoy de vacaciones, y puedo hacer lo que quiera… además como me dormí tarde anoche, ¡ah, se me olvidaba! – ella se acercó y le dio un pequeño beso en la mejilla– gracias por las flores, ellas me despertaron.

¿Así que te gustaron? Me alegro.

Él trató de acercarse y besarla pero ella lo rechazó.

¿Qué pasa? – preguntó extrañado por su reacción.

Eh, nada… bueno, los podemos dejar para más tarde, ¿no? – se acercó a la mesa y los dejó ahí.

Te hice una pregunta

¿Podemos hablar de eso luego? Quisiera que me ayudaras.

¿A qué?

A pensar qué puedo hacer con mi trabajo en el hospital.

Bueno, siéntate, pero no creas que con esto pudiste evadir mi pregunta. ¿Cuánto tiempo llevas allá?

Bueno, como 3 años.

¿Te has tomado todas tus vacaciones?

No, porque siempre hay mucho trabajo.

Si quieres puedes conversar eso, si te las pueden dar todas juntas, o quizás que te den un permiso especial de unos meses y después…

¿Unos meses?

Sabes que el viaje es largo, además no nos vamos a quedar dos días, ¿o no?

No, claro que no.

Entonces eso podemos hacer.

¿Te irías conmigo a Chicago entonces? Creo que si vas para allá vas a perder tu tiempo, ya que después igual tenemos que volver para acá.

¿Por qué no? Además mientras antes salga de acá mejor, no sé cómo voy a reaccionar la próxima vez que vea a esa vieja.

Entonces voy a ir a la Estación de Trenes y tomar las reservaciones para viajar mañana.

¿Me tengo que quedar acá? Empieza a incluirme en tus planes, Señorita Pecas.

Es que no me acostumbro todavía, y no me llames así, pensé que habías madurado pero sigues siendo el mismo del colegio.

Salieron de ahí bromeando, tenían mucho que hacer y poco tiempo. En la tarde ya tenían comprados los pasajes y ella lo ayudó a hacer las maletas. Después de cenar, él la dejó en el hotel, y al despedirse le quiso dar un beso pero ella nuevamente lo rechazó.

¿De nuevo?

Nada Terry, es que estoy cansada, así que me voy a dormir, mañana va a ser un largo día. Buenas noches.

Sabes bien a lo que me refiero Candy, no rehuyas el tema – dijo muy serio.

Terry, hablemos mañana, ¿está bien?

¿No te estarás arrepintiendo?

No, claro que no, pero hablemos mañana. Vamos a tener mucho tiempo para hablar, incluso te vas a aburrir de mí – dijo ella entrando al hotel.

¿Quieres apostar? Mañana vengo por ti. Buenas noches.

Buenas noches.

Había algo que le impedía volver a besar a Terry, y eso era Albert… ella cerraba sus ojos y lo podía ver sonriendo frente a ella. Besar a Terry era como traicionar a Albert, quién tanto la amaba y la había ayudado. “¿Qué le voy a decir a Terry la próxima vez? – pensó – ya lo noté molesto por eso y ahora que vamos a pasar tanto tiempo juntos… ya se me ocurrirá algo, se me tiene que ocurrir algo”. Al llegar a su habitación tomó lápiz y papel, le escribiría a Albert contándole lo que estaba pasando; “ojalá me entienda”.

 

“Espero que ya haya despertado” – pensaba Terry al golpear la puerta de Candy, la que para su sorpresa abrió inmediatamente – vaya, buenos días, pensé que iba a tener que echar la puerta abajo.

Siempre tan simpático, pasa – respondió bromeando.

Tengo un auto esperando abajo con mis cosas, apúrate si no perderemos el tren.

Él la ayudó con las maletas mientras ella pagaba el hotel, él la esperó en el auto. Mientras salía, ella pensaba “bien, aquí vamos y que sea lo que Dios quiera”.

 

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