Amor Eterno
Por Bulma-Chan

 

 Capítulo 4

 

En pocos momentos estuvieron en la estación, dejaron el equipaje y subieron a bordo. El señor que recibía los boletos les indicó que si gustaban podrían tomar desayuno en el coche restaurante, y ambos aceptaron.

Espero que los pasteles sean tan deliciosos como los del otro día – dijo ella

Si sigues comiendo así vas a engordar – respondió Terry tomando café

Ja ja ja, que simpático. Oye, ¿estás seguro que nadie te siguió?

Sí, me cercioré que no hubiera nadie alrededor. Al casero le encargué el departamento, y que si ella preguntaba por mí él le dijera que no sabía nada. Pobre tipo, no sabe lo mal que lo va a pasar

Es un largo viaje hasta Chicago. En la próxima estación voy a telegrafiar a Annie para que nos pasen a buscarnos a la estación.

Me parece bien. Oye, ¿y tu otra amiga? ¿La novia de Stear? ¿Cómo está? – preguntó Terry tomando un sorbo de café

¿Patricia? Está bien, siguió estudiando y estuvo a punto de casarse con un aristócrata, pero todavía el recuerdo de Stear está en su corazón y no se casó.

Y así siguió la conversación. Luego volvieron a sus asientos. Terry leía una pieza de teatro mientras ella miraba el paisaje… el ruido de un libro que caía al suelo la sacó de sus pensamientos, Terry se había dormido y había dejado caer el libro. Ella lo cubrió con una manta y comenzó a observarlo, parecía dormir tan tranquilamente a pesar de todo lo que ha pasado en su vida. Acarició su cabello y su cabeza y pensó en todo lo que estaba por venir con ese viaje que salió tan de repente y de la nada.

En el tiempo esperado llegaron a Chicago. Annie y Archie los estaban esperando. Terry los saludó como si hubieran sido amigos por mucho tiempo y que de verdad los extrañaba. La pareja se sorprendió cuando Candy les dijo que iban a viajar a Escocia. Annie quedó mirando a Candy con una mirada que decía “me lo cuentas después, ¿ok?”. Terry se quedó en un hotel pero dejó todo su equipaje en el departamento de Candy, quedándose con un poco de ropa para cambiarse. Como pasaron a dejar primero a Candy, Annie se quedó con ella y pudieron conversar un buen poco sobre lo que estaba pasando. Ella la aconsejó y le brindó todo su apoyo, claro, eran como hermanas en las buenas y en las malas.

Tal como lo esperaba, había una carta de Albert esperándola. Él le contaba como estaba todo con su viaje, y cuánto la extrañaba. También nombró el asunto de Terry, que él esperaba que todo se solucionara y que ojalá ella lo hiciera feliz. Ella pudo darse cuenta en el tono que Albert escribía esas líneas, y como ella lo conocía bien, sabía que le había costado mucho escribirlas.

En la tarde llegó lo más difícil: hablar con la directora del hospital. Candy golpeó la puerta de su oficina y entró. Ella estaba sorprendida porque pensó que no vería a Candy en un buen tiempo, pero aquí estaba ella.

Parece que pudiste solucionar tus problemas más rápido de lo que pensabas, ¿o no? Que gusto verte de vuelta – dijo mientras la saludaba – toma asiento

Mmhh, las cosas no son tan así señora directora. Todavía no he podido solucionar el problema, es más difícil de lo que pensé

¿Qué pasó?

Es una historia muy larga. Yo sé que me necesitan para trabajar aquí, pero tengo que pedirle algo

¿Y eso es…?

Necesito viajar a Escocia y quisiera saber cómo lo puedo hacer con el permiso, sé que será mucho tiempo

Sí, un viaje a Escocia no es como ir a la vuelta de la esquina. Creo que sabes que tienes responsabilidades y pacientes esperando aquí, ¿no?

Lo sé, por eso me es muy difícil pedirle este favor, pero de verdad lo necesito – Candy la quedó mirando con cara de súplica, nadie podía decirle que no a esa cara

Sabes que me es difícil decir que no a una petición así, además tú eres una excelente profesional y cada vez que te he necesitado me has ayudado. Déjame hablar con la persona que te está reemplazando, vuelve cuando quieras pero espero que esta situación no se vuelva a repetir, ¿está bien?

Gracias, gracias, no sabe cuanto se lo agradezco – dijo Candy mientras se ponía de pie y corría a abrazar a la directora casi ahogándola – usted es una gran amiga para mí

Vamos, no te pongas así, pero esto es con una condición – dijo poniéndose seria

¿Condición? ¿Cuál? – Candy ya se había preocupado

Que me tienes que traer un lindo regalo, sin regalo no te atrevas a volver a tu trabajo, ¿está bien?

Las dos rieron un buen rato, la directora arregló todo con la reemplazante y gracias a dios todo estaba listo. Ahora faltaba contarle a Terry y así saldrían el día siguiente. Llegó a su hotel y no lo encontró “que raro, él dijo que iba a estar aquí”. Ella volvió a su departamento y lo encontró sentado fuera de su puerta.

Terry, ¿qué haces aquí? Te estuve esperando en el hotel pero como no estabas preferí venir, si hubiera sabido que estabas aquí habría venido directamente – dijo ella abriendo la puerta – tengo noticias

Quiero hablar contigo – dijo seriamente mientras se ponía de pie

Por favor entra, tengo que preparar todo para el viaje

Justamente de eso se trata – dijo cerrando la puerta

¿No vamos a Escocia?

Me da la impresión que eres tú la que se está arrepintiendo

No es así

¿Y por qué me evitas?

Yo no te evito Terry

Él se acercó a ella mirándola directo a los ojos, la abrazó lentamente y se acercó para besarla; tal como él esperaba ella volteó la cara rechazándolo nuevamente.

¿Y a eso cómo le llamas?

Vamos Terry, suéltame, tengo que arreglar mis cosas

No, esto lo vamos a conversar ahora o regreso a New York olvidándome de todo, de todas maneras la madre de Susana algún día se aburrirá de molestar y al fin podré vivir en paz

Pero Terry…

Todo depende de ti, qué es lo que te pasa, y no me vengas con el discurso de que “a una señorita no se le puede faltar el respeto”
No, no es eso

¿Entonces?

Ella apoyó su frente en el pecho de Terry, podía escuchar los latidos de su corazón al estar así de cerca. Era difícil contestarle, sabía que se iba a enojar.

Es por Albert, siento que lo estoy engañando

¿Engañando a Albert? Tú misma dijiste que habían terminado, ¿o no es cierto?

Sí, si es cierto, pero es que él me quiere mucho y siento que lo estoy haciendo sufrir, recibí una carta de él donde deseaba que yo te pudiera hacer feliz

Si es así no deberías preocuparte

Yo lo conozco Terry, se debe estar sintiendo muy mal

Pues bien, llegó el momento en que tienes que decidir: sigues con Albert o te vas conmigo, no me gusta compartirte – él la apartó de él, quería ver su cara en esos momentos

No me hagas esto Terry – dijo Candy muy triste

Voy a dar un pequeño paseo, cuando vuelva me das la respuesta. Necesito saberlo rápido porque si no tomo el tren que va a New York y parto hoy mismo, piénsalo – dijo saliendo de la habitación

Candy se quedó temblando, confundida, sin saber que hacer ni que decir. Se fue a su habitación y se sentó en su cama. Leyó 20 veces la carta de Albert, pensaba en Terry… él siempre había sido su amor y ahora estaba dudando. Ella ya lo había perdido una vez y no quería perderlo por segunda. Pero luego de unos minutos su decisión ya estaba tomada. Rato después sintió que alguien golpeaba la puerta, “debe ser él” pensó ella.

Hola Candy, tanto tiempo – era Elisa

Elisa, ¿qué haces aquí? – Candy estaba sorprendida

Vaya que hospitalidad, se nota que siempre serás la misma huérfana sin modales, por lo menos háceme pasar – dijo despectivamente, mirando el lugar y frunciendo la nariz

Estoy ocupada, así que por favor sé breve – Candy estaba molesta e intrigada con la sorpresiva visita

Bien, las noticias vuelan rápido. Quiero ver a Terry, ¿dónde está?

¿A Terry? ¿Y qué quieres con él?

No es tu asunto, dime dónde está – dijo Elisa mirando para todos lados

Lo siento pero no lo sé

Él siempre estuvo enamorado de mí y ahora quiero verlo. No seas mentirosa y dime dónde está, sino le diré a la Tía Abuela

Pues no le tengo miedo, dile lo que quieras – dijo Candy desafiándola

Entonces haré que te despidan del hospital donde trabajas

Elisa, estoy cansada de que siempre me molestes, ¿hasta cuando sigues con lo mismo? Madura – mientras decía esto sintió que golpeaban la puerta – “dios, es Terry”

¿Esperas visitas?

No es de señoritas estarse entrometiendo en los asuntos de los otros Elisa, ¿no te lo enseñaron las monjas?

Maldita – Elisa estaba realmente enojada - ¿no vas a abrir la puerta?

Candy caminó hacia la puerta con paso lento, ya se podía imaginar lo que iba a pasar. Como ella se imaginaba, era Terry, quién se quedó en la puerta sin entrar.

¿Y? ¿Ya tomaste tu decisión? – dijo seriamente

Terry, tenemos visitas – dijo Candy moviendo los ojos para que él mirara para dentro

¡Terry, mi amor has vuelto! – gritó Elisa corriendo hacia él

¿Tú eres la chica por la que tuvimos ese gran problema en el colegio, cierto? ¿Me puedes decir qué haces aquí? – él ya había entrado y Candy cerraba la puerta

Vamos Terry, eso es pasado. Todos hacemos locuras de vez en cuando. Sé que te alegras de volver a verme

Tan feliz que no puedo dejar de reír – dijo él muy serio

Debe ser que por esta princesa de establo que estás así, echémosla de aquí y nos quedamos solos

Mira, ni siquiera me acuerdo de tu nombre, pero recuerdo todos los malos momentos que Candy tuvo que soportar por tu culpa, rica malcriada – le dijo tomándole fuertemente del brazo – lo único que has hecho es molestar a la gente cuando está feliz, tu envidia es tal que quieres destruir a la otra persona, ¿cierto? Claro, primero fue Anthony, después fui yo, hiciste que la despidieran del hospital. Quiero que desaparezcas de nuestras vidas – y la empujó hacia la puerta

Pero – Elisa no podía hablar, nunca lo había visto tan enojado, ella casi lloraba

¡Ahora ándate! – él abrió la puerta y la empujó hacia fuera – ¡y no vuelvas más! – y dió un portazo

Candy, la Tía Abuela va a saber de esto – sollozó Elisa desde fuera antes de irse

Nos hubiéramos ahorrado tantos problemas si no hubiera sido por esa malcriada – murmuró Terry sacándose la chaqueta y sentándose en el sillón.

Candy estaba asombrada, habían sido muy pocas veces que lo había visto reaccionar así, y se asustó. Terry tardó en darse cuenta, ya que todavía se encontraba demasiado molesto.

¿Qué te pasa, Candy? – preguntó él, cambiando su tono

No, nada

¿Acaso ella te dijo algo?

No, no es eso, es que nunca te había visto así

¿Y te asustaste? – dijo mientras comenzaba a sonreír

Como crees…

Ven para acá, parece que hubieras visto al diablo

¿Todavía estás molesto? – preguntó ella sentándose a su lado, mientras él la abrazaba

¿Con ella? No creo que moleste en un buen tiempo. Además todo lo que le dije lo tenía atravesado hacía mucho tiempo, en cierta forma me desahogué. Pero tú sabes a lo que vine, quiero tu respuesta.

Lo pensé mucho, me costó tomar esta decisión… - comenzó ella, Terry esperaba lo peor al escuchar esas palabras – tú sabes que Albert siempre me ha ayudado y apoyado, y yo

¿Prefieres irte con él? Está bien, me voy – dijo Terry interrumpiéndola

Espera, no he terminado. Él siempre me ha ayudado, y yo le estoy muy agradecida, pero he comprendido que lo que siento por él es como amor de hermano, y que es a ti a quién yo amo

¿Estás segura? – y ella asintió con la cabeza – mi pecosa, ven para acá - dijo acercando su cara y besándola suavemente.

Terry tenemos que arreglar todo, falta poco para irnos y no he arreglado nada.

Terminaron de guardar vestidos, zapatos, libros… cosas como para un año. “Vamos a tener que arrendar el barco sólo para nosotros con todo este equipaje” bromeó. En la tarde Annie y Archie los habían ido a buscar para llevarlos a la estación, haciendo la misma broma que Terry. Al llegar, Candy conversaba con Annie y Terry con Archie.

Cuídate Candy, y escríbeme cuando llegues para contarme qué es lo que ha pasado, ¿está bien?

Sí amiga, gracias por todo. Cuida a los niños, y por favor visita mi departamento de vez en cuando.

¿Y si encuentro alguna carta de Albert? ¿Te la mando a Escocia? – preguntó Annie en voz baja

¿No será mucho abusar?

Claro que no.

En el otro lado, Archie y Terry conversaban.

Creo que recuerdas que en el colegio tuvimos muchas desavenencias, ¿cierto? – decía Archie

Cómo no olvidar esas peleas, fueron buenos tiempos – dijo Terry riendo

Pero ambos teníamos algo en común, a los dos nos gustaba Candy, sólo que supiste ganártela, no sé como pero lo hiciste. Yo todavía la quiero mucho, pero como una gran amiga y por eso te quiero pedir que por favor la hagas muy feliz y no la hagas llorar. Cuando pequeña sufrió mucho, y también cuando terminó contigo. Ahora es tiempo de comenzar a reír para ella.

No te preocupes por eso, lo que más quiero es hacerla feliz

¿Nos vamos Terry? – preguntó Candy, acercándose a él

Claro. Annie, Archie, gracias por todo. Cuando quieran visítennos – dijo Terry despidiéndose de cada uno, al igual que Candy. Al terminar volvieron a subir al tren. Archie y Annie se quedaron abrazados mirando a la pareja tomar nuevos rumbos, deseando que todo fuera prosperidad.


 

Durante el viaje ambos se dedicaron a descansar y dormir. Todo ha sido tan repentino y tanto ajetreo los había dejado agotados. Al llegar a NY se dirigieron al puerto, subiendo a un gran barco. Como era invierno, cada uno prefirió entrar directamente a su habitación. A Candy le gustaba escribir cartas, y como no había tenido tiempo de contarle a Annie lo sucedido con Elisa tomó papel y lápiz y comenzó a escribir. Después de un buen rato decidió salir un momento de su habitación. Al abrir la puerta, se dio cuenta que había mucha niebla y hacía mucho frío, y vió a alguien apoyado en la baranda del barco, una silueta que ella reconocía perfectamente. Todo parecía repetirse nuevamente. Esta vez, Terry sintió que alguien lo observaba, se dio vuelta y vió a Candy acercándose.

Todo parece repetirse, ¿cierto? – dijo ella apoyándose también en la baranda, al lado del actor

Sí.

Fue tan divertido esa vez, no sé qué fue lo que tomé en la fiesta que había en el barco, pero me sentí tan mareada que necesité aire. George se asustó y me recomendó que saliera un momento, y ahí fue cuando te vi – recordaba Candy

Y yo lloraba por mi madre… yo era tan distinto en ese tiempo

Creo que los dos hemos madurado y crecido mucho.

Me alegra estar de nuevo contigo mi amor – dijo Terry tomándole la mano

¿Y será lo correcto?

¿De nuevo con lo mismo? Relájate, disfruta de este viaje

Terry no dejó que continuara hablando, y ella no se quejó.

El viaje fue de ensueño, pasaron mucho tiempo juntos, alejados de todos los problemas que habían quedado en Estados Unidos. Aunque ninguno dejó de lado sus deberes, ella seguía leyendo y aprendiendo medicina, y él leía y ensayaba obras de teatro. Así, el viaje se hizo menos pesado.

Cuando llegaron a Escocia había un auto esperándolos. Terry lo había arreglado y así llegaron rápidamente a la residencia. Lo único que querían era llegar a un lugar que se moviera menos que el barco. Mientras viajaban hacia la residencia los recuerdos volvían a la mente de Candy, Stear se veía tan feliz volando el avión de Terry, el final de las peleas entre los dos muchachos, las escapadas de la escuela para ver a Terry, el primer beso… en fin, sin darse cuenta ella iba sonriendo.

¿Estás recordando alguna maldad? - preguntó Terry curioso

No, sólo recordaba . . ., pasaron tantas cosas aquí…

Ya veo. Mira, vamos llegando.

Nada ha cambiado, todo se ve igual – dijo Candy mirando para todos lados

El estar aquí contigo hace que todo cambie, ¿no te das cuenta?

Vamos Terry, que me sonrojo

Ja ja ja, la señorita pecas sonrojándose, se te van a notar más las pecas

¡¡¡Ah Terry!!! – gritaba Candy persiguiéndolo dentro de la residencia, mientras ambos reían

Ya había pasado una semana, toda esa paz y tranquilidad era lo que ambos necesitaban para poder reencontrarse verdaderamente. Lejos de la madre de Susana, de la familia Andrey, de Albert… quedaba tanto por hacer. Esa tarde él la invitó a dar una caminata por los alrededores. Iban tomados de la mano y parecían irradiar una alegría que muy pocas parejas pueden. Inesperadamente, sus pasos los llevaron a las orillas del lago, un lugar muy especial para ambos.

¿Te acuerdas que aquí acostumbrábamos a charlar por horas? – dijo ella mientras se sentaban mirando el río

No sé cómo podías hacerlo, pero siempre llegabas al fondo de mi corazón, ayudándome a sacar todos mis sentimientos, entendiendo el porqué de muchas cosas, y a la vez aliviando mis dolores

Hay que ser toda una profesional para eso Terry – dijo ella cerrando un ojo y riendo pícaramente

Claro, una entrometida profesional, ¿no? – dijo él riendo

Parece que gozas mucho molestándome, ¿cierto?

Sólo lo hago porque me gusta la cara que pones cuando te molesto, nada más.

Que chistoso.

¿Recuerdas qué más pasó aquí?

¿Cómo lo voy a olvidar?

Él pasó su brazo alrededor de ella y se besaron. Esta vez no hubo golpes, ni empujones ni llantos como esa vez. Esta vez ambos disfrutaban mucho de esos besos, Terry sabía como transmitir su pasión a través de sus labios y ella su dulzura. Los sentimientos se estaban intensificando cada vez más, cada segundo que pasaba hacia que los deseos de estar cada vez más juntos eran más fuertes. Ella lentamente se fue recostando en el pasto, mientras el brazo de Terry le ayudaba a no caer de una vez. Sintió a Terry besando su cuello, podía escuchar que su respiración se estaba acelerando, al igual que la de ella. Ninguno de los dos podía creer lo que estaba pasando. Obviamente Terry había llegado a la intimidad con Susana, pero esta vez era con la mujer que él amaba, lo que lo hacía verdaderamente especial. Ella, por su parte, nunca dejó que Albert fuera más allá y ahora podía comparar los sentimientos. Se daba cuenta que realmente era a Terry quién quería. Sin quererlo de repente se asustó y empujó suavemente a Terry. Él la miró y vió en sus ojos un poco de ese miedo.

Disculpa, me dejé llevar – dijo él alejándose de ella, sentándose nuevamente y tratando de recuperar el aliento

No, no eres tú, soy yo. Disculpa – dijo ella mientras también se sentaba

No quiero que pienses que por estar aquí estas obligada, tú sabes…

Lo sé

Desde ese momento no hablaron más. Ambos estaban un poco perturbados por lo que recién había ocurrido. Ambos estuvieron de acuerdo de volver a casa, sin decir mucho, sólo sus manos iban tomadas.

Esa noche Candy estaba apoyada en la ventana, con los ojos cerrados. Recordaba todas esas nuevas sensaciones que él le estaba enseñando y compartiendo con ella. No podía entender por qué era tan distinto lo que Terry le hacía sentir, tan diferente a Albert. Sintió que alguien golpeaba su puerta, que la distrajo de sus pensamientos. Se puso su bata de descanso y abrió. No había nadie, pero en el piso había una bella rosa roja. Ella sólo sonrió, volvió a su cuarto y la puso en su mesita de noche. Esa era la forma de Terry de decirle que la quería mucho.




 

Los días siguientes no mencionaron ese asunto. Él no quería asustarla y ella prefería dejarlo pasar. Lo único que rompió la paz y tranquilidad que tenían ambos allí fue una nota que alguien dejó bajo la puerta. La criada no había visto a nadie, pero Candy se asustó cuando vió el sello de los Andrey en la nota. No era una carta de Albert. Decía:

“Señorita Candy White Andrey

He sido informada de su conducta poco apropiada e inmoral, ya que está viviendo con un hombre sin estar casada con él. Esa conducta afecta a la familia Andrey, e iré personalmente a buscarla, alguien tiene que enseñarle a ser una dama; después de tantos años no ha aprendido nada”

Era de la tía abuela, “¿cómo diablos se enteró de esto?… Elisa, quién más que ella” pensó Candy. No sabía si debía mostrarle la carta a Terry, pero lo hizo, de todos modos igual se iba a enterar. Como era de suponer se enojó mucho, y le dijo “cuando esa vieja venga, no la vamos a recibir”. Ella lo vió tan decidido que prefirió no decir nada.

Era la hora del té, cuando la criada les indicó que la señora Andrey había llegado y que quería hablar con Candy.

¡Pues ella aquí no entra! – gritó Terry

Por favor no te comportes así, yo creo que por lo menos que pase a la sala de estar, yo hablo con ella y…

¡Hasta cuando te sigue molestando tu familia, siempre lo mismo!

Pero siempre he hecho lo que he querido, ¿no? – dijo ella sonriendo

Como Terry no replicó, ella le dijo a la criada que la hiciera pasar. Antes de entrar a la sala de estar tomó aire y puso su mejor cara. Ya sabía con qué se iba a encontrar.

Buenas tardes Tía Abuela, ¿gusta tomar té? – preguntó amablemente

Sabes muy bien a lo que he venido, nos vamos ahora – dijo ella tomándola del brazo

Mire, usted y yo nunca nos hemos llevado bien, ¿cierto? Entonces ¿por qué se preocupa por mí y quiere que regrese? – reclamó Candy

Por el honor de los Andrey

¿Sabe? Yo ya estoy grandecita y puedo decidir qué puedo y no puedo hacer. Mi decisión es quedarme, además si le preocupa Albert, él lo sabe

Ten más respeto conmigo, y nos vamos – dijo la Tía Abuela arrastrándola hacia la puerta

¡Un momento “Señora”! Usted se cree una persona refinada, ¿cierto? Pues bien, usted está en mi casa, la casa de un noble, y no puede hacer lo que a usted se le antoje – era Terry que había llegado a defender a Candy

Chiquillo malcriado, así que tú fuiste el que atacó a Elisa

¿Yo a Elisa? No me haga reír. Yo no me acercaría a ella nunca – dijo Terry tan serio como si estuviera hablando con la madre de Susana

Además ¿cómo puedes tener a una señorita viviendo bajo su techo sin estar casados? Es una vergüenza – ella no se quería dar por vencida

Más vergüenza para usted debería ser el llegar a una casa donde no la han invitado, y ni siquiera saludar al dueño de la casa, ¿no? Candy ya es una mujer adulta y puede tomar sus decisiones. Vaya, pregúntele qué es lo quiere.

Yo me quiero quedar, y lo siento mucho por Elisa, porque sé que fue ella la que inventó todo esto, pero yo me quedo – dijo Candy soltándose y quedando al lado de Terry

Esto lo sabrá Albert, no se quedará así – amenazó la tía abuela saliendo furiosa del lugar.

¿Quién cree que es ella? Te dije que no había que recibirla - decía Terry

Pero tan sólo imagínate la cara que va a poner Elisa cuando le cuenten todo esto, pagaría por verla

Ambos rieron al imaginar la situación. Ella estaba feliz al ver de la forma en que la había defendido, aunque no hubiera esperado menos de él.


 

Los días pasaban rápidamente, era increíble el tiempo que había pasado desde que habían llegado a Escocia. Ahora Candy había recibido una carta de Annie y otra de Albert, y esta vez sí que tenía que leerlas sin que Terry supiera de ellas, así que las escondió y salió a caminar. Se subió a un árbol (“vaya, que fuera de forma estoy”) y leyó primero la de Annie. Ella le contaba del revuelo que Elisa armó después de que Terry la echara, del escándalo que se había formado por la tía abuela y además le advertía del viaje de ella – “si el correo trabajara más rápido” pensó ella – y además le pedía que se cuidara mucho y que ojalá pudiera sacar a Terry de su depresión. Los niños y Archie estaban bien y que todos la extrañaban mucho.

Ahora… la carta de Albert. Qué difícil.


“Querida Candy,

He continuado viajando, y no me vas a creer, estoy en China. Ayer visité la Gran Muralla, muchos templos y lugares muy hermosos que me gustaría compartir contigo. La gente respeta más a los animales acá que en América. También la gente parece ser más sincera, honestamente he tenido problemas porque como sabes yo no hablo su idioma, pero contraté a alguien que me ayudara en eso. Ayer vi una muñeca que se parecía a ti y no pude evitar comprarla. No sabes cuánto te he extrañado.

¿Cómo está Terry? Me imagino que estás con él… y sé lo que eso significa, que te he perdido para siempre. Aún no entiendo por qué es tan difícil para mí aceptarlo, si siempre supe que lo preferías a él. Quizás fui un tonto al dejarte ir tan fácilmente, sin haber intentado llegar nuevamente a tu corazón. Pero él también es un gran amigo mío y todo lo que me contaste en tu carta me hizo reflexionar un poco. Quizás ambos realmente estaban hechos el uno para el otro. Me imagino que a tu lado ha podido superar mucho de lo que estaba pasando, ¿cierto? Tú eres el mejor remedio para los dolores del alma.

Me están esperando para despachar esta carta, así que hasta aquí llego. Dale muchos saludos de mi parte a Terry, y por favor… aunque sea de repente, piensa en mí.

Te quiere,
William Albert Andrey”


Ella hubiera preferido no leer la carta. Esta vez ella había quedado peor que otras veces, se sentía culpable de que Albert estuviera tan lejos tratando de olvidarla. ¿Qué hacer? De nuevo venía esa confusión en su cabeza, aunque en su corazón las cosas seguían claras. Por supuesto no había que mencionarle esta carta a Terry, así que a cambiar la cara y esconder la carta debajo del colchón, en caso de que alguien fisgoneara en su habitación. Caminó de vuelta a la Villa, cuando vió a Terry cortando leña.

Vaya, ¿qué papel estás personificando esta vez? – preguntó ella sonriendo

El de la persona más feliz del mundo, aunque suene raro viniendo de mí – dijo Terry

Ahh, ¿y en qué termina la obra?

Todavía no tiene un final, pero espero que sea un buen final. Esa historia todavía se está escribiendo.

¿Quieres que te ayude?

¿Puedes llevar leña a la chimenea?

Claro

Ella comenzó a ayudarlo y llevó toda la leña dentro de la villa. Cuando habían terminado, él le dijo que podrían ir a dar un paseo al pueblo, para ver qué había de nuevo, pero ella no lo escuchaba, todavía pensaba en esa carta de Albert.

Oye, te estoy hablando, ¿me escuchas o no? – preguntó Terry sorprendido

Ah, disculpa! es que estaba distraída.

Te decía que podríamos ir a dar un paseo al pueblo

Sí, lo que digas

Ella se excusó y se fue a su habitación. Él encontró todo muy raro, y le preguntó a la criada si alguien la había visitado o algo así. Ella le dijo que no, que lo único poco usual fue que recibió dos cartas de América. ... “¿Cartas? Ahora todo está más claro” pensó él. Sabía que Albert le escribía frecuentemente mientras estaban en América, y aunque él no sabía como, quizás él le había enviado otra más. Se comenzó a molestar un poco, porque él quería que ella siempre le confiara todo, pero nunca logró que ella le mostrara alguna de esas cartas. Incluso ahora se puso a pensar si era conveniente que él fuera a hablar con ella y “exigirle” algún tipo de explicación. Si ella estaba ahí con él era por algo, y que quizás al recibir noticias de Albert era obvio que ella se confundiera. Era difícil para él pensar en darle más privacidad y espacio en ese sentido. Ella ya había tomado algunas decisiones y todas habían requerido de tiempo y un poco de soledad. Afortunadamente, todos esos resultados fueron positivos para él. La muestra era que ella había dejado prácticamente todo por él, su trabajo, sus amigos, se había vuelto a pelear con su familia, y además haber dejado a Albert. Aún así, él la quería mucho y quería compartir todo pensamiento, por muy pequeño que fuera, con ella. ¿Cómo hacerlo? Tendría que demostrarle mucho más cuánto la quería, sobre todo en esos momentos en que ella recibía esas noticias. La criada le había mencionado algo sobre un salón de baile en el pueblo, y pensó que quizás esa podría ser una buena salida. Envió a la criada para reservar una mesa para dos para esa noche, y cuando volvió traía unas flores que él también le había encargado. Cuando estaba todo listo, él fue a invitarla.

 

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