Amor
Eterno
por Bulma-Chan
Capítulo 5
Candy estaba en su habitación, con melancolía en sus ojos, la carta estaba a su lado. Sentada en su cama, miraba hacia fuera de la ventana, tal vez recordando todo lo que él había hecho por ella y nuevamente preguntándose si estaba haciendo lo correcto o no. En eso, escuchó que alguien golpeaba la puerta. Sobresaltada, escondió la carta, se secó los ojos y puso su mejor cara. Se puso y pie y fue a abrir.
Candy, ¿puedo pasar? – preguntó Terry
Claro, por favor pasa – dijo dejando la puerta abierta
¿No vas a cerrar? No muerdo – dijo irónicamente
Eh, claro – dijo Candy mientras cerraba la puerta
Toma, esto es para ti
¿Flores? ¿Qué hice esta vez para merecerlas?
Ser como eres, nada más. ¡Ah! Tengo algo más que decirte, te invito a salir esta noche. Tengo reservaciones en un lugar especial
Terry, ¿te sientes bien? Digo, estás un poco raro – dijo Candy poniéndole la mano en la frente para ver si tenía fiebre
Me ofendes, ¿acaso no puedo invitar a la mujer que amo a pasar un buen rato? ¿Qué es lo raro? – respondió Terry sorprendido
No lo decía con malas intenciones, discúlpame. ¿Y dónde vamos a ir?
Es un secreto, sólo te diré que tienes que vestir formal, nada más. ¿Tienes algún vestido?
Sí, si tengo
Bien, a las 9 vamos a salir de aquí, así que trata de estar lista antes, ¿ok?
Bueno, tú sabes que una señorita se toma su tiempo para arreglarse – dijo ella haciéndose la interesante
Está bien “señorita”, me retiro y nos vemos en la noche – dijo sonriendo ante lo que ella había dicho.
Él
salió de la habitación y ahí ella quedó más sorprendida. ¿Y esa invitación
tan repentina, esas flores sin que hubiera motivo? Después de pensar un rato,
se dijo “¿y para qué lo pienso tanto? Tenía ganas de cambiar un poco la
rutina y creo que lo vamos a pasar muy bien”. Se acercó a su closet y buscó
la mejor de sus ropas, siendo una Andrey tenía un buen surtido de vestidos y
zapatos y encontró justo lo que necesitaba, un lindo vestido verde que hacía
que sus ojos resaltaran.
¿Estás lista? - eran las 9 y Terry con puntualidad de inglés estaba esperándola fuera de su habitación
Sí, un momento, ya voy
Típico en las mujeres, siempre atrasadas – dijo él suspirando y mirando el reloj
No terminaba de decir esto, cuando se abre la puerta y él quedó con la boca abierta. Ese vestido había sido la mejor elección, su cabello iba suelto, un discreto maquillaje y un delicioso perfume hacían que Candy se viera mejor que nunca. Con todo el tiempo que invirtió en arreglarse, se le olvidó completamente el asunto de la carta.
Candy, estoy sin palabras, te ves preciosa
Gracias, pero déjame decirte que tú no te quedas atrás, si me permites decírtelo te ves muy bien – respondió Candy sonrojándose
¿Nos vamos?
Sí
Él tomó su mano y partieron. Fuera estaba su auto, Terry lo hizo partir y aceleró. En poco rato llegaron a su destino. Era un lugar grande, muy elegante y refinado. Mucha gente conocía a Terry por su padre, otras lo conocían por lo que había sido su carrera; por lo tanto cuando ellos entraron todos los quedaron mirando. Además hacían una pareja muy linda, y Candy pensaba que si Elisa estuviera ahí y los viera le da un ataque y se muere. De sólo pensarlo, rió.
¿Qué pasa? ¿De qué te ríes? – preguntó Terry
Me imaginaba la cara de Elisa si nos viera aquí
Ni me la nombres, mira, ahí está nuestra mesa
Él la ayudó a sentarse. Era una mesa con una muy buena ubicación, ya que no había mucha gente alrededor de ellos y además era el lugar ideal para estar con la persona amada, con velas y todo Primero decidieron ordenar, y luego bailar. Como ella no conocía mucho de la comida escocesa le pidió a Terry que pidiera por ella. Mientras esperaban, él no podía quitar los ojos de ella.
Me estás incomodando Terry – ella no sabía para dónde mirar
Disculpa, pero no lo puedo evitar, te ves tan linda y hueles tan bien – respondió él
Que lindo lugar, ¿cómo supiste de él?
Yo ya lo conocía, sólo que no sabía si estaba funcionando o no. Le pregunté a la criada y me dijo que sí
Mira, ahí viene nuestra comida – señaló Candy
Comieron, charlaron, se rieron. Terry se daba cuenta que su estrategia había sido perfecta y que no venía al caso preguntar por la carta. La orquesta ya había comenzado a tocar, las parejas habían comenzado a bailar, mientras la pista se comenzaba a llenar. “¿Quieres bailar?” preguntó él y ella dijo que sí. Caminaron hacia la pista, una vez allí él la abrazó y comenzaron a bailar.
¿Sabes? Siempre soñé con esto – dijo Candy
¿Bailar en estos salones?
No, estar así contigo
Para mí fueron muchos años vacíos. Candy, hueles tan bien – dijo mientras aspiraba el aroma de sus cabellos
No sabes cuanto me ha gustado esta sorpresa, gracias – dijo ella sonriendo
Siguieron bailando por mucho rato, hasta que los pies les recordaron que debían descansar. Entonces ellos tomaron sus cosas y se fueron. Aunque la brisa que corría afuera era fría, ellos no la sentían. El cielo estaba despejado, muchas estrellas brillaban iluminando esa noche mágica, una luna cómplice se divisaba en el horizonte.
Era muy tarde cuando llegaron a la residencia. Una vez dentro, se encaminaron a sus habitaciones, sólo que al llegar a la de Candy él tomó su mano llamando su atención y haciéndola detenerse. Ella se volteó y vió que su mirada era más intensa que de costumbre. Se acercaba a ella, la abrazaba con su brazo izquierdo, su mano derecha acariciaba su suave cabello, tomando un poco y llevándolo a su cara, oliendo ese delicioso perfume, la esencia de Candy. No habían palabras, todas sobraban en esos momentos. Él soltó esos cabellos y su mano comenzó a acariciar su cara. Ella estaba nerviosa, y no sabía cómo reaccionar. Sólo cerró los ojos al sentir los labios de Terry sobre los de ella, entregándole todo ese amor, esa pasión que él sentía por ella. Mientras la besaba él la abrazaba más y más fuerte, no quería que existiera nada que los separara. Cuando terminó de besarla, ella lo miró y dijo “Buenas noches Terry, gracias por la maravillosa velada”, abrió su puerta y desapareció. Ella pensaba que era mejor salir luego de ahí, quizás qué podía pasar después, ya que sus defensas estaban muy débiles y su voluntad parecía haberse rendido. Ella caminó y prendió la vela de su velador. Se había comenzado a sacar sus joyas cuando sintió un ruido que provenía de la puerta. Se dio vuelta y vió que Terry había entrado en la habitación y se dirigía hacia ella, abrazándola nuevamente y murmurando en su oído “no me dejes nunca”. Ella lo abrazó de vuelta y le respondió “nunca lo haré”. Volvió a besarla, esta vez más apasionadamente que antes, parecía que quería entregarle su alma a través de esos besos. Candy ya no podía más, estaba sin voluntad propia, y cuando sintió sus labios en su cuello, sus murmullos en su oído y sus manos acariciando su espalda ya no podía decir nada ni oponer resistencia, era imposible. Sintió que él comenzaba a desabotonar su vestido, y ella tembló. Terry lo notó y la miró.
Candy, no te quiero obligar a nada, si quieres yo puedo detenerme
No, no te detengas, lo que pasa es que yo… Tengo miedo
No lo tengas, no te voy a lastimar, ¿pero de verdad quieres que continúe?
Sí
Él besó su mejilla y luego se sacó su chaqueta y su camisa, quería darle
total confianza. Luego, continuó con ese vestido verde. Lentamente, comenzó a
deslizarlo hacia abajo, hasta quedar en el suelo. Él recorrió todo su cuerpo sólo
con su mirada, “eres tan linda” dijo mientras la abrazaba. Por otra parte
muchas cosas pasaban por la mente de Candy, era primera vez que sentía la piel
de un hombre con la de ella, era algo tan especial. Él comenzó a llenarla de
besos mientras sus manos recorrían su cuerpo y retiraban la ropa interior,
luego tomó a Candy en sus brazos y la puso sobre su cama. Él se sacó lo que
quedaba de su ropa, y comenzó el ritual. Ella nunca se había sentido tan amada,
tan valorada y tan querida como en esa ocasión; él la trataba como si fuera un
fino objeto que al menor descuido se podía quebrar, con mucho amor y con mucho
cuidado… y mientras ellos consumían su amor la vela del velador de Candy
también se consumía, hasta no quedar nada.
El canto de un gallo la despertó, sin recordar bien lo que había pasado la noche anterior, pero cuando abrió los ojos y vió que estaba durmiendo abrazada con Terry todo volvió a su mente. No sabía que pensar, que decir, que hacer. Trató de alejarse de él para levantarse pero él se despertó.
Buenos días mi amor – dijo él tratando de abrir los ojos
Buenos días Terry – “¿cómo se reacciona en estas ocasiones?” pensaba ella
Hubo silencio por unos minutos.
Es difícil saber qué decir en esta situación, ¿cierto? – dijo Terry
Sí – le respondió ella tímidamente
¿Te puedo preguntar algo? – dijo él y ella dijo que sí con su cabeza, mientras continuaban abrazados sin mirarse – fue tu primera vez, ¿verdad?
Sí, bueno, discúlpame si no fue lo que esperabas
No, no es por eso que preguntaba, sino que para mí ésto ha sido doblemente importante. Que tú me hayas elegido para tomar este paso y además haber recibido todo tu amor es lo que más he deseado – Terry era muy sincero, hablaba desde su corazón
¿Y tú?
Bueno, yo estuve casado.
Pero Susana podía…- preguntó Candy
Era difícil, por eso yo prefería a mis compañeras actrices. No quiero decir que siempre fuera así, Susana me inspiraba mucho respeto pero habían cosas que no podía olvidar.
No sé por qué, pero no me gustó como sonó eso – dijo ella seriamente
No, no lo tomes de mala forma, nunca me ha gustado tratar a la gente como objetos.
¿Podemos mantener esto en secreto?
Claro que sí, ¿a quién le vamos a contar? ¿A Elisa? – bromeó él y ella rió; el ambiente ya no era tan tenso – gracias mi amor, gracias – dijo él mientras acariciaba su cabello.
¿Sabes? Recibí una carta de Albert – comenzó a decir ella
Shhh, no me digas nada, tu puedes tener tus secretos, no porque hayamos llegado tan lejos no vas a poder tener tu propio espacio, y no es necesario que me lo cuentes, ¿está bien?
Ella se sintió mucho mejor al oir estas palabras. Se había sacado un peso de encima al contarle de la carta y además nunca pensó escuchar esa respuesta de él, pero muchas cosas habían cambiado desde esa noche.
Se quedaron un buen rato en la cama, casi sin decir nada. Candy sabía que la gente decía que ese tipo de “cosas” sólo se hacen cuando se está casada y que es prácticamente un pecado hacerlo antes, pero desde cuándo a ella le han importado lo que dicen los demás? Había estado demasiado tiempo separada de Terry, ya era una mujer adulta y podía tomar todo tipo de decisiones, y en definitiva… no se arrepentía de nada.
Terry se levantó, y luego de darle un beso en la frente a Candy se fue a su cuarto, fijándose al salir si había alguien, ya que no quería que lo vieran salir de la habitación (como Candy no quería que nadie supiera). El camino estaba libre, salió.
Los pensamientos de ambos no eran muy distintos mientras tomaban un baño, los dos recordaban todo lo que habían compartido esa noche. Sus lazos ya eran irrompibles, nada ni nadie los podría separar, y si alguien trataba de hacer algo ambos lucharían por seguir adelante. Cuando bajaron a tomar desayuno las criadas notaron algo distinto en ellos, no podían decir qué era, pero parecía que un aura especial los rodeaba. La forma de tratar al otro, sus miradas, la manera de reír… no sabían qué era, pero les gustaba verlos así, parecían irradiar alegría y paz.
Horas después del desayuno, Candy buscó a Terry por todas partes y no lo encontró. “Que raro” pensó ella. Fue a la caballeriza, al patio, al hangar y nada. Terry parecía haberse hecho humo.
Candy fue a su habitación y buscó un libro, con tanto tiempo libre y Terry ausente, prefirió irse a las orillas del lago a leer. Se puso su sombrero para protegerse del sol y caminó hasta allá. Se sentó en el lugar que se había convertido habitual para los dos, y después de disfrutar un poco de la vista, se puso a leer.
Las hojas de su libro iban pasando una a una, igual el contenido de ellas en la mente de Candy. Por más que leyera, sólo recordaba la noche anterior. Annie le había contado lo maravilloso que se sentía ser amada en cuerpo y alma, por la persona que uno eligió para ser su compañero y su amor. Annie que siempre había sido recatada, no pudo evitar contarle a su hermana esos sentimientos y las cosas sucedidas. Candy pensaba que Annie estaba siendo un poco exagerada, pero ahora… ya sabía que no era así. ¿Qué pensaría Annie cuando Candy le contara que ella había experimentado esas mismas sensaciones? ¿Sería de las personas que repudiarían lo que había hecho? No, su hermana no.
Sin darse cuenta dejó ir un suspiro que se mezcló con la brisa que corría en esos momentos. Continuó su lectura pero tuvo que detenerse porque alguien le estaba tapando los ojos por detrás.
Adivina quién es – dijo
Mmh, veamos – dijo Candy riendo – el Rey de Inglaterra?
Casi, estás cerca
Que fanfarrón eres Terry – dijo ella sacando las manos que cubrían sus ojos
Se dio vuelta y vió a Terry que se sentaba a su lado.
¿Dónde estabas? – dijo ella
Por ahí, dando un paseo… me gustó escuchar ese suspiro pecosa – dijo tapándole la nariz
¿Estabas mirando?
Hace rato que te observaba, ¿no me sentiste cuando llegué? – preguntó él
No, estoy un poco distraída – dijo
¿No puedes dejar de pensar en lo de anoche? – preguntó Terry
Yooo??? Este, no… yo tengo miles de cosas en qué pensar – dijo ella
Pues yo… es en lo único que pienso – confesó Terry – y no es sólo por el hecho mismo, sino porque sentí que mi alma se conectaba con la tuya, eran sentimientos puros, tan difícil de encontrar en la sociedad – dijo él mientras jugaba con una hoja seca
Bueno, si tengo que ser honesta… me siento de la misma forma – dijo Candy bajando su tono de voz
Sabes que pensaba en la mañana mientras estábamos en la cama? – dijo pasando un brazo alrededor de sus hombros y acercándola a él – pensaba que en todas las decisiones más importantes de mi vida tú has estado presente, te has dado cuenta de eso?
Yo creo que ha sido sólo coincidencia – dijo ella restándose importancia
No lo creo, porque tú fuiste la que me impulsó a tomarlas… por ejemplo mi carrera. Quizás algún día me habría enfrentado a mi padre para decirle que yo quería ser actor como mi madre, pero en cuánto tiempo? Y si él no lo aceptaba, qué habría hecho yo?
Tu padre es muy complicado, cierto?
Demasiado, por eso nunca nos llevamos bien. El ejemplo de mi carrera es uno de varios, y todas esas decisiones han sido para bien – dijo Terry
Nooo – dijo ella bromeando y cambiando su voz – yo soy una mala influencia, como un pequeño diablito que está a tu lado diciéndote qué cosas malas hacer o no
¿Ah sí? Y qué me dice ese diablito ahora? Tiene alguna maldad para mí? – dijo Terry jugando
Siiii – continuó Candy imitando la voz de un diablo – besa a la bella e inteligente chica que está a tu lado
Pues si eso es portarse mal, deseo quemarme en el infierno – rió Terry y besó a Candy
No digas esas cosas Terry – dijo Candy cuando terminaron - ¿te imaginas como debe ser el infierno?
Vamos, ese no es el tema.
¿No?
No. Bueno, en la mañana seguía pensando, y mucho. Después que rompimos nuestra relación yo seguí tomando decisiones, algunas fueron importantes y totalmente erróneas para mi vida. De a poco fui perdiendo lo que tú me habías enseñado y volví a ser el mismo de antes. Ahora que volviste a mi vida, me he dado cuenta que tu esencia me ha vuelto a cambiar para bien. Y decidí algo más – dijo Terry muy serio mirándola
Vaya, me asustas con tus palabras – dijo Candy
Ella vió que Terry se ponía de pie y se arrodillaba frente a ella, mientras buscaba entre sus ropas algo. Ese algo era una cajita negra de terciopelo, y sacó lo que estaba en el interior de ella. Él tomó su mano y le dijo:
Te perdí una vez y no quiero repetir esa amarga experiencia. Anoche nos profesamos amor verdadero, el que dura para siempre. Ahora, te quiero preguntar… ¿aceptarías casarte con este pobre actor que sólo busca la felicidad junto a la mujer que ama? – dijo poniendo un anillo en su dedo.
A Candy se le cayó todo, nunca había imaginado que Terry pudiera reaccionar así… bueno, él era un caballero y era obvio que con todo esto él le daba a entender que lo de anoche no había sido “una noche más” en la vida de un hombre. Ella casada con Terry… sí, lo había soñado muchas veces, pero no pensó que esto algún día llegara a ser realidad. Ahora entendía, Terry había salido esa mañana a comprar ese preciado regalo.
Terry la miraba, esperando la respuesta. Los minutos pasaban y ella no respondía, él comenzaba a inquietarse. Ella, miraba su anillo y luego a Terry, y así sucesivamente. Hasta que por fin respondió:
Es lo que más quiero en toda mi vida
Al decir esto ella lo abrazó, sin poder evitar que algunas lágrimas
aparecieran en sus ojos. Un futuro juntos, eso era lo que él le había
propuesto y ella feliz, lo aceptaba. Terry la besó y le dijo “gracias”.
Ella entendió todo perfectamente.
Comenzaron los preparativos de la boda, se iba a hacer en Chicago por distintos motivos. Estar lejos de la madre de Susana, la familia Andrey vivía en esa ciudad, los amigos de ambos también. Ya habían recibido la respuesta de Patty y del hogar de Pony. Todo marchaba perfectamente. Sólo faltaba un día para la boda. Candy estaba en su departamento, Terry había salido a hacer algunos trámites. Alguien golpeó la puerta.
Vaya, que volviste rápido – dijo ella abriendo
Hola Candy – le dijo un rostro muy familiar
Albert, eres tú
Ella no sabía que decir, quedó pálida. George le había escrito contándole ese rumor que había escuchado y decidió volver de inmediato. Ella lo invitó a pasar y él vió todas las cosas que estaban preparando, Annie hacía poco rato le había llevado su vestido de novia que estaba en un maniquí en la sala. Albert se acercó al vestido y lo miró de arriba abajo.
Así que el rumor era cierto – dijo con un dejo de tristeza
Sí, disculpa. Yo hubiera querido
No sabes cuántas veces te imaginé en un vestido así, junto a mí
Por favor, entiéndeme – ella había comenzado a llorar
No, no llores ni te sientas mal. Siempre fuiste honesta conmigo, lo único malo aquí es el amor que siento por ti. ¿Sabes? Yo pensé que nos iba a hacer bien estar separados por un tiempo, y que cuando volviera podríamos estar juntos de nuevo, pero lamentablemente no fue así. Me imagino lo linda que te ves en ese vestido.
Ella estaba sin habla, había quedado congelada con esa visita tan inesperada. Además, todas esas palabras que él le estaba diciendo la hacían sentir peor, aunque ella sabía que esa no era la intención de Albert.
¿Quiere tomar algo? – fue lo único que pudo decir
¿Estás segura de lo que vas a hacer? – dijo Albert pensando en que quizás existía alguna posibilidad
Bueno, sí. Lo pensé mucho, demasiado.
¿Y pensaste en mí, por lo menos algo durante este tiempo?
En todas las decisiones que tomé estabas presente, tus cartas me confundían, yo también te quiero mucho, pero es distinto a lo que siento por Terry.
Me imagino que él ya está bien, ¿cierto?
Sí
Es obvio, nadie podría estar mal si está contigo.
Él se dio vuelta y la miró. Vió como las lágrimas salían por los ojos de Candy, y no aguantó las ganas de abrazarla, de sentirla cerca, aunque fuera por última vez. “¿Cómo pude dejarla ir? ¿Existía un método para acercarme más a ella y hacerla olvidar a Terry? Tal vez no, muy en el fondo siempre supe que su corazón no me pertenecía, que había quedado en Broadway junto a un joven actor marcado por un trágico destino”.
Nunca pretendí herirte Albert, pero nunca pude olvidar a Terry. Contigo yo pasé muchos momentos que van a ser inolvidables, me brindaste tu amor, tu ternura, tu comprensión y tu apoyo, y si hubiera sido por mí yo me habría quedado contigo hace mucho tiempo; pero había algo dentro de mí que no me permitía aceptarlo, eso era el recuerdo de Terry.
Y si te hubiera ofrecido matrimonio antes de que supieras de todo lo que estaba pasando con él, antes de que termináramos… ¿cuál hubiera sido tu respuesta?
Probablemente hubiera aceptado.
Esa respuesta sorprendió mucho a Albert, quizás él nunca se lo propuso porque quiso no apurar tanto las cosas, que ella pudiera seguir trabajando tranquilamente sin tener que pensar en las nuevas responsabilidades que trae en sí el matrimonio, quizás él estaba muy seguro de que ella no lo dejaría, pero ahí estuvo su error. Se dio cuenta que ya no tenía nada que hacer allí.
Candy, no llores. ¿Sabes que te ves más linda cuando ríes que cuando lloras? – después de decir esto Candy lo quedó mirando, recordando la primera vez cuando él como el Príncipe de la Colina le había dicho esa misma frase.
¿Me perdonas?
No tengo nada que perdonar, es más, te pido que tú me perdones por ser tan egoísta y no estar alegre por tu felicidad.
Ellos seguían abrazados, esa era la despedida definitiva para ellos dos de lo que un día fueron, una pareja. Sin darse cuenta, alguien más estaba en la habitación, como la puerta había quedado entre abierta, Terry había estado observando la escena desde fuera, pero ahora había entrado y permanecía ahí silencioso. Albert abrió sus ojos y repentinamente lo vió ahí.
Disculpa Terry, no es lo que te estás imaginas – dijo separándose de Candy
No te preocupes, no me he imaginado nada
Sólo te quiero pedir algo, por favor cuida a Candy, apóyala y nunca la hagas sufrir, porque si me llego a enterar de lo contrario vas a desear no haberme conocido – le dijo dándole la mano
Sí, claro – y no pudo decir más. Terry estaba muy impresionado por la forma en que Albert estaba hablando, y allí se dio cuenta de por qué Candy sufría tanto cuando recibía noticias de él, de verdad la amaba
Bueno, creo que me tengo que ir. Sinceramente los felicito y les deseo lo mejor. Candy toma, este regalo es para ti.
¿Y no vas a asistir a nuestra boda? – preguntó ella
No, no creo. ¿Me podrían perdonar por eso?
Ambos le dijeron que sí, mientras Albert se retiraba del departamento. Terry
sabía que era recomendable no decir nada, incluso para él que había estado
muy poco rato en la habitación había quedado muy impresionado con Albert, y se
podía imaginar como se sentía Candy en esos momentos. Ella mientras tanto abría
la caja que le había entregado: dentro se encontraba la muñeca china que él
le había mencionado en su última carta. Ella la abrazó muy fuerte y las lágrimas
caían más rápidamente por su rostro. Terry sólo se acercó y la abrazó.
Al día siguiente, la iglesia estaba llena de gente: familias importantes de la región, amigos, la gente del hogar de Pony, compañeros de tablas de Terry, la gente del hospital, los padres de Terry (para su sorpresa su padre había concurrido), incluso la Hermana Margaret estaba allí. Alguien avisó que la novia venía en camino, y Terry la esperaba en el altar. La música comenzó a sonar y una radiante Candy comenzó a caminar (dos niñas del Hogar llevaban la cola de su vestido) por la alfombra, al final de ésta se encontraba la persona que ella más quería, se encontraba su futuro. Mientras caminaba podía sentir a la Señorita Pony, a Anthony, a Stear junto a ella. Vió a Annie y Archie sonriendo, parecían recordar su matrimonio.