INOLVIDABLE CANDY

por Mercurio

PARTE 2

Recobrando el tesoro perdido

 

 Era una espléndida mañana de Primavera cuando los Grandchester llegaron a los muelles. Candy usaba un vestido de algodón floreado en color durazno, cuya falda ondeaba con la brisa marina, rozando sus piernas un par de pulgadas sobre sus pantorrillas. La joven miró su audaz falda y, de nuevo, pensó que la Sra. Elroy se desmayaría si la viera usando aquella escandalosa última moda. Una suave sonrisa apareció en sus labios mientras imaginaba la cara que pondría la vieja dama. Pero, nuevamente, no podía importarle menos, tan cómoda y práctica le parecía la nueva tendencia. Candy estaba contenta de que las mujeres pudieran finalmente deshacerse de los torturantes corsets y las faldas largas que se enredaban en sus piernas cada vez que  querían correr. Y eso era algo que ella había necesitado hacer muy frecuentemente durante los dos años anteriores. Junto a ella, la razón de su constante entrenamiento atlético estaba jugando inocentemente con un cochecito  de celuloide que ella había traído para mantenerlo ocupado.

 El pequeño Dylan, quien ya tenía más de dos años de edad, había crecido hasta convertirse en un pilluelo fuerte e inquieto que en verdad se parecía a  sus dos padres en el temperamento. Por lo tanto, no era extraño que el chiquillo mantuviera a su joven madre siempre subiendo y bajando alrededor de la casa para reducir el peligro de sus constates accidentes. 

-Se ve tan concentrado en su juego - le dijo en un susurro a su esposo, observado cuidadosamente los movimientos del niño mientras él jugaba ausentemente-

-¡Shhhh! ¡No lo sales!- contestó el joven sentado a su lado, mientras se llevaba el dedo índice a sus labios. 

- ¡De todas maneras, no va a durar mucho!- rió la muchacha ante el comentario de Terri, -Sólo espero que el barco pueda alcanzar el puerto antes que él empiece a aburrirse.

 Los Grandchester habían ido al puerto a recibir a una amiga que no habían visto en tres años: Annie Britter, quien estaba a punto de regresar a su tierra natal después de terminar sus estudios de educación especial en Italia. Durante todo este tiempo, la joven rubia había mantenido una frecuente correspondencia con su amiga de la infancia, por lo que ambas mujeres estaban al tanto de lo que estaba ocurriendo en la vida de la otra. Annie había completado un álbum entero con fotos de Dylan y sabía todas sus exóticas aventuras brincando sobre la estufa, en el sótano, sobre la cabeza del jardinero, a través de la verja del jardín trasero, sobre la espalda de su padre, bajo la barba de Robert Hathaway, en el estanque, detrás de los entretelones, a través del escenario, dentro del enorme guardarropa de su abuela y a donde quiera que fuese su imaginación. Candy, por su parte, se sabía de memoria los nombres de los alumnos de Annie y cada uno de sus problemas. Seguía la pista del progreso de Pietro con los rompecabezas, los problemas de María con las sumas o el entusiasmo de Estefano mientras aprendía a leer. 

Muy en el fondo Candy también sabía de las penas secretas de las que Annie nunca hablaba en sus cartas, esas penas calladas que la joven rubia podía adivinar mas allá de los párrafos.

-¡Mamá, se rompió!- llamó una vocecita mientras una pequeña mano jalaba la falda de Candy, lo cual hizo a la joven regresar de sus pensamientos. Fue entonces, mientras Candy trataba de arreglar el coche de juguete que había perdido una rueda gracias a los nutridos golpeteos que le había dado Dylan, que arribó a puerto el trasatlántico en el que Annie viajaba. El momento que siguió, cuando las dos jóvenes mujeres finalmente se vieron después de tanto tiempo, fue una de las experiencias más conmovedoras que ellas jamás vivieron. Las dos se abrazaron con todas sus fuerzas, llorando y riendo al mismo tiempo como dos niñas pequeñas. Mientras tanto, Terri las observaba parado a unos cuantos metros de distancia al tiempo que cargaba a un asombrado Dylan. 

El mutuo reconocimiento vino después. Annie estaba asombrada al darse plena cuenta  de que el matrimonio y la maternidad habían acentuado la belleza en el porte de Candy y en cada uno de sus movimientos. También admiró la  figura esbelta de la rubia y su atuendo atrevido y moderno el cual  incluía un suave maquillaje. Candy, por su parte, estaba complacida de ver el cabello corto de su amiga que iba tan bien con su cara y el ligero bronceado que su piel había adquirido. Pero, detrás de la sonrisa, Candy sabía que había un corazón aún adolorido. De cualquier manera, la joven mujer decidió que Annie y ella tendrían tiempo para confiarse sus secretos más tarde. Así que  procedió a presentar a su hijo con su mejor amiga, y desde ese momento Annie se enamoró del vigoroso bebé que muy naturalmente le abrió los brazos como si la hubiese conocido desde siempre. 

Annie pasó unas cuantas semanas en Nueva York, sinceramente complacida al presenciar el pequeño universo plácido y feliz en el que Candy vivía. La existencia de la joven orbitaba de Terri a Dylan y de nuevo a Terri. Las dos viejas amigas pasaron muchas tardes hablando interminablemente y compartiendo los sueños de cada una para el futuro. En el caso de la morena, esos planes incluían la fundación de una escuela para niños mentalmente discapacitados, involucrarse más en los asuntos del Hogar de Pony y una completa reconciliación con su madre. La Sra. Brighton, por cierto, había empezado a dar señales de arrepentimiento por sus severas reacciones hacia las decisiones de Annie. 

Por el otro lado, Candy, quien estaba trabajando tres veces a la semana como voluntaria en la Cruz Roja de Fort Lee, temía que iba a tener que dejar su trabajo por un buen tiempo. La joven tenía ciertas sospechas de un nuevo embarazo y por lo tanto le confió a Annie su pequeño secreto aún cuando no estaba segura de ello. A diferencia del caso de Dylan, este nuevo bebe había sido cuidadosamente planeado por la joven pareja y ambos estaban emocionados con la nueva posibilidad. Aunque también estaban conscientes del choque que esto podría representar para su primer hijo. Sin embargo, durante todas esas largas pláticas que las dos mujeres compartieron, el nombre de Archibald Cornwell nunca fue mencionado. El silencio de Annie sólo reforzó la teoria de Candy acerca de los sentimientos de su amiga hacia su primo, pero la joven respetó el silencio de la morena, habiendo experimentado en carne propia la misma necesidad de discreciòn durante los años que ella había estado separada de Terri. 

En el fondo del corazón de Candy una certeza intuitiva empezó a crecer, pero  la mantuvo en secreto. El Sr. Britter fue a Nueva York para recoger a su hija y pasar unos pocos días en la ciudad disfrutando el encanto de Manhattan y la compañía de Annie. No obstante, la joven dama pronto decidió que era tiempo de dejar la Gran Manzana y encarar sus viejos demonios que estaban esperando por ella en Chicago. Después de todo, no podía estar con los Grandchester para siempre. Annie tenía su propio destino que cumplir, ya que Candy y sus dos hombres tenían su cosmos particular, en el cual los otros eran sólo intrusos en un paraíso privado. 

 

 

Giacomo Pagliari era uno de los socios de negocios del Sr. Britter y la amistad entre los dos hombres había crecido considerablemente durante los años que Annie había vivido en Italia. Los parientes del Sr. Pagliari en Italia habían recibido a Annie cálidamente haciendo que ella se sintiera casi como en casa. Los Pagliari visitaban a la joven dama durante los días de escuela, la invitaban a pasar los fines de semana y las fiestas con ellos en su casa de campo y normalmente enviaban largas cartas al Sr. Pagliari y su socio para mantenerlos informados acerca de la salud de la joven. A su regreso, Annie había empezado a recibir la visita regular de Alan Pagliari, el hijo mayor de Giacomo, y la alta sociedad de Chicago estaba empezando a rumorar en el cotillón que el joven Pagliari estaba cortejando a Annie Britter. 

La joven escuchó los rumores sobre ella y Alan, pero nunca hizo un comentario al respecto. Se limitaba a sonreir enigmáticamente y sonrojarse ligeramente cada vez que le preguntaban sobre el tema. Después de todo, Alan Pagliari no era un mal partido en lo absoluto. Era heredero de una gran riqueza,  hombre de negocios sagaz y poseedor de una personalidad chispeante y encantadora que le recordaban a Annie las maneras vivaces de Candy. Todas estas cualidades hacían de Alan uno de los  solteros más cotizados entre las jóvenes damas de Chicago. Mas aún, Alan se había convertido en uno de los mejores amigos de la joven y delicada Srita. Britter y su amistad se incrementaba cada día. Parecía que nada podía interpornerse en el camino de la nueva pareja. 

 

 

Annie miró su reflejo en el espejo, revisando otra vez la peluca peliroja que iba a usar en el baile de mascaras esa noche. Había perdido su viejo entusiasmo por los grandes eventos sociales durante el tiempo que había estado trabajando y estudiando en Italia. La joven se había dado cuenta que había tantos asuntos importantes que resolver en este mundo que estaba sorprendida de cómo había perdido su tiempo en frivolidades en el pasado. De cualquier modo, Annie tenía que asistir a ese baile de máscaras en particular porque quería conocer a unas cuantas personas importantes que podrían patrocinar su proyecto de una escuela para niños especiales. Afortunadamente, Annie contaba con Alan para hacerle compañía durante la velada. Sin embargo,  no podía  sentirse a gusto del todo mientras un miedo enraizado que la había estado molestando todo el día, le causaba un escozor al tiempo que se preparaba para la ocasión.

- Debe ser mi vieja inseguridad jugándome una mala pasada otra vez - se dijo a si misma mientras revisaba su vestido de chiffon azul claro el cual imitaba el estilo que estaba de moda durante el imperio de Napoleón Bonaparte - Sólo debo ser positiva y tener confianza en que lograré que esos ricos caballeros entiendan que mi proyecto vale la pena - se dijo en voz alta para animarse, y con este último pensamiento  abandonó su recámara tomado un profundo respiro. 

Esa noche iba a estar llena de sorpresas, ella lo presentía, pero ignoraba hasta qué punto.

 

 

 - Otra fiesta aburrida que tengo que aguantar - pensó el joven mientras le daba su abrigo a uno de los sirviente en el salón, -Me pregunto por cuánto tiempo tendré que estar escuchando a viejillos presumidos y huyendo de sus hijas ansiosas que insisten en coquetear como si su vida dependiera de ello.

El hombre se movió elegantemente por el enorme recinto  saludando gentilmente a los conocidos que encontraba en su camino. Sonreía con clase a los hombres de negocios que lo reconocían y besaba caballerosamente  las manos de las damas mientras regalaba los oidos femeninos con un cortés cumplido. Todo era parte de su bien estudiada rutina, un asunto de relaciones públicas –así lo veía él – y otra manera de asegurar su éxito en el duro y agresivo mundo de negocios. 

No se quejaba de su posición ya que disfrutaba enormemente su estilo de vida y amaba su trabajo lleno de retos. No obstante, a veces, el joven se hartaba de tanta hipocresía alrededor de él y su corazón ansiaba encontrar un corazón que verdaderamente deseara encontrar a la persona real dentro de él, no importando su posición social o gran fortuna. Pero eso era algo que no había podido lograr hasta ese día. 

El joven  presentó sus saludos al anfitrión y a su esposa y despés se mezcló con los otros distinguidos invitados. Platicó ligeramente con los hombres y bailó un par de veces con la primera chica que mostró algún interés en él, sólo para darse cuenta muy pronto que la  cabeza de la joven estaba tan vacía que se podía escuchar al aire soplando adentro. Sí, en efecto, era otra noche aburrida, pero al menos había un detalle adicional que hacía el baile menos molesto. Era un baile de máscaras y ver los disfraces que cada invitado había escogido era especialmente interesante, porque el disfraz revelaba algo de la personalidad del dueño. 

De este modo, el Sr. Garland quien era miembro del partido conservador se veía muy bien en esa vestimenta de Cuáquero, mientras la hedonista Sra. Clark estaba realmente bien en su disfraz de Cleopatra. Él, al contrario, había escogido algo que no reflejaba su humor presente para nada. El joven llevaba puesto un traje verde al estilo del renacimiento con pantalón corto y calzas aterciopelados y un jubón delicadamente bordado con complicados patrones dorados  sobre el fondo verde oscuro. Un austero disfraz de monje habría ido mejor con su humor melancólico en esa ocasión, pero, nuevamente, tenía que mantener cierta imagen, a pesar de su estado de ánimo esa noche.

 El joven sacudió su cabeza casi imperceptiblemente para despejar su frente de unas sedosas hebras rubio oscuro que le molestaban. En ese momento percibió una presencia al otro lado del salón de baile. No podía distinguir claramente de quien se trataba porque los invitados estaban bailando el centro del lugar y las parejas se movían constantemente. Haciendo un esfuerzo, el joven distinguió una silueta esbelta envuelta en un vaporoso traje de chifón color turquesa. La dama se movía graciosamente y con lentitud a lo largo del salón. El joven millonario pudo apreciar, a pesar de la distancia, que la  tela transparente de la falda, la cual llegaba a los tobillos de la dama, permitía al buen observador descubrir la  línea suavemente curveada de las piernas femeninas. La mujer se cubría el rostro con una máscara adornada con plumas que hacía juego con su vestido estilo Imperio, así que el joven no podía decir a ciencia cierta si  conocía a la dama o no. No obstante, él estaba seguro que hacía mucho que no se sentía tan atraído hacia mujer alguna como de pronto se sentía con respecto a aquella joven dama lal otro lado del salón de baile. 

El atrevido escote y el talle alto del vestido de la muchacha acentuaban los encantos femeninos de modo tan inquietante que el joven temía que su insistente mirada podría revelar más de lo que él deseaba dejar ver.

-¡¡Dios, es encantadora!! - pensó él,  incapaz de evitar verla directamente. Para su gran brochorno, la joven volvió la cabeza coronada por rizos castaños y descubrió su presencia. Contrario a lo que él esperaba, la joven dama no desvió su mirada. No bajó los ojos como correspondería a una criatura modesta, pero  tampoco coqueteó abiertamente. Solamente lo miró con un aire serio y melancólico que irrumpió en el alma del hombre sin pedir permiso,  haciéndole imposible el quitarle los ojos de encima. Los segundos que ambos sostuvieron la mirada parecieron como siglos y el joven no estaba seguro si realmente deseaba alcanzar el fin de tan delicioso momento. Finalmente, la mujer fue la primera en abandonar aquella extraña competencia  de miradas y él pudo notar que ella se sonrojaba ligeramente, terminando por bajar los ojos. Este último y espontáneo gesto de delicadeza, pareció originalmente encantador al hombre y lo desconcertó áun más, preguntándose quién podría ser aquella mujer tan contradictoria. El también bajo los ojos y volvió el rostro tratando de esconder la sonrisa que se estaba dibujando en sus labios y cuando intentó de nuevo ver a la joven, ella se había ido.

Sus insistentes pesquizas  para encontrar a la misteriosa Josefina vestida con un largo traje color turquesa no funcionaron por las siguientes dos horas hasta que finalmente volvió a encontrarla bailando con un viejo caballero. Ambos, la dama y el viejo, estaban imbuídos en una conversación que él no podía escuchar. Fue  entonces que la orquesta se detuvo y la audiencia aplaudió la actuación de los músicos. El se movió entre las parejas hasta que alcanzó el punto donde ella aún estaba hablando con el viejo. 

-¿Le importaría si le robo la atención de su joven amiga por un segundo, Sr. Russel?- preguntó el joven con su tono más educado,  -Esto, por supuesto, si la dama acepta bailar conmigo- añadió él dirigiéndose a la dama. 

-Por mi no hay problema, mi estimado amigo. Estoy seguro que usted será mejor compañía para esta jovencita  que este viejo decrépito - dijo  el hombre gordinflón con una carcajada sofocada que movió  graciosamente su bigote canoso. 

La mujer permaneció en silencio por un breve instante, mirando al joven con la misma extraña intensidad y el hombre llegó a creer que ella había palidecido ligeramente, pero no estaba seguro acerca de ello. Entonces, cuando el caballero pensaba que ella estaba a punto de rehusar la invitación, la joven simplemente asintió en silencio ofreciendo su mano al joven al tiempo que la orquesta volvía a tocar. La pareja  empezó a baliar siguiendo el suave fondo musical. A pesar de su usual aplomo, el joven sintió que la lengua se le atoraba en la gargante impidiéndole empezar una conversación y ya que ella no deseaba hablar,  sólo bailaron en silencio. El trató de mirarla a los ojos otra vez, ahora que estaban tan cerca uno del otro, pero a diferencia del momento anterior, ella evitó su mirada no permitiéndole descubrir el color de sus pupilas.

¿Qué me está pasando? - se preguntó él - Por qué me siento tan feliz y al mismo tiempo tan nervioso en la presencia de esta extraña? ¿Cómo es que me siento seducido a este punto por una mujer que no es ...? - la lìnea de de sus pensamientos fue de pronto interrumpida por el gran reloj del salón de baile que indicaba que era la media noche. La música se detuvo otra vez y el anfitrión de la fiesta exhortó a todos los invitados a descubrirse los rostros, ya que el momento de revelar sus identidades había llegado. La joven se retiró lentamente la máscara blanca y turquesa que velaba su cara, y el joven casi se desmaya cuando descubrió con quién había estado bailando.

-Fue lindo verte otra vez, Archibald- dijo una dulce voz que él conocía muy bien.

-¡Annie!-  fue todo lo que el joven pudo decir, demasiado asombrado por los sentimientos mezclados que tan de repente explotaban en su corazón -¡Yo ... yo ... yo no sabía ... que habías regresado!-   tartamudeó él después de un momento, e inmediatamente se arrepintió de su decisión de hablar cuando apenas pudo pronunciar las palabras que se atropellaban en su garganta. 

- He estado aquí desde hace tres meses- dijo ella en un susurro.

-¡Annie!, ¡Annie!- llamó otra voz entre la multitud y pronto Archie pudo reconocer a un hombre joven con cabello negro y brillantes ojos verdes que se acercaba a la chica con familiaridad- Siento haberte dejado sola con el Sr. Russel, pero simplemente no pude deshacerme de esa desagradable Srita Leagan, ¿Estas bien? - perguntó el joven.

- Estoy bien, Alan.  Acabo de encontrarme a un viejo conocido. Te presento a Archibald Cornwell, él es primo de Candy. Archibald, este es Alan Pagliari, un buen amigo mío- la joven dama presentó a los dos jóvenes cortesmente y ambos intercambiaron un rápido apretón de manos.

-Encantado de conocerlo, Sr. Cornwell, he escuchado mucho acerca de la prima de usted, Lady Grandchester, y debo admitir que soy el admirador número uno de su  marido. Un artista  verdaderamente talentoso- comentó Alan. 

-Gracias- respondió Archie secamente, su usual amabilidad perdida de súbito. El joven encontró extañamente curioso que el hombre a quien una vez había odiado estuviera siendo elogiado por otro hombre quien estaba despertando su repentina antipatía por una razón que él no podía descifrar en ese momento.

- Bueno Archibald- interrumpió Annie notando que la atmósfera se había vuelto densa repentinamente gracias a la inexplicablemente seca reacción del hombre rubio - Fue un placer verte, ahora, si nos disculpas a Alan y a mí, tenemos algunos amigos por allá que están esperando por nosotros- dijo ella señalando a un pequeño grupo de jóvenes damas y caballeros del otro lado del cuarto. 

-Seguro, fue lindo verte de nuevo .... y conocerlo, Sr. Parliari - dijo Archie con un aire ligeramente desdeñoso.

-Pagliari, el nombre es Pagliari, Sr. Cranwell - contestó Alan  pagándole a Archie con la misma moneda. La joven pareja se alejó antes de que Archie pudiera responder a la provocación del otro joven y él tuvo que pasar el resto de la noche enfadado y contrariado, incapaz de entender los confusos sentimientos que de pronto explotaban dentro de él.

Cuando Annie abrió su recámara esa noche,  se desplomó en la cama, creyendo que sus últimas fuerzas se habían desvanecido en algún lugar de ese salón de baile. Se colapsó sobre el colchón, extendiendo sus brazos y respirando profundamente. Al final, lo que ella había temido desde que había regresado a América, había sucedido: se había vuelto a encontrar con Archibald Cornwell, sólo para darse cuenta que él estaba aun más deslumbrante y seductor que antes. Cuando ella lo había visto en el otro lado del cuarto, su corazón se había prácticamente petrificado. Se había imaginado tantas veces cómo reaccionaría cuando tal momento llegase, pero ninguna de sus ensayadas respuestas había funcionado aquella noche. En lugar de la cortés inclinación de cabeza y el saludo abúlico que ella había practicado cientos de veces frente al espejo, sólo se había quedado viéndolo fijamente como una tonta, y para empeorar las cosas, había terminado sonrojándose bajo la insistente mirada del joven. Eso pudo haber sido suficientemente embarazoso, pero parecía que la fortuna había estado totalmente en contra de su amor propio aquella noche. El muy tonto la había invitado a bailar y ella no había tenido el coraje de revelarle su identidad, esperando ingenuamente que él nunca averigüaría con quién estaba bailando ¡Y luego ese molesto reloj que justo tenía que marcar la media noche para que su charada fuese descubierta en la manera más humillante! Si no hubiera sido por Alan quien la había rescatado  tan caballerosamente,  se habría desmayado en aquel preciso instantea

Por fortuna, su buen amigo no la dejó sola otra vez por el resto de la noche. El joven la alentó aún cuando Archie insolentemente desplegó sus atenciones para otra chica en la fiesta durante toda la noche, hasta que él dejo el baile el compañía de ella.

-¡Vamos Annie!- le había dicho  Alan para animar a la joven  mientras  bailaba con ella -Mantén la sonrisa en tu cara. No dejes que ese ingrato vea a través de tu corazón. No lo merece - El joven, quien conocía bien la historia de Archie y Annie, la impulsó a mantener el aplomo  durante toda la noche y Annie lo complacía con sus tímida sonrisas. 

Había sido una dura ocasión en efecto, pero había obtenido el patrocinio de dos importantes hombres de negocios en la ciudad y había sobrevivido su primer encuentro con Archie. Tal vez no había resultado de la manera que ella lo había planeado y probablemente aún se sentía ridícula recordando su mutismo, sus piernas vacilantes, sus músculos paralizados, y sus alterados latidos cuando Archie la había tomado en sus brazos de nuevo. Aún más, tenía que reconocer que al final de todo ella había superado la experiencia, pero ... ¿Realmente sería capaz de superar completamente lo que Archie había significado en su vida?

 El amanecer entró en la habitación mientras Annie aún veía en su mente a Archie dejando el baile en compañía de una mujer que ella no conocía.

 

 

Posiblemente Annie se hubiera sentido mucho mejor si hubiese sabido que Archie tampoco lo estaba pasando muy bien. El joven había hecho lo necesario para deshacerse de su frívola acompañante después del baile, pero aquello no había sido una tarea sencilla porque la mujer era una cazafortunas profesional y no iba a dejarlo ir tan fácilmente . Además, se sintió un poco culpable por usar a la chica para disfrazar su incomprensible nerviosismo. De modo que  hacerle entender que él no estaba realmente interesado en ella no había sido muy agradable que digamos. Cuando finalmente se liberó de la joven, corrió a su mansión y se precipitó a su recámara para tomar un baño, esperando que el agua fría lo ayudaría a aclarar sus desordenados pensamientos.

-¡Annie Britter! ¡Entre todas las mujeres!- se repetía  con incredulidad mientras se frotaba  con energía hasta que la piel se le enrojeció -¿Cómo es que me sentí tan malditamente atraído por ella cuando fui yo el que decidió terminar!? Y ahora me pongo como loco tan sólo de verla. Sólo Candy me hacía sentir así en el pasado ...¡Candy!

 Archie detuvo su frenético frotamiento cuando recordó lo que había pasado durante los tres años anteriores. Encarar la dolorosa  verdad y aceptar que había perdido a Candy para siempre había sido sólo el principio del escarpado camino en el que Archie había tropezado más de una vez. No había sido  una situación fácil porque, estando cercanamente emparentado a la rubia, tenía que verla frecuentemente y mantenerse informado de su vida. De cualquier modo, poco a poco los acres dolores empezaron a disminuir en fuerza, y la resignación lentamente creció en su corazón. Contra todos sus recelos hacia Terri, el joven actor había probado ser un esposo cariñoso e irreprochable, así que Archie no podía quejarse de él, ni siquiera un poco. Candy era feliz sin lugar a dudas. La llegada del pequeño Dylan sólo había aumentado la felicidad de la joven, y al mismo tiempo había  hecho que el joven millonario se diera aún más cuenta de cuán imposible e inútil era su amor. Terri era el dueño de  de Candy en alma y cuerpo y no había nada que Archie pudiera hacer al respecto.

Cada vez que Archie veía a los Grandchester, se convencía más y más de que Candy amaba a Terri como nunca podría amar a nadie más. Conforme Archie maduraba, más entendía que su amiga de la infancia nunca sería la mujer que él necesitaba. Al observar el modo en que Candy vivía para complacer y amar a Terri, el joven millonario empezó a sentir la necesidad de encontrar una mujer que pudiera sentir de la misma manera hacia él. Casi imperceptiblemente, Archie dio el último adiós a su pasión de la adolescencia y entró a la adultez con una nueva convicción:  él era un hombre que merecía ser amado tanto como Terri, y  estaba resuelto a encontrar a la mujer adecuada. Y ésta, ciertamente, no podía ser Candice White. 

Sin embargo, pronto se dio cuenta que la tarea no era  fácil en lo absoluto. Ser un hombre poderoso era de hecho un problema cuando se trataba de encontrar esposa. No porque las jóvenes damas no estuviesen interesadas en él, sino que estaban tan deslumbradas por su dinero y posición que el joven no podía saber si lo buscaban por el hombre que era, o por su fortuna. Así que Archie había llegado a ser extremadamente cauteloso, pues no deseaba terminar con el corazón roto otra vez. Habría sido demasiado doloroso y aún peligroso para su cordura después de todas las duras experiencias que había vivido durante sus años de adolescente. En otras palabras, aún cuando Archie quería encontrar una mujer para compartir su vida,  no estaba dispuesto a arriesgar tanto. 

El tiempo voló y pronto Archie se sorprendió de tener ya veinticinco años y  continuar aún soltero, mientras la mayoría de sus amigos y conocidos ya estaban casados y tenían uno o dos niños. Algunas veces pensaba que permanecería soltero y solo para toda su vida y la idea lo entristecía frecuentemente. Hasta entonces, sus complejos negocios lo habían salvado de caer en una profunda depresión, pero no estaba seguro de cuanto más podría continuar con aquel tren de vida solitaria. Entonces, de repente, esa hermosa mujer en una nube turquesa había aparecido, arreglándoselas para despertar de nuevo esas ansiedades que Archie había creído muertas dentro de él y había tenido tan terrible mala suerte que esa chica había terminado siendo su ex prometida, ¡De entre todas las mujeres en esta Tierra! 

-¿Qué me está pasando? - se preguntó a sí mismo mientras el agua corría por su cuerpo, -Conozco a Annie desde que era un niño y ella nunca, ¡nunca me hizo sentir de esta manera! ¿Cómo puede ser que de la noche a la mañana, ella de pronto se vea tan ... tan ... tan maravillosa y segura de si misma ...¡ y encantadora! ¡Debió haberse reído de mi estupidez por no ser capaz de reconocerla! ¡Estaba bailando con Annie y no sabía que era ella! ¡Tonto de mi!-  se seguía reprochando a sí mismo y así continuó, tratando de encontrar una explicación para sus reacciones esa noche sin mucho éxito.

 Había cosas en él que simplemente no podía entender: aquella imprevista atracción la cual casi lo hipnotizaba, sus rudas respuestas hacia Pagliari, quien había, efectivamente, sido simpático, -hasta que Archie mismo empezó a comportarse irracionalmente- y su compulsivo coqueteo con otras mujeres en la fiesta. "¿Qué diablos estaba pasando?" El joven trató de contestar estas alarmantes preguntas durante los siguientes dos meses, pero cuando finalmente encontró algunas de las respuestas que buscaba, no le gustaron para nada.

 

 

El proyecto de Annie no podía ir mejor. Había reunido todos los fondos que necesitaba para empezar a construir la escuela y estaba esperando encontrar más patrocinadores antes de que su sueño empezara oficialmente a funcionar. Por primera vez en su vida Annie agradeció a su madre por haberla enseñado a moverse en sociedad. La joven estaba segura que aquellas habilidades habían sido esenciales en su éxito al convencer a tanta gente de apoyar su causa. Por fin había encontrado un uso práctico para toda aquella costosa educación clásica que había recibido durante su niñez. Más aún, su amiga, Patricia Stevenson estaba ayudándole directamente y el esposo de Patty también estaba patrocinando. Además, la familia Pagliari, los Grandchester y William Albert – a pesar de estar lejos, en Calcuta – habían también representado un apoyo importante para que ella lograra sus planes. Ciertamente Annie tenía muchas razones para estar feliz, entonces. . . ¿porqué estaba tan inquieta?

 Había una sola y única respuesta: ¡Archibald Cornwell! Con la pobre excusa de que su tío Albert quería ayudar a la joven dama con su escuela, Archie había ido a verla en más de una ocasión a la oficina que ella había rentado en el centro de Chicago . Annie sabía bien que George podía haber hecho el trabajo en nombre de Albert, entonces ¿por qué Archie insistía en torturarla con su presencia? ¿ Acaso le producía un placer insano el verla sufrir cada vez que se encontraban? Cualquier cosa que estuviera motivando a Archie, Annie no quería averiguarla, así que lo evitó tanto como fue posible y algunas veces usó a su secretaria Melanie Collins, como escudo para mantener al joven magnate lejos de ella. 

No obstante, el joven continuó apareciendo en su camino una y otra vez hasta que un día la chica se hartó de su persecución y Eliza Leagan ayudó un poco más a empeorar la situación. Fue en una fiesta de té ofrecida por una de las amigas de la Sra. Britter, invitación a la que Annie no pudo rehusarse. Para su mala fortuna, la temida Eliza también había sido invitada a la fiesta. La presuntuosa muchacha se aprovechó de la más insignificante oportunidad para hacer que Annie pasar un mal rato. Candice White, condesa de Grandchester, estaba fuera del venenoso alcance de Eliza, eso era cierto, pero su mejor amiga, Annie, siempre más débil y sensible, era un blanco fácil para descargar todo su odio y frustación por seguir aún soltera mientras que su antigua rival estaba felizmente casada.

-¡Qué sorpresa verte otra vez, querida Annie!- dijo Eliza con movimientos estudiados, abrazando a la morena y besándola en ambas mejillas, - te ves tan elegante  y a la moda con ese nuevo corte de cabello.

-Gracias Eliza ... tú también te ves increíble. El verde es ciertamente tu color- se esforzó Annie  continuando con el juego de hipocresía que la mujer de cabello castaño sabía jugar tan bien. -He escuchado que has estado trabajando duro en la caridad últimamente. ¡Qué altruista de tu parte!- continuó Eliza elogiando a Annie, y la joven morena sabía que la víbora que era la joven Leagan podía morder en cualquier momento,  solamente  estaba usando la adulación para desconcertarla antes de su ataque.

-No es exactamente caridad de la manera usual - explicó la joven, tratando de dirigir la conversación a un terreno seguro donde ella pudiera manejar la situación,  - voy a dirigir una escuela para niños esspeciales, sólo que la organización del proyecto está requiriendo de mucho  trabajo. Esto va a ser como un trabajo fijo más que sólo una actividad de tiempo libre.

-Ya veo, pero tú debes estar acostumbrada al trabajo duro- apuntó Eliza incisivamente, - ¿No era así en el Hogar de Pony, queriida?

- "Esa fue su primera arremetida” - pensó Annie mientras se preparaba a responder- En efecto Eliza. Estoy orgullosa de los años que viví ahí y aprendí las mejores lecciones de mi vida entera.

-Justo como tu muy querida hermana Candy, ¿eh?-  sonrió Eliza astutamente -¿No es sorprendente cómo una chica de tan humilde origen pudo haber alcanzado la aristocracia? Pero en estos días yo podría creer cualquier cosa.

-No hay nada de que sorprenderse, querida Eliza- Annie regresó el golpe a pesar de sus miedos internos conociendo que la venenosa lengua de Eliza podía usar cualquier cosa que dijera en su conta - Este es un mundo injusto, pero algunas veces ciertas personas obtienen lo que realmente merecen. Así que Candy está solamente cosechando lo que sembró. Deberías ver a su hijo, es un bebé tan hermoso y se parece tanto a su padre, quien está muy orgulloso de él, por supuesto. Estoy segura que más de una mujer le envidia su afortunada posición, mientras ellas no pueden siquiera mantener una relación estable.

 Eliza palideció con el comentario de Annie intencionalmente dirigido a ese punto sensible que la lastimaba más. Pero Eliza no se iba a dar por vencida tan fácilmente. 

-Y hablando de relaciones. ¿Cómo te está yendo con el guapo joven Pagliari? He escuchado que ustedes mantienen una amistad muy cercana . ¿Es eso verdad? - preguntó la pelirroja cambiando la conversación. 

- Solamente somos buenos amigos. Nada más. - declaró Annie secamente.

-  Pero hay tantos rumores acerca de ustedes dos, que yo pensé que  finalmente habías olvidado a mi primo!-. replicó Eliza burlonamente. Una sombra negra zurcó el rostro de Annie haciéndole entender a Eliza que  finalmente había tocado la herida sin cicatrizar donde sus comentarios podrían hacer el daño deseado. 

-.Yo ... yo... yo no sé de lo que estás hablando- Annie tartamudeó incapaz de decir algo más.

-No te preocupes, querida, yo entiendo cómo debes estar sintiéndote, especialmente ahora que Archie está cortejando a mi amiga Leonora Simmons- asestó Eliiza con una nueva y más fuerte puñalada.

- ¡Yo no sabía!- Fue todo lo que Annie pudo contestar. ¿Podría Archie ser tan cruel? ¿Podría él estarla persiguiendo sólo para hacer su vida miserable mientras estaba haciéndole la corte a otra mujer? 

-Yo sé,  querida, nos tomó a todos por sorpresa- continuó Eliza, tan feliz por haber recuperado el control de la conversación que le permitía hacer sufrir a Annie - pienso que Archie simplemente se volvióó loco por Leonora, ella es tan ... tan ... 

-¡Tan molesta, superficial, aburrida, y tonta!- interrumpió una voz masculina a espaldas de Annie iy la morena no tuvo que voltear para averiguar de quién había sido la voz.

-¿Describe eso adecuadamente a tu estúpida amiga Leonora, mi querida prima? O Tal vez quieras que continúe con los epítetos. Tengo bastantes palabras que usar, pero me temo que ninguna de ellas sea agradable, dijo Archie desdeñosamente.

-A ... A ... ¡Archie!” Exclamó Liza poniéndose roja  -No sabía que venías a la fiesta

-Puedes ver bien que estoy aquí y justo a tiempo para detener esa sucia boca tuya de esparcir rumores viperinos acerca de mi persona. ¿Qué acabas de decir acerca de mi y tu estúpida amiga Leonora Simmons?

-Bueno, yo pienso que todo fue un malentendido ... yo pensaba- masculló Eliza  entre dientes tratando de encontrar el modo de escapar, sin mucha suerte.

-Ah ... ¡Qué novedad primita, tú pensaste! - Archie rió con desprecio -Yo creía que esa era una tarea demasiado pesada para tu cabeza! ¡Cuidado, se te puede quemar y arruinar ese lindo peinado!

-¡Me estás insultando, Archibald! - gimió Eliza muy irritada

-Archie, por favor - interrumpió Annie juzgando que el joven estaba yendo muy lejos con su prima y su tímida pero firme voz fue suficiente para hacerlo detenerse.

-Lo siento Eliza - dijo él de mala gana,- fue sólo una broomita mía. Tú sabes que me gusta embromarte. Creo que es mi manera de demostrar mi cariño fraternal hacia ti, querida prima. ¿Ahora, serías tan amable de disculparnos? ... Me temo que me llevaré a Annie por un momento, como los viejos amigos que somos, tenemos muchas cosas que platicar- explicó el joven tomando la mano de Annie y guiándola lejos de la repugnante lengua de Eliza.

Aquella era una rara combinación de la gloria y  el infierno para Annie. Estaba tan abrumada por el toque del joven sosteniendo su mano, que no podía decir una sola palabra mientras él la llevaba a lo largo del jardín a un lugar donde ellos pudieran gozar de cierta privacía. ¡Habían tantas cosas inundando su mente! Primero, la constante persecución de Archie, la cual ella no sabía cómo interpretar; luego, Eliza diciendo que él estaba enamorando a otra chica, y después Archie negándolo decisivamente y salvándola de la presencia de su prima como un caballero en una brillante armadura. ¿Era este el mismo hombre que puso fin a su compromiso porque él estaba aun enamorado de otra mujer? ¿Qué parte de la historia se había ella perdido que había hecho ile hacía imposible entender la situación? 

-Espera un minuto Archibald- ella finalmente explotó, retirando su mano de la de él- Aprecio tu ayuda con Eliza, pero pienso que sería mejor regresar a la fiesta.

-¿Porqué? ¿Tienes miedo de que tu amigo italiano se ponga celoso?-  preguntó el joven preguntó sin rodeos. 

-Primero que nada, Archibald-  dijo la joven mujer molestándose con el tono del rubio -Alan no es italiano, el nació aquí al iggual que su padre. Los Pagliari se ven a si mismos como norteamericanos porque su familia ha vivido aquí por tres generaciones y aunque están orgullosos de sus raíces italianas, tienen los mismos derechos que tú y yo. ¡Simplemente no me gusta el tono que usaste como si fuera un pecado no ser anglosajón!¿Olvidas que tus antepasados también fueron inmigrantes?

-¡ Caramba, Annie, nunca pensé que podrías ponerte tan defensiva acerca de tu amigo! - respondió Archie parte molesto por la reacción de la morena, pero también complacido al descubrir que la joven mujer había desarrollado ideas que no estaban antes en su cabeza.

-¡Aun no he terminado!- advirtió ella mientras su voz se elevaba más vehementemente  -En segundo lugar, no hay razón para que Alan se ponga celoso porque no hay nada entre tú y yo, hasta donde yo sé, y tercero, yo pienso que debemos poner un fin a esta ridícula persecución tuya ¿Qué es lo que quieres Archibald, mi amistad para hacerte sentir menos culpable? Puedes bien ahorrarte la pena. ¡Estoy bien y feliz! Puedes seguir con tu vida

-¿Es eso lo que piensas Annie?- exclamó el joven aturdido -¿Crees que yo te he estado buscando porque me siento culpable? No es así Annie, ¡para nada!

-¡Entonces podrías explicármelo porque no lo entiendo Archibald!

-¡Archibald, Archibald, Archibald!- dijo el joven frustrado mientras abría los brazos. - ¡No sé por qué sigues llamándome como si fuéramos dos extraños! Hace sólo un momento cuando estaba dándole a Eliza una buena lección, recordaste la manera en la que mis amigos me llaman. ¡Yo pensé que había recuperado tu confianza entonces y que me llamabas de nuevo como solías hacerlo!

-Eso fue en el pasado, Archibald - contestó la joven  bajando los ojos y volteándose, sintiendo que las lágrimas no tardarían en aparecer 

-Pero podría ser parte del presente si quisiéramos- se atrevió a decir  el joven, sintiendo que la ocasión que había estado buscando había  llegado finalmente. -¡Esta es la razón por la que te he estado persiguiendo deliberadamente, Annie! Porque me he dado cuenta que perdí mi más querido tesoro y he decidio recobrarlo ...  recobrarte.

-¿¡Qué!? - exclamó la joven volteando a ver al hombre directamente a los ojos. ¡No podía creer lo que él acababa de decir! ¿Quería él decir que desaba volver? ...¿como si nada hubiera pasado?

- Estoy diciendo que te quiero de vuelta, Annie ... estoy diciendo que fue un error dejarte ir - admitió el joven con voz ronca.

-¡Un error!- Annie respondió sintiendo cómo la indignación llenaba su pecho. Durante más de tres años había trabajado duro y firmemente para superar su dolor y sanar su corazón roto. Había estado lejos de su familia y sus más queridos amigos, tratando de silenciar los llantos internos de su alma mientras dedicaba su vida a ayudar a otros, y aquí estaba este hombre, ¡diciendo que todo había sido un error! Difícilmente podía dar crédito a sus oídos. -Es tan fácil para ti decir eso, Archibald! ¿Dime dónde has estado durante todo este tiempo mientras yo sufrí un millón de muertes? ¿Soñando con un amor imposible, tal vez? ¡Y ahora te das cuenta que todo fue un error! ¡No puedo creer tu arrogancia!

-Annie por favor, sé que he sido un tonto, y merezco tu desdén, pero he aprendido mi lección ... lo juro.

- Pues me alegro por ti, Archibald -interrumpió Annie incapaz de contener más sus lágrimas,  lágrimas de dolor, pero también de enojo y resentimiento. - Es un verdadero progreso para ti, pero por favor sólo sigue adelante con tu vida y no cuentes conmigo para tus planes futuros. ¿Como podría aceptar a alguien que primero me humilló? Sé que también fue mi culpa por aceptarte cuando yo sabía que no me amabas. Tienes razón, todo fue un error y no pienso cometerlo otra vez. Para serte sincera, ambos fuimos un par de tontos, la diferencia es que yo fui una tonta que te amó y tú ... ¡tú solo fuiste un tonto sin corazón! - dijo  ella finalmente antes de salir corriendo escondiendo el rostro entre las manos y dejando tras de si a un hombre que no sabía cómo resolver el problema en el que él mismo se había metido gracias a serie de malas decisiones que había hecho en el pasado. 

 

 

¿Qué había sucedido con Archie durante los  dos meses anteriores que lo llevaron a confesar un sentimiento que en el pasado parecía no haber existido? Bueno, las cosas fueron más bien complicadas para el joven desde que vió a Annie en el baile de mascaras. Se sintió terriblemente incómodo con la ardiente e inesperada atracción que había experimentado por primera vez esa noche. No estaba realmente acostumbrado a sentirse así  por causa de una mujer que no fuese Candy. Pero, siendo francos, había pasado ya  mucho tiempo desde que la joven rubia lo había hecho sentirse así por ultima vez. Muy a su pesar, la pasión que antes había albergado por su prima se había vuelto difusa y borrosa. 

Durante los días que siguieron Archie se había debatido consigo mismo para organizar sus pensamientos acerca de Annie Britter, quien repentinamente parecía tan cambiada y atractiva. Arguyó que  la belleza física de Annie, la cual siempre había sido notable,  le había simplemente tomado por sorpresa. Tal vez había sido el resultado de su gran soledad. Quizá el efecto misterioso de la dama enmascarada caminando a través del salón de baile y mirándolo con un aire franco -algo inusual en las otras mujeres que conocía- lo había hecho reaccionar con un exceso de atracción.  “Sí, debe ser eso”, se dijo a si mismo y quedó satisfecho con esa explicación por un tiempo. Sin embargo, su desasosiego no le dio cuartel y las cosas no mejoraron cuando  los incisivos comentarios de Neil acerca de Annie y Pagliari llegaron a sus oídos durante una reunión familiar.

 ¿Porqué se estaba sintiendo tan molesto de que su ex novia pareciera estar saliendo con alguien más? ¿No había él salido con varias damas desde su ruptura con Annie? ¿No era lo que él quería, que ambos pudieran ser libres para encontrar la felicidad por si mismos? Archie se hizo a esas preguntas muchísimas veces hasta que le dolió la cabeza y tanto su apetito como sus  horas de sueño acabaron por reducirse al mínimo. Durante esas largas horas de insomnio, el joven no podía dejar de recordar el pasado. Involuntariamente, su mente lo llevaba a esos años de su adolescencia  y por primera vez en su vida, la figura de Candy no aparecía como el centro de sus recuerdos.

 Era otra voz la que escuchaba con los oídos de sus remembranzas, otra sonrisa, un par de ojos que no eran verdes, una cabellera sedosa y brillante que no era ni rubia ni rizada, momentos que había compartido con alguien más; alguien en quién escasamente había pensado por largo tiempo. De repente le venían a la memoria una larga lista de detalles: Annie llevándole comida y mantas al cuarto de castigo en la época del colegio, los delicados pañuelos que ella solía bordarle cada año para su cumpleaños, la sonrisa especial que ella guardaba  para él y sólo para él, los tantos detalles y buenos momentos que compartieron. Sin duda Annie sabía bien cómo ser esa amiga cercana que todo hombre  necesita y Archie tenía que reconocer que había extrañado todo eso desde su separación.

 Pero la amistad no es suficiente para el matrimonio, y él ciertamente había terminado con ella por esa falta de pasión en su relación. Entonces, encontrar a Annie tan malditamente atractiva de buenas a primeras y recordar su dulce afecto al mismo tiempo, estaba haciendo el asunto aún más complicado. Y para colmo de males  las cosas que estaba descubriendo en aquella nueva  Annie no ayudaban en lo absoluto. Cualquier cosa que él había considerado frívolo o aburrido en la joven, parecía haber sido sustituida  por una nueva actitud que él encontraba molestamente atractiva. 

Sin darse cuenta de ello, Archie terminó admirando la determinación de la joven dama de construir una escuela sin el apoyo directo de su padre, conquistando su natural timidez para encontrar los patrocinadores que necesitaba. El joven apenas podía reconocer en aquella mujer a la tímida niña que un día había conocido y para su gran molestia, cada uno de esos nuevos cambios en ella le parecían deliciosamente irresistibles. Todas estas consideraciones lo estaban forzando a sentir algo que  nunca había experimentado antes. 

Al principio no podía nombrar lo que sentía en su corazón, pero conforme los días y las semanas iban pasando,  finalmente dio al sentimiento el nombre que le correspondía: ¡arrepentimiento! ¡Se arrepentía de su rompimiento con Annie Brighton! Cuando Archie entendió esta desagradable verdad inició una campaña compulsiva.  Siguió a la chica, con un constante, irracional e incontrolable impulso que  no podía contener a pesar de las voces internas las cuales le decían a gritos que era mejor idea olvidar el tesoro que ya había perdido mucho tiempo antes. 

 

 

Candy sintió al bebé pateando dentro de ella una vez más y guió la mano de Dylan hacia su abdomen, para que el niño pudiera sentir la nueva vida creciendo dentro del cuerpo de su madre. La joven sabía que la llegada de un segundo niño iba a ser un duro golpe para su  pequeño primogénito, quien estaba acostumbrado a ser el centro de atención de todos. De cualquier manera, Candy estaba consciente de que esa era una lección que Dylan necesitaba aprender y  presentía que todo lo que podía hacer para reducir el dolor de su hijo, era hacerlo tomar conciencia de que pronto tendría que compartir el afecto de su madre con un nuevo miembro de la familia. 

Tal vez aquel Dylan de casi tres años de edad no podía entender completamente el milagroso proceso que estaba llevándose a cabo dentro del vientre de Candy, pero la joven trataba de prepararlo para el momento lo mejor posible. Al mismo tiempo,  le reafirmaba su cariño constantemente, sabiendo que el niño necesitaría estar seguro del amor de sus padres más que nunca antes en su corta vida.

-  Siéntelo . . . es el bebé moviéndose-  le dijo al pequeño que la miraba con asombro mientras  abría desmensuradamente sus enormes ojos azules.

- ¡Es mi hermano! - dijo Dylan sonriendo mientras sentía loos movimientos en el abdomen de su madre.

- Aún no podemos decir si será niña o niño, querido -  repuso ella riendo ante la seguridad del niño, - podría ser una hermana.

-  ¡Es un hermano! - insistió el niño frunciendo el ceño de una manera que le recordó a Candy la expresión de su esposo cuando estaba molesto. - esperemos que sea un niño, pero no hay garantía para ello, Terri - sentenció ella  llamando al niño por su primer nombre, el cual sólo usaba cuando el padre de Dylan no estaba cerca. Fue entonces cuando el empleado de la estación de trenes anunció la llegada del expresso de Chicago. La joven  se levantó tomando a su hijo de la mano y ambos empezaron a caminar por la atestada plataforma con la nana de Dylan siguiéndolos.

 Candy buscó entre la multitud hasta que sus ojos brillaron al ver a otra joven mujer con un delicado sombrero de paja, sedosos cabellos negros que le rozaban el cuello y un elegante vestido rosa con una cinta rosa a la cadera. La rubia sonrió y mirando al pequeño a su lado, le dijo: 

- ¡Es la tia Annie, Terri!- guiñó con alegría -¡Annie! ¡Annie! ¡Aquí estamos! - gritó la joven moviendo su mano hasta que obtuvo el efecto deseado y la morena la distinguió en la distancia.

-¡Candy! ¡Candy! -  gritó Annie olvidando su usual coompostura de dama y corriendo para encontrar a su amiga. Después de un largo viaje, la muchacha finalmente  había   llegado al lugar donde  esperaba encontrar el apoyo y consejo que  necesitaba desesperadamente:  los cariñosos y siempre abiertos brazos de Candy. 

 

 

El viaje a Fort Lee estuvo lleno de aventuras para Annie Britter con su amiga Candy manejando su nuevo Oldsmobile Touring . Demasiado independiente como para ser siempre escoltada por el chofer de Terri, la joven había insistido en tener su propio auto hasta que el actor, quien no sabía cómo  negarse a los deseos de su mujer, le había obsequiado el automóvil con motivo de su vigésimo cuarto cumpleaños . A pesar de su temperamento naturalmente temerario, Candy había llegado a ser una conductora muy cuidadosa, tal vez a causa de una instintiva preocupación maternal por la seguridad de sus niños, o por los muchos accidentes que había sufrido cuando solía ser la conejilla de indias de Alistair durante los años de su adolescencia. De cualquier modo, tan pronto como Annie supo que Candy iba a manejar, la pobre morena casi se desmaya y todo el tiempo que duró el viaje permaneció prácticamente aferrada al asiento, las manos sujetas a la tapicería de cuero, la cara blanca como una figura de marfil y los ojos reflejando un miedo infantil que no podía controlar.

Candy sólo sonrió observando el sufrimiento de Annie, mientras se daba cuenta de que no importa cuánto  podamos cambiar con la edad y los golpes de la vida,  hay ciertos aspectos en la personalidad de todos que siempre permanecen inalterables. En el fondo de su corazón Annie era aún una niña pequeña y miedosa que lloraba mirando hacia la copa del árbol mientras Candy lo trepaba impávidamente. Y esa no era la única cosa que no había cambiado en el alma de Annie. Mas tarde, cuando las jóvenes mujeres estaban ya en la casa de la rubia y Dylan se había quedado en su cuarto tomando su siesta diaria, Candy pudo confirmar su teoria: no era sólo que Annie seguiera temiendo a la altura o a la velocidad, sino que su corazón seguía preso en el mismo lugar.

 Cuando las dos mujeres finalmente tuvieron algo de privacidad, Annie, incapaz de ocultar su dolor por más tiempo, se lanzó a los brazos de Candy y lloró incosolablemente. Todas las lágrimas que había luchado por esconder de Candy en el pasado, repentinamente alcanzaron sus párpados y salieron con una fuerza incontrolable. La joven dejó que Candy viera abiertamente lo que ya la rubia había adivinado gracias a esa  especial intución que poseía.

- ¡Oh Candy, Candy! ¡No puedo soportarlo más! Traté de ser tan fuerte como tú, ¡Pero no puedo! - Annie dijo entre sus sollozos y Candy levantó la barbilla de su amiga para verla directamente a los ojos. 

- ¡Annie! ¡Se trata de Archie, no es así? - dijo la rubia y su pregunta solo quería decirle a su amiga que ella entendía lo que estaba pasando en su corazón. Annie simplemente asintió calladamente mientras un suave rubor cubría sus mejillas.

- ¡Ay Annie, has sido más fuerte de lo que quieres admitir!

- ¡Pero yo no quería molestarte con mis problemas y aquí estoy! Me prometí a mi misma ser lo suficientemente fuerte para lidiar con mis penas por mi misma, pero no puedo. Es simplemente demasiado para mi!  - dijo la morena con pesar.

- ¡Annie, no es un pecado acudir a tus amigos cuando los días están nublados. Además, ya es notable la manera en que contuviste tu pena por tanto tiempo y en lugar de poner atención a ella, invertiste tu tiempo preparándote para ayudar a otros. Ciertamente has madurado bastante, niña - repuso Candy animando a su amiga. 

-Yo pensé que ya lo había olvidado. Al fin y al cabo todo era más fácil cuando estaba en Italia ... - murmuró  Annie murmuró con voz temblorosa, mientras sus manos estrujaban la delgada tela de su vestido.

-Sé lo quieres decir Annie-   suspiró la rubia recordando sus propias desilusiones amorosas,  - Es muy distinto cuando estás sola y el hombre que amas está lejos, pero cuando lo vuelves a ver todo parece derrumbarse ¿No es así?

- ¡Y él sólo ha hecho las cosas más difíciles - Annie lloró otra vez.

- ¿ Cómo es eso Annie? ¿Qué ha pasado con ese niño estupido? - preguntó la rubia intrigada y la morena le contó la historia de sus frecuentes encuentros con Archibald  lo mejor que pudo, desde que se vieron otra vez en el baile de máscaras hasta  la última discusión que tuvieron en la aquella tertulia.

 Mientras Annie le decía a Candy todo lo que había pasado, la rubia no sabía si debía dar una paliza a Annie o a Archie por ser tan ciegos ante sus propios sentimientos. Sin embargo, recordando que ella no había sido más inteligente cuando le  había  tocado enfrentar la misma clase de problemas,  decidió contener su boca. Por el contrario, simplemente escuchó a su amiga y le ofreció el afecto y aceptación que necesitaba en ese momento.

 - Es curioso como las cosas se ven más menos complicadas cuando uno no está directamente envuelto en el problema - pensó la rubia - Aquí estás Annie, llorando desesperadamente porque has esperado tanto tiempo para escuchar a Archie decirte esas maravillosas palabras y ahora que finalmente lo hace, huyes de él, sin saber qué hacer con la felicidad que toca a tu puerta ¿Es que realmente es tan difícil perdonarlo y volver a empezar? - Candy se preguntó en silencio.

Candy imaginó  que era mejor dejar pasar el tiempo y una vez que Annie hubiese recobrado la serenidad y ganado en perspectiva, la joven señora Grandchester  podría  hacer algo para ayudar a que sus amigos reencontrasen el camino que habían perdido accidentalemnte en algún lugar del pasado. Aquella misma noche, la muchacha le contó a su marido lo que estaba sucediendo, incapaz de esconder cosa alguna de su conocimiento.

- Me parece que debes tomar ese teléfono y llamar a Archie para decirle que Annie está aquí - fue la inmediata reacción de Terri,  asombrando a Candy quien sabía bien que su primo nunca había sido santo de la devoción de Terri y viceversa. 

- ¡De ninguna manera! ¡No voy a hacer eso ahora!  ¡Annie necesita tiempo para pensar bien lo que va a hacer! - dijo Candy mientras peinaba su cabello frente del espejo de su tocador. 

- Y mientras tanto ese pobre hombre está allá en Chicago ahogándose en su propia hiel , ¿No? - sentenció Terri mientras pasaba las hojjas del libreto que estaba leyendo -¡Ustedes las mujeres son criaturas sumamente crueles! Estoy seguro de que les complace el vernos sufrir. ¿Me equivoco? - Agregó él  bromeando.

-  ¡Odioso! - chilló la mujer y el joven no pudo esquuivar una almohada voladora que lo golpeó justo en la nariz  - Los hombres a veces merecen sufrir un poco.

- ¡No pienses que vas a escaparte de esta Señora Pecas!  - amenazó él mientras dejaba el libro a un lado.

- No le harías algo malo a una mujer embarazada, ¿o sí?” - se jactó ella muy segura de los privilegios que le daba su condición.

-¡Sólo espera a que te atrape! -  dijo él moviéndose más rápido que sus palabras. Candy trató de levantarse y correr para esconderse en el baño, pero su embarazo de seis meses no le permitió moverse tan rápido como  estaba acostumbrada hacerlo y Terri no tuvo problema para atraparla antes de que pudiera escaparse

-¡Te tengo!  - dijo él triunfantemente mientras la abrrazaba suavemente - Ahora te haré pagar por ese irrespetuoso golpe en mi nariz.

- ¿Se supone que debo palidecer de miedo ahora?- preguntó ella  retándolo con una sonrisa. 

-Bueno, decídelo tú -  contestó él  con un profundo beso al cual ella respondió inmediatamente enredando sus manos en el cabello castaño del joven mientras le acariciaba la nuca

- ¡Cielos, Candy, aún recuerdo que infierno es vivir sin ti! -  susurró él aún besándola. 

- Lo mismo digo - replicó ella  perdiéndose en los ojos iridiscentes de su marido - Veo a Annie y me veo a mi misma durante esos terribles días en Francia.

- Fuimos bastante estúpidos entonces - se rió Terri entre dientes ante el recuerdo mientras jugaba con los rizos de la joven, pero poniéndose serio enseguida agregó  - Nunca olvidaré que casi te pierdo por mmi estupidez. Por favor, nunca huyas de mi. No creo poder resistirlo.

- Ella tomó su mano y lo guió a la cama donde ambos se sentaron mientras ella descansaba su cabeza en el pecho del joven - No hay lugar donde yo pueda estar más  a gusto que éste, cerca de ti - dijo ella  en un tono dulce y él le dio otro beso en respuesta. 

- Sin embargo, aún pienso que deberíamos decirle a Archie que ella esta aquí! - insistió él con una sonrisa traviesa cuando se rompió el beso.

-¡No te atrevas, Terrence!-  amenazó ella con un tono decisivo que él conocía bien - Déjame hacer las cosas a mi modo, después de todo,¡Aquí yo soy la  casamentera profesional!

- ¡Eso es exactamente lo que temo! - contestó Terri  y una vez más otra almohada se le estrelló en el rostro. 

 

 

Tres días después de la llegada de Annie un empleado de una florería local  llevó un costoso arreglo floral con raras orquídeas color de rosa a la casa de los Grandchester. Las orquídeas, que eran las flores favoritas de Annie, venían con una nota que simplemente decía: de tu tonto sin corazón

 Cuando la joven morena leyó la línea  dejó caer la tarjeta y corrió a su recámara antes de que Candy pudiera preguntarle cualquier cosa. La rubia tomó la nota e inmediatamente adivinó que Archie estaba en la ciudad. Obviamente, había sólo una persona responsable de eso.

- Debería molestarme con Terri por su intromisión - se dijo Candy  - pero, ¿quién sabe?  tal vez esta sea una buena oportunidad para  que estos dos hombres olviden su irracional antipatía.

 Candy ignoraba que ella había sido el principal motivo de  las diferencias entre Terri y Archie, pero no estaba ciega ante su obvia y mutua frialdad. 

- ¡Santo Dios! - exclamó la muchacha hablándole al bebé dentro de ella - Dadas las nuevas circunstancias, supongo que tendremos que pensar cómo tratar con tu obstinada tía Annie, bebé!

 

 

¿Qué estaba sucediendo con Annie? En el pasado, ella se había dicho en incontables ocasiones que iba a esperar a que Archie realmente apreciara su valor todo el tiempo que fuera necesario. Y así lo había hecho  hasta que él acabó por decidir que no tenía sentido seguir esperando. Durante los dolorosos años que siguieron al rompimiento, la joven mujer había tratado con toda su alma de convencerse a si misma que sus sueños adolescentes fueron sólo eso, meros sueños que ella necesitaba olvidar para situarse en la vida real. 

Annie había estudiado duramente, tratando de dar lo mejor para complacer los altos estándares de Maria Montessori y aprender tanto como le fuera posible y  hacer su nuevo sueño realidad. La joven  había decidido que esta vez no iba a confiar en los demás para construir su futuro. Esta vez solamente contaría consigo misma y  por lo tanto,  hizo planes para dedicar su vida a la educación. 

Tenía muchos proyectos en  mente que sólo estaban esperando para el momento justo. Sin embargo, el matrimonio no era uno de ellos. A los veinte cuatro años, viendo que sus dos mejores amigas estaban ya casadas y criando sus propias familias, Annie imaginaba que terminaría como una solterona, justo como la Srita. Pony. Curiosamente, esta perspectiva no le parecía tan triste como antes. 

Cuando hubo concluído sus estudios en Italia, la joven  entendió que su regreso a Chicago eventualmente significaría un reencuentro con Archibald. Sin embargo, allá en Europa, Annie había pensado que estaba lista para encarar a su exnovio, o al menos,  trató de convencerse a si misma de que así era. Pero sólo tuvo que poner un pie en América para empezar a temblar, muriendo de miedo nada más de pensar que vería a Archibald otra vez, que quizá lo encontraría aún más apuesto y seductor que antes, o aún peor, que acabaría por enterarse de que estaba saliendo con alguien más, que se había comprometido ... o casado.

 No obstante, lo último que Annie se había imaginado era que Archie le hiciera la corte.  La tarde que el joven le confesó sus sentimientos, parte del corazón de Annie quería correr hacia él, abrazarlo fuertemente y decirle que ella aún estaba enamorada de él, pero la otra parte - herida y resentida por el rechazo del pasado- no concebía la posibilidad de volver a aceptarlo. No podía borrar de su mente los maliciosos rumores de los cuales había sido objeto después de que Archie había cancelado la boda. Todo lo contrario, esos tristes recuerdos estaban  aún tan claros que le resultaba extremadamente difícil olvidar y perdonar. Tal vez  estaba resentida, o quizá era que temía ser lastimada otra vez. 

Al darse cuenta de que Archie no se iba a dar por vencido tan fácilmente después de su primer intento en la fiesta de té, la joven  había decidido huir para ver si la distancia enfriaba la insistencia de Archie y la ayudaba a aclarar su mente. Así pues, Annie dejó sus proyectos en las manos de Melanie, su secretaria,  y corrió al primer lugar de refugio que se le pudo ocurrir: la casa de Candy. 

Pero nuevamente, Archie la había seguido a Nueva York y había comenzado a presionarla. La muchacha  no sabía qué hacer, especialmente cuando las orquídeas seguían llegando cada mañana siempre con la misma nota. 

 

 

Todo había sido muy simple. Una llamada telefónica inesperada, una breve conversación, unas pocas instrucciones dadas a George, una maleta, una reservación de hotel, un boleto de tren y un corazón esperanzado. Dadas todas estas condiciones, Archie se encontró a si mismo caminando en la densa y enmarañada atmósfera entre las bambalinas, siguiendo a uno de los trabajadores del teatro que lo  guiaba al camerino de Terry. 

- Pase, la puerta está abierta -  dijo una voz profunda que Archie  reconoció inmediatamente.  El joven entró entonces a un cuarto amplio que estaba sorprendentemente ordenado en contraste con el  casi caótico mundo que se había quedado tras de la puerta.

- Bienvenido a Nueva York. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, ¿verdad?- Fue el saludo casual de Terri mientras Archie cerraba la puerta tras de sí.

- Gracias, es ... es bueno verte otra vez - dijo el hombre rubio con indecisión mientras tomaba la mano que el actor le ofrecía.

 -Pero, toma asiento, hombre, ¿quieres té? - Terri contestó mientras se servía una taza de una pequeña tetera que tenía cerca.

 - Té estará bien, gracias - respondió Archie con un gesto de asentimiento. Ambos hombres se sentaron a beber el líquido caliente mientras casualmente comentaban acerca de la última vez que se habían visto. La ocasión había sido la fiesta de cumpleaños de la Sra. Elroy un año antes. Terri aún recordaba lo gracioso que había sido ser testigo del  disgusto en la cara de la anciana cuando había visto a Albert usando esa vestimenta hindú de la cual él estaba tan orgulloso, pero que no parecía complacer mucho al gusto occidental de la vieja dama. 

Los dos hombres rieron de buena gana recordando el incidente y más tarde Archie le hizo a Terri unas pocas preguntas acerca de su esposa e hijo, a las cuales el actor contestó alegremente ya que Candy y Dylan eran su tema favorito.

 - Deberías ver ahora a Dylan - dijo Terri con orgullo - Es endemoniadamente verbal. Habla y habla todo el día. Ahora que Annie está de visita Dylan conversa mucho con ella. Ella dice que él tiene  un manejo del idioma superior al  promedio esperado para los niños de su edad -  y al llegar a este punto Terri llanzó una mirada intencional hacia el otro joven, esperando su reacción.

 - ¿Cómo está ella? - fue la respuesta inmediata de Archie y el joven actor finalmente respiró aliviado.  -Bueno, bonita como siempre y bastante enojada contigo - comento Terri con una sonrisa socarronaa -  “Así que es verdad, Archie” - se dijo   a si mismo el aristócrata mientras esperaba la respuesta de su compañero,  -“Finalmente te enamoraste de Annie. ¡Bien! Ahora podrás  dejar de llevar esa miserable vida tuya, pensando en una mujer que simplemente no puedes tener”.

-¿Enojada? - preguntó Archie como si estuviera hablando consigo mismo - Supongo que no podría ser diferente - añadió luego  con decepción. 

- Estás lo cierto, amigo - sugirió el moreno con un gesto elegante de su mano derecha en el aire.  - Un hombre no termina con una chica, se aleja por años para luego recuperarla así como así.

-¡Y que lo digas! Debiste haber visto a Annie cuando le dije que quería intentarlo otra vez. ¡Nunca pensé que una dulce criatura como ella podría molestarse tanto! -  dijo el joven mientras se frotaba las manos nerviosamente. 

- Sé exactamente lo que quieres decir, yo he vivido con una de esas supuestamente dulces criaturas por casi cuatro años y realmente sé cuan enojadas pueden llegar a estar. Y cuando hablo de Candy ¡realmente quiere decir salvajemente enojada! - repuso él entre risas y la expresión de su rostro fue tan graciosa que ayudó a Archie a relajarse un poco  - Pero, sabes Archie, yo prefiero estar cien años junto a una Candy enojada que un solo día lejos de ella. Aunque debo reconocer que la mayoría de las veces es mi culpa que ella se enoje ... bueno, a veces Dylan ayuda un poco, también, pero él también es un chico.

-Parece que es el talento de nuestro género - señaló  el hombre rubio con una sonrisa triste

-El punto aquí es que también tenemos talento suficiente para hacer que las mujeres olviden la razón por la cual se enojaron con nosotros. Eso es lo que tú necesitas hacer - apuntó el actor con sagacidad.

-¿En serio? Desearía encontrar al menos una pequeña pista que me dijese cómo  hacer para que Annie olvide el pasado, pero  me temo que ahora ella me odia - respondió Archie con tono pesimista.

-Yo creo que ella solamente está un poco confundida, pero en el fondo de su corazón,  debe estar muriéndose por ti - comentó Terri y sus palabras tuvieron el efecto esperado en el hombre rubio cuyos ojos inmediatamente se iluminaron con esperanza 

- ¿De verdad piensas eso? - preguntó aun dubitativo.

 Bien Archie, como yo lo veo, lo mejor que puedes hacer es actuar positivamente ante este problema y empezar a hacer algo ahora que ya sabes donde está ella - sugirió Terri  mientras dejaba la taza vacía sobre la mesa. 

-Ese es precisamente la problema ¡No sé qué hacer! - exclamó el hombre  exasperadamente.

-A las mujeres les gustan las cosas simples, empieza con flores - propuso el otro joven encogiendo los hombros - Eso normalmente funciona con Candy, y por cierto,  tendré que ordenar algunas rosas para ella cuando averigüe que tú estás aquí. No creo que a le guste mucho la idea. - agregó sonriendo. 

-¿Piensas que ella estará molesta por mi presencia aquí? -  preguntó asombrado el joven.

- Candy no quería que te hiciéramos saber  que Annie estaba aquí, al menos no por el momento.. Ella insistió en que era mejor dar a Annie algún tiempo para pensar sobre el asunto, pero yo supuse que no era una buena táctica. No iba yo a dejar a un viejo amigo solo con un problema así.

 La sorpresa de Archie hacia la actitud de Terri  crecía a cada segundo. Desde que había recibido su llamada el día anterior, el joven millonario no había cesado de preguntarse por qué Grandchester lo estaba ayudando después de la no tan amistosa relación que ellos siempre habían sostenido. 

- Creo......creo que debo decirte que realmente ... realmente aprecio tu ayuda - dijo Archie con gran esfuerzo  -No ... esperaba esto de ti.

-Para serte franco, yo tampoco lo  esperaba,  pero la vida nos lleva por caminos misteriosos, Archie - sentenció el actor con sinceridad - De alguna manera  puedo entender tu posición porque  pasé por algo similar hace algún tiempo, y sé lo que es darse cuenta que uno ha sido unverdaderol imbécil.

- Eso es lo que he sido ¡Vaya que sí! ¡Un imbécil! - dijo Archie con un suspiro,  -sólo espero que pueda encontrar una manera de arreglar las cosas ... pero ...

-¿Pero qué? - preguntó Terri intrigado al ver la mirada indecisa de Archie. 

- ¿Qué pasa si todo lo que hago no funciona? -  preguntó temeroso. 

-Cuando todo lo demás falla, entonces echas mano del último recurso: suplicar. Al menos  funcionó en mi caso -  sonrió Terri y Archie entendió lo que el actor quería decir.

 

 

 Y así pasaron los días, Archie enviando flores y notas pidiéndole a Annie una oportunidad para hablar y la joven morena rehusándose a verlo otra vez a pesar de la insistencia de Candy que se cansaba de sugerirle que no era tan mala idea el dar al joven una nueva oportunidad. Era como si todos los buenos recuerdos que Annie había compartido con Archie se hubiesen  borrado y en su lugar quedase sólo  el amargo resentimiento que  había cargado por años después del rompimiento. Candy sabía que Annie se estaba lastimando  aun más al negarse el derecho de liberar los sentimientos que  aún abrigaba en su corazón, sin importar cuanto ella se esforzaba en esconderlos. 

Sin embargo, parecía que los duros golpes que Annie había sufrido, habían  terminado por construir una barrera que ni aún la amistad de Candy era capaz de destruir. Como un último desesperado intento la joven rubia preparó un encuentro para tomar a la joven morena por sorpresa. Fue con el pretexto de una función de caridad que la compañía Stratford presentó para contribuir a la causa de la escuela de Annie. 

Unos cuantos días antes de la fecha de la función, las flores habían dejado de llegar a la misma hora cada mañana y Annie empezó a creer, en parte aliviada y en parte decepcionada, que Archie  - dándose finalmente  por vencido - había regresado a Chicago. Así que la joven  fue al teatro con algo de confianza. 

Esa noche, ambas mujeres pasaron un buen rato preparándose para la ocasión. Annie había escogido un vestido color beige de satín que le llegaba a los tobillos y un juego de perlas que combinaba con su atuendo, mientras Candy, tratando de encontrar algo tan cómodo como fuera posible para la sofocante noche de verano, iba a usar un ligero vestido blanco de lino, con ornamentos de tira bordada española. Mientras la rubia se abotonaba el vestido en frente del espejo con movimientos perezosos, disfrutando la visión de su vientre abultado a causa del embarazo, Annie la observaba con aire pensativo.

 

-¿Qué pasa? - preguntó Candy curiosa al ver esa expresión como vacía en el rostro de su amiga.

-Yo ... yo me estaba preguntando -  dijo Annie indecisa. 

 -¿Qué?

-Candy - ¿puedo hacerte una pregunta personal? - inquirió la morena y el tono serio de su voz intrigó a la rubia.

- Seguro

-¿Cómo ... cómo es ser  tú,  Candy? - preguntó Annie finalmente y sus palabras dejaron a Candy boquiabierta.

-¿Ser yo? ¡Qué pregunta Annie! ¡No sabría qué contestar!- respondió  Candy asombrada  -Yo ... yo supongo que es ... ¡bastante bbueno! Quiero decir ... ¡soy feliz!- dijo la joven con sinceridad. 

- Yo me refiero a algo más que eso, Candy ... ¿Cómo es estar casada, tener un hijo propio, llevar una casa que puedes llamar hogar, estar ... estar embarazada ... ser amada por un hombre? - irrumpió la morena en una lluvia de nuevas preguntas.

-Bueno ... ahora estás planteando demasiadas preguntas, y ninguna de ellas tiene una respuesta simple - repuso Candy empezando a entender lo que estaba pasando con el corazón de su amiga, tal vez mejor que Annie misma. La joven  se sentó en frente de su tocador y mirando a su amiga a través del espejo  sonrió suavemente, tratando de decidir  cómo  iba a contestarle a su amiga. - Annie, ¿recuerdas cuántas veces cuandoo éramos pequeñas soñamos con tener padres? -   preguntó finalmente. ;

- Sí - dijo Annie intrigada con las palabras de Candy.

-Cerrábamos los ojos y tratábamos de imaginar lo mejor posible cómo sería,¿correcto? - continuó  Candy  mientras se ponía un par de aretes de oro en forma de gota- Ahora dime, tú tuviste la oportunidad de ver este sueño hacerse realidad. ¿Fue en realidad  lo que tú esperabas?

-Yo creo que fue mucho más de lo que alguna vez imaginamos, Candy - admitió Annie - Algunas ocasiones mejor, y otras no tan irreal como una vez nos lo figuramos. Mi relación con mi madre, por ejemplo, no ha sido tan perfecta como yo  creí que podría ser - concluyó  Annie con un suspiro. 

- ¿Pero, a pesar de esas dificultades, te arrepientes de haber sido adoptada?-continuó  Candy  preguntando mientras buscaba la gargantilla que combinaba con los aretes.

-¡Para nada! - fue la respuesta inmediata y vehemente de Annie. 

 -Por el contrario,  yo nunca seré capaz de decir eso, porque nunca fui adoptada  como tú lo fuiste. Albert siempre fue un tutor dulce y cariñoso, pero no era como si yo tuviera una madre y un padre -  comentó Candy  naturalmente, pero al ver la expresión triste en el rostro de Annie se apresuró a aclarar

- No, Annie, no te entristezcas por mi, la vida me ha recompesado ampliamente. No me puedo quejar porque me considero excepcionalmente afortunada. Lo que estaba tratando de decir es que para realmente entender lo que significa tener padres tienes que vivir la experiencia. El matrimonio es algo similar -  explicó Candy  dejando el tocador y sentándose en el confidente junto a Annie. La joven morena miró a su amiga con ojos desconcertados y Candy trató de aclarar lo que quería decir.  -Annie, estar casada con un hombre del cual una está tan profundamente enamorada, como yo lo estoy de Terri, y ser correspondida, es tal vez la más abrumadora y deliciosa experiencia que una mujer puede tener. Todas las bendiciones consecuentes que vienen con el matrimonio son sólo parte del mismo paquete; los buenos tiempos compartidos, las risas, esa misteriosa felicidad que viene con el embarazo, la alegría de la maternidad y los placeres del amor físico de los cuales la gente teme tanto hablar, tan puros y maravillosos que no puedo comprender cómo es que alguien los pueda ver como  pecaminosos. No obstante, no todo es perfección y momentos placenteros. Hay también malos ratos, peleas, diferencias, momentos en los cuales estoy tan cansada de correr tras de Dylan todo el día que sólo quiero dormir y nunca despertar. Aun así, tengo que encontrar las energías para levantarme y esperar a que Terri llegue a casa en la noche, para darle algo de tiempo, después de que nuestro hijo se ha dormido ... y así, cuando pongo todo esto en una balanza, como tú lo haces con tus recuerdos de la infancia como una niña adoptada, sólo puedo decir que no cambiaría mi lugar con nadie en la Tierra. Pero de nuevo, todo lo que te puedo decir sobre esto, no significa nada, hasta que tú tengas la experiencia, y sólo entonces

- Entiendo - balbuceó Annie aturdida por las palabras de Candy. Así,  sintiendo que un agudo dolor empezaba a herirle el pecho con absoluta claridad, la joven tuvo que cambiar la conversación.  - Creo que iré a mi recamara a ... a ... buscar mi bolso - tartamudeó saliendo abruptamente y tropezándose con Terri, quien  entraba al cuarto en ese preciso momento.

-¿Qué le pasa? - preguntó el joven  divertido ante el innegable sonrojo en el rostro de Annie que había desparecido murmurando una disculpa después de chocar con él - ¡Creo que a pesar de los años ella aún piensa que soy un terrible monstruo al que todos deben temer! 

- No es eso, amor - contestó Candy riendo. - Es sólo que suu corazón está hablándole con gritos tan fuertes que no podrá ignorarlo por mucho tiempo -  sentenció la joven mientras ayudaba su esposo a ponerse unos gemelos de oro. 

Dos mujeres jóvenes caminaban lentamente a lo largo de los pasillos del teatro hablando en voz baja mientras movían sus abanicos con aire gracioso. Una de ellas era morena, con ojos cafés grandes y melancólicos y suaves maneras que transpiraban elegancia a cada un de sus pasos. La otra era rubia, con chispeantes ojos esmeralda, tenía una sonrisa especial llena de vida y estaba embarazada. Habían salido del área de los vestidores y se dirigían hacia su palco. Mientras las damas se alejaban, otra mujer, aparentemente una de las actrices, portando un disfraz de época, las miró a la distancia. Pronto otra chica se unió a ella y empezaron una conversación. 

- ¡Mírala! - dijo la primera mujer con el vestuario del siglo XVII - Se pavonea orgullosamente como si su embarazo fuera un trofeo. ¡Es realmente patético!

- ¡Vaya, vaya, vaya! ¡Que amargura! ¿Estás celosa Marjorie? - preguntó la segunda mujer maliciosamente.

-¿Yo? - contestó la mujer de brillantes ojos color violeta . - Ni en un millón de años. ¡Tener hijos y criar una familia no forma parte de mis planes! Es sólo que no puedo soportarla.

- ¡Pero debemos admitir que es una mujer con mucha suerte! - dijo la segunda mujer a regañadientes.

- No creo en la suerte, Lucy - respondió la primer mujer arqueando su ceja izquierda en un gesto característico - La tan encantadora Sra. Grandchester debió haber usado bastantes trucos para conquistar a Terrence. No me creo su inocente y dulce mascarada.

- ¿Eso piensas, Marjorie? - preguntó Lucy con un brillo malicioso en sus ojos amarillos,  - Pero no podemos decir nada a ciencia ciierta, ellos ya estaban casados cuando nosotras empezamos a trabajar para la compañía. Desearía haber estado aquí antes para averiguar cómo le hizo para tenerlo sólo para ella. Tú sabes, ¡curiosidad femenina!

- Deseas muy poco, Lucy - contestó Marjorie ingeniosamente  - ¡Si yo hubiese estado aquí en ese tiempo,  hubiera obtenido a ese hombre para mi! Un romance con un hombre tan regio debe ser toda una experiencia. Además, representaría un gran avance para mi carrera también ... es más,  no toda la esperanza está perdida -  insinuó al final con una mirada maliciosa.

-¿Qué quieres decir, chica mala? - preguntó Lucy disfrutando las maliciosas insinuaciones de Marjorie. 

- Bueno, quiero decir que el hombre que pueda resistir mis encantos no ha nacido aún ... tengo la mirada puesta en esos gallardos ojos azules, verás. Es solo cuestión de tiempo ...

- Es bueno escuchar que eres paciente, Marjorie, porque me temo que  llegarás a  vieja y te morirás antes de que Terrence siquiera se dé cuenta de que existes, querida - comentó una tercera voz con aire desdeñoso.

-¡Karen! -  las dos actrices novatas dijeron al unísono cuando  descubrieron que Karen Claise, la primera actriz de la compañía, había estado escuchando su conversación.

- Es tan deprimente ver cuántas pseudo actricillas como tú, querida, piensan que harán una carrera confiando en sus aventuras amorosas - continuó Karen  mirando a Marjorie despectivamente.  - Si te estás figurando que la fama de Terrence te ayudará a hacer un nombre en este negocio, entonces estás luchando por una causa perdida, corazón. Ese hombre es la criatura más extraña en su género que yo haya conocido. He perdido la cuenta de todas las mujeres que han tratado de seducirlo y él las ha ignorado soberbiamente; haciéndolas sufrir una muy vergonzosa humillación, por cierto. No creo que tus débiles intentos podrían alguna vez representar una verdadera amenaza para su esposa. Por consiguiente ... - añadió  Karen  acercándose a la oreja derecha de Marjorie,  -  sugiero que empieces a trabajar een ese talento tuyo, si es que tienes alguno ... pero recuerda, en esta compañía la primera actriz  se llama Karen Claise y se requiere mucho más que una mujerzuela barata para derrotarme! - concluyó Karen lanzando a ambas mujeress una mirada despreciativa que mortificó a Marjorie tanto como las palabras de Karen. 

- ¡Tercera llamada! - dijo una voz masculina y  Karen dejó atrás a sus compañeras, caminando con pasos orgullosos hacia el escenario. Marjorie supo que no podía hacer o decir algo en contra de  la estrella que era una de las más importantes actrices jóvenes de Broadway, pero  se prometió a si misma que  haría a Karen comerse sus palabras. 

 

 

El teatro estaba lleno al tope con celebridades y miembros del jet set de Nueva York esa noche. Los Britter tenían buenas relaciones con diferentes familias importantes en la ciudad y la ya famosa combinación del prestigio de la compañía Stratford y el talento de Terrence Grandchester habían hecho el resto para vender todos los boletos a pesar del alto precio. Cuando Annie vio el obvio éxito de la función de caridad  no podía sentirse más que profundamente satisfecha y agradecida con sus amigos por el apoyo que le estaban dando a su causa. 

Pensó entonces que era realmente raro cómo las cosas estaban terminando tan bien, a pesar de sus problemas con Archibald. Annie había viajado a Nueva York huyendo de la insistencia del joven millonario, pero nunca se figuró que el viaje le daría la oportunidad de colectar más fondos para su proyecto. Todo habría sido simplemente perfecto si solamente hubiera sido capaz de dejar de pensar en Archibald una y otra vez.

 Candy aparentemente ignoraba la inquietante confusión que  molestaba a Annie mientras  la obra se desarrollaba con el mayor de los éxitos. La rubia simplemente se entregó al trabajo de Terrence como  normalmente lo hacía cada vez que lo veía actuar. Annie notó que de vez en vez, parecía que el mundo entero se hubiera desvanecido para Candy, como si el teatro, el reparto y la audiencia no existieran. En el otro lado, aun cuando Terri estaba cautivando a la audiencia entera con su actuación, para alguien que conociera a la pareja íntimamente, estaba claro que cada palabra suya, y movimiento y gesto estaban dirigidos a su esposa y a ella solamente, en una especie de conexión única que ningún otro ser humano era capaz de romper. De ahí que fue un poco extraño cuando repentinamente, y en medio de una de las escenas más conmovedoras, la rubia dejó a su compañera sola con la excusa de que  necesitaba un pañuelo que había olvidado en el vestidor de Terri. 

Annie trató de convencerse a si misma de que era una de las nuevas excentricidades de Candy provocada por su embarazo e hizo su mejor esfuerzo para mantenerse concentrada en la obra. Sin embargo, el suave ruido de alguien entrando al palco tan sólo  unos pocos segundos después de que Candy se había ido, hizo a Annie entender que algo no estaba bien, especialmente cuando  pudo percibir una muy familiar fragancia de maderas orientales invadiendo el aire. 

-¿Disfrutando de la obra? - preguntó una voz masculina con tono íntimo. Annie entonces pudo sentir a un hombre sentado justo a sus espaldas. La muchacha sabía bien de quién se trataba. Por un momento  pensó en correr lejos pero para su desgracia, se sentía prácticamente clavada al asiento, como si la impresión la hubiera paralizado.

-¿Te importaría si yo te hago compañía en lugar de tu queridisima Candy? - murmuró el hombre  otra vez y Annie sintió el aliento de él quemándole la nuca. 

-¡Déjame sola! - contestó ella  y su voz se quebró..

- No hasta que aceptes escuchar lo que tengo que decirte  - abogó  Archie respirando profundamente el perfume de azucena en el cabello de Annie. La joven no respondió a la amenaza del hombre, pero permaneció en silencio por un momento deliberando qué hacer en tan embarazosa situación y culpando a Candy por su aflicción. Era demasiado obvio que todo había sido idea de la rubia.

-Esta bien, salgamos de aquí y tengamos esa conversación - dijo  repentinamente  sorprendiendo al joven con su abrupta reacción. Y así, la pareja dejó el palco.

- Henos aquí, ¿que es lo que quieres decirme? - preguntó Annie nerviosamente, temiendo el efecto de la proximidad de Archie una vez que llegaron al corredor. 

- Lo que te tengo que decir es demasiado privado para ser ventilado en un lugar público¿No sería mejor salir del teatro y encontrar algún otro lugar? -  sugirió él  con seriedad.

- Me temo que no puedo dejar este lugar, la obra ha sido organizada para reunir fondos para mi escuela. Después de la función habrá una recepción con el fin de agradecer al público y como comprenderás,  yo tengo que estar ahí - explicó ella  nerviosamente mientras inconscientemente estrujaba su bolsa con las manos.

- Entonces vayamos a los salones en la sección de galería. No hay nadie ahí esta noche - propuso él  y la joven accedió coon un tímido movimiento de cabeza. No obstante, internamente Annie se preguntaba por qué  había aceptado cuando se estaba muriendo de miedo de sólo pensar en la idea de encontrarse a solas con Archie.

 A pesar de la renuencia  de la joven, la pareja caminó lentamente y en silencio hasta que alcanzaron el área de galería. El joven invitó a la morena a sentarse en un sillón colocado en el corredor para la comodidad de la audiencia durante los interludios, y ella lo siguió sin decir una palabra o levantar los ojos para mirarlo.

 - Annie - logró decir Archie finalmente, tratando de encontrar los ojos de la joven, pero dándose cuenta de que ella no dejaba de mirar al suelo,  tuvo que continuar hablando, incapaz de leer las emociones de Annie en sus pupilas -  Estoy al tanto del dolor que te causé en el pasado, y sé que tienes derecho de odiarme  -  empezo.

- Te estás dando demasiada importancia Archibald. Yo no te odio. Ese sentimiento  me es totalmente ajeno -  respondió ella  aún desvianndo sus ojos pero con un sabor acre en el tono de voz que contradecía sus palabras y quizá eso hirió más a Archie que escuchar de sus labios que ella en realidad lo odiaba.

- Entonces sería más fácil para ti escucharme y tal vez entiendas mi punto de vista , Annie -  contestó el joven  tratando de hacer su mejor esfuerzo para permanecer sosegado - Desearía que tú pudieras entrar en mi corazón y darte cuenta de cuánto me arrepiento de la manera en que me comporté. Yo tenía un precioso tesoro en tu afecto sincero y honesto que simplemente no supe apreciar porque estaba cegado por una ilusión. Al final de todo, esta quimera probó ser sólo eso, un sueño imposible que se desvaneció, dejándome vacío y solo - admitió  él humildemente, clavando sus ojos en la decoración neoclásica de las paredes.

- ¿Estas convencido ahora de que Candy está demasiado enamorada de Terri como para siquiera ver que tú estabas loco por ella? - Repuso Annie sin rodeos sorprendiendo a Archie con la táctica directa  que  repentinamente ella había escogido. 

- Puedo ver que estás bastante al tanto de mis problemas -  aceptó  él tristemente  -Estás en lo cierto, lo que ella siente ppor su esposo es tan fuerte que  nunca siquiera vería a otro hombre que no fuese  Terri. De hecho, yo finalmente he terminado por admitir que el amor de ellos es tan especial que es un crimen siquiera imaginar a uno de ellos sin el otro. Candy y Terri tienen un mundo privado y no hay nadie que pueda irrumpir en él y romper el balance perfecto que ellos han creado - aceptó él y Annie se sorprendió de sentir que no había dejos de amargura o resentimiento en la voz de Archie- Cuando era más joven, Stear, quien siempre fue más sabio que yo, sintió esa extraña unión entre Candy y Terri y simplemente canceló sus sentimientos hacia ella. Sin embargo, yo no pude manejar la situación. Simplemente no logré aceptarlo y superarlo hasta que la vi casada con él - añadió con un suspiro lleno de arrepentimiento

 - Yo podría recriminarte por involucrarte conmigo a pesar de tus sentimientos hacia Candy, pero reconozco que también fue mi culpa, porque yo sabía de tus sentimientos y aún así decidí esperar a que cambiaras. No debí haber aceptado esa relación desde el principio. Era demasiado joven e ingenua entonces -dijo Annie levantando sus ojos del suelo por primera vez,  mirándolo pensativamente. 

- Annie ... yo no me arrepiento del tiempo que pasamos juntos, todo lo contrario, ahora entiendo que los momentos que he vivido contigo han sido los mejores que he tenido en toda mi vida -  respondió él clavando una vehemente mirada en los ojos color miel de la chica, mientras trataba de darse ánimos.

-¡Archie! - murmuró la joven con voz temblorosa lamentando sus propios movimientos que la habían llevado a verlo directo a los ojos. Era tan difícil para ella resistirse aquellas pupilas almendradas, especialmente cuando la miraban  como nunca antes lo habían hecho.

- Se siente tan bien cuando me llamas como solías hacerlo - exclamó él  con la voz enronquecida de la emoción, sintiéndose ligeramente alentado por la debilidad inesperada que Annie había revelado. 

- Fue ... fue sólo un error de mi parte ... tal vez la vieja costumbre que vuelve - respondió ella  bruscamente tratando de recobrar la sana distancia que  estaba tratando de mantener. Sin embargo, Archie no estaba dispuesto a darse por vencido tan rápidametne.

- Esos viejos tiempos es lo que ansiaría volver a tener -   le dijo él mientras se acercaba peligrosamente a la joven. 

- El pasado no regresa ... yo ... yo pienso que esta conversación no ... no tiene ningún propósito ... yo ... -   tartamudeó ella tratando de escapar de la proximidad del joven,  pero él respondió tomando el brazo de la muchacha con su mano derecha. Tanto la piel del brazo desnudo de Annie, como la de la mano del joven se quemaron mutuamente al toque y paralizaron al intento de la chica de levantarse y huir.

- Por favor, déjame terminar lo que te tengo que decir, Annie- casi rogó él con su más dulce acento sin perder el brazo de la chica - Mi corazón ha vivido en confusión por largo tiempo, y en mi desolación no podía entender los sentimientos que tenía por ti. Por supuesto que te quería, pero mis obsesiones no me permitían verte de la manera en que un hombre necesita ver a la mujer que va a ser su esposa. Cuando  finalmente me di cuenta de que había puesto mis ojos en la chica equivocada tú ya estabas en Europa y  yo agradecí a Dios por eso, porque no quería que me vieras en el humillante estado depresivo que  sufrí esos días - Él se detuvo, y el cambio imprevisto en la actitud de la joven mientras él hablaba acerca de su propio sufrimiento le dio fuerza para continuar  - Sé bien que tú has sufrido por mi culpa y esa es la única cosa que he hecho de la que realmente me arrepiento, pero mi vida tampoco ha sido sencilla. Fue muy difícil  levantarme de nuevo y empezar a aceptar que Terri había ganado. Más tarde  empecé a ver las cosas desde un  punto de vista diferente y pensé que yo también merecía encontrar una mujer que pudiera amarme ... así que  la busqué, pero por una razón la cual  desconozco, mi búsqueda había sido infructuosa hasta ... hasta que te vi otra vez en esa fiesta.

- Sabes, Archie -  lo interrumpió ella con acento melancólico - En el pasado me habría encantado escuchar esas palabras que estás diciendo, pero ahora ... yo no sé si debo estar escuchándote ... - repuso ella  liberándose de la mano del joven en un movimiento rápido.

- Por favor, déjame decirte que mi corazón se estremeció cuando te vi al otro lado del salón de baile - insistió él  mientras ella volvía el rostro  tratando de esconder las lágrimas que ya estaban alcanzando sus ojos - Ignoraba que eras tú, pero algo dentro de mi me dijo claramente que aquella dama en  vestido turquesa no era como las otras que conocía. Por primera vez en toda mi vida sentí una fuerte atracción hacia ti, la cual en lugar de desaparecer cuando me di cuenta quien era la misteriosa mujer, solo se incrementó hasta el punto que ya no podía aguantar más estar lejos de ti - él confesó ardientemente.

-¿Qué debo sentir ahora Archibald?¿Debo congratularme a mi misma porque  finalmente logré que me desearas? No me conoces si piensas que tales noticias me harán feliz - se quejó la joven amargamente, tratando de unir todos sus resentimientos para mantenerse a salvo de la amenaza de Archie.

- No, Annie,  no me has comprendido - respondió el rubio  sintiendo temor de haber usado las palabras equivocadas- Lo que faltaba en mi corazón de alguna manera finalmente encontró su lugar justo desde que te vi de nuevo... no es sólo la atracción física, aunque tengo que admitir que me has estado volviendo loco desde esa noche ... es ... es mucho más que eso. Ha sido como una revelación repentina. Liberado de mis viejas obsesiones,  finalmente pude apreciar la joya que tenía en tu constante amor y me encontré a mi mismo extrañándote ... necesitándote al punto de que lastimaba. Annie, me he dado cuenta de que te amo ... amo a la mujer que has llegado a ser, pero también sé claramente que te amé en el pasado, pero estaba demasiado confundido para entenderlo -  explicó él tan vehementemente que el corazón de Annie casi se da por vencido en ese momento.

- ¡Archie! -  susurró ella volteándose otra vez para ver al joven en contra de las muchas alarmas en su cabeza que la estaban advirtiendo no hacer semejante cosa 

- Te amo -  dijo  Archie cuando sus ojos se encontraron con los de ella

-Es ... es ... es muy triste escucharte decir eso ahora, cuando no estoy dispuesta a volver al pasado - murmuró la muchacha débilmente,  tratando de defenderse del tumulto de sentimientos que estaba explotando dentro de ella mientras la confesión de amor de Archie invadía su alma con un dulce sabor que ella no había conocido jamás.

- El pasado se ha ido Annie. Lo que te estoy proponiendo es construir un nuevo futuro. Annie, al menos dame la oportunidad de probar que las cosas pueden ser diferentes entre tú y yo. Dale a este amor una nueva oportunidad -  imploró el joven con todas sus esperanzas puestas en la honestidad de sus palabras.

- Un futuro ... otro hombre ya me ha hablado acerca del futuro -  mencionó Annie en un último y desesperado intento por levantar otra vez la barrera que ella se había  esforzado en construir entre el joven y ella misma. Barrera que ahora Archie parecía  estar destruyendo fácilmente con unas pocas palabras de amor.

-Pagliari, ¿no es así? -   adivinó él amargamente, incapaz de controlar su disgusto, mezcla de tristeza y recelo. 

- Sí, y ... cuando estoy con él no me siento tan asustada como me siento contigo ... me heriste tan profundamente ... que tengo miedo de  no poder superar el resentimiento nunca - repuso  ella  bruscamente y en ese momento las lágrimas rodaron en sus mejillas haciendo a Archie sentirse más confundido con los tan contradictorios mensajes que ella le estaba enviando. Desesperado, el joven sintió que el delgado hilo que estaba sosteniendo sus impulsos estaba a punto de romperse.

-Annie, déjame intentar al menos ... - Archie  no alcanzó a terminar la frase porque la muchacha  se levantó repentinamente del sillón indicando que no estaba dispuesta a continuar con la conversación 

- Annie -  él la llamó corriendo tras ella e interceptándola unos pocos metros adelante. El joven, ya desesperado e incapaz de controlarse más, tomó a la chica por los hombros suavemente forzándola en un abrazo. La joven jadeó ante el inesperado gesto y aunque su mente la urgía a alejarse de los brazos de Archie, su corazón latía tan rápidamente que su cuerpo entero estaba petrificado y sus músculos no respondían a las órdenes de su cerebro.

- "Estoy perdida" -  fue su último pensamiento antes de que Archibald posara sus labios sobre los de ella.

 “Y debo confesar que fue ...” Paty  le había dicho  a Annie aquella ocasión cuando hablaba de la primera vez que Tom la había besado.

 “¿Cómo?” - había preguntado Annie curiosamente esaa tarde.

-  “¡Placentero!”  - había dicho Paty tímidamente&nbbsp;

Y placentero era una pobre palabra para describir los sentimientos de Annie en el momento en que la boca de Archie alcanzó la suya, acariciando la tierna superficie de sus labios con un toque que era al mismo tiempo apasionado y suave. Annie no podía siquiera moverse, pero no necesitaba hacerlo ya que su voluntad estaba totalmente rendida al intercambio físico mientras el beso, su primer beso de amor, se intensificaba más y más. A pesar del entumecido estado en el cual estaba, la joven pudo percibir claramente cómo Archie ligeramente se estremecía de emoción cuando ella instintivamente le permitió explorar la humedad de su boca en un intercambio más íntimo. Sí, placentero no era suficiente, tal vez seductor o tentador podría estar más cerca y aún así, el sentimiento era  más arrollador que eso.  Annie apenas podía creer que él la estaba tocando con la pasión que ella siempre había añorado ... la misma pasión que antes Archie sólo podía sentir por otra chica que no era ella. Otra mujer ... él siempre había estado enamorado de otra mujer ... ¿Podría ser diferente ahora? Annie se preguntó y el débil vestigio de vacilación hizo que su cabeza le ganara la batalla  al corazón y su resentimiento gritase  más fuerte que su amor. Con un último reflejo de sus manos, la joven empujó al hombre violentamente liberándose de sus manos.

- ¿Cómo te has atrevido? -  gritó ella ofendida, derramando lágrimas de ira y temor. -¡Aléjate de mi. No quiero verte  nunca más! ¡Sal de mi vida! - Gritó la joven mientras cubría sus labios con una de sus  manos.temblorosas

- ¡Tu respuesta a mi beso me dijo  cosas muy  diferentes!-  respondió él perdiendo sus últimos vestigios de paciencia, demasiado excitado por las emociones contradictorias que estaba experimentando.

 - Yo pensé que eras un caballero, ¡pero veo que no lo eres! Alan nunca me habría tratado de esta manera. Ahora sé que él es mejor hombre que tú. ¡Ha sido suficiente, Archibald! ¡ Nunca jamás vuelvas a meterte en mi camino!  -  barbotó ella  irreflexivamente, sin medir cómo sus palabras rompieron el corazón de Archie en pedazos. El joven se quedó parado ahí, mirándola en silencio, luchando con toda su alma contra las lágrimas que se acumulaban en su garganta. 

- "No hay remedio entonces" -  pensó él por un segundo demasiado herido por las palabras de Annie para mantenerse suplicando. Sin embargo, una última pizca de fuerza mezclada con sus arrepentimientos por haber hecho un movimiento equivocado le permitieron intentar una vez más. 

- Annie, yo entiendo que estás muy molesta ahora y tal vez no estás diciendo lo que realmente quieres ... yo ... yo estoy realmente apenado por mi conducta ... pero te ruego que reconsideres

 -¡No tengo nada que reconsiderar! - replicó ella llorando y cubriendo su cara con sus manos. Annie habría querido sonar fuerte y decisiva pero la montaña rusa de sus emociones estaba descendiendo con  demasiada fuerza como  para simular la fachada que a ella le habría encantado mostrar, y otra vez, la indecisión en su voz, la cual decía una cosa que significaba otra, hicieron a Archie insistir. 

- Mañana en la tarde voy a ir a casa de Candy y Terri a verte. Espero que te des la oportunidad de pensar acerca de mi propuesta.

-No necesito tiempo para pensar.

-Te veré mañana de cualquier manera - dijo por último dejándola sola con su propio tumulto. 

 

 

¿Cómo fue que Annie reunió la fuerza para regresar al palco de los Grandchester y asistir a la fiesta después de la obra? Ella nunca lo sabría. Los recuerdos de esa noche siempre estarían borrosos y confusos después del momento que ella escuchó por último la voz de Archie diciendo que  la iría a ver al siguiente día. Annie ni siquiera tuvo la fuerza de decirle a Candy cuan molesta estaba con ella por haber preparado el encuentro con el millonario. Cuando la morena regresó a su cuarto en la casa de Candy después de la recepción,  solamente pudo desplomarse a la cama, llorando hasta quedarse dormida. 

Al día siguiente Annie no salió de su cuarto para desayunar con sus anfitriones y Candy tuvo que insistir con sus ruegos hasta que la joven finalmente le permitió entrar en la recámara y terminó contándole lo que había pasado la noche anterior. Candy estaba sorprendida de ver cómo su amiga aún se resistía a los gritos de su corazón, pero lo que realmente la maravilló fue la terquedad de Annie cuando Archie finalmente llegó, como lo había prometido.

 Los ruegos de la joven rubia no fueron suficientes para convencer a Annie y hacerla acceder a  ver al hombre otra vez. En vano Candy trató de razonar con ella, Annie no escuchaba. Y finalmente, enojada con la  obstinadación  de su amiga, la joven rubia la dejó sola, temiendo que su amiga de la infancia estuviese a punto de perder la oportunidad de su vida para ser feliz. 

- Lo siento tanto Archie - Candy le dijo al joven tristemente cuando regresó al estudio donde el millonario estaba esperando con el esposo de Candy.

- Entones es el fin, supongo-  dijo Archie con voz ronca - El tiempo realmente me borró de su corazón ... tal vez yo simplemente me estuve engañando a mi mismo todo este tiempo, creyendo que ella podría perdonar y olvidar ...

- Archie, yo aún pienso que ella te ama muchísimo, pero está demasiado confundida - contestó Candy  tratando desesperadamente de salvar la felicidad de sus amigos.

- No insistas Candy, sólo lastimaría más - Archie contestó tristemente.

- Pero ... - Candy iba a insistir pero una mirada discreta de los ojos de Terri fue suficiente para hacerla entender que  tenía que darse por vencida. Como hombre, Terri sabía que Archie había hecho todo lo que podía para recobrar a Annie, pero parecía que su mejor esfuerzo no había sido suficiente. Con el corazón roto y el alma desalentada, recobrar el orgullo perdido era todo lo que quedaba para Archie. 

- ¿Qué harás ahora? - preguntó el actor con tono serio. 

-¿Qué más? - Contestó Archie con un suspiro - Regresar a Chicago y seguir con mi vida. No creo tener otra opción, ¿o si?”

La joven pareja asintió en silencio a las palabras del joven millonario mientras acompañaban a su amigo a la puerta.

- Me iré mañana en la mañana. Gracias por toda su ayuda, sé que trataron todo lo que pudieron - dijo Archie besando la mano de Candy y dando a  Terri un abrazo de despedida.

- Nos habría encantado ser de más ayuda - contestó Candy visiblemente entristecida viendo que Annie estaba a punto de perder el hombre de su vida al momento que Archie subiera al carro que ya estaba esperando por él.

- ¿Me harías un último favor, Candy? - preguntó Archie con tono honesto.

- Seguro-  asintió la rubia.

-Dile a Annie que ... que nunca más la volveré a molestar y que espero que ella pueda encontrar la felicidad que necesita con Alan o con cualquier otro hombre que escoja - concluyó él antes de subir al coche.

 Cuando el automóvil empezó a alejarse, Archie vio por última vez a sus viejos amigos agitando sus manos en señal de despedida, de pie en el jardín de su casa, y una vez más el joven sintió un pinchazo de envidia. Sin embargo, esta vez el sentimiento era diferente. Archie no estaba celoso de Terri por tener a Candy, pero envidiaba su suerte por tener a la mujer que amaba a su lado, mientras la que Archie amaba, había escogido darle la espalda.

-  Será a tu manera ... Annie, harás  un par de miserables de nosotros dos, porque no creo que me recupere nunca de esta última desilusión -  se dijo el muchacho  mientras finalmente se permitía el lujo de  llorar. 

 

 

A Candy le habría gustado sacudir los hombros de Annie, golpearla en la cara y hacerla reaccionar, pero ella sabía que su amiga no respondería a semejante táctica. Así que decidió optar por la frialdad. Cuando Archie se hubo ido, la rubia regresó al cuarto de Annie y le repitió exactamente lo que el joven le acababa de decir. Antes de que Candy dejara el aposento para responder al llanto de Dylan que la llamaba de la sala, la rubia dijo con tono ligero:

- Bueno, ahora puedes estar contenta, Annie. Él dijo que no te molestaría más y realmente lo creo. Puedes regresar a Chicago y continuar con tus proyectos. Con el tiempo, él lo superará y encontrará otra chica - replicó Candy intencionalmente antes de cerrar la puerta tras de si.

 “Otra chica ...” la idea hizo eco en la mente de Annie una y otra vez y no le dio un momento de paz por el resto de la noche. La joven prácticamente cavó un agujero en el piso de madera de la recámara mientras caminaba en círculos por horas, incapaz de recobrar la calma. 

Annie no salió del cuarto para cenar esa noche y Candy no insistió, pensando que era mejor dejar a Annie ocuparse de sus demonios. 

 -"Un poco de ayuno no daña a nadie"-  pensó la rubia aún esperando que su amiga reaccionara pronto. 

Más tarde esa noche, el estómago de Annie empezó a protestar y  finalmente pensó que sería una buena idea conseguir cuando menos un vaso con agua. Así que dejó el aposento y bajó a la cocina. La muchacha estaba  aún ahí cuando escuchó el auto de Terri estacionándose, así  supo que el joven había regresado a casa después de su actuación de aquella noche. 

Al mismo tiempo Annie percibió un pequeño ruido, como el tintineo de campanas. Temerosa de que el ruido hubiese sido provocado  por una rata escondida en algún rincón de la alacena, la chica salió de la cocina y entró al comedor. Para su gran desgracia, el ruido era aún más fuerte ahí.  La joven estaba a punto de abrir la puerta que daba a la sala para huir hacia su cuarto cuando escuchó a Terri abriendo la puerta. 

- ¿Qué estás haciendo  aquí? -  preguntó el joven riendo entre dientes, pero Annie supo que él no se estaba dirigiendo a ella porque estaba cuidadosamente escondida detrás de la puerta del comedor y él no podía haberla visto.

 

 - ¡Papi! - respondió una vocecita con acento alegre viniendo de las escaleras . Annie abrió apenas la puerta y entonces pudo darse cuenta que lo que estaba haciendo el misterioso ruido había sido Dylan bajando las escaleras y arrastrando un oso de peluche, casi tan grande como el pequeño, con un par de campanas doradas atadas a su cuello.

- ¿No deberías estar durmiendo ahora, jovencito?- preguntó Terri acercándose al niño,  pretendiendo estar molesto con su hijo por estar levantado más allá de la hora que se le tenía permitido. El pequeño simplemente se veía adorable parado ahí, envuelto en un camisón de algodón con una amplia sonrisa en el rostro, sus intensos ojos azul verdoso brillando con alegría de ver a su padre y su sedoso cabello castaño en   gracioso desorden. Era obvio que Terri estaba haciendo un esfuerzo para permanecer serio. 

- Llovió papi, Baboo estaba asustado y no podía dormir - el niño dijo con un puchero refiriéndose a su oso de peluche. 

- Ya veo - comentó Terri conteniendo su risa ante la graciosa excusa  - pero ya no está lloviendo. Ven acá, te llevaré a tu cama ahora y ambos dormirán. ¿Entendido? - dijo Terri cariñosamente y Dylan inmedddiatamente respondió abriendo sus brazos para que su padre lo cargara.

-  ¡Ahí están ustedes dos!- dijo una voz femenina desde lo alto de las escaleras y Annie reconoció la voz de Candy.

-  ¡Mami, papi nos va a contar un cuento! - dijo Dylan emocionado mientras Terri le daba el oso a la joven.

- ¡Hey tú, mentiroso! - protestó Terri mirando a su hijo - Yo nunca dije que te contaría un cuento. 

- ¡Papi! - fue la respuesta suplicante de Dylan y eso fue suficiente para que su padre consintiera.

- Esta bien, pero después te dormirás, ¿lo prometes? - preguntó Terri y Dylan contestó con un mudo asentimiento.

 Candy sonrió gustosa   mientras el joven se acercaba a ella, besándola en los labios y sosteniendo a Dylan con un brazo al tiempo que rodeaba los hombros de la joven con el otro. El niño estaba ya acostumbrado a ver las abiertas muestras de afecto de sus padres y aunque no era capaz  entender muchas cosas, podía percibir el amor entre ellos y eso, de alguna manera, lo hacía feliz. 

La pareja desapareció de la vista de Annie y repentinamente la joven se sintió aún más deprimida. Las palabras de Candy se mantenían rondando su cabeza: “Annie, estar casada con un hombre del cual una está tan profundamente enamorada, como yo lo estoy de Terri, y ser correspondida, es tal vez la más abrumadora y deliciosa experiencia que una mujer puede tener ... pero, una ve más, todo lo que puedo decir no significa nada, hasta que lo hayas experimentado, y sólo entonces” 

Las lágrimas de Annie regresaron a sus ojos y  simplemente no pudo dejar de derramarlas por el resto de la noche.

 

 

A  la mañana siguiente, antes de que los sirvientes llegaran, Candy se levantó muy temprano, sientiéndose algo incómoda porque el bebé dentro de ella estaba intranquilo. Después de todo, estaba llegando al séptimo mes de embarazo y las cosas se estaban volviendo más difíciles para ella. La joven rubia tomó un baño, se vistió y respirando profundamente abrió las ventanas para dejar que la brisa de aquella mañana estival entrara a la habitación. La lluvia había dejado una sensación fresca en el ambiente que la animaba a comenzar con sus deberes más temprano de lo acostumbrado. 

Silencionsamente dejó la alcoba para no interrumpir el sueño de su esposo, quien normalmente se quedaba en cama hasta tarde debido su trabajo nocturno. La joven entró al cuarto de Dylan y una vez que se hubo asegurado de que el niño aún estaba en la tierra de lus sueños, aferrado a su enorme oso de peluche, bajó a la cocina donde descubrió a Annie llorando inconsolablemente.

- ¡Santo cielo! - exclamó la rubia mientras corría a abraazar a su amiga, - ¡Querida, querida Annie!

-¡Candy! ¡ ¿Qué he hecho? ! - dijo finalmente Annie entre sollozos.

- Algo no muy sensato, Annie - admitió Candy con el tono más dulce que tenía, pero con la suficiente firmeza como para hacer entender a su amiga que  había cometido un error. - Sin embargo, no es algo que no podamos resolver - añadió Candy buscando el rostro de Annie.

- Creo que lo arruiné todo ayer. Él jamás me perdonará la humillación que le hice pasar y ahora que él se ha ido ... simplemente no puedo dejar de pensar en cuanto lo amo - aceptó Annie llena de arrepentimiento.

- Me alegra que al fin  lo reconozcas.  Eso es un gran avance. ¿Qué fue lo que te hizo entenderlo? ¡Por un momento pensé que nunca abrirías los ojos para ver la realidad! - comentó la rubia  mientras le daba a Annie un pañuelo que guardaba en un bolsillo de su vestido. 

- ¡Fue ... fuiste tú ... y tu familia! - murmuró Annie mirando a los ojos verdes de Candy que la veía sin comprender lo que quería decir su amiga. - Anoche ... vi a Terri llevando a Dylan en sus brazos y los tres ... tan unidos,  a gusto  ...  felices ... y repentinamente  entendí que nunca tendría esa clase de felicidad con ningún hombre ... a menos que la tuviera con Archie ... pero ahora es demasiado tarde! El rogó por mi perdón , se tragó todo su orgullo y yo solamente lo rechacé cruelmente! 

 - ¡No, no y no! - Candy respondió con una firme resoluciión en sus ojos. - ¡Esta historia no terminará de esta forma, no si puedo hacer algo al respecto! ¡Vamos Annie, lávate la cara, vístete y prepárate a recobrar a tu hombre!  - ordenó la rubia.

- ¿Qué quieres decir?-  preguntó Annie confundida.

- Quiero decir que vamos a ir a la estación del tren antes de que Archie se vaya. Ahora vístete mientras llamo a la nana de Dylan. En cuanto llegue, te llevaré a la estación. 

- Pero Candy ...  - protestó Annie  débilmente, pero lla determinación en los ojos de Candy era tan clara que la joven morena no se atrevió a contradecir a su amiga y obedeció en silencio. 

Treinta minutos después las dos mujeres estaban prácticamente volando en el auto de Candy, quien  olvidándose de sus maneras al manejar corría  a través de las calles de Manhattan mientras de vez en cuando le echaba un vistado a su reloj con claro nerviosismo.

-  ¡Podrías ir más despacio, por amor de Dios, Candy! - rogó Annie con la cara pálida y las manos pegadas al asiento. - ¡Ese fue  un alto que te acabas de pasar!

- ¡Vamos Annie, esta es una emergencia!  - Contestó Candy con frescura mientras ddaba vuelta en una esquina con un rápido giro de su muñeca, - si dejas que Archie haga ese largo viaje a Chicago, entonces tendrá tiempo de pensar y estará aún más resentido y endurecido. Tienes que hablar con él ahora, cuando áun esta vulnerable. ¡Créeme! ¡Sé lo que estoy haciendo! Los hombres son una raza orgullosa.

- ¡¡¡¡¡¡¡Candyyyyyyyyyyy!!!!!!!!!!  - Annie chillaba presa del pánico al tieeempo que su amiga seguía corriendo a través de las avenidas atestadas de transeúntes. Afortunadamente, era el día de suerte de Candy y logró llegar a la estación sin accidentes ni multas de tránsito. Más tarde, la rubia se preguntaría cómo  había manejado tan alocadamente a pesar de su embarazo, pero los resultados de sus esfuerzos la hicieron sentirse menos culpable. 

- Aún estamos a tiempo -  le dijo Candy  a Annie con una sonrisa mientras se estacionaba, - ¡Vamos animáte, chica! Él debe estar ahora esperando en el andén ¡Alcánzalo y por favor no regreses a visitarme hasta que tengas un anillo con el nombre de Archibald grabado en él! No te preocupes por tus cosas, si decides volver a Chicago con él ahora, te enviaré tu equipaje después. ¡ Ahora ve por él! - ordenó Candy guiñando con picardía.

- ¡Oh Candy! - dijo Annie aún jadeando  y con las mejillas ruborizadas por la emoción - ¡Deséame suerte!

Las dos mujeres se abrazaron brevemente y más tarde, la morena dejó el auto  desapareciendo al poco rato entre la multitud que atestaba la estación. Annie  corrió mirando por todos lados, pero desafortunadamente  no pudo ver nada más que una vasta masa de cabezas moviéndose entre los andenes. De pronto parecía que todo Manhattan había decidido viajar esa mañana. La joven preguntó a un empleado por el tren que estaba a punto de partir para Chicago y el hombre le indicó en qué andén estaba. Los pasajeros ya estaban subiendo.

 La morena, con el corazón acelerado en una loca carrera, buscó desesperadamente por el andén, revisando cada rostro  masculino con que se tropezaba, pero sin encontrar los ojos que estaba busacando.

- ¡ARCHIE! -  empezó a gritar una y otra vez, pero no obtuvo ninguna respuesta. Su corazón estaba a punto de explotar dando tumbos que aumentaban su fuerza con cada nuevo latido, amenazando con dejarla sorda. Desesperadamente,  subió en la sección de primera clase buscando en todos los vagones infructuosamente. Fue entonces cuando el tren empezó a moverse y uno de los empleados la forzó  a bajarse.

 La joven, no teniendo otra opción,  regresó renuente al andén. Con el corazón roto en pedazos diminutos , Annie tuvo que ver el tren alejarse de la estación, mientras la multitud continuaba moviéndose de arriba a abajo. La impersonal  y apurada muchedumbre no prestaba atención a aquella joven delgada que silenciosamente comenzó a llorar, sintiendo que había perdido para siempre al hombre de su vida. El sentimiento era acerbo , pungente y lastimaba como ningún otro dolor que ella hubiese sentido jamás.

- ¡Ay, Archie! - dijo ella  en voz alta, sin preocuparse por el abstaraído gentío alrededor de ella  - ¡Te amo, siempre te he amado, siempre lo haré ... y he sido la más grande tonta de esta historia por dejarte ir, cuando Dios sabe que no hay y no habrá otro hombre en mi corazón, sólo tú, sólo tú mi amado Archie.

- ¿Estas segura de eso, Annie?- preguntó una voz masculina detrás de la joven y el corazón le dió un vuelco

- ¡Archie!-  exclamó ella casi sin aliento, mientras se volteaba para ver al joven parado en la plataforma, con su equipaje en el piso junto a él y mirándola con una renovada esperanza brillando en sus ojos.

- ¡Ay, Archei, por supuesto que estoy segura de ello! -  contestó la muchacha entre lágriimas, mientras corría para abrazarlo y él la recibía tiernamente en la suave calidez de su abrazo. 

- Dime que no es un sueño que estoy teniendo, dime que durará para siempre - susurró  él en su oido con  voz temblorosa mientras agradecia a su suerte por haber llegado demasiado tarde a la estación.

- Durará mientras nuestros corazones sigan latiendo ... y quien sabe, tal vez después de entonces - respondió ella  levantado el rostro para verse  reflejada en la brillante superficie de los ojos almendrados de Archie y esta vez,  no tuvo miedo a hundirse  en sus profundidades, ni sintió pena cuando él inclinó el rostro para besarla otra vez. Desde una razonable distancia , una joven miraba a la pareja mientras ellos se besaban como si el mundo se fuera a terminar al siguiente minuto. La mujer rubia sonrió satisfecha mientras acariciaba tiernamente su abultado abdomen .

- ¡Bien, bebé, es mejor que regresemos a casa ahora. Esta vez, te prometo un viaje cómodo y seguro -  le dijo ella  a  la criatura  y con paso lento caminó hacia el punto donde había dejado su auto. 

Ese día Annie y Archie regresaron a Chicago y sin duda se hubieran casado al día siguiente si no hubiese sido por los ruegos de la madre de Annie – quien suplicó a su hija para que le diera tiempo de preparar una boda decente- y porque Candy  no estaba en condiciones de viajar tan lejos para la ceremonia. Así que la pareja tuvo que esperar tres meses, que parecieron años para ambos, hasta que la Sra. Britter tuvo todo listo como ella  siempre había soñado y Candy  había dado a luz a su segundo hijo.

 Alben, el segundo hijo de los Grandchester, era una cosita rubia que eventualmente tendría pecas en la nariz gracias al efecto de la luz solar, pero también poseía los ojos azul verdosos que eran el sello familiar de los Baker. Afortunadamente, Candy se recobró muy rápidamente y fue capaz de asistir a la boda. Despues de todo, la dama de honor no podía perderse tan importante fecha. Seis meses más tarde, el instituto Alistair Cornwell abrió sus puertas como la primera escuela para niños discapacitados  mentales en Chicago.

 

Continuará en la parte 3

NOTA IMPORTANTE:  MI MÁS GRANDE AGRADECIMIENTO A BRENDA LEE QUIEN MUY AMABLEMENTE SE OFRECIÓ A HACER LA TRADUCCIÓN DE ESTE CAPÍTULO. SIN SU AYUDA ESTA PUBLICACIÓN NO HUBIESE SIDO POSIBLE. ERES INCREÍBLE, BRENDA.

 

       Regresar a prólogo