ALFABETIZACION CIENTÍFICA: una tarea pendiente A juicio de Federico Mayor Zaragoza, Director de Unesco, “la ciencia es a la vez una cultura y una herramienta......... y, en general, allá donde la ciencia tenga déficit en la oferta, uno encontrará necesidades humanas más grandes”. A quién no le gustaría tener, de libre disposición: una fuente de energía limpia y renovable, la solución de los problemas consecuentes de la contaminación atmosféricos, la cura de su enfermedad, los pesticidas inofensivos para la salud humana. Son muchos los desafíos pendientes que la sociedad le ha impuesto a la ciencia y la tecnología, no obstante, no todos están en camino de ser resueltos a la brevedad. Hay, sin duda, mucho quehacer en materia de desarrollo científico y tecnológico que hará a la población gozar de una calidad de vida cada vez mejor. La deficitaria alfabetización científica que muestran los países en vías en desarrollo es un factor relevante para que éstas naciones no puedan progresar adecuadamente y alcanzar niveles de vida como se da en los países más industrializados. En todo caso, la transición deberá hacerse con cuidado pues la oferta de los países industrializados es con énfasis en el consumo y no necesariamente en el mejoramiento de la calidad de vida. Para pensar en solucionar problemas de índole local, regional o mundial, necesariamente debemos señalar, con mucha fuerza, que es importante el desarrollo de las capacidades de las personas para detectar, prevenir y solucionar problemas que derivan de la adaptación y posterior utilización de tecnologías modernas o de decisiones que están por sobre los componentes individuales de la sociedad. Para que los países en vías de desarrollo puedan salir adelante en su tarea, en la actualidad deben ser capaces de ser capaces de apropiarse del conocimiento y, sin caer en abusos conducentes a una exagerada competitividad, ser creativos e innovadores, tanto para la creación de nuevos conocimientos y tecnologías como para la inserción o adaptación de conocimientos, tecnologías y procesos foráneos. Gran parte de los fracasos que tiene la adaptación de tecnología, en la empresa o en la vida del consumidor común, viene de que no hay una población experimentada en los campos científicos y tecnológicos y si la hay, hay patrones culturales que actúan como impedimentos en su uso. Es una carencia en la que debemos hacernos parte, nuestra ha sido la responsabilidad de entregar a la población aquellos conocimientos, herramientas y procesos de razonamiento para una familiarización con el desarrollo y sus consecuencias inmediatas. Nuestra ha sido la tarea formal de enseñar en un ambiente que promueva la democracia y la participación social, especialmente en lo referido a la tarea de apropiación del conocimiento en el contexto que nos corresponde. "Acaban así juntándose lo peor de varios mundos: una tecnología subóptima de producción y una ingeniería doméstica dedicada a resolver los problemas intrínsecos de una escala inadecuada [...] y una división del trabajo inmadura" (Katz y Kosacoff,1988). Uno de los impedimentos que tienen los países, como los nuestros, es que no se cuenta con un número adecuado de personas capacitadas en ciencia y tecnología, especialmente en el área de las ciencias básicas. Si a ello le sumamos la escasa participación del sector privado en la tarea de investigar y crear tecnología, y si además consideramos las precarias o nulas políticas de desarrollo científico y tecnológico que tienen nuestros países, cada vez se nos hace más cuesta arriba el camino hacia el desarrollo pleno y sostenido. Incluso se nos da la situación de que al tener una cierta cantidad de personas especializadas en temas científico tecnológicos, su formación la han obtenido – en gran porcentaje – en naciones desarrolladas, donde las condiciones de estudio y de trabajo son distintas a las nuestras y esto puede: promover la instalación de procesos de producción, gestión y consumo de manera distinta a como lo requiere la población local, o también; desmotivarse al ver que los mecanismos y formas de trabajo aprendidos, no son posibles de instalarse en nuestros países. Por otro lado, y sin restarle importancia. Los planes de estudio – concebidos bajo diversas reformas, la mayoría copiada de modelos vistos en países desarrollados – no están orientados a las necesidades regionales, ni mucho menos a los requerimientos locales. Muchas veces se constata que los aprendizajes requeridos para nuestros estudiantes no se relacionan con las necesidades sociales y económicas que efectivamente tenemos. Citando nuevamente a Federico Mayor: “Se puede esperar todo de los que tienen conocimiento y habilidades; sin tales habilidades, el desarrollo no tendrá lugar”. Vaya que tiene validez lo citado anteriormente. Nosotros que ya estamos convencidos de que el conocimiento y el saber son la base del desarrollo de la sociedad, no podemos negarnos ante la necesidad que se nos pone delante: enseñar para que las futuras generaciones participen en el mejoramiento su calidad de vida. No hay duda de que los países que no tienen a su población formada adecuadamente (alfabetizada, particularmente en lo científico y tecnológico) serían los primeros en estar en desventaja frente a cualquier desafío científico. Cualquiera sea nuestra perspectiva ante los acontecimientos ocurridos en la sociedad, podemos afirmar, sin duda, que en la sociedad Occidental del Siglo XX, sus miembros, se enfrentan a difíciles decisiones en el momento de asignar recursos entre los estilos tecnológicos competentes al verificar que cada tecnología es sujeto de análisis e interpretación, ya que está diseñada por los seres humanos y que tiene una historia humana. (María Teresa Santander, 2000) Por una simple cuestión de intereses creados, los favorecidos de las ventajas comparativas que da la creación y desarrollo del conocimiento, serán las personas e instituciones más directamente ligadas al sector que los produce y, si en nuestra realidad nacional y regional no tenemos la capacidad de apropiarnos del conocimiento en el contexto en que lo necesitamos, ser creativos, ser innovadores y propiciadores del descubrimiento o la construcción del conocimiento, no veremos los frutos de manera inmediata y, cuando lleguemos a verlo, vendrá con un tinte cultural que no nos corresponde y que, tal vez, no sea adaptable a nuestras necesidades. Lo queramos o no, nuestros gobernantes y quienes ostentan el poder, buscan en la globalización una forma de inserción en la carrera del desarrollo y, si así ha de ser (aunque tengamos dudas al respecto, por la “extranjerización” de la cultura), la población que se formará por causa nuestra, deberá contar con las herramientas necesarias para que su adaptación a las nuevas necesidades no le sea una causa ajena, más bien debe ser una continuación de nuestra tarea. El Dr. Héctor Croxatto, científico chileno, ha dicho en alguna oportunidad que la peor de las dependencias es la dependencia intelectual. Nuestros países deben contar con una población capaz de producir bienes culturales que le sean propios, que sirvan de motivo para identificarse, no puede ser de que por causa de unos pocos países, ya desarrollados, y de quienes obtenemos “soluciones” a nuestros problemas, la dependencia, en este orden, se siga fortaleciendo. Así nunca llegaremos a una total independencia como nación. Nuestros empresarios, nuestros trabajadores y nuestra población deben buscar, desde su propio lugar de acción, soluciones a problemas emergentes; con esto estaremos ganando un espacio importante en el camino del desarrollo en todos los ámbitos que nos exige la sociedad. Aquí tenemos otra tarea; que producto de nuestra enseñanza, los ciudadanos alcancen altos logros en la capacidad de solución de problemas. Otro factor del que debemos preocuparnos se relaciona con el papel destructivo con que se tacha gran parte del desarrollo científico y tecnológico. El desarrollo científico y tecnológico, sin detenernos a pensar si en su origen ha sido neutro, está ahí, disponible, el problema está en el uso que se le puede dar. Es cierto que hay bombas atómicas, capaces de destruirnos como raza, pero también es cierto que las reacciones atómicas que son muy utilizadas en medicina, en agricultura, y en una serie de tareas consideradas como útiles para la sociedad. Es cierto que la manipulación genética puede llevarnos a problemas insondables que tienen que ver con la bioética, pero también es cierto que con ello se ha mejorado el tipo y la cantidad de alimentación que hoy poseemos, aunque al respecto hay detractores y persiste el problema de la distribución de ellos en forma equitativa de acuerdo a las necesidades. Nosotros queremos que la población se alfabetice científicamente, por lo tanto queremos que ella tenga más conocimiento o capacidades para participar en el debate público de la ciencia y tecnología y manejar responsablemente más y más información, pero debemos estar atentos a nuestro éxito en la materia. Apropiarnos del conocimiento nos obliga a un comportamiento moral y ético consensuado por todos. ¿Qué le diríamos a un meteorólogo que no nos informa del mal tiempo que habrá determinado día?, ¿qué le diríamos a un vendedor de plaguicidas que no nos advierta de los peligros que tienen sus productos?, ¿qué le diríamos a un médico si no nos advierte de los peligros que tiene determinado tratamiento o intervención?. En fin, no es solo tarea de los científicos el ser responsables con la información que poseen, es también responsabilidad de los ciudadanos exigir que las decisiones, que les comprometen individual y colectivamente, sean debidamente analizadas a la luz del bienestar y mejoramiento de la calidad de vida. Algunos campos de batalla importante en nuestro propósito alfabetizador está en materias tales como: la degradación del ambiente, la bioética, la relación y el confrontación entre ciencia y sociedad. Las asociaciones profesionales, como las nuestras en el sector de la educación, tienen la obligación de informar adecuadamente a sus benefactores y/o consumidores de las ventajas y desventajas que existen en el uso del conocimiento. El conocimiento es una herramienta de poder, ahora debemos hacer que ese poder se transforme en un utensilio para la prevención y solución de problemas, creación de más conocimientos, técnicas y habilidades para realizar tareas en forma más eficiente y efectiva. Las asociaciones como las nuestras deben realizar acciones tendientes a la solución de este problema pendiente o, al menos, inconcluso. Debemos ir hacia nuestros educandos con una nueva visión de mundo, más integral, más responsable, más adecuada a las necesidades que nos propone la sociedad. Una de ellas es la tarea de preparar a la población para una inserción adecuada y “amigable” a los problemas derivados del desarrollo sostenido de la ciencia y la tecnología. |