Formación del profesorado Al despertar en el próximo milenio seguramente tendremos una sensación distinta. Probablemente cambios reales no los tendremos de forma significativa. Aunque hoy, por nuestra propia naturaleza de ser, no dejamos de formarnos expectativas, tanto es así que, en más de una oportunidad, previsoramente decimos: “hay que estar preparados para la venida del próximo milenio”, pues bien, ¿qué significado tiene – en realidad – dicho comentario?: tal vez signifique que esperamos cambios, y que en ellos se nos está pidiendo nuestra participación. En materia de enseñanza científica, sin duda que estamos a la espera de cambios: esperamos que nuestra población, la de nuestro país y la de todos los países de nuestro orden, estén con una formación más de acuerdo a las necesidades tecnológicas y científicas que ya tenemos y que prometen inundarnos. Hay una enorme tarea que tenemos todos los docentes, debemos reformular nuestro propósito de enseñanza y lograr que toda la población pueda acceder a un mínimo de conocimiento básico en ciencia, y una adecuada capacitación para desenvolverse con la tecnología que el desarrollo nos provee. Hay algunos aspectos que están en nuestra permanente preocupación y que tienen que ver con lo anterior, como son los siguientes: Formación inicial del profesorado: Las casas formadoras de profesores, ¿estarán tomando en cuenta la Reforma Educacional para definir un nuevo perfil del profesor egresado?. El profesor que atiende a las nuevas generaciones de estudiantes debe, necesariamente, estar familiarizado y orientado a enseñar de acuerdo a las nuevas necesidades, no sólo porque están descritas en el marco curricular de una Reforma, sino porque es – simplemente – una obligación profesional. Más se favorecerá si el currículum y programa de estudio, para la formación de profesores, se modifica. Si no se hace, ¿puede el sistema exigir al Profesor que enseñe de acuerdo a las nuevas finalidades de la educación, si en su exigencia no considera mecanismos que también hagan cambiar el perfil del Profesor recién egresado?. Es de esperar que esta acción se considere en los propósitos del MECE Superior que empieza el próximo año. Es cierto que hay muchos docentes universitarios que están preocupados por la investigación y la actualización en materia de nuevas metodologías y concepciones curriculares, que tal vez sean más beneficiosas para los tiempos actuales. ¿Se incluyen también a los especialistas, que enseñan el conocimiento que nos da la calidad científica en nuestra formación?. Como en todas partes, también hay docentes universitarios que se ciñen al pie de la letra de una pauta o programa de estudio. A estos profesores es indispensable que los cambios se les ordenen por escrito, aquí toma más fuerza la necesidad de los cambios de objetivos y finalidades en el curriculum preparado para la formación de docentes. El nuevo profesor debe captar la esencia del cambio propuesto al sistema de educación, tanto en enseñanza básica como media. En su enseñanza deberá ser capaz de hacer que el estudiante no sólo posea información, deberá lograr que ese estudiante sea capaz de buscar por sí sólo más información cuando sea necesario y, lo más importante, deberá lograr que analice la información en función de las necesidades de desarrollo personal y social, y que luego del análisis tome las decisiones más adecuadas. Y todo esto en un marco valórico básico, en donde el respeto por la vida propia y el de los semejantes no quede en letra muerta. No se trata de que el nuevo profesor sea sólo un experto en metodología y didáctica para obtener resultados útiles a los propósitos educacionales, también deberá procurar ser un muy buen especialista preocupado de saber más de su profesión y, particularmente, de su especialidad. Deberá egresar dotado de esa cualidad que todos los congregados aquí ya la tienen, deberán buscar toda alternativa de crecimiento. Aunque en esto también tienen la palabra los sostenedores educacionales. Formación permanente: Parece que la Reforma sirve como excusa para dictar pautas de ciertas obligaciones que tenemos los docentes, pero no es así, la obligación que tenemos por una formación permanente en materias propias de nuestra labor, es una obligación profesional. A educar nos dedicamos y desde el momento que lo aceptamos no podemos excusarnos y dejar que el conocimiento se desarrolle, las generaciones estudiantiles pasen, y sigamos enseñando “materias” que, en algunos casos, ya están anquilosadas por el paso del tiempo y también por el nuevo saber. Por un lado está, entonces, nuestra responsabilidad de asumir el desafío de estar continuamente perfeccionándonos y actualizándonos y por otro lado está la oportunidad de hacerlo. En la primera parte se puede recurrir a métodos autodidactos, hay nuevos textos y muchas revistas, con nuevos conocimientos o con los mismos, pero enfocados desde una perspectiva más actual. También está la tecnología de las comunicaciones que día a día se abre paso en nuestros hogares. Estas dos maneras de autoperfeccionarse, si bien no contribuyen a una recompensa económica, son indispensables para mantenernos responsables con nuestros educandos. Por la segunda parte hay dos aspectos a considerar: quien ofrece la oportunidad de perfeccionamiento y quien debe exigirnos el perfeccionamiento. Los que nos ofrecen: normalmente son las universidades pero también hay otros actores, prueba de ello es esta misma actividad, a cargo de una Asociación de profesores de ciencias. Es razonable esperar que en estas acciones, la universidad principalmente, se tomen medidas tales como ofrecer alternativas que realmente signifiquen un crecimiento profesional para los actores del proceso de enseñanza, y no que sean para llenar el curriculum de académicos que quieren conservar su puesto o conseguir un ascenso por ello. La universidad debería, con la autonomía que posee, tomar iniciativas que sean consistentes con las necesidades. En este último tiempo hemos visto cómo el Ministerio de Educación, a través del perfeccionamiento, ha orientado el tipo y forma necesario. No debe bastar que se produzca ese tipo de interacción, la universidad debe estar vigilante de lo que sucede en materia de necesidades educacionales, hacerlas suyas y ponerlas a disposición de quienes enseñamos. Los que nos exigen: me refiero, principalmente, a los sostenedores educacionales. Ellos deberían exigirnos el estar al día en el conocimiento de nuestra especialidad y en metodologías, deberían exigirnos adecuar métodos y técnicas de acuerdo a las necesidades de la población estudiantil que atendemos. Y quienes ya nos lo exigen, deberían respondernos con la posibilidad de mejorar nuestra calidad de vida, tanto en el reconocimiento laboral como el pecuniario. No puede ser que aún existen establecimientos educacionales, especialmente los particulares, que no ofrezcan ningún reconocimiento por el perfeccionamiento de sus docentes. Hago un fuerte llamado para que empiecen a hacerlo. Esta es una de las tantas materias pendientes de la Reforma Educacional, la creación de incentivos que promuevan el crecimiento profesional. Y, todavía hay más: cuando se trata de perfeccionamiento, el sostenedor está convencido de que sólo se da al término del año escolar o durante él, pero en días sábados. En muchos casos, la mayoría, no consideran que durante el año, en días laborales, hay múltiples ocasiones; se dan en forma de seminarios, conferencias, simposios o congresos como este. Para estas ocasiones debería existir la facilidad necesaria que nos permita, al menos una o dos veces al año, ausentarnos de nuestras labores e ir en busca de nuestro crecimiento profesional que beneficiará, directamente, a la fuente de ingresos de ellos mismos. Creo que la mayoría de los que estamos acá, en este aspecto, podemos sentirnos agradecidos. En el presente congreso esperamos encontrar contribuciones que nos acerquen más al engrandecimiento de nuestra calidad profesional, parte de ello lo veremos a través de trabajos de investigación que alumnos de diversos establecimientos han traído para que sean vistos. ¡Qué digna tarea están desarrollando estos jóvenes!, que ocupando tiempo libre son capaces de contribuir con el desarrollo que necesitamos. Este año, más que ningún otro, en nuestro país se ha demostrado que el trabajo científico escolar también puede ganar medallas de oro a nivel mundial. Ojalá que en las comunidades educacionales el quehacer científico, de profesores y estudiantes, obtenga el reconocimiento que merece y que a futuro ocupe el sitial que otras actividades están ocupando hoy. Al inaugurar este V Congreso Nacional de Profesores de Ciencias y la IV Muestra Nacional de Trabajos Científicos Estudiantiles saludo gratamente a los profesores y estudiantes que han venido de lugares tan distantes en nuestro territorio y a los profesores de otras latitudes que hacen de este congreso el primer congreso internacional que realizamos. Particularmente saludo a los presidentes de asociaciones de profesores de ciencias de Argentina y Uruguay, que en forma conjunta con nuestra asociación, el próximo viernes seremos los pioneros de una Red internacional de Asociaciones de Profesores de Ciencias. A través de esta Red esperamos cristalizar esfuerzos multinacionales para hacer crecer nuestra región, reconociendo que nuestra labor, la enseñanza, es la mejor herramienta para enfrentar con éxito los desafíos de la modernidad. |