UN POCO DE NUESTRA HISTORIA
Los agustinos recoletos somos hijos de la restauración
católica de la segunda mitad del siglo XVI.
Nacimos en diciembre de 1588, en el seno de la provincia agustiniana de
Castilla, con ánimo de instaurar un sistema de vida más austero y perfecto. La
Forma de vivir, redactada por Fray
Luis de León, fue aprobada por el definitorio provincial en septiembre de I589
y, ocho años más tarde, obtuvo la confirmación pontificia. Sus catorce
capítulos traducen y concretan el deseo de mayor perfección en una
intensificación de la vida contemplativa y comunitaria y en una acentuación de
los rasgos ascéticos de la vida religiosa. Comenzaron a practicarse en el
convento de Talavera en octubre de 1589.
En 1602 la santa
sede desligó los cinco conventos reformados de la obediencia del provincial
agustino de Castilla y erigió con ellos la «Provincia de san Agustín de frailes
recoletos descalzos de España». La provincia continuaba dependiendo del prior
general de la orden, a cuya autoridad, sin embargo, se señalaban límites
precisos. En adelante, no podría modificar sus estatutos ni visitar sus
conventos sin la compañía de dos frailes reformados.
Tres años más
tarde, en 1605, el segundo capítulo provincial abrió a la reforma el horizonte
misional. Esta determinación perfeccionó nuestro carisma, acomodándolo más al
modelo agustiniano. Al igual que san Agustín había rechazado la tentación de
huir al desierto, la Recolección rechazó la de recluirse en el convento, asoció
al «ocio santo» el «negocio justo» y acudió en ayuda de la madre Iglesia que
solicitaba su concurso para alumbrar nuevos hijos para Dios.
En 1621 la santa
sede elevó la provincia al rango de congregación religiosa, encomendando su gobierno
a un vicario general elegido por sus miembros. El prior general de la orden de
agustinos conservaba intacta la jurisdicción, pero la presencia de una
autoridad supraprovincial dentro del cuerpo de la reforma contribuyó a afirmar
su propia identidad y a desvincularla de la orden. En el mismo año se celebró
el primer capítulo general, y en él se dividió la congregación en cuatro
provincias. Tres tenían todos sus conventos en España; la cuarta, en Filipinas.
otros hitos
importantes en este proceso de búsqueda y afirmación de la propia individualidad
son la publicación de las primeras Constituciones propias (1631 y 1637), del
ceremonial (1639-1640), libro muy importante en una comunidad de tendencia
contemplativa, y de la historia general de la congregación (1664).
A principios del
siglo XVII, y a imitación de la Recolección castellana, surgió otro movimiento
reformístico entre los agustinos colombianos. En 1604, el definitorio de la
provincia de nuestra Señora de Gracia asignó a sus promotores el convento de El
Desierto de la Candelaria y les dio unas normas de vida substancialmente
idénticas a las de Fray Luis de León. En 1616, los recoletos colombianos, que
ya contaban con los conventos de Panamá y Cartagena, adoptaron la Forma de vivir de la Recolección
española, en 1629 se incorporaron a ella[1] y en 1666 pasaron a formar la quinta provincia de la
congregación.
En el siglo XIX la congregación experimenta un
cambio profundo. Las desamortizaciones de España (1835‑1837) y Colombia
(1861) la despojaron de sus conventos, impidieron la vida común y la transformaron
en una comunidad apostólica y misionera. Durante más de un siglo las misiones y
el apostolado ministerial han sido las ocupaciones casi exclusivas de sus
miembros.
A principios del siglo actual la comunidad consiguió su plena
autonomía jurídica. Por rescripto del 18 de julio de 1911, la congregación de
religiosos sancionó su total independencia del prior general de los agustinos.
Un año más tarde, el día 16 de septiembre de 1912, san Pío X la inscribía en
el catálogo de las órdenes religiosas, concediendo a su superior el título y
las facultades de prior general.