Primera Parte

TEMAS DE FORMACIÓN HUMANA

 

 

1

NOS REUNIMOS Y NOS PRESENTAMOS

 

Objetivos

--Que los jóvenes sean conscientes de que para que haya un verdadero grupo es necesario que sus miembros se conozcan.

--Que los jóvenes se reúnan y se presenten, para que empiecen a conocerse, comenzando por saber cosas elementales de sus compañeros.

Miramos nuestra realidad

Muchas veces formamos parte de un grupo de jóvenes, pero al cabo de un tiempo nos damos cuenta de que casi no nos conocemos. En algunos casos ni siquiera sabemos el nombre de los compañeros y compañeras con los que habitualmente nos reunimos. En este primer tema de formación humana vamos a tratar sobre la necesidad de que nos conozcamos para poder formar un verdadero grupo. Pero no nos podemos conocer si ni siquiera nos presentamos. Como primer paso vamos a ver más en detalle cuál es la realidad de nuestros grupos, qué es lo que pasa en nuestras comunidades cuando empezamos a reunirnos como grupo de jóvenes. Leemos el siguiente hecho de vida y dialogamos en grupo sobre las preguntas que se plantean.

 

Hecho de vida

Julian y Miriam se mudaron al paraje de Pak’ak’b’e. Sólo llevaban una semana cuando los jóvenes del oratorio les invitaron para que participaran en las actividades juveniles que ellos realizaban. Julian y Miriam aceptaron la invitación y comenzaron a asistir a la formación del primer nivel, a los encuentros juveniles en otras comunidades, a las oraciones juveniles, a paseos, días de campo, noches culturales y festivales, etc. Además Julian se apuntó en el equipo de futbol de la Pastoral Juvenil de Pak’ak’b’e que participó en el torneo intercomunitario de futbol organizado por el Equipo de Pastoral Juvenil.

Pasaron los meses, y los coordinadores del Equipo de Pastoral Juvenil de Pak’ak’b’e pidieron a Miriam que colaborara con ellos como presentadora en el festival de teatro que se celebraría el mes de mayo. Aunque no se sentía preparada, Miriam se animó y aceptó. Su participación fue un éxito, todos quedaron contentos.

Al final del festival, varios jóvenes levantaron la mano y preguntaron: Disculpe, queremos saber quién es usted. ¿Cuál es su nombre y de que comunidad viene? Miriam, sorprendida, les contestó: ¡¡De verdad que no me conocen!! ¿Ni siquiera saben mi nombre? Ellos contestaron: Sí la hemos visto por aquí muchas veces, pero no sabemos su nombre ni nada. Entonces Miriam les dijo: Mi nombre es Miriam Ixcamparij, y llevo ya seis meses participando en la pastoral juvenil de esta comunidad, y estamos juntos en la formación de primer nivel.

Entonces uno de los jóvenes que preguntó dijo: Es verdad, estamos juntos en el primer nivel de formación y siempre nos vemos, pero cuando empezaste a participar no te presentaste y no hemos platicado ni nada, por eso es como si no te conociéramos.

 

Ahora dialogamos sobre las siguientes preguntas:

1.¿Realmente suceden cosas como las que cuenta el hecho de vida?

2.¿En nuestros grupos, nos conocemos todos o pasamos como extraños?

3.¿Qué cosas impiden que los jóvenes en los grupos se conozcan?

4.¿Es importante en un grupo que los miembros se conozcan? ¿Por qué?

Ponemos en común las respuestas.

Iluminamos nuestra realidad

Mirando nuestra realidad nos damos cuenta de que muchas veces en nuestros grupos somos unos extraños los unos para los otros. A veces ni siquiera el nombre del compañero sabemos, mucho menos dónde vive, qué hace, cuáles son sus intereses, aspiraciones e ilusiones de cara al futuro. No nos conocemos. Y si no nos conocemos, ¿cómo nos vamos a querer como amigos y hermanos que somos?

Un grupo no es la suma de individuos sin nada que les una. No es como cuando contamos los elotes que llevamos en una canasta y luego decimos “tenemos un total de veinticinco elotes”. Las personas no somos elotes. Un grupo es un conjunto de personas unidas por el afecto, la comprensión mutua, la aceptación y el respeto, que tienen intereses comunes y trabajan de manera conjunta para alcanzar unos objetivos que todos comparten.

En el grupo es necesario que nos conozcamos

Por eso es fundamental que desde el principio en el grupo se establezcan unos lazos de confianza y amistad sincera que favorezcan la unidad del grupo y el apoyo entre sus miembros. Pero para establecer esos lazos de amistad es necesario que los miembros del grupo se conozcan. No se puede estar unido a alguien que no se conoce, mucho menos llegar a quererlo.

Es una verdad que cada persona es un mundo, cada persona es una caja de sorpresas. Cada uno tiene su carácter, su manera de pensar, sus sentimientos, su manera de comportarse, sus intereses, sus deseos y proyectos para el futuro. Es una aventura apasionante el conocer a una persona, que siempre es un misterio porque nunca llegamos a conocerla del todo. Pero poco a poco, conforme vamos caminando en nuestra vida de grupo nos vamos conociendo cada vez un poquito más, y en esa misma medida en que nos vamos conociendo nos vamos apreciando, comprendiendo, respetando y ayudando.

Por eso en este tema se trata de que descubramos la importancia del conocimiento entre los miembros de un grupo como condición para que pueda funcionar de verdad. Antes de hacer cualquier planificación o programación la primera tarea de un grupo tiene que ser poner las bases, los pilares del grupo; y esa base son los lazos de verdadera fraternidad entre sus miembros. Pero una vez que seamos conscientes de la necesidad del conocimiento mutuo en un grupo, no nos podemos quedar ahí, sino que tenemos que empezar a poner los medios adecuados para que ese conocimiento se dé realmente. No se trata sólo de saber las cosas sino de ponerlas en práctica.

Para poner en práctica

Vamos a realizar un ejercicio de conocimiento para empezar a poner en práctica lo que hemos descubierto como necesario para que un grupo de verdad funcione. Para conocernos tenemos que comenzar por lo elemental, que es presentarnos y saber al menos el nombre, de dónde somos y qué hacemos. Es sólo un ejercicio, y no pensemos que ya con eso es suficiente para decir que nos conocemos. Es un primer paso que tiene que ser seguido por otros muchos pasos más.

Nos juntamos en parejas y dialogamos sobre las siguientes preguntas:

--¿Nombre completo?

--¿De dónde es?

--¿Cuántos hermanos y hermanas tiene, y qué lugar ocupa entre ellos?

--¿A qué se dedica: si estudia, trabaja, o no hace nada?

Luego cada uno tiene que presentar a su pareja delante de todos, conforme a los datos de las preguntas. La presentación se hará de la siguiente manera: cada uno se presentará con los datos que corresponden a su pareja, como si uno fuera la persona a quien está presentando.

Una vez que se han hecho las presentaciones tenemos que reflexionar sobre la experiencia que hemos tenido al realizarlo. Por eso dialogamos sobre lo que nos ha parecido el ejercicio, qué cosas hemos aprendido, qué cosas hemos conocido de los demás, qué hemos sentido mientras platicábamos, qué dificultades hemos encontrado, etc. Se trata de que caigamos en la cuenta que el presentarnos y dialogar con los demás, sobre todo cuando son personas que no conocemos, aunque sea de cosas elementales y no muy profundas, tiene sus dificultades: el miedo, la vergüenza, la timidez...

Una vez que vamos rompiendo esas barreras, nos sentimos mejor con nosotros mismos y con los demás, a quienes empezamos a sentir más cercanos y no ya como extraños, en quienes empezamos a confiar y a querer. No olvidemos que este ejercicio es un primer paso, que debemos poner en práctica siempre que nos empezamos a relacionar con personas “desconocidas”, y que tenemos que seguir profundizando hasta llegar a un verdadero conocimiento interpersonal.