4
EL JOVEN
Y SU VIDA EN
LOS GRUPOS
Objetivos
--Que los jóvenes tengan claro lo que esperan de su grupo.
--Que sean conscientes de lo que el grupo realmente puede ofrecerles.
--Que estén dispuestos a dar al grupo lo que él espera de ellos.
Miramos
nuestra realidad
Muchos jóvenes participan en un grupo sin plantearse el por qué. No saben lo que buscan en el grupo, o a veces buscan lo que el grupo no les puede dar. Otras veces quieren que el grupo les dé mientras ellos no aportan nada al grupo. En este tema vamos a hablar de estas experiencias de vida que los jóvenes tienen en los grupos.
Como primer paso vamos a mirar nuestra realidad para ver cuál es la experiencia que los jóvenes habitualmente viven en los grupos en relación a esto que comentamos. Para mirar nuestra realidad nos vamos a ayudar del siguiente hecho de vida. Lo leemos y en grupo dialogamos y respondemos las preguntas que se plantean. Luego ponemos en común las respuestas para tener una visión global de la realidad de los jóvenes en los grupos.
Hecho de vida
En la comunidad de K’aslikomon se organizó la pastoral juvenil. Doce jóvenes integraron el equipo y empezaron por visitar a todos los jóvenes de la comunidad para que participaran en las actividades juveniles: formación, encuentros, oraciones, actividades culturales, deportivas, visitas a los jóvenes alejados, campaña de recoger alimentos para las familias más necesitadas de la comunidad, etc.
Al principio la participación fue muy baja, pero poco apoco, con la perseverancia del equipo, fue aumentando. A las formaciones en el oratorio llegaban sesenta jóvenes. A las celebraciones juveniles unos ochenta, a los encuentros juveniles ciento veinte, Estaban muy animados. Sin embargo Irene, que era la coordinadora, no estaba muy conforme con la actitud de muchos jóvenes, que siempre participaban en los encuentros y en los eventos deportivos, pero casi no participaban en la formación ni en otras actividades de compromiso social.
Para ver lo que pasaba el equipo organizó una encuesta entre los jóvenes que participaban. Las preguntas eran: ¿Por qué participaban en el grupo? ¿Qué cosas aportaban al grupo para que sea un verdadero grupo? La sorpresa de Irene y los del equipo fue que la mayoría de los jóvenes estaban en el grupo juvenil de esa comunidad porque no tenían otra cosa que hacer y buscaban en el grupo una distracción, o porque las actividades eran alegres y se divertían, y algunos muchachos porque había muchachas guapas, etc. Pero pocos iban al grupo porque de verdad querían compartir como jóvenes sus experiencias para crecer en su fe y en su compromiso.
Después de esto el equipo fue dejando claro qué es lo que los jóvenes tenían que buscar en el grupo, que en el grupo no se tenía que buscar simplemente diversión o entretenimiento, que el grupo de jóvenes es algo más que eso. Desde entonces el número de jóvenes se fue reduciendo, pero los que se quedaron si sabían lo que querían del grupo y lo que el grupo les podía dar, y también estaban comprometidos a dar todo lo que estaba a su alcance para que el grupo de verdad funcionara.
Dialogamos sobre las siguientes preguntas:
1.¿De verdad pasa lo que cuenta el hecho de vida? Comentar algunos casos.
2.¿Qué buscan los jóvenes al participar en los grupos? ¿Y nosotros?
3.¿Qué aportan los jóvenes al grupo en que participan? ¿Y nosotros?
4.¿Qué es lo que debemos buscar en un grupo? ¿Y qué debemos dar?
Ahora ponemos en común las respuestas.
Iluminamos
nuestra realidad
Mirando a nuestra realidad nos damos cuenta que al participar en un grupo, los jóvenes tienen diferentes intereses, no todos van por los mismos motivos. Como se dice en el hecho de vida, algunos jóvenes se integran en un grupo porque no tienen otra cosa que hacer, sólo para pasar el tiempo. Otros sólo buscan la diversión de las actividades que se realizan, o van al grupo porque hay alguien que les atrae, o porque algún amigo o amiga les ha invitado, o porque sus papás participan en el oratorio y se sienten obligados a integrarse en el grupo de jóvenes.
Estas y otras razones son las que mueven a muchos jóvenes a participar en un grupo. Pero también tenemos que reconocer que hay otros jóvenes que deciden integrarse a un grupo porque de verdad quieren vivir su fe como jóvenes y con otros jóvenes, y juntos crecer como personas y como cristianos compartiendo sus experiencias. Estos jóvenes no buscan la diversión ni pasar el tiempo, ni se integran al grupo por el compromiso de que como sus papás participan en algún grupo o ministerio, ellos se sienten obligados a participar, sino que quieren madurar como jóvenes cristianos, ser de verdad evangelizados para también evangelizar a los demás jóvenes, y encuentran en el grupo el mejor ambiente para lograr esta madurez y compromiso evangelizador.
¿Qué ofrece el
grupo al joven?
Cuando un joven se integra a un grupo, tiene que tener claro lo que busca en el grupo, lo que espera de él. No puede estar tiempo y tiempo en un grupo sin ni siquiera preguntarse lo que busca, el porqué está ahí. Si al integrarse en el grupo el joven no tiene claro los motivos por los que participa, poco a poco tiene que ir aclarando esos motivos.
Pero además de saber lo que se busca en el grupo, también es muy importante que descubra lo que de verdad el grupo le puede ofrecer, para que el joven no se engañe esperando algo que el grupo no le puede dar. Vamos a ver algunas de las cosas más importantes que un grupo puede ofrecer al joven.
Ayuda para madurar la identidad personal
En un grupo se satisfacen las necesidades básicas de la persona. En un verdadero grupo se encuentra afecto, reconocimiento de la persona, seguridad, apoyo, solidaridad. En el grupo el joven se siente persona, porque es conocido, respetado, aceptado y valorado como es, es tomado en cuenta, se siente querido. En el grupo el joven se siente alguien. Puede afirmar su personalidad y ser reconocido como una persona con una personalidad propia.
Ayuda para madurar la identidad social
En el grupo el joven sale de sí mismo y aprende a relacionarse con los demás. En el grupo se propicia un clima que favorece el diálogo y la comunicación entre iguales. De esta manera el joven se siente bien en medio de otros jóvenes que tienen los mismos valores, similares problemas, ilusiones, proyectos, hablan el mismo lenguaje. Podemos decir que el grupo es una escuela de convivencia, donde se aprende a convivir con los demás, aceptándolos, respetándolos y llegando a quererlos como verdaderos amigos y hermanos en la fe.
Ayuda para madurar en la fe
En el grupo se ayuda a vivir y madurar en la fe. Se favorece el encuentro con Cristo, para conocerlo mejor, amarlo y así poder entregarse a seguirle fielmente, colaborando con él en la misión de seguir construyendo su Reino de amor, de justicia y verdadera paz. También en el grupo se encuentra el espacio apropiado para la oración en común, elemento fundamental de la vida de fe. En el grupo también se favorece el vivir una experiencia de comunidad de fe, de Iglesia, que es una dimensión fundamental de nuestra fe que, aunque es una respuesta personal a Dios, se ha de vivir en comunidad, en Iglesia. En el se vive la verdadera fraternidad cristiana y se fomenta la participación consciente y fructuosa en la celebración de los sacramentos.
¿Qué ofrece el
joven al grupo?
No vamos aquí a poner una lista de las cosas que el joven tendría que dar al grupo para contribuir a que el grupo tenga vida. Lo único que pretendemos es que el joven sea consciente de que el grupo depende de ellos. Un grupo no existe sin los jóvenes que lo integran. Por eso cada joven es responsable del funcionamiento de su grupo. Si cada uno no aporta lo que le toca aportar para que el grupo tenga vida, nadie más lo va a hacer. Queremos sugerir al joven que se pregunte qué está dando de sí mismo al grupo: ¿comprensión?, ¿solidaridad?, ¿amistad?, ¿responsabilidad?
Para poner en
práctica
Realizamos el siguiente ejercicio: Cada uno dibuja en una hoja su mano
izquierda y en otra su mano derecha; escribe en el interior de la izquierda qué espera del grupo, y en el interior
de la derecha qué va a dar al grupo.
Luego se forman grupos y se comenta lo hecho por cada persona. En cada grupo
también se dibujan dos manos, escribiendo en el interior de la izquierda lo que
ellos esperan del grupo, y en el interior de la derecha lo que están dispuestos
a dar. Cada grupo pone en común lo realizado, y van colocando las manos de tal
modo que se formen dos círculos, uno con las manos izquierdas y otro con las
derechas.