7
¿QUIÉN SOY YO?
Objetivos
--Que los jóvenes sean conscientes que los integrantes de los grupos son personas y no meros elementos.
--Que en los jóvenes se despierte el interés por la persona, por llegar a saber quiénes somos, quién es él.
Miramos nuestra realidad
En los temas anteriores hemos hablado del grupo y de cómo ir construyendo un verdadero grupo cristiano. Pero no podemos olvidar que un grupo está integrado por personas individuales, cada una con su forma de ser, su forma de pensar, de sentir y de actuar. Por eso, tenemos que empezar a preguntarnos ¿quiénes somos?, ¿quién soy yo?, ¿quién es el otro con quien comparto en el grupo?
A estas preguntas iremos respondiendo poco a poco. En este tema comenzamos a plantearnos las cosas con seriedad, a despertar el interés por descubrir quiénes somos cada uno; en los siguientes temas seguiremos profundizando para llegar a responder. Para entrar en este tema comenzamos mirando nuestra realidad, para ver si a los jóvenes realmente les interesa saber quiénes son, si alguna vez se lo plantean con seriedad. Leemos el siguiente hecho de vida, dialogamos sobre las preguntas que se plantean y luego ponemos en común las respuestas.
Hecho de vida
Velkis era una joven muy activa entre los jóvenes de su comunidad. Era miembro del Equipo de Pastoral juvenil de su comunidad, de la comisión de participación. Era muy emprendedora y creativa, siempre proponía actividades para animar a los jóvenes y motivarles a la participación y al compromiso. Además estudiaba en segundo básico por las noches y trabaja por las mañanas haciendo blusas, camisas y pantalones. Sus compañeros de la pastoral juvenil reconocían que era una persona muy valiosa, pero lo único es que era muy enojada, casi siempre tenía mal carácter y cuando discutían algún tema en el que no estaban de acuerdo, ella no lo hacía de buen modo, sino que a veces ofendía a los demás. Además le gustaba presumir y sentirse mejor que los demás. Casi no platicaba de sus cosas con amigas, y en su casa maltrataba a sus hermanitos más pequeños. Lo más triste es que Velkis actuaba como si no pasara nada, como si no se diera cuenta de lo que hacía.
Un día Edilberto, otro de los integrantes del Equipo de Pastoral Juvenil de su comunidad, se animó a platicar con ella para decirle lo que él pensaba sobre su manera de comportarse. Con sinceridad Edilberto le dijo que a él no le gustaba su forma de comportarse con los demás. Que ella era de mal carácter y que se creía mejor que los demás. Y le preguntó: ¿Por qué eres así, Velkis? No ves que vas a echas a perder todas las cosas positivas que tienes. Los demás no te van a querer y se van a alejar de ti por tu forma de ser y así no serás feliz. Velkis se sorprendió de lo que le decía Edilberto, porque nunca se había puesto a pensar en su forma de ser. No se daba cuenta de sus comportamientos porque nunca se había preguntado cómo era su carácter, cómo pensaban los demás sobre su manera de ser, ni por qué hacía las cosas que hacía. Se fue muy triste a su casa, pero empezó a reflexionar sobre su vida, sobre su forma de ser y por qué era de esa manera. Entonces se empezó a dar cuenta de que ella no se conocía a ella misma, no sabía cuáles eran sus principales defectos ni cuales eran sus principales valores positivos, ni tampoco sabía por qué hacía las cosas ni qué quería hacer de su vida, no sabía qué proyecto tenía para su vida en el futuro.
Dialogamos en grupo sobre las siguientes preguntas:
1.¿De verdad a muchos jóvenes les pasa como a Velkis? ¿Por qué?
2.Y a nosotros, ¿nos pasa igual? ¿Nos conocemos a nosotros mismos?
3.¿Nos hemos preguntado quiénes somos, cómo somos y por qué somos así?
4.¿Por qué es importante que nos conozcamos a nosotros mismos?
Ponemos en común las respuestas.
Iluminamos nuestra realidad
Mirando a nuestra realidad nos damos cuenta de que muchos jóvenes no se conocen a ellos mismos, no saben cómo son ni por qué son de esa manera. No se conocen porque nunca se han preocupado por conocerse, nunca se han preguntado con seriedad ¿quién soy yo?, ni mucho menos se han preocupado por responderse esa pregunta dándose cuenta poco a poco quiénes son. Y a muchos de nosotros nos pasa lo mismo, nunca nos hemos preguntado quiénes somos y por eso ahora no nos conocemos bien a nosotros mismos.
Necesitamos conocernos para construir un grupo
Es posible que no nos hayamos preguntado quiénes somos ni nos hayamos preocupado por conocernos a nosotros mismos porque no nos damos cuenta de lo importante que es el conocernos. Si queremos construir un motor que sirva tenemos que conocer bien las piezas que componen el motor y cómo funciona cada una, para que las podamos juntar bien y todas juntas, cada una cumpliendo su función, hagan funcionar bien el motor. Lo mismo si queremos construir un verdadero grupo cristiano tenemos que conocernos bien las personas que integramos el grupo para que cada uno, desde su propia forma de ser, aporte a la construcción del grupo.
Necesitamos conocernos para realizarnos como personas
Pero la importancia de conocernos no es solamente para poder construir bien nuestro grupo, sino que lo más importante es que nuestra felicidad y nuestra realización como personas depende de que nos conozcamos bien a nosotros mismos. ¿Y eso por qué? Porque nosotros no nacemos ya perfectos y realizados sino que tenemos que ir creciendo y construyéndonos a nosotros mismos como personas. Pero no nos podemos construir si no nos conocemos. Si no sabemos lo que queremos ser en la vida nunca lo llegaremos a ser. Si no sabemos cuáles son nuestros defectos nunca los podremos cambiar, y si no sabemos cuáles son nuestros valores positivos no podremos trabajar para cultivar esos valores.
Si queremos ser personas maduras, felices, tenemos que tomar nuestra vida en nuestras manos, ser dueños de nuestra vida y dominarla. Nuestra vida es como un carro que tenemos que conducir. Y no podemos conducir bien un carro si no lo conocemos ni sabemos cómo funciona: si no sabemos a qué velocidad puede correr, dónde están los frenos para no chocarnos, cuáles son sus fallos para tenerlos en cuenta y conducir con precaución. Tenemos que conducirnos nosotros y no dejar que los otros nos conduzcan.
Si no me conozco bien no me podré conducir. Tengo que saber quién soy para aceptar las cosas de mi que no puedo cambiar y trabajar por cambiar las que sí puedo. Tengo que saber lo que quiero y debo ser como persona en la vida para que camine hacia esa meta. Tengo que saber por qué y para qué hago las cosas que hago, para hacerlas con libertad y ser yo mismo y no lo que los demás quieren que yo sea.
En los siguientes temas continuaremos profundizando sobre este tema. Ahora vamos a hacer un pequeño ejercicio, para empezar a conocernos un poquito. De manera individual vamos a responder con sinceridad a las siguientes preguntas. Después en pequeños grupos compartimos las respuestas. Son cuestiones personales, por eso no tenemos la obligación de contar a los otros las respuestas que no queramos. Lo importante es que la respondamos con sinceridad para que nos demos cuenta nosotros mismos cómo somos.
1.¿Cuáles son las cuatro principales características de mi forma de ser?
2.¿Cuáles son las tres cosas positivas que más me gustan de mi mismo?
3.¿Cuáles son las tres cosas negativas que menos me gustan de mi mismo?
4.¿Qué piensan los demás de cómo es mi forma de ser?
5.¿Qué cosas de mi vida debo cambiar para ser mejor y sentirme feliz?
Como jóvenes cristianos tenemos que seguir el ejemplo de Jesús. El, desde muy joven tomo bien en serio su vida; reflexionó, pensó quién era, para qué estaba en este mundo, qué tenía que hacer y cómo hacerlo. El aprovechó su juventud para conocerse, para crecer y madurar como persona y así poder realizar bien su misión. Leyendo San Lucas 2, 41-51 nos damos cuenta de esta realidad. Jesús ya desde jovencito fue descubriendo quién era y la tarea que su Padre Dios le había encomendado y que tenía que cumplir con fidelidad. No lo sabía claramente desde que nació, sino que poco a poco lo fue descubriendo y lo fue aceptando. Por eso dice San Lucas que “Jesús iba creciendo en sabiduría y en gracia delante de Dios y delante de las personas” (Lucas 2, 52).
Para poner en práctica
En primer lugar sería bueno
que dediquemos tiempo para conocernos más profundamente a nosotros mismos:
pensar cómo somos (cualidades y defectos), cómo es nuestra manera de pensar y
de sentir, y deseos para el futuro. En segundo lugar sería bueno que
platicáramos con algún amigo o amiga de confianza para pedirle su opinión
acerca de cómo me ve y así conocer mejor mi forma de manifestarme hacia los
demás. En tercer lugar elegir una de mis cualidades positivas para practicarla
más, y elegir uno de mis defectos para tratar de corregirlo estos días.