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EL JOVEN Y SU TIEMPO LIBRE

 

Objetivos

--Que los jóvenes revisen el uso que hacen de su tiempo libre y tomen conciencia de que es una oportunidad para su crecimiento personal.

--Que los jóvenes hagan un proyecto personal de cómo usar de la manera más adecuada su tiempo libre.

Miramos nuestra realidad

Después de haber hablado durante varios temas sobre la vocación, ahora vamos a reflexionar sobre un aspecto muy importante de nuestra vida: nuestro tiempo libre. Quizá muchos de nosotros no tenemos mucho tiempo libre, porque tenemos que estudiar y trabajar mucho para ayudar en las necesidades de la casa y poder sobrevivir. Pero siempre tenemos un tiempo, aunque sea poco, que podemos considerar “tiempo libre”.

Vamos a mirar nuestra realidad para ver cómo viven los jóvenes su tiempo libre y cómo lo vivimos cada uno de nosotros, si lo aprovechamos positivamente o no lo usamos correctamente. Después señalaremos algunas ideas para iluminar dicha realidad y propiciar el uso adecuado del tiempo libre sacándole el mejor provecho. Para ver nuestra realidad leemos los siguientes hechos de vida y dialogamos en grupo sobre las preguntas que se plantean.

 

Hechos de vida

Juana era una muchacha alegre y muy dinámica. Le gustaba mucho salir con sus amigas a divertirse: iba a los bailes, se iba al pueblo a pasear en el parque... como decía ella: “salía de la rutina del trabajo y el estudio”. Además de salir con sus amigas a divertirse, el tiempo libre que tenía lo dedicaba a escuchar la radio. Un día Juana se encontró con unos muchachos del grupo juvenil y ellos le invitaron a visitar unos enfermos. A Juana no le pareció interesante y además era la hora de su programa de radio favorito, y les dijo: “no puedo, no tengo tiempo.” Ellos se marcharon.

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Pascual era un muchacho muy trabajador. Dedicaba las mañanas a tejer en el telar de su tío y por las tardes ayudaba a su padre en el campo. A las seis de la tarde ya estaba en su casa. La tarde del sábado y todo el domingo los tenía libre. Pero no sabía cómo emplear el tiempo libre que tenía. Siempre que platicaba con sus amigos se quejaba: Estoy aburrido, ya no sé cómo pasar el tiempo. Aquí no se puede hacer nada. Ya ni la radio me entretiene, y no tenemos televisión. Sus amigos siempre le decían lo mismo: Cómo dices que no sabes qué hacer en tu tiempo libre. Con tantas cosas buenas que se puede hacer. Dichoso tú que tienes tiempo libre.

 

Después de leer los dos hechos de vida, personalmente reflexionamos sobre las siguientes preguntas. Luego dialogamos en grupos.

 

1. ¿Conoces alguna persona que le pase como Juana? Comentar algún caso.

2. ¿Conoces a alguien que le pase como a Pascual? Comentar algún caso.

3. ¿Entre los jóvenes hay más que les pasa como a Juana o como a Pascual?

4. Y tú, ¿qué haces en tu tiempo libre?

5. ¿Te sientes bien con lo que haces en tu tiempo libre?

6. ¿Crees que la manera en que empleas tu tiempo libre es la mejor?

 

Ponemos en común las respuestas.

Iluminamos nuestra realidad

Si miramos a nuestra realidad nos damos cuenta de que hay jóvenes que tienen muchas cosas que hacer, tienen la necesidad de trabajar para poder ayudar en las necesidades que tiene su familia. Algunos, además de trabajar hacen el esfuerzo por sacar sus estudios. Trabajan tanto que casi no les queda tiempo libre. Le llamamos “libre” porque es un tiempo en el que no tenemos que hacer algo por obligación o necesidad, sino que podemos hacer lo que libremente decidamos hacer.

Pero si es verdad que hay jóvenes que casi no tienen tiempo libre, también es verdad que a casi todos siempre nos queda un poquito de tiempo libre, y hay a quienes les sobra el tiempo libre. Pero sea un poquito o sea mucho, lo que nos interesa ver el cómo se utiliza ese tiempo libre. En los hechos de vida que hemos leído se nos sugiere que muchos jóvenes dedican su tiempo libre sólo para la diversión. No es que esté mal divertirse un poco, pero hay hacerlo sanamente y con medida, no siendo esclavos de la diversión. Otros, no saben qué hacer en su tiempo libre, se aburren. En uno y otro caso se está perdiendo el tiempo, porque realmente no se está usando de manera que se le saque algún beneficio positivo en provecho de la persona o para los demás.

Tiempo para madurar y hacer el bien

Como hemos visto, para unos el tiempo libre es un problema; no saben qué hacer con él, es algo que les sobra; lo que les falta es un poco de iniciativa e imaginación. Para otros, en cambio, es una necesidad, algo que les falta y que desean para ser felices. Para unos es oportunidad de realización personal; otros lo desaprovechan totalmente. Para unos el tiempo libre es una oportunidad para crecer y madurar como personas libres y solidarias; para otros, en cambio, en el tiempo libre se vuelven esclavos al dedicarse solamente a los vicios, a la diversión, a los placeres y a hacer malas cosas.

Muchas veces nos quejamos de que “no tenemos tiempo libre”; pero en realidad lo que pasa es que no sabemos organizarnos correctamente y no aprovechamos bien el tiempo. No hay razón para perder el tiempo o estar sin hacer nada. El tiempo es oro y hay que aprovecharlo haciendo algo útil. En la escuela, en la casa, en el trabajo, en la comunidad, en el grupo de jóvenes o conmigo mismo cuando estoy solo, siempre hay algo bueno en lo que puedo ocupar mi tiempo. Lo importante es que lo que haga en el tiempo libre me ayude a mí a crecer como persona y como cristiano, a madurar y ser mejor, y también sirva para el bien de los demás.

En gran medida, nuestra felicidad depende de cómo usemos el tiempo libre. Leer cosas que nos ayuden a madurar como personas, compartir sanamente con los amigos, hacer deporte, participar en asociaciones que buscan la promoción y el desarrollo de las personas y la comunidad, visitar un enfermo, echarle una mano a quien nos necesita, etc, son formas provechosas de emplear nuestro tiempo libre.

El tiempo libre no es vagancia ni pereza, es como un capítulo de la vida para crecer en el amor y el servicio de una manera nueva. Es una oportunidad para fortalecer los lazos familiares, para cultivar buenos sentimientos, para evaluar el trabajo realizado, para planificar nuestro futuro.

Tiempo para ser solidarios

Jesús nunca dejó de servir a los demás, aunque la estructura de la religión o la sociedad de su tiempo se lo trataron de impedir. Para él su mejor manera de aprovechar el tiempo era poder levantar con amor a los enfermos, perdonar los corazones arrepentidos, dar de comer a los hambrientos... Llegó a decir en una ocasión: “Mi Padre sigue trabajando. Yo también trabajo” (Juan 5, 17). Podemos decir que Jesús nunca tuvo tiempo libre para él mismo, sino que su tiempo era siempre para los demás.

Siguiendo ese ejemplo de Jesús deberíamos plantearnos para quién es nuestro tiempo; no sólo nuestro tiempo libre, sino todo el tiempo que tenemos cada día, cada semana, cada mes, cada año. Ver si sólo nos dedicamos a nuestras necesidades, a nuestros trabajos, y nos olvidamos de dejar tiempo para Dios, para nuestra madre Iglesia y para servir y a yudar a nuestros hermanos que necesitan de nosotros.

Para poner en práctica

Lo primero que tendríamos que hacer es sacar cuenta de cómo empleamos nuestro tiempo cada día, cada semana, qué cosas hacemos; ver cuánto tiempo libre nos queda y qué hacemos en él. Después evaluar si lo que hacemos en nuestro tiempo es lo mejor, y utilizamos bien el tiempo que nos queda libre.

Lo segundo es preguntarnos: ¿qué puedo hacer yo como persona para aprovechar bien mi tiempo y utilizar de manera correcta mi tiempo libre? Y ¿qué podemos hacer como grupo para hacer útil nuestro tiempo? Se trata de que nos hagamos un pequeño plan de cómo vamos a utilizar nuestro tiempo de manera que lo aprovechemos mejor.