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TRABAJAR, ¿PARA QUÉ?

 

Objetivos

--Que los jóvenes tengan una visión cristiana del trabajo como una actividad para desarrollar y mejorar nuestro mundo.

--Que los jóvenes valoren positivamente su propio trabajo como un medio de ganarse dignamente la vida y ayudar a la familia.

--Que los jóvenes sean sensibles y solidarios ante las realidades como el desempleo y las duras e injustas condiciones de vida de los trabajadores.

Miramos nuestra realidad

El trabajo es una experiencia que todos hemos tenido y vivimos a diario. Desde pequeñitos hemos trabajado ayudando a nuestros padres en las tareas de la casa o en el campo. Pero si es verdad que el trabajo es una experiencia que todos tenemos, también es verdad que pocas veces nos hemos preguntado con seriedad cuál es el sentido del trabajo. Y si algunos se han hecho estas preguntas, pocos han encontrado respuestas adecuadas que den verdadero sentido a su trabajo.

Vamos a tratar en este tema sobre el trabajo humano, para ver cuál es su sentido desde el plan de Dios y los valores cristianos. Pero primero vamos a mirar nuestra realidad para ver cómo vivimos y qué sentido damos a nuestro trabajo. Leemos los siguientes hechos de vida y dialogamos sobre las preguntas que se plantean.

Hechos de vida

Felipe y Marisol eran tejedores y trabajaban juntos en casa del papá de Marisol. Empezaban su trabajo a las 7:00 de la mañana y terminaban a las 6:00 de la tarde. Al acabar su día de trabajo Marisol se iba al instituto nocturno a estudiar. Además los fines de semana Marisol trabajaba en un comité de desarrollo para ir mejorando la vida de su comunidad. A Felipe le llamaba la atención cómo Marisol trabajaba tanto y nunca se quejaba, sino que siempre se le veía alegre y con mucho entusiasmo. Un día, mientras tejían, Felipe le preguntó: Oye, Marisol, ¿cómo es que trabajas tanto y nunca te quejas? Siempre estás alegre y haces tu trabajo con muchos ganas. Entonces Marisol sonrió y le dijo: Es que para mí el trabajo es una manera de cultivar las capacidades que Dios me ha dado y hacer algo para que mejore un poco la vida de las personas. Y tu, Felipe, ¿por qué trabajas? --Porque necesito ganar dinero para el gasto en la casa, pero si pudiera no trabajaría-- contestó Felipe.

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Marcelino trabajaba de albañil con Don Anastacio. No les faltaba el trabajo, porque Don Anastacio era buen maestro constructor y bien conocido en Toto. Anastacio trataba muy bien a sus trabajadores y les pagaba lo justo. Todos estaban contentos. Se fueron a hacer un trabajo en la zona cinco. Junto a ellos otros trabajadores estaban construyendo una casa. Marcelino se hizo amigo del albañil y le preguntaba que cómo le iba en su trabajo, cómo lo trataba su patrón y si le pagaba bien. El albañil le contó que el patrón les hacía trabajar muchísimo y les pagaba mal. Además, cuando no hacían rápido el trabajo les maltrataba. Marcelino le dijo: ¿Y por qué se aguantan y no hacen algo? Desde entonces Marcelino buscaba la manera de hacer algo para ayudarlos. Uno de sus compañeros le dijo: Marcelino, ¿por qué te quieres meter en problemas? Si a ti te va bien en tu trabajo, no te busques problemas por intentar ayudar a los demás.

Dialogamos sobre las siguientes preguntas:

1.¿Pasan cosas como las que cuentan los hechos de vida? Comentar alguna.

2.¿Cómo piensa la gente, como Marisol o como Felipe? ¿Y nosotros?

3.¿La gente se preocupa por el bien de los demás trabajadores? ¿Y nosotros?

4.¿Por qué es importante el trabajo? ¿Qué sentido tiene trabajar?

Ponemos en común las respuestas.

Iluminamos nuestra realidad

Si miramos nuestra realidad nos damos cuenta de que son muchos los jóvenes que tienen que trabajar para poder ayudar a su familia en sus necesidades. Incluso niños de once, doce y trece años, en vez de estudiar, tienen la necesidad de empezar a trabajar para ayudar a su familia. En nuestro ambiente el trabajo es una necesidad. Pero muchas veces los jóvenes que trabajan no lo hacen como una forma de ayudar en las necesidades de su familia, sino que sólo trabajan para poder tener su propio dinero y gastarlo en las cosas que los papás no les pueden dar. Esta es una actitud muy egoísta porque significa que lo que ganamos en el trabajo es solamente para nosotros mismos y no para ayudar al mantenimiento de nuestra familia. Actuamos así porque quizá pensamos que el mantenimiento de la familia (alimentación, ropa, estudio, salud, etc) es sólo responsabilidad de los papás.

Mirando nuestra realidad también nos damos cuenta que existe explotación en el trabajo. Muchos jóvenes trabajan en la tejeduría y sus patrones les exigen mucho y no le pagan lo que es justo, a parte de que les tratan mal como si no fueran personas. Muchas muchachas se tienen que ir a la capital o a otros lugares a trabajar en casas de familias para servir, y se les hace trabajar duro todo el día, se les trata mal y se le paga un salario que es una miseria. Lo triste es que ante esta situación de explotación y de malas condiciones en el trabajo que sufren tantas personas, muchos nos quedamos indiferentes, no lo sentimos quizá porque a nosotros nos va bien. Otra realidad es que muchos tienen la necesidad de trabajar y no encuentran trabajo o su trabajo no le alcanza para sus necesidades. Es una dura realidad ante la que no nos podemos quedar indiferentes. Vamos a ver cómo iluminar esta realidad.

Trabajar para mejorar el mundo

En el libro del Génesis 1, 28 se nos dice que Dios pone el mundo en manos del hombre y la mujer y les da el encargo de administrarlo y desarrollarlo. Podemos decir que Dios hizo el mundo y puso al hombre y a la mujer como sus administradores, para que lo gobernaran con santidad y justicia. Pero este mundo que Dios había hecho estaba aún por perfeccionar, por desarrollar.

Por eso Dios da al ser humano el encargo de que por medio del trabajo cultiven y perfeccionen la obra de la creación. Es como que Dios ha querido que el ser humano colaborara con él como un segundo creador por medio del trabajo. Y esto ha sido un hecho a lo largo de la historia. Todos los adelantos técnicos, y los bienes que el hombre y la mujer han hecho para mejorar la vida humana son una muestra de esta tarea que Dios les encomendó.

Miremos todos los bienes materiales que hoy tenemos y que son necesarios para nuestra vida. Necesitamos una casa para vivir, nuestra ropa para vestirnos, nuestro alimento, las medicinas para curar nuestras enfermedades, las escuelas para cultivar la inteligencia que Dios nos ha dado, etc; pero estas cosas no las creó Dios, sino el ser humano con su inteligencia y trabajo.

Pensemos también en la energía eléctrica, en el agua domiciliar, las carreteras, las camionetas, la radio, la televisión, el teléfono, y demás cosas que nos sirven para vivir mejor; no las ha creado Dios sino que las ha hecho el hombre y la mujer con su inteligencia y trabajo. Ese es el sentido del trabajo humano desde el plan de Dios: que utilicemos las capacidades que Dios nos ha dado y trabajemos por el bien común, para mejorar y perfeccionar el mundo que Dios creó y puso en nuestras manos. Que trabajemos para mejorar las condiciones materiales de vida, y también las condiciones de justicia, de igualdad y de paz que son necesarias para la vida digna de las personas.

Trabajar para sobrevivir

Necesitamos cosas materiales para vivir: el alimento, la ropa, la casa, la salud, la educación, el transporte, etc; Esas cosas no nos las regalan sino que tenemos que ganarlas con nuestro trabajo. Por eso el trabajo es el medio por el que nos ganamos dignamente nuestra vida. San Pablo nos recuerda que es un deber de todos trabajar para satisfacer nuestras necesidades, para ganarnos nuestros alimentos (2Tesalonicenses 3, 10). Pero el trabajo no nos puede hacer descuidar otras actividades también importantes: nuestra educación, nuestra familia, nuestra fe y nuestro compromiso social y eclesial.

Críticos y solidarios ante la realidad del trabajo

Al ver nuestra realidad nos damos cuenta de las condiciones de injusticia y explotación que sufren muchas personas en sus trabajos. Es algo que Dios no quiere. Ante esa realidad no nos podemos quedar indiferentes. Tenemos que ser críticos para ver si los trabajos están al servicio del desarrollo de las personas o son un medio de explotación. Debemos ser solidarios y comprometernos para mejorar las condiciones de trabajo (higiene, seguridad, descanso, respeto a la dignidad, sueldo justo, sindicatos libres, etc).

Para poner en práctica

Ver el trabajo con sentido desde el plan de Dios, para mejorar el mundo. Trabajar para ayudar en las necesidades familiares. Preocuparnos por la situación de injusticia que sufren tantos trabajadores.