18

LOS SACRAMENTOS

 

Objetivos

--Que los jóvenes descubran que toda la vida está llena de experiencias sacramentales, que los sacramentos tienen su raíz en la experiencia humana.

--Que los jóvenes comprendan los sacramentos como un conjunto se signos y gestos por los cuales celebramos desde la fe y en comunidad un encuentro con Dios.

--Que sepan que los sacramentos de la Iglesia tienen su fundamento en Cristo y tienen una dimensión comunitaria, y lo vivan con fe y sentido.

Miramos nuestra realidad

Con este tema iniciamos una serie de temas en los que nos dedicaremos a tratar el tema de los sacramentos, una realidad vital en nuestra vida de fe. Y comenzamos con un tema general sobre los sacramentos, como introducción general al tratamiento de cada sacramento en particular. Pero antes de entrar en el tema miramos nuestra realidad, para ver si encontramos en ella alguna experiencia que nos ayude a entender mejor los sacramentos cristianos. Leemos el siguiente hecho de vida y en grupos dialogamos sobre las preguntas que se proponen.

Hecho de vida

Los jóvenes de uno de los grupos juveniles de la comunidad de Vásquez (los del tercer nivel) se fueron de convivencia al campo para celebrar su primer aniversario como Equipo de Pastoral Juvenil. El lugar era muy bonito: un llano con grama verde, rodeado de verdes árboles que les protegían del sol y daban aire fresco para aliviar el calor. Entre todos los árboles del lugar destacaba un gran árbol de pino, bajo el que pasaron la mayor parte del tiempo: oraron, cantaron, hicieron juegos, dinámicas, reflexionaron sobre los compromisos y responsabilidades de ellos como jóvenes en su comunidad; se divirtieron, y creció su amistad. Se diría que fueron felices ese día, y deseaban que no acabara. Por eso cada vez que puede Ofelia vuelve a aquél lugar y se sienta debajo del árbol de pino por largos ratos, para recordar y vivir de nuevo los momentos de felicidad que allí vivió con sus amigos del grupo juvenil. Lo mismo hace Martín, Carlos, Margarita y Flori.

Dialogamos en grupos sobre las siguientes preguntas:

1.¿Pasan cosas como las que cuenta el hecho de vida? Comentar algún caso.

2.¿Por qué Ofelia y sus compañeros vuelven a sentarse bajo aquél pino?

3.¿Qué significa para ellos aquél pino?

4.¿Sería lo mismo para ellos si no estuviera aquél pino?

5.¿Podemos decir que el árbol es para ellos un signo sacramental? ¿Por qué?

6.¿En qué se parece esta experiencia a nuestra experiencia de sacramentos?

Ponemos en común las respuestas.

Iluminamos la Realidad

Los signos sacramentales de nuestra vida

El hecho de vida que hemos leído nos hace comprender de manera sencilla que en nuestra vida cotidiana tenemos experiencias sacramentales. El encuentro de Ofelia con el árbol de pino es para ella un encuentro sacramental, porque le hace revivir la experiencia de encuentro con sus compañeros del grupo juvenil, y volver a sentir la felicidad de aquella convivencia. Y así como el árbol de pino tenía para Ofelia y sus compañeros este carácter de signo sacramental, también en nuestra vida de cada día tenemos una serie de gestos y signos que, aunque no nos lo hayamos planteado de esa manera, son para nosotros verdaderos signos sacramentales, porque nos hacen revivir experiencias de encuentro, de amistad, de fraternidad, de amor y felicidad.

Los sacramentos cristianos como signos sagrados

Del mismo modo que decimos que el árbol era para los jóvenes un signo de encuentro, así los sacramentos cristianos son encuentros con Dios a través de los signos visibles y gestos que en ellos realizamos. Por eso a les llamamos signos sagrados, porque nos ponen en contacto con Dios. Aún más, los sacramentos cristianos no sólo nos hacen vivir el encuentro con Dios, sino que en ese encuentro, Dios nos comunica su vida, su gracia. En el sacramento de la eucaristía vivimos la presencia de Cristo que se nos entrega como alimento y vida, y realmente en él recibimos su vida, que alimenta nuestra vida de fe.

Cristo, sacramento del Padre

El Padre Dios nos ha creado por amor, y por ese amor siempre ha querido estar en relación con nosotros. Y el amor entre dos personas necesita expresarse por medio de palabras (¡Te quiero!), de gestos (un abrazo, un beso) o de símbolos (el anillo de bodas, que expresa el amor y fiel entrega). ¿Acaso el amor entre dos novios, dos esposos o dos amigos puede durar si no se expresa? Los sentimientos necesitan expresarse, y la única manera es a través de gestos, signos y símbolos.

Lo mismo sucede en nuestra relación de amor con Dios, necesita expresarse por medios humanos, para que nosotros, que somos seres materiales, nos podamos relacionar con él. Ya el Antiguo Testamento nos dice que él se comunicaba con las personas de muchas maneras: por medio de la naturaleza, de los profetas, de su palabra, de las cosas que pasaban en la vida, etc.

Pero la comunicación más completa de Dios con nosotros la hizo en su Hijo, que se encarna y comparte nuestra humanidad. En él se da el encuentro perfecto entre Dios y el ser humano (Hebreos 1, 1-2). El amor de Dios hacia nosotros se expresó en su Hijo Jesucristo. Por eso podemos decir que Cristo es el sacramento en el que nos encontramos con Dios, en el que nos manifiesta su gran amor.

La Iglesia como sacramento

Algo similar podemos decir de la Iglesia. En ella nos encontramos con Dios por medio de Cristo. El está presente en su Iglesia y allí le encontramos: en su palabra que escuchamos en comunidad, en la oración y celebración común de la fe. Por eso podemos decir que la Iglesia también es sacramento. Esto significa, además, que nuestra fe debe vivirse en Iglesia, no cada quien solo separado de la comunidad.

En resumen, Cristo y la Iglesia son los principales signos (sacramentos) del encuentro entre Dios y las personas. Pero este encuentro es de amor, y en él Dios nos da su vida, su gracia, que es salvación. Es esa gracia salvadora la que se nos comunica en los siete sacramentos, que son como siete maneras concretas, signos visibles por los que la Iglesia expresa este encuentro salvador entre Dios y las personas realizado por Cristo. Con esto queremos decir que ninguno de los sacramentos tiene sentido sin Cristo, porque él es el centro de todo sacramento, y sin su comunidad la Iglesia.

Para poner en práctica

Debemos ver en los sacramentos una oportunidad para encontrarnos con el Padre Dios y con nuestro amigo, hermano y salvador Jesús. Una ocasión en la que recibimos una gracia, una fuerza de Dios espacial para seguir en nuestra vida los caminos del Reino. Intentemos vivir la celebración de la eucaristía más intensamente, como una verdadera experiencia de encuentro con Cristo y con la comunidad.

Además, busquemos en nuestra vida de cada día signos que sean para nosotros sacramentales, porque nos hacen vivir experiencias de encuentro, de amor, de amistad, de felicidad, etc.