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LA CONFIRMACIÓN:

FORTALEZA PARA SER TESTIGOS DE JESÚS

 

Objetivos

--Que los jóvenes comprendan que en la confirmación dicen SI personal y responsablemente a la fe que recibieron en el bautismo.

--Que los jóvenes sean conscientes que en la confirmación reciben el Espíritu que les hace ser testigos de Jesús con su vida y estén dispuestos a cumplir responsablemente este compromiso.

Miramos nuestra realidad

En el tema anterior hablamos del bautismo, sacramento por que nacemos a la fe en la Iglesia. Ahora en este tema vamos a hablar de la confirmación, como sacramento por el que recibimos la fuerza del Espíritu Santo y nos comprometemos a ser verdaderos testigos de Jesús. Pero antes de entrar en el tema vamos a mirar nuestra realidad, nuestra vida, para ver cómo entendemos el sacramento de la confirmación y ver cómo lo viven realmente los jóvenes que ya han sido confirmados. Para esto vamos a leer en grupos el siguiente hecho de vida, y dialogamos sobre las preguntas que se proponen.

 

Hecho de vida

Manuel y Josefina eran vecinos de la comunidad de Pank’ix. De niños fueron bautizados por sus papás y Josefina siempre participaba con ellos en el oratorio y en los rezos. Cuando cumplieron 8 años, los papás de Josefina la inscribieron en la catequesis de precomunión. Pasó a primera comunión y después de recibir el sacramento de la eucaristía, continuó en postcomunión. Al acabar postcomunión ya tenía 15 años y se inscribió para recibir las catequesis de confirmación. Por el contrario, Manuel, después de recibir su primera comunión no había continuado en postcomunión y casi no llegaba por el oratorio. Cuando tenía 15 años sus papás le inscribieron en confirmación, para que pudiera recibir el sacramento como los demás jóvenes de la comunidad. Después de recibir la confirmación, Josefina se integró en uno de los grupos de jóvenes (en primer nivel) y era muy activa y comprometida. Daba buen testimonio con su vida y participaba en toda las actividades juveniles. Estando en el tercer nivel la eligieron coordinadora de Pastoral Juvenil de su comunidad, y además era catequista de Postcomunión. Por el contrario, Manuel, aun después de su confirmación casi no participaba en el oratorio ni con los jóvenes. Un día Manuel y Josefina se encontraron y empezaron a platicar. Josefina le preguntó que por qué se había alejado y casi no participaba en el oratorio ni con los jóvenes. Manuel le contestó: Es que no me gusta, porque hay que comprometerse a llevar una vida correcta y a ser responsable en muchas cosas, y yo no estoy dispuesto; es mejor estar sin compromisos ni responsabilidades. Entonces Josefina le dijo: Y entonces, ¿para qué te has confirmado? ¿No sabes que en la confirmación nosotros nos comprometemos a vivir personalmente la fe que recibimos en nuestro bautismo y a dar testimonio de Jesús y colaborar con su misión en la Iglesia?

 

Dialogamos sobre las siguientes preguntas:

1.¿Pasan casos como los que cuenta el hecho de vida? Comentar alguno.

2.¿Por qué los papás de Manuel querían que él recibiera la confirmación?

3.¿Por qué crees que Manuel se confirmó? ¿Y por qué lo hizo Josefina?

4.Crees que Manuel de verdad confirmó su fe? ¿Y Josefina? ¿Por qué?

5.¿Qué significado tiene la confirmación y a qué nos compromete?

Ponemos en común las respuestas.

Iluminamos nuestra realidad

Si miramos nuestra realidad nos damos cuenta de que muchos jóvenes se confirman, pero lo hacen por razones que poco tienen que ver con el verdadero sentido del sacramento de la confirmación. Unos se confirman porque sus papás los van dirigiendo y les indican que tienen que confirmarse, porque es un paso que tienen que dar para cumplir con los requisitos de la Iglesia.

Otros se confirman porque, como todos se confirman, al tener la edad que se exige entonces tienen que confirmarse como los demás. Algunos otros quizá lo hacen porque es una costumbre social, la celebración, la fiesta. Aunque no podemos negar que hay quienes se confirman con verdadero sentido, porque de verdad quieren ser confirmados en la fe para ser testigos de Jesús.

Confirmar la fe que recibimos en el bautismo

En el bautismo nacimos a una vida nueva, fuimos hechos hijos de Dios por el Espíritu, quedamos constituidos como casa en la que el Espíritu Santo vive y nos incorporamos a la familia de Dios, a la comunidad cristiana que es la Iglesia. Pero todo esto sucedió cuando no teníamos conciencia de ello, si es que fuimos bautizados de pequeños. Al ir creciendo, por medio de las catequesis en la pastoral infantil y la participación en la vida de la Iglesia y en los sacramentos, nuestra fe fue creciendo y madurando.

Cuando ya hemos alcanzado una madurez en la fe, decidimos ser confirmados en la fe que recibimos en el bautismo y que poco a poco la hemos hecho una fe propia. Entonces nos preparamos para celebrar el sacramento de la confirmación, por el que manifestamos que aceptamos libre y responsablemente la fe que un día recibimos en el bautismo. Ya no dependemos de la fe de nuestros padres, que se comprometieron por nosotros en nuestro bautismo de niños, porque no teníamos la capacidad de hacerlo por nosotros mismos, sino que nos hacemos responsables de nuestra vida de fe.

En el sacramento de la confirmación decimos un SI a la fe que un día recibimos en el bautismo, para vivirla. Decimos un SI a Jesús, a su palabra, a su vida, a su misión, para vivir según su palabra, para dar testimonio de su vida y para participar en su misión de anunciar y construir el Reino de Dios. También decimos un SI a la Iglesia, que es nuestra familia, a la que fuimos incorporados por el bautismo, para vivir como verdaderos hermanos y miembros activos y colaboradores responsables en su misión de evangelización. Y ese SI lo damos personalmente y conscientes de lo que hacemos y del compromiso que adquirimos. Por eso se le llama confirmación, porque es el sacramento que nos confirma en la fe de nuestro bautismo.

Fortaleza para dar testimonio de la fe

En el bautismo nuestros padres y padrinos dieron testimonio de la fe por nosotros. Fuimos bautizados en la fe de la Iglesia con el compromiso de nuestros papás. Pero en la confirmación nosotros mismos, libres, conscientes de lo que hacemos y con responsabilidad damos ese testimonio y asumimos ese compromiso. Pero aunque con libre voluntad demos el paso para a confirmación, no podemos olvidar que en el sacramento de la confirmación, como en todos los sacramentos, es Dios el que nos confirma, el que nos regala su Espíritu Santo para fortalecernos en la fe y que así podamos dar testimonio de Jesús con nuestra vida de cada día.

Jesús llamó a unos cuantos para que fueran sus discípulos, que convivieran con él y después enviarles a continuar con su misión de anunciar el Evangelio (Marcos 3, 13-14). Sus discípulos, al seguirle, inician un camino de fe en Jesús, fe que va madurando poco a poco (Mateo 8, 26; Juan 2, 11). Y cuando llega el momento, para que sus discípulos fueran confirmados en la fe y con valentía pudieran dar testimonio de él y cumplir con la tarea de anunciar su Evangelio y construir el Reino de Dios, después de haberles prometido la fuerza del Espíritu Santo (Juan 15, 26-27; 16, 12-13), Jesús cumple su promesa y envía el Espíritu Santo el día de Pentecostés (Hechos 1, 8; 2, 1-11).

Esta promesa de Jesús también se cumple en el sacramento de la confirmación, que es como un nuevo Pentecostés, en el que el Espíritu Santo fortalece nuestra fe y nos capacita para dar testimonio de Jesús con nuestra vida y comprometernos en la misión de la Iglesia, que continúa la misión de Jesús de hacer presente el Reino de Dios.

Para poner en práctica

La confirmación, entre otras cosas, nos compromete a:

--Dar testimonio de fe y de los valores del evangelio con nuestra vida todos los días. Ser testigos de la vida de Jesús como jóvenes en medio de los jóvenes.

--Vivir y celebrar la fe como Iglesia, en comunidad, en comunión con los hijos de Dios y discípulos de Jesús, que son nuestros hermanos.

--Comprometernos en la Iglesia en algún ministerio o pastoral, para colaborar en su misión, que es la  misión de Jesús y la de todos nosotros.