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LA ORACIÓN, DIÁLOGO CON DIOS

 

Objetivos

--Que los jóvenes sean conscientes de la importancia y necesidad de la oración en su vida de fe.

--Que los jóvenes vean la oración como un diálogo de amistad y amor con Dios; una experiencia que cambia la vida y compromete.

--Que oren con gusto y hagan de su vida una constante oración.

Miramos nuestra realidad

Continuamos con nuestros temas religiosos, y ahora nos vamos a fijar en la oración, que es uno de los elementos fundamentales de nuestra vida de fe. Pero antes de entrar en el tema vamos a mirar nuestra realidad para ver qué nos dice sobre la experiencia de oración que tienen la mayoría de las personas de nuestras comunidades, y de manera especial la experiencia de oración de los jóvenes. Para acercarnos a nuestra realidad leemos el siguiente hecho de vida y luego dialogamos sobre las preguntas que se proponen.

 

Hecho de vida

Los jóvenes del paraje de Chab’aljuyub’ prepararon un encuentro de oración con los jóvenes de las comunidades vecinas. Sería el sábado por la noche, de 7 a 8 de la noche. Se hizo mucha propaganda, pero, para sorpresa de los organizadores, sólo asistieron unos cuantos jóvenes de la propia comunidad y nada más. Unos días después, cuando Miriam se encontró con Gustavo, que era de la pastoral juvenil de la comunidad vecina, le preguntó que por qué no había asistido al encuentro juvenil de oración. Gustavo, con mucha sinceridad, le contestó: Es que estar una hora entera en oración me aburre. Yo voy siempre a los rezos y todo, pero estar un rato en silencio ya no sé que decir. Entonces Miriam le explicó que la oración es un diálogo con el Padre Dios y con el amigo Jesús. Y que el repetir siempre una misma oración es rezar, pero que orar es una experiencia distinta y muy bonita de encuentro con Dios. Sin embargo Gustavo seguía insistiendo, y decía: Es que la oración a veces es una pérdida de tiempo, porque uno se pasa un rato rezando que podría estar trabajando o estudiando, o haciendo algo de provecho. Miriam intentaba aclararle las cosas, pero resultaba difícil.

 

Dialogamos en grupos sobre las siguientes preguntas:

1.¿Pasan cosas como las que cuenta el hecho de vida? Comentar alguna.

2.¿Cómo piensa la mayoría de los jóvenes, como Miriam o como Gustavo?

3.¿Para nosotros qué es la oración? ¿Por qué es importante la oración?

4.¿Cómo es la oración de los jóvenes: frecuente, aburrida, sólo saben pedir?

5.¿Qué dificultades encontramos para tener una auténtica vida de oración?

Ahora ponemos en común las respuestas.

Iluminamos nuestra realidad

Si miramos nuestra realidad nos damos cuenta de que la oración es una práctica que casi todos o todos hacemos. Desde pequeñitos nuestros papás nos han enseñado a hacer nuestras oraciones cada día al levantarnos, cuando empezamos un viaje, para agradecer los alimentos, etc. Pero aunque estemos acostumbrados a hacer nuestras oraciones, muchas veces lo hacemos por costumbre, como algo mecánico sin mucho sentido y que nos puede aburrir, o cuando vamos a orar sólo sabemos pedirle cosas a Dios porque le necesitamos. Otros dejan de orar porque las muchas ocupaciones de la vida no les dejan tiempo para orar, tienen otras cosas al parecer más importantes que hacer.

¿Qué es la oración?

La oración es una práctica universal; en general, todas las personas del mundo tienen alguna forma de oración, de comunicarse con el Ser Supremo, con la divinidad, con su Dios. Para los cristianos la oración es algo esencial para la vida de fe, es de muchísima importancia para poder tener una experiencia de Dios, para vivir en continua conversión, para comprometernos de verdad en el servicio a los demás. Pero, ¿qué es orar?

Orar es un diálogo de amor, es una relación de amor, de amistad con Aquél que sabemos es el Amor. Orar es dialogar con Dios, saber hablar con entera confianza con Aquél que sabemos que nos escucha porque nos ama, y también saber escucharle en el silencio de nuestro interior. La oración es una experiencia de gratuidad, una oportunidad especial que se nos da gratis, porque no podemos pagarle a Dios por su presencia con nosotros en la oración.

Orar es más que rezar y más que pedir

Tenemos que distinguir entre rezar y orar. En la misa, en la casa, en las reuniones rezamos mucho porque repetimos oraciones que ya están hechas, como por ejemplo cuando rezamos el rosario. Pero quizá muchas veces esos rezos no llegan a ser verdaderas oraciones, porque los podemos hacer mecánicamente, sin sentir que Dios está presente con nosotros, sin presentar ante Dios nuestra propia vida.

Muchas veces decimos que oramos, pero en realidad sólo nos dedicamos a pedirle cosas a Dios. Sólo nos acordamos de hablar con él cuando nos encontramos en problemas y queremos que nos los solucione. Pocas veces hablamos con Dios para reconocer ante él cómo estamos viviendo, presentarle nuestras preocupaciones y escuchar en el silencio lo que él nos quiere decir para iluminar nuestra vida. Necesitamos aprender a orar, ser personas de oración. Orar supone un equilibrio entre la oración personal, la oración en grupo y la comunitaria. En este sentido la comunidad cristiana juega un papel importante, porque en ella se aprende a orar, y a través de ella Dios nos habla.

Jesús como modelo de oración

Para el cristiano el modelo de oración ha de ser Jesús. ¿Cómo oraba Jesús? En primer lugar, para Jesús la oración no era algo secundario, sino que ocupaba un lugar esencial y que no dejaba por ninguna otra actividad. La oración de Jesús es una actitud de vida, es decir, que toda la vida de Jesús es una oración, él está en relación permanente con su Padre Dios (Lucas 6, 12; 9, 18.28; 11,1; Marcos 14, 32).

Es su oración la que ilumina y sostiene toda su actuación. Jesús fue el orante del Reino: estuvo siempre con Dios, y esa comunión con él mantenía la exigencia de entregarse siempre a los hermanos necesitados, para anunciarles y manifestarles la presencia del Reino de Dios.

El cristiano es una persona de oración

La oración de los fariseos era hipócrita porque no estaba unida a las obras de justicia, estaba separada de la vida y vacía del verdadero amor, que se hace servicio y entrega a los demás (Mateo 6, 5-8; 23, 1-7). La oración del cristiano en cambio tiene que ser seguimiento de Jesús, relación y comunicación permanente con Dios para buscar vivir apasionadamente la entrega por el Reino de Dios y su justicia (Lucas 12, 29-31).

La oración es fundamental en la vida del cristiano. Tenemos que orar no porque está mandado, sino porque en un encuentro con Dios Padre, con Jesús, para contarle nuestras cosas, para escuchar lo que él nos quiere decir y cómo quiere que vivamos. Por eso la oración alimenta nuestra fe y cambia nuestra vida, nos hace ser mejores, cambiar nuestros caminos equivocados para seguir por el camino que Dios nos indica, que es el camino de la verdadera felicidad, el camino del Reino, el camino de Jesús.

Para poner en práctica

Hacemos una lista de las principales dificultades que encontramos para tener una auténtica vida de oración. Luego compartimos esas dificultades con alguien que tenga las mismas inquietudes por mejorar la práctica de oración, y juntos buscamos soluciones. Además nos comprometemos a dedicar un tiempo al día para dialogar con Dios en la oración.