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VIVIR LOS
MANDAMIENTOS DEL SEÑOR
Objetivos
--Que los jóvenes comprendan que los mandamientos son el camino para realizamos como personas y crecer como hijos de Dios.
--Que los jóvenes se comprometan a vivir fielmente los mandamientos del Señor en todas las circunstancias de su vida.
Miramos nuestra realidad
Comenzamos acercándonos a nuestra realidad, para ver cómo entienden las personas de nuestras comunidades los mandamientos, qué sentido tienen para ellas, y cómo los viven en la realidad. Este será nuestro punto de partida para luego iluminar dicha realidad desde la Palabra de Dios y la enseñanza de nuestra madre Iglesia. Para ello leemos el siguiente hecho de vida, y en grupo dialogamos sobre las preguntas que se proponen. Luego ponemos en común el fruto de nuestro diálogo.
Hecho de vida
Bernardo era un joven muy problemático. En su casa desobedecía a sus padres, no colaboraba con ellos en las tareas del hogar. A sus hermanitos les maltrataba y pegaba cuando no hacían lo que él les decía. En el instituto no respetaba a sus profesores ni a sus compañeros. Era abusivo con las muchachas. No estudiaba y para aprobar los exámenes hacía trampas. Además, cuando veía alguna cosa que le gustaba y él no podía tener, la robaba. Siempre que se enfadaba con alguien le ofendía e insultaba con malas palabras. Cuando pasó a segundo básico conoció a Paula. Ella era todo lo contrario que él: obediente con sus papás y colaboradora con las tareas del hogar. Se llevaba bien con sus hermanitos. En la escuela era respetuosa, responsable y muy aplicada. Sus compañeros le respetaban y querían mucho. Bernardo empezó a sentirse atraído por ella, porque además, era muy bonita. Poco a poco se fueron haciendo amigos. Pero Paula fue dándose cuenta de cómo era Bernardo. Un día Bernardo no fue al instituto. A la salida Paula se encontró tirado, estaba tomado. Sintió lástima de él, se le acercó, y le preguntó qué le pasaba. Bernardo, llorando, le dijo: Es que mi vida es un desastre, no soy feliz. En mi casa sólo nos peleamos con mi familia. Mi madre me dice que yo estoy en el mal camino, que no estoy cumpliendo los mandamientos de Dios, que me he apartado de él. Mi hermana Brenda me dice que debería cambiar y seguir los mandamientos. Entonces Paula le dijo: Pero yo creo que tu familia tiene razón. Si no vives los mandamientos siempre andarás por malos caminos y te harás daño a ti mismo y a los demás. Bernardo, levantando la voz dijo: Pero es que es muy difícil cumplir los mandamientos. No dejan que uno haga nada; sólo nos prohiben hacer lo que queremos. Además la mayoría de los que se llaman cristianos nunca los cumplen. Paula empezó a explicarle el sentido de los mandamientos, y que si los vivía iba a encontrar la paz y la felicidad.
Ahora dialogamos en grupo sobre las siguientes preguntas:
1.¿Pasan casos como el que cuenta el hecho de vida? Comentar alguno.
2.¿Tiene razón Bernardo en lo que dice de los Mandamientos? ¿Por qué?
3.¿Tiene razón Paula en lo que dice a Bernardo? ¿Por qué?
4.¿Cómo viven las personas de nuestras comunidades los mandamientos?
6. ¿Qué son para nosotros los mandamientos? ¿Qué sentido tienen?
7. ¿Cómo vivimos los Mandamientos?
Ahora ponemos en común las respuestas.
Iluminamos nuestra realidad
Normalmente cuando oímos la palabra “mandamiento” pensamos inmediatamente en los diez mandamientos de Dios, y nos suena a algo que nos imponen, que va muchas veces contra nuestra libertad y voluntad, que nos obliga a hacer alguna cosa o nos prohibe hacer otras. Por ejemplo, decimos: mi papá me ha mandado a buscar leña; mi mamá me ha mandado a barrer la casa, etc. En estos caso sentimos que el mandato es una obligación que debemos cumplir y si no lo hacemos nos castigan. Además es algo pesado, porque muchas veces no tenemos ganas de hacer lo que nos mandan. Por eso a menudo desobedecemos lo que nos mandan nuestros papás.
Pero los mandamientos de Dios no son una carga, para hacernos sufrir. Al contrario, son un camino de liberación, para vivir de acuerdo al proyecto de justicia, de igualdad, de fraternidad, de paz y de amor. Están para nuestro propio bien y felicidad.
Sentido de los mandamientos
Los mandamiento que Dios da a su pueblo por medio de Moisés pretendían ser un camino para que el pueblo saliera de la esclavitud hacia la completa libertad de Dios (Exodo 19, 4). Dios vio la opresión de su pueblo en Egipto y ha escuchado sus gritos de dolor (Exodo 3, 7). Cada angustia del pueblo en Egipto tenía una causa, y para evitar que esas causas se repitieran, Dios estableció los mandamientos, cuyo fiel cumplimiento garantizaba que el pueblo conservara la libertad, viviera la justicia, la igualdad, la fraternidad y la verdadera paz.
En Egipto, el culto a muchos dioses era utilizado por los dominadores para mantener sus sistema injusto. Por eso en el primer mandamiento se ordena escoger entre los dioses falsos y el verdadero Dios, es decir, entre la opresión y la verdadera libertad, entre la muerte y la vida verdadera.
En Egipto, se invocaba el nombre de los dioses para encubrir el robo, la injusticia, las mentiras, etc. Por eso en el segundo mandamiento se prohibe usar el nombre de Dios, que es un Padre liberador, para justificar la opresión y explotación del pueblo.
En Egipto el faraón (el jefe que dominaba) no permitía que el pueblo tuviera descanso para festejar y celebrar su fe (Exodo 5, 1-9). Lo tenía como esclavo, trabajando sin parar. Por eso el tercer mandamiento ordena el descanso semanal, para celebrar comunitariamente la presencia del Dios liberador que camina con su pueblo.
En Egipto todo el poder lo tenía el faraón, y la organización era inhumana y autoritaria (Exodo 1, 11; 5, 6-14). Por eso el cuarto mandamiento afirma que la autoridad está en los padres, es decir, en la familia, que es la célula de la sociedad. El poder está descentralizado, está en la comunidad (Exodo 18, 13-22).
En Egipto el sistema del faraón era de muerte, no respetaba la vida (Exodo 1, 15-16). Por eso el quinto mandamiento ordena respetar la vida de toda persona.
En Egipto la mujer era explotada, era como un instrumento en manos del hombre, también desde el punto de vista sexual. Por eso el sexto mandamiento rompe el privilegio del hombre sobre la mujer y no hace distinción, guardando la relación de amor e igualdad que Dios ha establecido desde el principio (Génesis 2, 24).
En Egipto el sistema del faraón se apoyaba en el robo. Era derecho del rey ser dueño de todo (1Samuel 8, 11-18). Por eso el séptimo mandamiento prohibe el robo, tanto el robo que hacen las personas individualmente, como los robos que hace el sistema de gobierno al pueblo.
En Egipto el sistema de los faraones estaba apoyado en la mentira y el engaño. Decían que dios había puesto a los faraones y que el pueblo tenía que adorarles y obedecerles ciegamente. Además los funcionarios de justicia no cumplían las leyes y practicaban el soborno. Por eso el octavo mandamiento ordena no imitar a los corruptos y ser valientes para defender la verdad en los tribunales y no dar falso testimonio contra nadie.
En Egipto, el sistema del faraón tenía su raíz en la codicia, en la ambición, en el afán de poseer y acumular los bienes y las riquezas, aunque fueran ajenos (Isaías 5, 8; 1Reyes 21, 1-16). Por eso el noveno y décimo mandamiento quiere quitar del interior de la persona la ambición y e deseo de poseer, que es causa de injusticias y opresiones.
Vivir de verdad los mandamientos
Como vemos el sentido de los mandamientos es ser un camino de liberación. Lo que pasa es que con el tiempo, esta Ley de Dios fue perdiendo su verdadero sentido liberador. Por ejemplo, en tiempos de Jesús, los escribas y los fariseos, que eran los grandes conocedores de la Ley del Señor manifestada en las Sagradas Escrituras, en vez de instrumento de vida la habían convertido en un instrumento de opresión (Mt 23, 1-4).
Jesús conocía bien los mandamientos de Dios (Marcos 10, 19); pero criticó duramente la interpretación que de ellos hacían los fariseos y los maestros de la Ley (Mateo 5, 20; 23, 1-35), y trajo una nueva interpretación de la Ley de Dios, para que vivamos el verdadero sentido de sus mandamientos (Mateo 5, 17)
Debemos entender el verdadero sentido de los mandamientos, para vivirlos fielmente. No olvidemos que la ley de Dios se resume en el amor. Así andaremos por el camino que el Señor nos ha señalado, que es el camino que nos lleva hacia su Reino.
Para poner en práctica
Examinar cómo estamos viviendo los diez mandamientos de la Ley de Dios. Comprometernos a vivir cada día de verdad los mandamientos que no cumplimos.