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LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

 

Objetivos

--Que los jóvenes sean conscientes de que la fe cristiana implica un compromiso social.

--Que los jóvenes sepan qué es la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) y conozcan los principios que orientan el compromiso social de los cristianos.

--Que los jóvenes se preocupen de las cuestiones sociales y se comprometan, según sus posibilidades, a participar en el cambio social de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Miramos la realidad

En los temas anteriores hemos conocido un poco la realidad en la que vivimos. La finalidad de conocer la realidad cambiarla para que sea mejor. Como cristianos la Iglesia nos orienta en el compromiso para mejorar la sociedad en la que vivimos. A esa enseñanza llamamos Doctrina Social de la Iglesia, y sobre ella vamos a hablar en este tema. Primero vamos a mirar la realidad para ver qué nos dice sobre las cuestiones sociales y la actitud que frente a ella tienen los cristianos. Para mirar la realidad leemos el siguiente hecho de vida y en grupos dialogamos sobre las preguntas que se proponen.

 

Hecho de vida

Los jóvenes de Chuanoj estaban reunidos como todos los domingos para orar, cantar, recibir su formación y organizar las actividades juveniles que van a realizar en el futuro. Ese domingo su reunión si vio interrumpida por uno de los vecinos de la comunidad, Don Manuel, que llegó corriendo y gritando: ¡Corran, hermanos, corran! --decía desesperado--.

Todos salieron a ver qué pasaba. --¿Qué pasa, hermano?-- preguntó Cristina, del grupo de jóvenes del tercer nivel. --¡Es que le están quitando las tierras a la familia Ixchajchal, les están sacando de su casa las autoridades. Tenemos que reunirnos para ayudarles a defender su casa y su tierra!--, respondió Don Manuel.

Los jóvenes estaban preparados para ir a ver en qué podían ayudar, cuando uno de los catequistas mayores se acercó y les dijo: ¿A dónde van ustedes? ¡No se metan en esas cosas! No van a dejar su formación cristiana para ir a meterse en problemas que nada tienen que ver con ustedes.

Isabel, del grupo de jóvenes de segundo nivel dijo: Claro que tiene que ver con nosotros, porque Jesús nos enseña que tenemos que comprometernos en ayudar a nuestros hermanos y defender la justicia. Pero el hermano catequista, un poco enojado, respondió: ¿Qué estás diciendo? ¡Si Jesús nunca se metió en cuestiones de estas! Entren y continúen con su formación.

Los jóvenes tuvieron que entrar, y Don Manuel se fue a ver si encontraba quién ayudara a la familia Ixchajchal. Pero los jóvenes no se quedaron tranquilos, sino que se pusieron a dialogar sobre el hecho, para ver si la enseñanza de Jesús y de la Iglesia de verdad les prohibe comprometerse en ese tipo de problemas o más bien les exige que se comprometan.

 

Ahora dialogamos en grupos sobre las siguientes preguntas:

1.¿En nuestras comunidades pasa algo parecido al hecho de vida?

2.¿Quién tiene la razón, el catequista o Isabel?

3.¿Cómo piensa nuestra la gente, como el catequista o como Isabel?

4.¿Cómo piensa la mayoría de los jóvenes de nuestras comunidades?

Ponemos en común las respuestas.

Iluminamos la realidad

Fe y compromiso social

La fe implica compromiso con las necesidades de los demás, para ayudarles a solucionarlas. Cuando los discípulos pensaban despedir a la multitud de gente hambrienta para que fueran a comer, como si ellos no tuvieran que preocuparse, Jesús les dice: Denles ustedes de comer, como indicando que es parte de su compromiso el organizarse y ayudar a sus prójimos a solucionar sus necesidades (leer Marcos 6, 34-44).

Esta misma exigencia de compromiso hace Santiago a los cristianos de las primeras comunidades que piensan que la fe no tiene nada que ver con la solidaridad y ayuda a sus hermanos necesitados. Al contrario, la fe que no se manifiesta en un compromiso para ayudar a solucionar los problemas y necesidades de los demás, no es verdadera fe cristiana, es una fe sin vida, muerta (en este sentido leer la Carta de Santiago 2, 14-17).

El mismo Dios, ya desde su actuación contada en el Antiguo Testamento, se ha manifestado a su pueblo como el que está siempre atento a sus necesidades, que escucha sus clamores, ve su situación de necesidad y se compromete, interviniendo para sacarlo de esa situación. El hecho más claro y significativo para el pueblo de Israel fue la intervención de Dios para sacarlo de la esclavitud de Egipto y llevarlo a la tierra de la libertad y el bienestar para todos (leer Deuteronomio 26, 5-9).

Es esa la misma misión de Jesús, para eso ha venido, para comprometerse con la liberación del oprimido e instaurar un Reino en el que no haya ninguna esclavitud ni explotación, sino igualdad, justicia y bienestar para todos (leer Lucas 4, 16-19); que todos puedan vivir en plenitud, con dignidad (leer Juan 10, 10). Y es ese mismo compromiso el que él nos exige para entrar en su Reino (leer Mateo 25, 31-46).

¿Qué es la Doctrina Social de la Iglesia?

En sentido amplio, podemos definir la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) como la enseñanza de la Iglesia, fundamentada en el Evangelio, que pone de manifiesto la dimensión social de la fe, es decir, que la fe implica compromisos sociales por la justicia, la solidaridad, la defensa de la vida, la promoción de los derechos humanos, la opción por los pobres, etc. Y lo hace para iluminar la realidad desde el Evangelio y promover la transformación de la sociedad según el Reino de Dios.

El método de la Doctrina Social de la Iglesia

La Doctrina Social de la Iglesia quiere ser una respuesta a los desafíos de la realidad humana y social desde el Evangelio. Y para dar esa respuesta, primero tiene que conocer la realidad, analizarla y valorarla para descubrir los desafíos a los que tiene que responder. Por eso la DSI utiliza un método para poder cumplir bien con su tarea.

VER. Es mirar la realidad con interés y preocupación, analizarla y comprender los problemas y sus causas, porque son problemas que afectan a personas humanas y dañan su dignidad.

JUZGAR. Es interpretar la realidad y ver qué cosas están de acuerdo con el proyecto que Dios tiene sobre las personas y el mundo (Reino de Dios) y cuáles no. Es iluminar y valorar qué es pecado (injusticia) y qué gracia (justicia), qué es opresión y qué es liberación.

ACTUAR. Es comprometerse y actuar para cambiar las injusticias, las desigualdades y que haya una sociedad de justicia social, verdad, libertad, paz. Por eso la DSI tiene unas orientaciones para nuestras acciones de transformación social.

No nos podemos quedar en el ver la realidad, o en el juzgarla, sino que tenemos que tomar acciones concretas para cambiarla de acuerdo a los valores del Reino de Dios.

Principios de la Doctrina Social de la Iglesia

Estos principios se refieren a los valores fundamentales que deben iluminar nuestro análisis y valoración de la realidad y guiar nuestro compromiso social para transformarla.

La dignidad de la persona humana.

La persona, por ser criatura de Dios, hecha a su imagen y semejanza, tiene un valor único y sagrado, que no se puede violar. De ahí le vienen sus derechos fundamentales (o Derechos Humanos), que se han de proteger y respetar. Y el primero y fundamental es el derecho a la vida, que hay que respetarla, defenderla y promoverla.

Por eso la DSI nos enseña que todo atropello a la dignidad de la persona humana es un atropello al mismo Dios, de quien es imagen. Y también nos enseña que la persona es lo más importante, y que todas las instituciones y acciones sociales tienen a la persona como centro, sujeto y fin, y han de procurar su bienestar y pleno desarrollo.

Por la común dignidad se da una igualdad fundamental entre las personas, y el derecho de todos sin discriminación a participar en la vida social para buscar el mayor bien para todos. Por eso los dirigentes del Estado deben empeñarse en fomentar la iniciativa y organización de las personas, para que trabajen por el bien común.

El bien común

Significa que se busca que todas las personas puedan disfrutar de una vida digna, satisfacer sus necesidades y desarrollar sus capacidades. Que todos puedan disponer de lo necesario para realizarse como personas.

Unido a esto está el principio del destino universal de los bienes, es decir, que todos los bienes han sido creados para satisfacer las necesidades humanas y que están destinados para todos, de modo que la propiedad de los bienes está al servicio del bien común.

Esto supone que se distribuyan los bienes de manera que lleguen a todos según sus necesidades; y además supone el respeto y cuidado de la naturaleza, para que se deje a las generaciones que vienen los bienes que Dios ha creado para todos.

Para poner en práctica

 

La fe implica un compromiso de solidaridad con los que tienen problemas o necesidades para ayudarles. Tenemos que plantearnos qué estamos haciendo para ayudar a los necesitados de nuestra comunidad. Pero no sólo plantearnos lo que estamos haciendo, sino que tenemos que comprometernos a hacer algo, si es que no estamos haciendo nada, o fortalecer el compromiso que ya tenemos.

La Doctrina Social de la Iglesia nos enseña a analizar la realidad, valorarla, para descubrir los desafíos que nos plantea y responder a esos desafíos, transformándola según los valores del Reino. Preguntémonos: ¿Qué desafíos nos plantea la realidad de nuestras comunidades? ¿Qué podemos hacer para responder a esos desafíos? Y nos comprometemos a preocuparnos por conocer nuestra realidad y analizar las causas de las situaciones de injusticias, para luego poder colaborar en el cambio social.

 

 

 

Textos de la Doctrina Social de la Iglesia

Hoy nadie puede ignorarlo: en continentes enteros son innumerables los hombres y mujeres torturados por el hambre, son innumerables los niños mal alimentados, hasta tal punto que un buen número de ellos mueren en tierna edad; y regiones enteras se ven así condenadas al más triste desaliento. Es necesario construir un mundo donde todo hombre sin excepción de raza, religión o nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente humana. (Populorum Progressio, 45 y 47).

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Todo lo que atenta contra la vida: homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia, y el mismo suicidio; todo lo que viola la integridad de la persona humana, como por ejemplo, las mutilaciones, las torturas; todo lo que ofende a la dignidad, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, o las condiciones de trabajo degradantes, que reducen al trabajador a la categoría de mero instrumento para enriquecerse , sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana; todo esto, son prácticas difamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador. (Gaudium et Spes, 27)

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El amor por la persona y, en primer lugar por el pobre, en el que la Iglesia ve a Cristo, se concreta en la promoción de la justicia. (Centesimus Annus, 58)

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Mediante el trabajo la persona se compromete no sólo en favor suyo, sino también en favor de los demás: cada uno colabora en el trabajo y en el bien de los otros. (Centesimus Annus, 43)