ACTOR FRANCES ATRAIDO POR SAN
AGUSTIN
PARÍS, 10 febrero
2003 (ZENIT.org).- Este domingo, Gerard Depardieu dio vida en la
catedral de Notre-Dame de París a los libros X y XI
de las Confesiones de san Agustín, obispo de Hipona.
El conocido actor francés tuvo esta idea, que cuenta con el apoyo del Consejo
Pontificio de la Cultura, durante un encuentro con Juan Pablo II durante el
Jubileo del año 2000.
«Juan Pablo II me vio e inmediatamente dijo: San Agustín», refiriéndose al
parecido que el pontífice encontró entre el actor y el santo de Hipona.
Los textos propuestos para el ciclo de no más de 50 minutos de lectura han sido
elegidos por André Mandouze,
latinista, escritor, y uno de los protagonistas del redescubrimiento de San
Agustín en Francia.
En 2001, Mandouze participó en Argelia --donde nació
el santo el 13 de noviembre del 354-- en el primer coloquio internacional
dedicado a su figura.
«Al principio la lectura no fue fácil, pero las palabras de Agustín me
cautivaron», ha declarado Depardieu al diario
católico francés «La Croix» relatando su encuentro
con las Confesiones.
«Su reflexión me ha parecido sublime --añade-- y me ha llevado a recapacitar
sobre mí mismo, sobre mi propia trayectoria. Me he quedado pegado a ese libro,
que desde entonces no me ha abandonado y que leo todos los días».
«Durante veinte años --reconoció-- he frecuentado a un psicoanalista, y puedo
decir que los libros X y XI de las Confesiones (una verdadera fuente de
referencias para ellos) ofrecen respuestas a nuestras preguntas más íntimas y
calman nuestros interrogantes más dolorosos».
Al visitar el pasado septiembre Roma, Depardieu
anunció que la iniciativa de leer pasajes de San Agustín no es un espectáculo,
«sino una manera de enriquecer a los fieles de todo el mundo».
El actor planea leer los escritos del santo en iglesias, sinagogas y mezquitas
para compartir su entusiasmo con la «sabiduría» y la «modernidad» de Agustín.
«Mi sueño sería leer fragmentos de San Agustín en el Muro de las Lamentaciones
(en Jerusalén)», declaró.
Depardieu alcanzó fama internacional a partir de 1990
con su interpretación de la película Cyrano de Bergerac, de Jean-Paul Rappeneau.