SAN AGUSTÍN, UN BUEN PATRONO PARA ÁFRICA
(José Luis Lizalde)

¿Cuándo tendrá África la dicha de poder contar con un patrono propio, escogido entre las miríadas de santos nacidos en su seno? 

Si tuviera que señalar a uno, diría que el mejor candidato para representar a la iglesia africana es el gran Agustín de Hipona, ya que es, sin duda, el santo africano más universalmente conocido. El cineasta argelino Rachid Benhadj está rodando una película sobre San Agustín, al que considera su antepasado, aunque Rachid es musulmán.

La prueba irrefutable de su “africanidad” nos la ofrece el lugar de su nacimiento. Agustín nació en Tagaste, en Numidia, la actual Souk-Ahras de Argelia. Se siente y se llama a sí mismo “africano” y no se molesta en refutar el apelativo de “púnico” con que le tachan, despectivamente, algunos de sus enemigos, porque su raza es africana y ama a su tierra; se siente orgulloso de ser africano. Si durante su desvarío abandona África, es para volver de nuevo a su patria, una vez que se ha encontrado consigo mismo.

Muchos son los méritos que posee Agustín para ser declarado patrono de África. En primer lugar su sed insaciable de sabiduría y deseo ardiente de Dios, que son los mismos sentimientos que inspiran a tantos africanos. Asimismo, su regreso a la tierra nativa puede ser una invitación para tantos africanos que se han visto obligados a salir de África en busca de mejores oportunidades; el regreso a su tierra natal podría ser un enriquecimiento para este continente que se ve privado de sus mejores energías.

En la actual coyuntura de África, dividida por motivos étnicos y religiosos, como lo fue también en tiempos de Agustín, la bondad y dulzura que Agustín mostró a sus adversarios debería ser la norma a seguir por todos los cristianos. Su celo por las almas contagiaría a los obispos africanos que se sentirían asimismo confirmados con el testimonio del santo de Hipona que urgía a sus hermanos en el episcopado para que no abandonaran sus sedes en los momentos difíciles.

Aunque hayan desaparecido las Iglesias florecientes que llenaban el norte de África, bajo el vendaval del Islam, Agustín sigue iluminando la Iglesia universal con la luz de su doctrina y el ejemplo de su vida y podría ser un válido protector en estos tiempos críticos para el continente africano.

Lo que Agustín significa para la Iglesia africana ha quedado recogido en un texto de Posidio. Agustín le dio confianza en sí misma, como primer paso hacia un nuevo resurgir. “Lleno de confianza impugnó las herejías de África, sobre todo a los donatistas, maniqueos y paganos... La Iglesia de África que desde mucho tiempo yacía seducida, humillada y oprimida por la violencia de los herejes..., comenzó a levantar cabeza... Los libros y tratados se multiplicaban..., y su preclara doctrina y el suave olor de Cristo se extendió y se manifestó por toda el África, gozándose también la Iglesia de ultramar, luego de haberle llegado la noticia.

P. José Luis Lizalde 
 

Mundo Negro, nº 449 (febrero, 2001