PRESTANDO APOYO POSITIVO

La solidaridad es una moneda con dos caras, la del que ayuda y la del ayudado, persiguiendo el mismo objetivo. En esta entrevista un voluntario y un seropositivo nos muestran sus impresiones sobre el SIDA y la labor del voluntariado.


Ángel Arias, es voluntario de Apoyo Positivo desde hace más de tres años. Era un alto ejecutivo que trabajaba para una empresa que se dedicaba al comercio exterior. Iba a convenciones internacionales, cerraba tratos importantes, un día comía en París y al otro tenía una reunión en Roma, hasta que su empresa se fusionó con otra compañía y tuvo que jubilarse con 59 años. Pasó de estar todo el día ocupado a encontrase en su casa sin nada que hacer, por lo que decidió que tenía que invertir su tiempo en algo. Primero, por medio de un familiar, entró en contacto con una asociación de jesuitas que atendía a enfermos de SIDA y más tarde llegó a Apoyo Positivo, una ONG que centra sus esfuerzos en apoyar a los enfermos de SIDA y a sus familiares.


¿Cómo te pones en contacto con Apoyo Positivo?

No lo recuerdo bien, creo que leí en el periódico o en algún lado que necesitaban voluntarios para tratar a seropositivos. Vine un día y ya llevo casi cuatro años atendiendo a mis "pacientes".

¿Cómo conseguiste cambiar tu mentalidad de ejecutivo y convertirte en voluntario?

No tuve que hacerlo, porque desde siempre yo había querido ayudar a los demás. Aquí lo que hago sobretodo son tareas de acompañamiento en domicilio y de recogida y traslado de los enfermos que están imposibilitados y carecen de un medio de locomoción para desplazarse. En total, me ocupo de 10 o 12 personas a los que llamo todas las semanas para preguntarles cómo están, y si veo que alguno me necesita más, me vuelco con él. Por ejemplo, tenía un paciente, Alejandro, que era toxicómano, y a base de pasar mucho tiempo con él y de charlar muchas horas conseguí que dejara el mundo de las drogas.

¿Qué obtienes tú con este trabajo?

Es algo maravilloso porque recibes mucho más de lo que das. Para un jubilado como yo, esto es fundamental, porque hace que me sienta importante y además a mi edad la gente siente la necesidad de dar una ternura especial y aquí encuentro esa reciprocidad afectiva, porque la relación entre el voluntario y el enfermo es más de amistad que de otra cosa.

Al trabajar con enfermos, ¿no te da miedo encariñarte con ellos?

No, porque afortunadamente la mayoría de ellos viven todavía. En principio, Apoyo Positivo se creó para mentalizar a la gente de la idea de la muerte, pero ahora las cosas han cambiado, ya que el SIDA ha dejado de ser terminal y de lo que se trata es de animarles a vivir.


¿Cuál es tu opinión respecto al voluntariado?

Los jóvenes voluntarios son estupendos, pero tienen sus estudios, necesitan encontrar un trabajo y cuando lo hacen, dejan el voluntariado. Quiero decir que no resultan tan eficaces como una persona que tiene una vida más estable o incluso el caso de los jubilados, que han abandonado la vida laboral y se sienten inútiles. Yo he tenido trabajos de mucha responsabilidad pero ninguno me ha hecho tan feliz como este. A mí lo que me motiva es el contacto humano que encuentro aquí.

¿Qué has aprendido de tus enfermos?

Vivimos en una película en tecnicolor y se nos olvida lo que hay a nuestro alrededor, aunque yo siempre lo he tenido presente a pesar de que nunca te imaginas que llegue a haber tanto horror. Sin embargo, mis amigos por ejemplo, siguen pasando las tardes jugando al bridge o al golf.

 

Francisco Javier, "Javi para los amigos y Francisco para los enemigos", como él mismo se define, es seropositivo. La enfermedad le ha provocado una parálisis y sólo puede desplazarse con una silla de ruedas.

¿Qué representa para ti Apoyo Positivo?

Esta organización es como un árbol: los voluntarios son el tronco y nosotros, los enfermos, somos las ramas. Los voluntarios nos respetan, nos tratan como a seres humanos, con dignidad. El otro día alguien me preguntó que si tuviera una escoba qué barrería, y le respondí que a la sociedad que nos desprecia, porque para poder estar en sociedad debemos ocultar nuestra enfermedad. De hecho, sólo mi madre sabe que soy seropositivo. Aunque soy consciente de que si oculto mi enfermedad un día puede haber una desgracia y puedo contagiar a alguien. Aquí somos como una piña, nos comprendemos porque todos sabemos por lo que estamos pasando.

¿Qué opinión te merece el voluntariado?

Los voluntarios que están con nosotros cada día saben lo que sentimos, y también, si alguna vez por desgracia les toca a ellos, ya saben cómo enfrentarlo. Además recibo ayuda de la Fundación Tomillo que me envía un técnico sanitario que me ayuda a lavarme, porque mi baño no está adaptado a mi minusvalía. Nunca he rechazado la ayuda de nadie, siempre que no tenga interés de lucrarse conmigo.

¿Por qué vienes a Apoyo Positivo?

Aquí comemos, charlamos, hacemos manualidades. Los voluntarios y los enfermos tenemos una relación de amistad, de confianza. Si no vengo aquí, me quedo en casa agobiado, dándole vueltas a mis problemas, ya que no tengo a quien contárselos porque sólo mi madre sabe que soy portador del virus, y aquí me desahogo, puedo relajarme.

Pero todavía queda mucho por hacer. Desde esta página Apoyo Positivo pide la colaboración de cualquier persona que quiera compartir su tiempo libre y su cariño con personas que realmente lo necesitan.

 

http://www.canal.solidario.com