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1° agosto de 2004

Queridos hijos de Medjugorje, ¡Alabado sea Jesucristo!

1- Se oyen a veces comentarios que parecen juciosos a primera vista:
“¿Por qué ir tan lejos en peregrinación y gastar tanto dinero, cuando Dios está en todas partes y que la Virgen está incesantemente con sus hijos?”.


El peregrinar forma parte de la vida espiritual, toda la Biblia nos lo enseña. Ciertas veces debemos abandonar nuestras costumbres y dejarnos movilizar concretamente hacia Dios, no sólo interior sino también físicamente (siempre y cuando la salud lo permita). Dios ve nuestro esfuerzo, nos habla de manera privilegiada en esos momentos que le están específicamente reservados. Bendiciones especiales están ligadas a las peregrinaciones.

La misma Santísima Virgen nos da el ejemplo, al igual que san José. ¿Acaso no tenían consigo al mismo Dios, Dios Hijo en su casa de Nazaret? Podrían haber pensado: “Dejemos que nuestros hermanos judíos vayan en peregrinación a Jerusalén, donde la gloria de Dios llena el Templo, ¡es bueno que ellos vayan! Pero nosotros vivimos con el Hijo de Dios, nuestra casa es tabernáculo de su presencia, hablamos con él a diario, aquí ya tenemos lo mejor, ¿qué más ganaríamos con ir a Jerusalén??”
En aquella época, todo judío piadoso iba a Jerusalén en las tres fiestas de peregrinación: Pessaj (Pascua) hacia el mes de abril, Shavuot (Pentecostés) hacia junio y Sukot (Fiesta de las Tiendas) hacia octubre. Estos viajes se acompañaban de una liturgia especial particularmente bella. Era el momento para cada uno de ellos de hacer el balance de su vida con Dios. Allí, en el Templo, era “visto” por Dios que le acordaba gracias y favores particulares. A través de sus profetas, el Señor ha pedido a su pueblo hacer esto y él sabe por qué. ¡La peregrinación es también una institución divina!

Si José María y Jesús han peregrinado a Jerusalén tres veces por año a pie (¡170 km!) a pesar de la inseguridad de los caminos de la época, de la incomodidad y del cansancio, ¿quiénes somos nosotros para lanzar una nueva espiritualidad según la cual las peregrinaciones serían inútiles de ahora en más? Los testimonios de conversión, las curaciones y las bendiciones debidos a peregrinaciones abundan. ¿Dios nos habría acaso enviado un mensaje reciente, diciendo que ha cambiado de opinión y que las lluvias de gracias que daba en sus santuarios no merecen más la pena del translado?

Sobre la montaña, en el curso de las apariciones nocturnas, cuántas veces la Virgen nos ha dicho: “Queridos hijos, estoy contenta de verlos tan numerosos!” ¡Nos está invitando! Ahora bien, cuando invitamos a alguien a casa, ¿no disponemos nuestro corazón para conversar con él, para compartir con él lo mejor que tenemos, para manifestarle nuestro amor? Preparamos una sorpresa para nuestro invitado, y ¡no se va con las manos vacías! Para muchos peregrinos, su pasaje por Medjugorje ha marcado un punto decisivo en sus vidas, y por nada del mundo quisieran haber faltado a la cita! (Ver PS 1)

¿Tenemos a nuestra Madre en casa todos los días? ¡Sí! ¿Tenemos la Eucaristía en nuestras parroquias? Sí, al menos allí donde haya sacerdote. Entonces, ¿por qué no responder a la invitación de Jesús y María cuando nos toman de la mano y viajar con ellos?? Descubriremos en el transcurso del camino nuevos aspectos de su personalidad y acojeremos lo que ellos tienen reservado para nosotros en estos lugares de gracias. En este desierto tan duro que es a veces el mundo, ¿vamos a despreciar estos oasis creados por el Pastor para nosotros?

2 – ¡Fue una gran alegría ver llegar a Medjugorje a un grupo de 25 peregrinos venidos de Nazaret y de otros pueblos de Galilea! ¡Esto se repetirá seguramente! Uno de ellos comentaba: “Cuando subí al Krizevac, me parecía estar en el monte Carmelo!”

3 – Como lo había prometido en el reporte del 1° de julio, he aquí una breve explicación sobre los grupos de oración. Un grupo de oración se forma, según las palabras de Jesús, cuando “hay dos o más reunidos en mi nombre”. En el Evangelio, Jesús dice a menudo: hagan esto “en mi Nombre”. En los Hechos, vemos a los apóstoles de Jesús actuar “en su Nombre”. Esta expresión bíblica es poderosa y es bueno conocer su alcance si queremos vivir y actuar en el nombre de Cristo. Todo bautizado está revestido de Cristo, y está en condiciones de actuar “en Nombre de Jesús”. Pero la mayoría de los cristianos vive muy por debajo de sus medios y deja de lado muchos tesoros, se impone una sub-alimentación y se hunde en la tristeza. Camina a ciegas y se deja muy facilmente engañar por satisfacciones materiales pasajeras. Por otra parte, ¡Dios está tan deseoso de entregarnos todos sus dones! ¡No es para nada mezquino o avaro, todo lo contrario! Entonces, ¿cómo recibir esos bienes que nos son ofrecidos tan divinamente?

Jesús nos da la clave – su propio Nombre – para que podamos acceder a sus riquezas, imbebirnos de ellas y distribuirlas alrededor nuestro “Lo que pidan al Padre, él se los dará en mi Nombre. ¡Hasta el momento no han pedido nada en mi Nombre! (Juan 16, 24). Es como si alguien diría: “Tengo una fortuna colosal en el banco, y te considero como uno de los míos. Confío en ti, tu firma valdrá como si fuera la mía en mi cuenta bancaria. Retira lo que quieras a voluntad, ¡lo que es mío es también tuyo! Cuando le pedimos al Padre algo en nombre de Jesús, es como si Jesús mismo lo pidiese. Una imagen puede ayudarnos a comprender esto: cuando un rey nombra a un delegado para que actúe en nombre suyo en cierto asunto, esta persona es investida de un poder por delegación, su firma vale por la del rey. “Todo lo que pidan en mi Nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”, nos dijo Jesús (Juan 14,14). Personalmente no puedo dudar de esto, porque cuando vivía en París, fui salvada de la muerte por el nombre de Jesús: en una asamblea de oración, una persona con gran fe tuvo la valentía de invocar sobre mí el poderoso Nombre de Jesús y pasé de la muerte a la vida. ¡El nombre de Jesús nos otorga un poder insospechable! Pero también una gran responsabilidad.

En hebreo, el nombre indica la identidad de la persona y a veces su rol en el plan de Dios. Así, el nombre del arcángel Rafael significa en hebreo: “Dios sana”, y es lo que este arcángel hizo con Tobit (Tobías 11, 7-14)! El nombre de Jesús, “Yeshouah”, significa: “Dios salva”, ¡y es lo que Jesús hizo! ¡Nos ha salvado! Y es por eso que utilizar el nombre de Jesús para un emprendimiento, una oración de sanación o de liberación milagrosa, supone que nos adherimos plenamente a Jesús. No sólo a la persona de Jesús pero también a lo que ese nombre implica, a la obra que él vino a realizar, etc. En nuestro fuero interior, ¿nuestra intención es la de prolongar el Espíritu de Jesús, de ser para él un instrumento para salvar? El nombre de Jesús no es en absoluto un pase mágico. Si nuestra intención no es pura, si nuestro propósito no es el de glorificar a Jesús, nuestra boca podrá por cierto pronunciar 100 veces el nombre de Jesús, y este nombre estará vaciado de su sustancia, de su poder. Es por ello que Jesús dijo: “Nadie puede hacer un milagro invocando mi Nombre y luego hablar mal de mí!” (Mc 9, 39). Si camino sinceramente con Jesús, su Nombre me habita y lo glorifico. (ver PS 2).

La Gospa dijo: “Los grupos de oración son fuertes, y a través de ellos, hijitos, puedo ver que el Espíritu Santo actúa en el mundo” (Mensaje del 25 de junio de 2004). Aquí es donde reside la fuerza de un grupo de oración: en la adhesión de sus miembros a Jesús. Adherirse a la fuente misma realiza la unidad de los corazones. ¿Estamos unidos al nombre de Jesús? ¡Jesús viene! ¡Está en medio nuestro y su alegría consiste en compartir con nosotros sus riquezas! Cada miembro dispone de la “firma” de Jesús y, conforme a su confianza y audacia, toma los bienes que Jesús le ofrece, se alimenta de ellos y los distribuye abundantemente. El Destructor no puede dañar a ese grupo pues, aún cuando el grupo pase a través de las llamas sus miembros, cual los tres jóvenes del horno que confiaron en el nombre de Dios, salen indemnes del fuego (Daniel, capítulo 3) El rey Nabucodonosor vio que había en medio de ellos un hombre que tenía “el aspecto de un hijo de dioses (prefiguración de Jesús). ¡Magnifico ejemplo de un grupo de oración en acción en una situación crítica! Otro bello ejemplo: La Gospa ha dado sus secretos a los videntes. ¿Por qué siente la necesidad de hablarles de las cosas por venir? Porque de esta forma, en sus venidas, forma con ellos un poderoso “grupo de oración”! Ella permite a cada vidente de unir su voz a la suya, de formar con ella un solo corazón y de orar a Dios por estos acontecimientos futuros!

Me parece que en “los Tiempos Nuevos” donde florecerá la primavera de la primavera de la Iglesia (mensaje del 25 de octubre 2000), la Iglesia vivirá en forma amplificada la hermosa experiencia de los Hechos de los Apóstoles! (reunirse en oración incesante con María, qué magnífico modelo para un grupo de oración y qué fecundidad para el mundo!). Por ello, en Medjugorje, la Gospa forma misteriosamente a aquellos que quieren decirle “Sí” y entrar vivos en su plan. , “Sí, querida mamá, aquí estoy para ponerme a tu escuela, para vivir tus mensajes y convertirme en tu apóstol! Aquí estoy para formar un solo corazón y una sóla alma con Jesús, como tú y contigo, para llevar a cabo el hermoso plan de paz y de felicidad que ustedes tienen para el mundo! ¡Totus Tuus!”

 

Querida Gospa, mira a estos miles de jóvenes que llegan para el Festival
¡Bendícelos con tu bendición maternal, reconfórtalos,
háblales al corazón y guíalos hacia Jesús!

 

Sr. Emmanuel

© Children of Medjugorje 2004