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SEGUNDA ESCENA
Primera Escena|Tercera Escena | Cuarta Escena
Collado en las cumbres montañosas
El día rompiente ilumina con creciente claridad una fortaleza coronada de centelleantes almenas, que se yergue en el foro sobre una cumbre rocosa. Entre ésta y el proscenio se adivina un profundo valle por el que corre el Rin. Wotan y Fricka, durmiendo. La fortaleza se ha hecho totalmente visible. Fricka despierta: sus ojos se posan en la fortaleza.
FRICKA, sobresaltada. ¡Wotan, esposo! ¡Despierta!
WOTAN, hablando en sueños. La dichosa sala de las delicias me guardan puerta y portal: ¡honor varonil, eterno poder, elevan a gloria infinita!
FRICKA le zarandea. ¡Arriba, sal de los deliciosos engaños del sueño! ¡Despierta, esposo, y considera!
WOTAN despierta y se incorpora un poco; su mirada es atraída inmediatamente por la visión de la fortaleza.
¡Acabada la obra eterna! En la cumbre de la montaña, la fortaleza de los dioses; ¡magnifico se jacta el resplandeciente edificio! Como lo vi en sueños, como lo indicó mi voluntad, fuerte y bello esta a la vista: augusto, soberbio edificio!
FRICKA. ¿Sólo te produce placer lo que a mí me asusta? ¡A ti te alegra la fortaleza, yo temo por Freia! ¡Despreocupado, habrá que recordarte el pago estipulado! La fortaleza esta acabada; el pago, vencido: ¿has olvidado lo que prometiste?
WOTAN. Bien se me trasluce lo que convinieron quienes me construyeron allí la fortaleza; mediante contrato amansé a la obstinada ralea, para que me edificaran la augusta sala; ahora se levanta..., ¡gracias a los fuertes!... No te preocupes por la soldada.
FRICKA. ¡Oh, riente, criminal frivolidad! ¡Egoísta ligereza!... Si hubiera sabido de vuestro contrato, habría evitado el engaño; pero vosotros, los valerosos hombres, alejasteis a las mujeres, para, sordos y libres de nosotras, tratar a solas con los gigantes: ¡así, sin vergüenza vendisteis, cínicos, a Freia, mi divina hermana, contentos del latrocinio ¿Qué os es, duros, sagrado y valioso cuando los hombres codiciáis poder?
WOTAN, tranquilo. ¿Igual codicia le era acaso ajena a Fricka cuando ella misma me pidió el edificio?
FRICKA. Preocupada por la fidelidad del esposo, tristemente tengo que pensar cómo atarlo a mi, si quiere irse lejos: soberbia mansión, deliciosos enseres, debían atarte a ocioso reposo. Pero durante la construcción de la morada pensabas sólo en armas y combates: dominio y poder debe aumentarte; sólo para provocar incesantes borrascas adquiriste la altiva fortaleza.
WOTAN, riendo. Si tú, mujer, querías apresarme en la fortaleza, a mí, el dios, tienes que permitirme que, cautivo en el castillo, conquiste para mi el mundo exterior. Mudanza y cambio ama quien vive: ¡por eso no puedo evitar el juego!
FRICKA. ¡Hombre insufrible y sin amor! ¿A la varia futilidad del poder y del dominio sacrificas, con ultrajante burla, el amor y el aprecio de la mujer?
WOTAN. Para ganarte por esposa, uno de mis ojos arriesgué solicitándote: ¡cuan neciamente reprochas ahora! Honro a las mujeres más de lo que a ti te alegra...; y no renunciaré a Freia, la buena: jamás pensó esto en serio mi juicio.
FRICKA, mirando con angustiada expectación hacia la escena. Entonces, protégela ahora: con desvalida angustia corre hacia aquí en busca de auxilio.
FREIA entra como en veloz huida. ¡Ayúdame, hermana! ¡Protégeme, cuñado! Del otro lado de la peña Fasolt me amenazó que vendría a por mi, la divina.
WOTAN. ¡Déjale amenazar!... ¿No viste a Loge?
FRICKA. ¡Que siempre prefieras fiar en el artero...! Muchos males nos causó ya, pero siempre vuelve a enredarte.
WOTAN. Donde basta el valor, a nadie pregunto; pero para sacar provecho de la envidia del enemigo sólo sirven inteligencia y astucia, como solapadamente las emplea Loge. El que me aconsejó el contrato me prometió rescatar a Freia: me confío a él, pues.
FRICKA. ¡Y él te deja solo!... Allí vienen hacia aquí a toda prisa los gigantes. ¿Dónde aguarda tu astuto ayudante?
FREIA. ¿Dónde aguardan mis hermanos, que trajeran auxilio cuando mi cuñado vende a la desvalida? ¡Socorro, Donner! ¡Hacia aquí, hacia aquí! ¡Salva a Freia, mi Froh!
FRICKA. ¡Los que te traicionaron en perversa alianza, todos ellos se ocultan ahora!
Entran Fasolt y Fafner ambos con figura de gigantes, armados con fuertes estacas.
FASOLT. Dulcemente cerró el sueño tu ojo; nosotros dos, insomnes, construimos la fortaleza. Jamás cansados del enorme esfuerzo, amontonamos fuertes piedras; escarpada torre, puerta y portal cubre y cierran en el esbelto palacio la sala.
Señalando hacia la fortaleza.
Allí se yergue lo que nosotros levantamos, el día lo ilumina, haciéndolo centellear: ¡ocúpalo ahora, a nosotros páganos el salario!
WOTAN. Decid, gente, el pago; ¿qué queréis convenir?
FASOLT. Convenido está lo que nos interesa; ¿tan mal te acuerdas? Freia, la divina; Holda, la libre... Está pactado, la llevaremos a casa.
WOTAN, rápido. ¿Estáis locos con vuestro contrato? Pensad en otra merced: ¡no vendo a Freia!
FASOLT, Profundamente aturdido, se queda sin habla unos instantes. ¿Qué dices? ¡Ah! ¿Piensas traición? ¿Traición al contrato? ¿Las que salvaguardan tu lanza son para fi un juego, las runas del pacto convenido?
FAFNER. Fidelísimo hermano, ¿adviertes el engaño ahora, estúpido?
FASOLT. Tú, voluble hijo de la luz, escucha y guárdate: ¡mantén fidelidad a los pactos! Lo que eres, lo eres sólo por pactos; convenido está, bien pensado tu poder: si eres mas sabio que ingeniosos somos nosotros, tú nos ataste, a los libres, a la paz; ¡pero maldigo todo tu saber, huya lejos tu paz si no eres flanco, honrado y libre para guardar la fidelidad a los pactos!... Un necio gigante te aconseja esto: ¡tú, sabio, sábelo de él!
WOTAN. ¡Cuán astuto tomaste en serio lo que nosotros acordamos sólo en broma! La adorable diosa, luminosa y delicada, ¿para qué os servirán sus encantos, necios?
FASOLT. ¿Te mofas de nosotros? Ah, qué injusticia!... Vosotros, augusta y luminosa estirpe, que domináis por la belleza, ¡cuán alocadamente ambicionáis torres de piedra y ponéis como prenda de la fortaleza y la sala los encantos femeninos! Nosotros, los rudos, nos matamos trabajando, sudorosos, con encallecidas .0...., para ganar una mujer que viva, deliciosa y dulce, con nosotros, los pobres...: ¿absurda llamas la compra?
FAFNER. Deja de decir disparates; así no obtendremos provecho. La captura de Freia valdrá de poco; pero de mucho valdrá arrebatársela a los dioses.
En voz baja.
Manzanas de oro crecen en su jardín, ella sola sabe cuidar las manzanas; comer de la fruta sirve a su estirpe para eterna juventud jamás envejeciente: pero, pálidos y achacosos, se ajará su florecer, débiles y viejos se consumirán, si tienen que privarse de Freia.
Groseramente.
Por eso séales arrebatada!
WOTAN. ¡Loge tarda demasiado!
FASOLT. Danos ahora, sin más, respuesta!
WOTAN. ¡Solicitad otro pago!
FASOLT. Ningún otro; ¡Freia sola!
FAFNER. ¡Tú, ahí, síguenos!
Fafner y Fasolt se acercan a Freia. Froh y Donner entran apresuradamente.
FREIA, huyendo. ¡Ayudadme! ¡Protegedme de los rudos!
FROH, tomando en sus brazos a Freia. ¡A mi, Freia!
A Fafner.
¡Déjala, insolente! Froh protege a la hermosa.
DONNER, situándose delante de ambos gigantes
FASOLT Y FAFNER, ¿sentisteis ya el duro golpe de mi martillo?
FAFNER. ¿A qué viene la amenaza?
FASOLT. ¿Qué apremias tú aquí? Nosotros no escogimos la lucha, sólo reclamamos nuestro salario.
DONNER. Demasiadas veces pagué ya a gigantes el tributo. ¡Venid acá! Voy a pesaros la paga con buena balanza.
Blande el martillo.
WOTAN, extendiendo su lanza entre los contendientes.
¡Deténte, salvaje! ¡Nada por la violencia! El asta de mi lanza protege los pactos: deja el mango de tu martillo!
FREIA. ¡Dolor! ¡Desdicha!
¡WOTAN me abandona!
FRICKA. ¿Te comprendo aún, hombre cruel?
WOTAN se vuelve y ve venir a Loge. Por fin, Loge! ¿Corres así a remediar el maldito trato que cerraste?
LOGE ha ascendido hasta el foro, viniendo del valle.
¿Cómo? ¿Qué trato hubiera cerrado yo? ¿Acaso el que tú regateaste con los gigantes allí, en el Consejo?. A los abismos y cumbres me llevan mis inclinaciones; casa y hogar no me atraen. Donner y Froh, esos sí piensan en techado y paredes; si quieren matrimoniar, ha de alegrarles una casa. Una orgullosa sala, un fuerte castillo, ése era el deseo de Wotan. Casa y patio, sala y castillo, ahora se yergue firmemente construida la gloriosa fortaleza. Yo mismo examiné las magnificas murallas, comprobé si todo estaba firme, Fasolt y Fafner han cumplido bien: ninguna piedra está floja en las hiladas. No estuve ocioso, como varios aquí; miente quien me tilda de negligente.
WOTAN. Te escabulles de mi con argucias: ¡guárdate muy mucho de engañarme! Tu único amigo entre todos los dioses, yo te admití en la mal confiada tropa: ¡habla, pues, y aconseja bien! Puesto que los constructores de la fortaleza estipularon a Freia como merced, tú sabes que otramente no convine porque prometiste como deber rescatar la noble prenda.
LOGE. Con el mayor esfuerzo pensar en ello, en cómo rescatarla, esto... he prometido. Pero que yo encontrara lo imposible, lo inalcanzable... ¿cómo puede prometerse tal cosa?
FRICKA, a Wotan. ¡Mira en qué hipócrita bribón confiabas!
FROH. Te llamarás Loge, pero yo te llamo Mentira.
DONNER. ¡Maldita Llama, yo te apagaré!
LOGE. ¡Para ocultar su vergüenza, me injurian los imbéciles!
Donner se va hacia Loge.
WOTAN, interponiéndose.
¡Dejadme en paz al amigo! No conocéis el arte de Loge: mayor peso tiene el valor de su consejo, silo paga demorándose.
FAFNER. ¡Nada de demorarse! ¡Pagad en seguida!
FASOLT. ¡Mucho se alargó lo del pago! Wotan se vuelve rápido y apremiante a Loge. ¡Ahora, escucha, testarudo! ¡Explícate! ¿Por dónde vagaste? Loge. ¡Siempre es la ingratitud el salario de Loge! Preocupado sólo por ti, miré alrededor, recorrí agitadamente todos los rincones del mundo, para buscar una compensación por Freia que tal vez satisficiera a los gigantes. Busqué en vano, y ahora veo claro: ¡en la vastedad del mundo,nada hay tan valioso que interese al hombre como compensación del aprecio y las delicias de la mujer!
Todos escuchan con sorpresa y dispar perplejidad.
A lo ancho del existir en el agua, en la tierra y en el aire, mucho pregunté, a todos interrogué, allí donde surge la energía y se agitan los gérmenes: ¿qué pareciera acaso al hombre más poderoso que el aprecio y las delicias de la mujer? Pero a lo ancho del existir, burlada fue sólo mi inquisitiva astucia: en el agua, en la tierra y en el aire, nada quiere apartarse del amor y la mujer...
Sentimientos entremezclados.
Sólo vi a uno que renegó del amor; por oro rojo renunció al favor de la mujer. Las puras hijas del Rin me lamentaron su desgracia: el nibelungo, Alberich de la Noche, pretendió en vano el favor de las ondinas; el oro del Rin robó allí vengativamente el ladrón: esto le parece ahora el más preciado bien, más augusto que los favores femeninos... Hasta mí llegó el lamento de las hijas por la brillante baratija arrebatada a las profundidades: a tí, Wotan, se vuelven, para que despojes en derecho al ladrón,
Con creciente calor.
devuelvas el oro al agua, y allí sea de ellas eternamente...
Intensa agitación de todos.
Prometí a las muchachas comunicártelo: ahora cumplió Loge su palabra. Wotan. ¡Eres un loco,si no un vil traidor! Me ves a mí mismo en apuros: ¿cómo ayudara yo a otros en los suyos?
FASOLT, que ha escuchado atentamente, a Fafner.
Le envidio el oro al duende; mucha desdicha nos causó ya el nibelungo, pero el enano escapó siempre con astucia a nuestra fuerza.
FAFNER. Nuevos actos envidiosos maquinará el nibelungo, si el oro le da pode.... ¡Eh, tú, Loge! Di sin mentira: ¿qué valor tiene, pues, el oro cuando le basta al nibelungo?
LOGE. En el fondo de las aguas es una baratija, para gozo de las rientes ondinas; pero si llegara a ser forjado en forma de redonda sortija, otorgará el poder supremo, ganará el mundo para el hombre.
WOTAN, pensativo. Oí susurrar del oro del Rin: runas de botín ocultara su rojo brillo; poder y tesoros produjera sin medida una sortija.
FRICKA en voz baja a Loge. ¿Sirviera acaso la brillante joya, hecha con la dorada baratija, también a las mujeres para bello adorno?
LOGE. La fidelidad del esposo consiguiera la mujer, si llevara graciosamente la clara joya que, brillante, forjan los enanos activamente bajo el imperio de la sortija.
FRICKA insinuante, a Wotan.
¿No ganara mi esposo tal vez el oro?
WOTAN, como en estado de creciente fascinación.
Poseer la sortija ha de parecerme aconsejable... ¿Pero cómo, Loge, aprendiera yo el arte? ¿Cómo me forjara yo la joya?
LOGE. Una runa mágica fuerza al oro en sortija; nadie la conoce, pero uno la ejercitará fácilmente: aquel que reniegue del feliz amor.
WOTAN se vuelve, de mal humor.
Tú no te privas de él, además llegas demasiado tarde; Alberich no dudó. Sin vacilar consiguió el poder mágico:
Chillón.
¡ya ha obtenido el anillo!
DONNER, a Wotan.
Violencia a todos nosotros nos hiciera el enano si no le fuera arrebatada la sortija.
WOTAN. ¡He de tener el anillo!
FROH. Fácilmente se obtendrá ahora sin maldecir el amor.
LOGE, chillón. ¡Facilísimo, sin arte, como en un juego de niños!
WOTAN. Aconseja, pues: ¿cómo?
LOGE. ¡Robándolo! lo que un ladrón sustrajo, sústraeselo tú al ladrón: ¿llegara a conseguirse una propiedad más fácilmente? Pero Alberich se defenderá con maliciosas armas; tendrás que proceder con inteligencia y astucia, si despojas al ladrón en derecho para devolverles la roja baratija,
Con calor
el oro, a las hijas del Rin, pues por eso te imploran.
WOTAN. ¿A las hijas del Rin? ¿Para qué me sirve el consejo?
FRICKA. De la ralea acuática nada quiero saber: ya han seducido lascivamente -¡para mi pesar!- a varios hombres en el baño.
Wotan permanece mudo en lucha consigo mismo; los restantes dieses te miran con silenciosa expectación. Mientras tanto, Fafner consulta aparte con Fasolt.
FAFNER a Fasolt.
Créeme, el resplandeciente oro es de más provecho que Freia: también alcanzará eterna juventud quien la obligue por la magia del oro.
Los gestos de Fasolt revelan que se siente persuadido contra su voluntad. Fafner avanza de nuevo con Fasolt hacia Wotan.
¡Oye, Wotan, la palabra aguardada! Quede Freia con vosotros en paz; más fácil pago encontré como rescate: a nosotros, rudos gigantes, nos basta el rojo oro del nibelungo.
WOTAN. ¿Estáis en vuestro juicio? ¿Debo regalaros, desvergonzados, lo que no poseo?
FAFNER. Pesada fue allí la construcción de la fortaleza: fácil te será a ti con astuta fuerza (lo que nunca lograrnos en el juego de la envidia) atrapar al nibelungo.
WOTAN. ¿Por vosotros me afanara yo con el enano? ¿Por vosotros cogiera yo al enemigo? ¡Desvergonzados y codiciosos os torna mi gratitud, necios!
FASOLT agarra de improviso a Freia y la lleva hacia el lateral con la ayuda fe Fafner.
¡Acá, muchacha! ¡En nuestro poder! Ahora nos seguirás como prenda hasta que recibamos el rescate.
FREIA, gritando.
¡Dolor! ¡Dolor! ¡Ay!
FAFNER. ¡Sea llevada
lejos de aquí!
Hasta el atardecer -¡escuchadlo bien!- la conservaremos como prenda; regresaremos, pero si venirnos y no está preparado, como rescate, el luminoso y rojo oro del Rin...
FASOLT. Entonces estará concluido el plazo, y Freia, retenida:
¡nos seguirá para siempre!
FREIA, gritando. ¡Hermana! ¡Hermanos!
¡Salvadme! ¡Socorredme!
Freia es llevada fuera por los gigantes, que escapan rápidamente.
FROH. ¡Vamos tras ellos!
DONNER. ¡Acabemos de una vez!
Miran a Wotan interrogantes.
FREIA desde la lejanía. ¡Salvadme! ¡Socorredme! Loge, siguiendo a los gigantes con la mirada.
A paso de carga bajan al valle a campo traviesa; ahora vadean los gigantes la corriente del Rin:
¡Freia no cuelga contenta
a espaldas de los brutos!...
¡Heia! ¡Hei!
¡Cómo se bambolean los majaderos! Se alejan pesadamente por el valle, seguramente no descansaran hasta el territorio de Riesenheim...
Se vuelve a los dioses.
¿Qué piensa ahora Wotan, tan fiero? A los dioses felices, ¿cómo les va?
Una niebla amarillenta llena con creciente densidad el escenario; envueltos en ella, los dioses adquieren un aspecto cada vez más pálido y avejentado. Todos están mirando, asustados y expectantes, a Wotan, que clava pensativa-
mente la vista en el suelo.
¿Me engaña una niebla? ¿Me gasta bromas un sueño? ¿Cuan temerosos y pálidos os marchitáis tan pronto! ¡Se os extingue la luz de las mejillas, se enturbia la mirada de vuestros ojos!... ¡Animo, mi Froh, aún es temprano!... ¡El martillo hace caer tu mano,
DONNER!... ¿Qué le pasa a Fricka? ¿Se alegra poco, si el canoso aspecto de Wotan hace de él casi un anciano?
FRICKA. Dolor! ¡Desdicha!
¿Qué ha sucedido?
DONNER. ¡Se me cae la mano!
FROH. ¡Se me para el corazón!
LOGE. ¡Ya lo encontré! ¡Oíd lo que os falta! Todavía no comisteis hoy
de la fruta de Freia. Las manzanas de oro en su jardín os hacían fuertes y jóvenes, si las comíais cada día. La cuidadora del jardín está ahora empeñada; en las ramas se aja y se seca la fruta, pronto caerá podrida... A mí me importa menos; de siempre me escatimó Freia con mezquindad la preciosa fruta:
¡pues yo soy sólo la mitad de genuino que vosotros, los divinos!
Franco, pero vehemente y punzante.
Pero vosotros fiasteis todo en la fruta de la juventud:
¡bien lo sabían los gigantes! Han atentado contra vuestra vida:
¡Ved ahora cómo defenderla! Sin las manzanas, vieja y decrépita, caduca y triste, marchitándose para burla de todo el mundo, se extinguirá la estirpe de los dioses.
FRICKA, asustada. ¡Wotan, esposo! ¡Hombre desdichado! ¡Mira cómo tu riente frivolidad nos ha causado a todos desdoro e ignominia!
WOTAN, tomando una decisión repentina. ¡Vamos, Loge!
¡Baja conmigo! Descendamos a Nibelheim: ¡quiero conseguir el oro!
LOGE. Las hijas del Rin te imploraron: ¿pueden esperar, pues, atención?
WOTAN, brusco. ¡Calla, charlatán! ¡A Freia, la buena, hay que rescatar a Freia!
LOGE. Como tú ordenes, te guiaré de buen grado: ¿bajarnos, pues, directamente por el Rin?
WOTAN. ¡Por el Rin, no!
LOGE. Entonces nos deslizaremos por la sima azufrosa: ¡escúrrete conmigo allí dentro!
Se adelanta y desaparece por una sima lateral, de la que surge inmediatamente un vapor azufroso.
WOTAN. Vosotros aguardad aquí hasta la tarde: ¡conseguiré el oro redentor de la perdida juventud!
Desciende por la sima detrás de Loge. El vapor sulfuroso proveniente de ella se extiende por todo el escenario y lo llena rápidamente de espesos nubarrones. Fricka, Froh y Donner se tornan invisibles.
DONNER. ¡Buen viaje, Wotan!
FROH. ¡Buena suerte! ¡Buena suerte!
FRICKA. ¡Oh, vuelve pronto al lado de la angustiada mujer!
El vapor sulfuroso se oscurece hasta trocarse en un negro nubarrón, que se mueve de abajo arriba, y después se transforma en una sólida y tenebrosa sima rocosa, que también se mueve siempre hacia arriba, de manera que parece como si la escena se hundiera cada vez mas profundamente en la tierra. Por distintos lados titilea a lo lejos un resplandor rojoscuro: se hace perceptible por todas partes un estrépito creciente, como de herreros. Se pierde el golpear de los yunques. Se hace reconocible una inmensa gruta subterránea que parece desembocar por todas partes en angostos pasadizos.
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Last Revision: 19/04/00