Agua, azucarillos y Aguardiente (coro
de niñeras)
Las señoras nos mandan
a Recoletos con los bebes,
pa que tomen el fresco
por los jardines, ¡arza y olé!
Nos encargan que vayamos
siempre detrás,
y que no nos separemos
de ellos jamás;
pero si nos sale un tipo
de esos que nos hacen tiín,
¡vaya si se quedan solas
las criaturitas al fín!
Agua, azucarillos y Aguardiente (coro
de barquilleros)
Vivimos en la Ronda
de Embajadores,
al lao de la Ribera
de Curtidores.
Pasamos nuestra vida
con los chiquillos,
que son los que consumen
nuestros barquillos.
Cruzamos el Prao,
la plaza Colón
voceando: ¿quién los quiere
tiernecitos
tostaitos
de canela y de limón?
Las niñeras y los soldaos
por nosotros están pirraos
y dan cuartos a los chiquillos
pa que se los jueguen a los barquillos.
Y ocho u diez u doce
que les damos por favor
se los comen casi siempre
entre las niñeras y el gastador.
Cuando viene un señorito
y nos dice: vamos a jugar,
en menos que canta un gallo
la trampa está prepará.
Como están los clavos flojos
y la máquina desnivelá,
por más que se vuelva mico
que ni pa Dios que nos pué
ganar.
Agua, azucarillos y Aguardiente (Duo de
Manuela y Pepa)
Manuela: Tú
sin duda te has creido
que yo soy una cualquiera,
porque tú tienes un puesto
y yo soy una vasera.
Pero ya saben lo que eres
más de dos y más de tres,
porque tú eres una cosa
que ya sabes tú lo que es.
---
Pepa: Ya te
dije yo esta noche
que enseguida que te viera
te arrancaba el añadido
por chismosa y embustera.
Si tuvieras un poquito
de vergüenza y dignidá
no pasabas por mi puesto
con la cara levantá.
---
Manuela: No
te pongas tantos moños,
que a pesar de tu honradez
a la calle de Quiñones
te han llevao más de una vez.
---
Pepa: Pero a
mí entodavía,
en la procesión,
no han venido a invitarme
para ir de pendón.
---
Manuela y Pepa: Tú
no tienes ni decoro
ni principios, ni vergüenza,
y si vuelves a mirarme
te voy a arrancar la trenza.
Ya no quiero más palique,
con que en facha ponte ya,
que esta noche no te salva
ni la paz y caridá.
n
La revoltosa (Duo de Felipe y Mari Pepa)
Mari Pepa: ¡Ay
Felipe de mi alma!
¡Si contigo solamente
yo soñaba!
Felipe: ¡Mari
Pepa de mi vida!
¡Si tan sólo en ti pensaba
noche y día!
¡Mírame así!
Mari Pepa: ¡Mírame
así!
Los dos: ¡Pá
que vea tu alma
leyendo en tus ojos,
y sepa serrana
que piensas de mí!
Felipe: La de
los claveles dobles,
la del manojo de rosas,
la de la falda de céfiro
y el pañuelo de crespón;
la que iría a la verbena
cogidita de mi brazo...
¡eres tú!... ¡porque te
quiero,
chula de mi corazón!
Mari Pepa: ¡El
hombre de mis fatigas
pá mí siempre en cuerpo y alma,
pá mi sola sin que nadie
me dispute su pasión!
Con quién iría del brazo
tan feliz a la verbena...
eres tú... ¡porque te quiero,
chulo de mi corazón!
Felipe: ¡Ay
chiquilla! ¡Por Dios!
Mari Pepa: ¡Zalamero!
¡Chiquillo!
Felipe: ¡Chiquilla!
Mari Pepa: ¡No
me hables así!
Felipe: Te quiero.
Mari Pepa: Te
quiero.
Los dos: ¿Me
quieres tú a mí?
No te voy a querer reina mía
de mi qué sería si tí.
La verbena de la Paloma
Hilarión:
El aceite de ricino
ya no es malo de tomar.
Se administra en pildoritas
y el efecto es siempre igual.
Sebastián:
Hoy las ciencias adelantan
que es una barbaridad.
Hilarión: Es
una brutalidad.
Sebastián:
Es una bestialidad.
Hilarión: La
limonada purgante
no la pide nadie ya.
Sebastían:
Como que esa limonada
nunca sirve para ná.
Es lo mismo que un refresco
de naranja o de cebá.
Hilarión:
Pues por eso justamente
ya no es chicha
ni limoná.