CONFERENCIA DE EDUCACIÓN
GRUPO DE TRABAJO
JUNIO 1998
2.2. FILOSOFÍA
La tradicional presencia de la Filosofía en los planes de estudios dirigidos a la formación de la juventud está en consonancia con la dimensión educadora que se reconoce a esta disciplina, desde sus orígenes. La Filosofía es, en efecto, un tipo de saber que, por su propia naturaleza se plantea, por un lado, los problemas teóricos con rigor metodológico y afán de explicación seria y, por otro, transciende su carácter teorético para asumir una condición rectora de los comportamientos en el orden convivencial, moral y político. Uno de los rasgos que mejor la definen como saber consiste, precisamente, en su esfuerzo por vincular de forma indisociable la dimensión teorética y la práctica, orientando los comportamientos en el sentido de lo que se entiende que la realidad es. Y en esta pretensión de poner la racionalidad al servicio de los comportamientos estriba en gran parte el educar.
Muchos tratados de Filosofía han sido escritos con una intención explícitamente educadora y dirigidos a los que se inician en el camino del conocimiento. Cabe también recordar a este propósito lo propios que son de la juventud tanto la actitud de asombro y extrañeza, de donde los griegos pensaron que nace el filosofar, como aquella humildad implícita en la conciencia de no saber, que consideraron camino y disposición para el saber.
La Filosofía, dentro de los planes de estudio, está llamada a contribuir a reavivar en la juventud estas actitudes y estos convencimientos, tan necesarios en un momento como el presente en que los prodigios producidos por las técnicas mecánicas amenazan con matar la capacidad de asombro y en que la asunción acrítica de los avances científicos puede, por otra parte, despertar el dañino convencimiento de saberlo casi todo.
El panorama, en fin, de lo que la Filosofía es, tanto en su devenir histórico como en su realidad presente, con sus contrastes, sus diversidades, sus discrepancias y la inagotable variabilidad de los enfoques y de las posiciones, que van unidos a múltiples acuerdos de fondo y a constantes históricas, introduce también a los jóvenes en la perspectiva de la paradoja de la existencia humana, en la que se sintetizan aspectos muy diversos y, por ello, se constituye también en escuela de tolerancia, de convivencia, de respeto al discrepante y de auténtico diálogo.
2.2.1. La Ética en la Educación Secundaria Obligatoria
En el ordenamiento educativo actual se afirma que la formación
ética constituye uno de los objetivos primeros y fundamentales de
la educación:
El objetivo primero y fundamental de la educación es el proporcionar a los niños y a las niñas, a los jóvenes de uno y otro sexo, una formación plena que les permita conformar su propia y esencial identidad, así como construir una concepción de la realidad que integre a la vez el conocimiento y la valoración ética y moral de la misma. Tal formación plena ha de ir dirigida al desarrollo de su capacidad para ejercer, de manera crítica y en una sociedad axiológicamente plural, la tolerancia y la solidaridad.
Como consecuencia de este principio, al señalarse las capacidades
que la Educación Secundaria Obligatoria debe contribuir a desarrollar,
se incluye expresamente la de conocer las creencias, actitudes y valores
básicos de nuestra tradición y patrimonio cultural, valorarlas
críticamente y elegir aquellas opciones que mejor favorezcan su
desarrollo integral como personas.
Partiendo de estos supuestos, se ha entendido que, respecto a la formación ética, se debía ir más allá de su tratamiento como contenido y acción transversal, encomendado al conjunto del profesorado y considerado necesario pero no suficiente. Como consecuencia, se introduce un bloque de contenidos, dentro del Área de Ciencias Sociales, Geografía e Historia, en el 4° año de la Educación Secundaria Obligatoria, bajo el rótulo La vida moral y la reflexión ética. Esta materia viene avalada por razones de diverso tipo, de las que el título es bien expresivo. En principio, se trata en ella de trasmitir al alumno los valores de una moral cívica, es decir, los valores compartidos por los distintos grupos sociales religiosos o no de una sociedad pluralista como la española. Tales valores forman parte ineludible del bagaje que las sociedades con democracia liberal quieren trasmitir a las generaciones futuras, porque son los que permiten orientar las habilidades técnicas y sociales, que en la enseñanza formal se aprenden, hacia la construcción de una sociedad justa entre ciudadanos libres y responsables.
Si las habilidades no se ejercen desde valores como la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto activo y la actitud dialógica, mal podrá una sociedad ser justa con sus miembros y con el conjunto de seres humanos, que es lo que exige la moral pública de una sociedad con democracia liberal. De ahí que la asignatura de Ética de 4° curso de la ESO deba trasmitir los valores imprescindibles para una vida moral de las personas como ciudadanos.
Pero precisamente para que esa transmisión no se convierta en adoctrinamiento, en imposición de unos valores sin discusión ni crítica, sino que consista en una verdadera educación en la autonomía, la asignatura de Ética ha de tener una vertiente filosófica ineludible, la reflexión ética. Desde la misma se analizan tres aspectos de la vida moral: En primer lugar, en qué consiste la dimensión moral de la persona y de las sociedades, qué es el pluralismo moral y cómo se articula con el derecho y con la religión. El segundo aspecto es el de la pregunta por el fundamento de esos valores morales en los que se educa, sin el que no existe una actitud crítica respecto a lo moral, sino dogmática. Existen distintos modelos de fundamentación filosófica que importa conocer para actuar críticamente. El tercer aspecto filosófico consiste en la aplicación en la vida cotidiana de esos modelos a través de proyectos morales, personales y sociales.
La dimensión filosófica es ineludible para educar en la autonomía y no adoctrinar. Adoctrinar significa trasmitir valores de forma solapada, sin argumentación alguna, para conseguir que el alumno asuma sin percatarse un universo cerrado. En sociedades abiertas se trata, por el contrario, de trasmitir los valores más preciados abiertamente y dando razones de ello, para que el alumno pueda elegir libremente, formándose en la autonomía y forjándose convicciones, indispensables para que una sociedad funcione de forma auténticamente democrática.
El enclave de esta asignatura en 4° curso de la ESO es fundamental, porque permite al alumno reflexionar activamente sobre los valores que ha ido aprendiendo en las etapas anteriores y proyectar el futuro. Es la edad en que va configurando activamente su propia identidad y una dimensión esencial de la identidad de una persona es la moral que le permite dilucidar qué valora más o menos en su vida, cuál es su jerarquía de valores, cuál es el horizonte moral desde el que toma sus decisiones. Pero, habida cuenta de que los proyectos vitales son personales y profesionales, resultaría imprescindible que esta tarea prosiguiera en el Bachillerato, analizando no sólo cuáles son los fines de las personas sino las metas morales de las distintas actividades profesionales en las que se van a insertar (ciencia natural o social, medicina, enfermería, economía etc.).
Las Administraciones educativas en la actualidad pueden disponer que el bloque de contenidos La vida moral y la reflexión ética se organice en el cuarto curso de la etapa como materia específica, con la denominación de "Ética" y que su evaluación se lleve a cabo de forma independiente. Por otro lado, se encomienda la referida organización a la iniciativa y, de hecho, a las posibilidades de los centros. De este modo, el tratamiento específico de la Ética queda supeditado a las posibilidades, al parecer e incluso a las conveniencias de los centros o de los propios profesores y, por tanto, no queda garantizada una presencia y organización de la materia a la altura de la enorme capacidad formativa que la propia Ley le reconoce.
Como consecuencia, se propone que:
1. Se disponga, con carácter general, que el bloque de contenidos La vida moral y la reflexión ética se organice, en el cuarto curso de la Educación Secundaria Obligatoria, como materia específica, con la denominación de Ética y evaluada de forma independiente.2.2.2. La Filosofía en el Bachillerato
2. La materia, así organizada, tenga la fundamentación y el tratamiento filosóficos que a la Ética de suyo le corresponden, por lo que deberá garantizarse en todos los casos que sea impartida por profesorado con preparación específica.
3. Por último, es preciso insistir en que el tratamiento específico de la Ética que en los anteriores apartados se propugna no deberá llevar al profesorado de las demás disciplinas a considerarse dispensado de dar a la formación moral el tratamiento en línea transversal, que constituye parte importante de toda labor educativa.
La Filosofía es una materia que reviste gran importancia para
conseguir varios de los objetivos que la LOGSE atribuye al sistema educativo
y, en concreto, al Bachillerato:
En esta sociedad del futuro, configurada progresivamente como una sociedad del saber, la educación compartirá con otras instancias sociales la transmisión de información y conocimientos, pero adquirirá aún mayor relevancia su capacidad para ordenarlos críticamente, para darles un sentido personal y moral, para generar actitudes y hábitos individuales y colectivos, para desarrollar aptitudes, para preservar en su esencia, adaptándolos a las situaciones emergentes, los valores con los que nos identificamos individual y colectivamente.Cuando se hacen explícitas las capacidades que el Bachillerato debe contribuir a desarrollar en los alumnos, se señalan expresamente las siguientes:
* Analizar y valorar críticamente las realidades del mundo contemporáneo y los antecedentes y factores que influyen en él.A la hora de hacer efectivos estos fines y objetivos, la presencia de la Filosofía se hace indispensable. Es preciso, en efecto, tener en cuenta que la Historia de la Filosofía contribuye poderosamente a descubrir y a esclarecer los resortes profundos que fueron determinando el devenir de nuestra cultura. La Historia de la Filosofía lleva en sí un conocimiento de la historia general de los pueblos occidentales. A la vez, ésta sólo es comprensible desde una visión histórica, en el contexto de las situaciones en que ha nacido, con su justificación y con la insuficiencia que ha obligado a seguir pensando, a completar la verdad alcanzada con lo exigido por una nueva situación.
* Comprender los elementos fundamentales de la investigación del método científico.
* Consolidar una madurez personal, social y moral que les permita actuar de forma responsable y autónoma.
Por todo ello, la Historia de la Filosofía puede realizar una función articuladora de la historia de los saberes, que cubre un ámbito importante en el currículo del bachillerato, en relación con la historia de las ideas físicas, sociológicas, políticas, jurídicas, etc., sin las cuales no es inteligible ni la sociedad y el momento en que el alumno vive, ni el propio sistema de los saberes que se le transmiten.
La Filosofía, disciplina en la que todo se somete a examen, puede ayudar a los alumnos a poner en cuestión informaciones y conductas que ellos asimilan, con frecuencia, como si se tratase de verdades evidentes y conductas naturales. De forma parecida, estimula también la formulación y el planteamiento personal de las grandes preguntas que el ser humano se hace sobre sí mismo, el mundo, la sociedad y la realidad en general, relacionándolas con las respuestas dadas por los principales movimientos filosóficos.
Esta disciplina puede colaborar eficazmente a que el alumno ponga en ejercicio los procedimientos básicos del trabajo intelectual: búsqueda de información, contratación, análisis, síntesis y evaluación crítica. Puede, en este mismo sentido, contribuir a enseñar a argumentar y a expresar con claridad y coherencia el propio pensamiento, contrastándolo con otras posiciones y argumentaciones.
Contribuye, por último, a fomentar el hábito de emplear la capacidad de la razón para regular los comportamientos. Y, en parecido sentido, la búsqueda de la verdad y la pluralidad de las posiciones, realidades ambas propias de la historia de la Filosofía, ayuda eficazmente a que el alumno asuma como natural el hecho de la comunicación de la diversidad y, con todo ello, la actitud de respeto al discrepante u oponente y el espíritu de auténtico diálogo.
En el sistema educativo actual, la Filosofía es materia común para todas las modalidades del Bachillerato y la Historia de la Filosofía es materia propia de la modalidad de Humanidades y Ciencias Sociales, dentro tan sólo del itinerario u opción de Humanidades.
Esto trae como consecuencia que el 85% de los estudiantes de Bachillerato no va a tener ningún contacto con la Historia de la Filosofía y de la Ciencia, quedando privados, por ello, de una visión profunda y comprensiva de la historia en general.
Ello implica, por lo pronto, una quiebra difícil de justificar en el doble y complementario tratamiento que se viene dando a la Filosofía en la educación secundaria a lo largo de este siglo: el tratamiento temático o, si se quiere, sistemático (que permite al alumno, entre otras cosas, aplicar la reflexión filosófica al ámbito vivencia! de problemas que asume como suyos) y el tratamiento histórico que, siendo esencial a la Filosofía, proporciona al alumno el conocimiento de la tradición conceptual de la que deriva la riqueza cultural de Europa y, en el fondo, su misma conformación democrática.
En cuanto a la asignatura de Filosofía de primer curso de Bachillerato, las 70 horas anuales que se le asignan resulta un tiempo manifiestamente insuficiente para lograr de forma adecuada los objetivos formativos que se le atribuyen.
Como consecuencia de lo apuntado, se propone que la presencia de la
Filosofía en el Bachillerato sea debidamente potenciada, con objeto
de que, tras la implantación de la reforma, siga siendo posible
un enfoque histórico, así como un tratamiento temático
de la materia. Las administraciones educativas determinarán si este
doble tratamiento se ha de realizar en dos cursos, como en los planes de
estudios anteriores, extendiendo de esta forma a todas las modalidades
del Bachillerato lo que ahora se dispone para el Bachillerato Humanístico,
o bien si se debe hacer en un solo año, disponiéndose en
este caso que el horario asignado haga posible realizar conjuntamente el
tratamiento histórico y el temático, esto es, dando lugar
a que los grandes temas el ser humano, el pensamiento, la acción,
la sociedad, etc. puedan ser también abordados desde la imprescindible
perspectiva histórica.