El Aviso
El Aviso lo predijo Nuestra Señora del Monte Carmelo en Garabandal, donde profetizó tres grandes eventos por llegar: el Aviso, el Milagro y el Castigo. Este ultimo ocurriría únicamente si el mundo rehúsa arrepentirse tras los dos primeros que la mente de Dios ha preparado para todos. Nosotros ya hemos experimentado el primero; el segundo y el tercero todavía se encuentran en el futuro. El Milagro llegará en un periodo inferior a 365 días tras el Aviso, así que preparémonos a recibir la gracia del Milagro.
El Aviso fue como la conversión de San Pablo, que fue invadido por la misma luz que nosotros hemos soportado recientemente. El Apóstol se hallaba en el camino de Damasco, viajando a aquella ciudad con intención de perseguir a los recién convertidos judíos Cristianos que allí vivían. Una visión gloriosa le reveló que estaba atacando no sólo a los miembros de la Iglesia, sino al mismo Jesús, ¡ el Señor del cielo y tierra !. La luz cegadora del Cristo Resucitado le culpó del pecado. Pablo tuvo en cuenta el aviso que Jesús le había enviado; se arrepintió y convirtió a la fe de sus perseguidos, y abandonó su anterior forma de vida.
¿ No se nos ha otorgado a nosotros la misma iluminación con el Aviso ?. . La gracia una vez concedida a un individuo ha penetrado finalmente en cada corazón humano en una simple, súbita explosión de luz divina. Hemos sentido la misma gracia que Pablo. Dios desearía que el mundo entero responda como lo hizo Pablo. Ahora debemos arrepentirnos del pecado que el Señor nos ha mostrado en nuestro interior por medio del Aviso, y enmendar nuestras vidas, siguiendo a Jesús.
El Aviso nos hizo conscientes de Dios. Cada uno, tanto increyentes como creyentes, podemos ahora declarar que Dios nos ha tocado con Su inmensurable poder. Él ha intervenido de una manera sin precedentes para hacer conocer a todo el mundo su divina existencia, Su gracia, Su soberano gobierno, Su amor por nosotros y Su preocupación en nuestra salvación. Hay un Dios, y Él es bueno. Nadie puede ahora por más tiempo negarle, a menos que alguien elija huir de la verdad en la propia cara de Dios. El Aviso ha hecho evidente a Dios. Hemos sentido su poder en nuestros propios huesos.
El Aviso nos muestra nuestros pecados. Había sido predicho como una "corrección de la conciencia del mundo". En las escrituras estaba profetizado desde hace mucho tiempo que Jesús enviaría el Espíritu Santo para "condenar al mundo del pecado". Si no habíamos comprendido completamente antes lo que esto significaba, ahora lo comprendemos, por el poder del Aviso. El pecado, nuestra resistencia a la transformación en la clase de persona amante que Dios es, tiene como resultado todo tipo de odiosas acciones, decisiones y actitudes. Todas ellas fueron vividamente claras a la brillante luz que Dios brilló en nuestras almas. Nuestras conciencias fueron profundamente iluminadas en ese momento, exponiendo todo el auto-engaño al que nos sometemos, extrayendo las memorias muertas que nunca antes habían sido liberadas con amor, desvelando las mentiras que nos hacíamos a nosotros mismos, y nuestros compromisos. Pudimos ver tan descaradamente las tan duras, tercas y antipáticas decisiones que hemos hecho, las veces que cruelmente hemos pisoteado los sentimientos de otras personas, codiciado sus posesiones, envidiado su buena fortuna y alegrado de sus desgracias. Entonces gemimos con angustia cuando Dios nos reveló nuestras caídas, nuestras negaciones a la ayuda, las acciones que no hicimos y los planes no llevados a cabo. Hemos oído a Él decirnos "¿Por qué me perseguías a Mí?".
El Aviso tenía un sabor de eternidad. El tiempo se detuvo durante el Aviso, y la verdad de la existencia sin tiempo nos sobrecogió a todos. El Aviso no nos permitió por más tiempo ocultarnos de nosotros mismos. Todo lo que hicimos antes pasó ante nuestros ojos, lo vimos de golpe, de un sólo vistazo. Entonces conocimos cómo la mirada de Dios atraviesa todas las barreras y captura los secretos más íntimos. Él compartió con nosotros, para nuestra conversión, la forma en qué nos ve, y pudimos comprobar, en un instante graciosamente breve, todo aquello en nosotros que le desagrada. Lo que pudimos comprender fue nuestro estado eterno, si hubiéramos muerto en ese momento. Sufrimos por un momento el dolor de nuestros pecados, el dolor de la separación de Dios, el dolor del purgatorio o el infierno. Dios hizo que viéramos todo en absoluto durante el Aviso.
El Aviso fue una gracia de Dios. Por el Aviso nos hemos hecho conscientes de lo que aún no somos y que Él quiere que seamos. Nos ha hecho sentir el dolor de ser diferentes de Él. Su voluntad es que lleguemos a ser como Él mismo, felices en todo lo que Él es. El pecado es el único impedimento para esto. Es lo que impide que alcancemos la perfección, incluso la felicidad eterna. Dios desveló nuestro estado pecaminoso en el Aviso, no por venganza, pues la venganza no está presente en Su corazón, sino por amor y gracia. Él desea que nunca debamos sufrir nuevamente el dolor que sufrimos en el Aviso. El Aviso fue verdaderamente una gracia de Dios.
El Aviso es un signo de futuro. Es el mayor punto de inflexión en la historia del mundo, el más importante "signo de los tiempos". El Aviso nos dice que todo lo que antes ha acontecido en la historia entera del mundo ahora se concentra exactamente en los años que ahora vienen. Nuestro tiempo es absolutamente crítico para la salvación de la especie humana. Una gran proporción de todas las personas que han existido en la historia estamos en estos momentos viviendo en la tierra. Somos nosotros los que tenemos la oportunidad de oír y conocer el plan que tiene Dios para nuestra salvación. Necesitamos escuchar la causa por lo que Jesús ha extraído de nuestro interior los pecados. Todos necesitamos comprender que el pecado únicamente nos priva de la felicidad y la gloria de Dios. El pecado es nuestro único real enemigo, el único adversario que nos puede destrozar para siempre. El Aviso ha preparado a las personas de todo el mundo para el mensaje del Evangelio, preparándolos a todos ellos para Jesús y su vida. Por el Aviso todos conocemos nuestros pecados. Ahora necesitamos un Salvador. El Aviso es el primer paso para la conversión del mundo entero. Sin comprender nuestros propios pecados, nunca hubiéramos comprendido cuánto necesitamos a Jesús y su perdón.
El Aviso es una intervención directa de Dios. Nunca antes Dios ha actuado directamente y universalmente para hacer a cada uno del mundo completamente consciente de su culpabilidad de pecado. El discurso de los Evangelios a través del testimonio de la Iglesia ha estado a nuestro alcance durante siglos, así Él nunca ha hecho una revelación de esta clase antes. A pesar de no haber ocurrido antes en la historia, Él ha actuado con tal poder, tal precisión e inmediatez. Los tiempos deben ser muy especiales. No debe quedar mucho tiempo para el arrepentimiento. Los humanos hemos repudiado tan a menudo el mensaje de los Evangelios y hemos respondido tan lentamente a sus dictados que lo que Dios quería que el mundo fuera, un lugar de paz y amor, nunca llegó a ser. Las constantes suplicas de Maria para que volviéramos a Dios, y sus protestas a través de los años que nosotros no escuchamos, es para el creyente suficiente prueba que el tiempo presente es incluso peor que cualquier anterior. Pero el tiempo está corriendo. "Los tiempos" se acercan a su final, y un nuevo tiempo de paz está prometido. El Aviso es el primer signo dramático a todo esta época que finaliza. El deseo de Dios es que nosotros no estemos entre los que rehúsan arrepentirse a tiempo. Nunca en ningún tiempo estuvo en Su deseo que incluso uno sólo de sus pequeños fuera perdido. Por esta razón Él ha intervenido, de tal modo que el peligro llegue a ser manifiesto, el mal de la presente edad desenmascarado, y la oscuridad o falsa "iluminación" sea descubierta. Si el mundo no ha querido escuchar a la verdad, y los pequeños del Padre están siendo engañados, Él, en su su soberana majestad y poder, obligará a ser escuchado. Con el Aviso, Él barre toda la sofistería y engaño con que Satanás ha oscurecido la luz de los Evangelios.
El Aviso es una llamada a que elijamos. Ahora sabemos, por la gracia del Aviso, que cada uno de nosotros tiene ante sí una fatídica elección. Podemos elegir huir del pecado o permanecer en él. A pesar de la contundencia del Aviso, todavía tenemos nuestra libertad para elegir --poseemos una voluntad libre. Si Dios nos privase de ella, dejaríamos de ser humanos, capaces de amar o de abstenerse de amar. Tenemos la posibilidad de decir "Sí" o "No", y el Aviso nos enfrenta con esa responsabilidad. No hay termino medio. La única elección que tenemos es estar con Dios o estar contra Él. La situación es exactamente igual a la que se dio en el monte Carmelo, cuando Elías solicitó al pueblo de Dios permanecer con él y el Señor o con los profetas de Baal y Astarté. Al igual que ellos, nosotros tenemos que hacer una elección entre Dios, y no-Dios; la vida y la muerte.
El Aviso ha hecho imposible retrasar por más tiempo la decisión. Retrasarla es elegir el pecado. Para obtener vida imperecedera con Dios debemos enmendar nuestras vidas como discípulos del Señor Jesús, quién conoce el camino hacia el Padre. La alternativa es estar perdidos para siempre en el dolor que sentimos cuando vimos el Aviso. Felicidad o agonía --cielo o infierno-- ese es el dilema. Todo depende del camino que ahora elijamos para nosotros mismos.
El Aviso nos llama a prepararnos para el Milagro. Un "Gran Milagro" que ha sido profetizado por Nuestra Señora del Carmen, que acontecerá en el pueblecito cantabro de Garabandal. El Aviso es una preparación de él, está directamente conectado a él, pues la Virgen nos aseguró que desde el día del Aviso no pasará más de un año hasta el día que "el mayor milagro que el Señor ha realizado nunca en el mundo" ocurrirá allí. Un milagro similar, pero inferior, también predicho con antelación se nos concedió en Fátima en 1917, que ha llegado a ser conocido como "El Milagro del Sol". El sol giró en el cielo, y voló hacia la tierra. Este milagro lo vieron 70.000 espectadores. Tan maravilloso como pueda sonar, pero es mucho más sorprendente que el Aviso haya sido visto y sentido por cada habitante del globo. ¡ Cuán grande será el "Gran Milagro de Garabandal !. Millones de personas tienen intención de viajar allí a contemplar su gloria, a ser sanados allí, convertidos y confortados. Viajarán allí porque han conocido el Aviso y han sido preparados por él para aceptar el Milagro con fe. El Aviso está enviando multitudes a este remoto pueblo montañés de España. Esto ha alertado a la población entera de la tierra al inminente acontecimiento del Milagro, y a abrir sus corazones al mensaje y la acción de Dios que será revelada allí.
Las noticias sobre Fátima tardaron muchas décadas en extenderse por el mundo. Cuando el "Gran Milagro" acontezca en Garabandal, la televisión, radio, películas, periódicos y los innumerables testigos que vean el milagro extenderán la historia rápidamente a los más alejados rincones del planeta. El Aviso nos ha preparado para oír a Dios juntos en Garabandal, donde su pueblo será reunido por Dios una vez más, como lo fue en el Sinaí, para ver el humo y la nube y oír los relámpagos. Por el Aviso, Dios llama al mundo a la montaña donde nuestra Señora del Carmen apareció en Garabandal. Hemos sido preparados para oír, atender, y proclamar la palabra que Dios nos dirá allí.
Finalmente, notemos que El Aviso y El Milagro son inseparables. Pues son dos aspectos de la misma intervención del Señor. Ninguno puede ser conocido sin el conocimiento del otro. El Aviso nos prepara para el Milagro, como ya hemos mencionado, pero podremos penetrar más profundamente en el misterio del Aviso sólo cuando hayamos descubierto lo que el Milagro ha de decirnos. El Aviso ha sido un extremadamente doloroso encuentro con la implacable verdad de nuestra desdicha y pecado. Esto necesita que se contrabalancee, si no perdemos la esperanza, por una luminosa exposición de la gracia de Dios en la experiencia del Milagro. Por otra parte, el conocimiento de la gracia del amor sin limites de Dios podría conducirnos al sentimiento de suficiencia. El Aviso fue necesario para prevenirnos de esa aberración. Posteriormente, sólo podremos apreciar el inmenso amor de nuestro Padre, cuando veamos cuánto nos ama a pesar de nosotros mismos. El Aviso tenía que llegar antes que el Milagro, de tal modo que pudiésemos comprender que no podemos ganar ni ser merecedores de Su Gracia. Él nos la concede porque Él es por naturaleza Amor Misericordioso.
El Aviso para nosotros ha sido Hoy, hace unos momentos. Ahora debemos mirar al Mañana, para ser capaces de responder completamente a nuestro Dios y Su Amor por nosotros.
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