El Signo Permanente

  Aún no hemos mencionado en este libro el Signo Permanente que la Santísima Virgen prometió quedaría en Garabandal después del Milagro en "los Pinos" (un bosquecillo de nueve pinos en las afueras del pueblo en lo alto de una formación rocosa subiendo la colina). Poco es lo que se ha revelado sobre la naturaleza de este signo. Lo único que conocemos son los siguientes detalles: quedará en los Pinos hasta el fin del mundo, podremos verlo, fotografiarlo, y televisarlo, pero no podremos tocarlo, ni nadie será capaz de explicarlo por análisis científicos (será sobrenatural). Este signo nos recordará para siempre del Gran Milagro, que se centrará en ese preciso punto. Cualquiera que desee podrá ir tras el Milagro a Garabandal y examinar el Signo. Lo que llevará a nuestras mentes la llamada de Dios al arrepentimiento del mundo, y testificará a través del tiempo que el Señor insiste que abandonemos nuestros pecados. Debido a que permanecerá allí hasta el final del mundo, este signo a través de su presencia también incidirá en que el mundo en realidad finalizará un día, y que Jesús vendrá nuevamente sobre las "nubes del cielo" "a hacer todas las cosas nuevas" y a "juzgar a vivos y a muertos".

 El Aviso, el Milagro y el Castigo deben considerarse como un simple acontecimiento redentor destinado a ser comprendido.  El Signo será un recuerdo de los tres. La gente recordará lo que sucedió y contará a sus hijos y nietos las grandes obras de Dios acontecidas allí. Tras el Milagro, este Signo tendrá su cometido, mientras la población del globo esté pasando el periodo de cambio de conciencia que provocará el Milagro. El Signo estará allí en medio estimulándonos, gritándonos con su sola presencia: "Arrepentimiento" como dijo Nuestra Señora de Lourdes. No nos permitirá olvidar que el Castigo vendrá inevitablemente si el Aviso y el Milagro llegan a ignorarse.

 El Signo concentrará nuestra atención en la verdad de que Dios ha intervenido en esta montaña, exactamente como lo hizo en el Monte Sinaí, y en Pentecostés en el Monte Sion --al llamar a su pueblo hacia Él mismo. Los Patriarcas de la antigüedad levantaron altares y monumentos para conmemorar a través de los siglos su experiencia de Dios en un cierto lugar, que entonces por su venida se convirtió en sagrado para siempre. En Garbandal, por primera vez en la historia, el Señor mismo erigirá su propio Signo en los Pinos como un memorial eterno de Su acto salvador para el mundo de hoy.

 El signo nos llamará a todos a la santidad. Los israelitas eran continuamente recordados mediante la nube ardiente que permanecía sobre la tienda de Reunión que Dios estaba con ellos, conduciéndolos pausadamente hacia la Tierra Santa. El Signo estará con nosotros como aquella nube da la gloria de Dios, para recordarnos que el Señor está conduciéndonos hacia la santidad y al reino de los cielos, y que Él no permitirá la idolatría entre Su pueblo. Hay un solo Dios, y Jesús, nacido de Maria, es su único engendrado Hijo. Nosotros debemos seguirle para llegar al Padre; no hay otro camino. Debemos ascender la montaña del Calvario que Él subió, al igual que Moises subió al monte Sinaí sobre la que estaba la nube ardiente, para encontrarse con Dios "cara a cara". El signo estará sobre la montaña en Garabandal, una montaña muy a menudo cubierta de nubes, justamente encima de los Pinos. El Signo estará como indicándonos "Vamos a la montaña, donde habita Dios". Quien viaje allí será tocado por el poder que está sobre las nubes, el mismo poder que puede enviar el Aviso, el Milagro, y el Castigo. El Signo interpretará la historia a la generación que lo contempla, diciendo, "Hay un Único Dios, y Jesús es Su Hijo. No volváis a adorar a dioses falsos, de lo contrario vendrá el Castigo". Si estamos tentados a volver a la guerra, volvemos a elegir acciones que son egoístas y pecadoras, en lugar de elegir a Dios, entonces allí estará el Signo para avisarnos que tales cosas representan el camino de la muerte. Será un aviso permanente de todo aquello que es rechazable por Dios. El Signo convertirá en lugar sagrado la tierra sobre la que arderá, llamándonos a todos a la santidad.

 El Signo apuntará al Cielo. Nos dirá que esta vida presente finalizará un día, y que ascenderemos, como Jesús y maría lo hicieron, a una vida eterna que está más allá de las nubes y de nuestra comprensión. Nuestro destino es vivir para siempre con Dios en el Cielo. La permanencia del Signo nos persuadirá de mantener los ojos no en las cosas terrenales, sino en las celestiales. Su presencia en el centro de un mundo renovado demandarán la santidad que el cielo conoce. Debemos prevenir de lo que ocurrió antes para que no vuelva a ocurrir, evitando el pecado y abrazando el camino santo del Cielo.  El Signo nos recordará que fue por el pecado que el anterior mundo fue destrozado y rechazado. Y continuará alertándonos, como una vez el Aviso hizo al mundo, del terrible peligro que el pecado representa para nuestra vida y felicidad. Arrojará luz en nuestro pecado y mostrará cuál es el verdadero enemigo: sólo el pecado nos puede privar del Cielo.

 El Signo será un guarda de "La Era de Paz". El periodo de paz que Nuestra Señora prometió en Fátima que llegaría. La duración de esta paz es indefinida; Ella nos asegura que se nos dará "un cierto periodo" de paz. La Paz puede ser despilfarrada por el pecado. En ninguna de las profecías de Maria llega a predecir que el pecado cesará cuando Dios intervenga, el combate contra el pecado continuará incluso hasta el día del Señor, cuando Jesús venga nuevamente a limpiarlo para siempre. Los niños que estén naciendo que no habrán conocido el Aviso, Milagro ni Castigo, como todos los otros antes de ellos, serán tentados por el pecado. El Signo les instruirá reforzando las enseñanzas de sus padres, que ellos no deben pecar como lo hicieron sus antepasados. De lo contrario la Paz que ellos habrán heredado volverá a perderse, y seguramente entonces la gente acabaría destrozándose unos a otros y traerían el final del mundo. Sin embargo esos hijos, y sus respectivos hijos podrán ir a Garabandal a contemplar el Signo --un testimonio contra los pecados de las generaciones pasadas, una explicación de por qué el mundo anterior debía finalizar y por qué hay ahora paz y unidad, y un aviso para el futuro de que nunca debemos los hombres y mujeres ofender más a Nuestro Señor. Los niños de la generación de hoy volverán a casa escarmentados por la contemplación del Signo permanente, lo cual iluminará sus mentes y encenderá sus corazones al conocer sus propios fallos, y los llamará también a ellos al arrepentimiento, purificándolos a medida que se acercan a la gloria. El Signo protegerá la Era de Paz obligando a cada uno estar en paz con todo hermano y hermana, con sigo mismo y con Dios. Guardará esa época hasta el fin del mundo.

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