LOS NUEVOS TIEMPOS
"Todos amarán nuestros Corazones"
La conversión mundial ha ocurrido ya antes en la historia. Anteriormente, han sido dos las veces en que el "mundo entero" (tal como los habitantes pensaban que eran) ha llegado a convertirse. El mundo Mediterráneo en los primeros siglos de la misión de la Iglesia fue completamente abarcado por la predicación de los Evangelios. Otro mundo, el Nuevo Mundo de Centro y Sudamérica fue evangelizado con extrema rapidez cuando la Señora de Guadalupe se apareció a Juan Diego, un humilde indígena que acababa de convertirse. Su testimonio sobre su encuentro con la Madre de Dios, junto con la milagrosa imagen que se imprimió por sí misma en su vestimenta, condujo a todo aquél pueblo inicialmente pagano hacia el seno de la Iglesia. La conversión de México duró sólo siete años, en los cuales se llegaron a convertir ocho millones de personas. Sudamérica entera siguió el mismo curso, de tal manera que hoy casi la mitad de los bautizados Católicos en el mundo viven en el Nuevo Mundo.
Una tercera Evangelización a escala mundial está a punto de alcanzarnos. Pero esta vez no será sólo una parte de la población del globo la que retornará a Él para salvarse. Cada nación, y cada persona sobre la tierra se ha abierto a los Evangelios por el Aviso. El Milagro les llevará a la Iglesia. Estos acontecimientos apocalípticos harán ver de una manera incuestionable que Jesús es el verdadero Señor y que todos debemos ir a Él y a Su Iglesia para poder ser salvados.
La Iglesia está siendo preparada. El Señor ha estado preparando Su Iglesia para el mayor de sus esfuerzos misioneros, la evangelización del mundo moderno. El Concilio Vaticano II alteró irrevocablemente la dirección de la Iglesia Católica, convocándonos otra vez a nuestro fervor primitivo y a nuestras raíces bíblicas, trazándonos un nuevo rumbo que tiene por destino la conversión del mundo entero. Los Padres del Concilio hablan no sólo de la Iglesia misma congregada en torno al sucesor de San Pedro, el Papa, sino a nuestros "hermanos separados" de otras Iglesias Cristianas, y también al mundo que no es ni Católico ni Cristiano. Los Obispos del Concilio asumieron la responsabilidad, surgida del mandamiento de Cristo, a predicar el Evangelio a todas las naciones sobre la tierra. Durante siglos han existido obstáculos insuperables para esta empresa, políticos, económicos, culturales, y de todo tipo. Pero hoy, muchas de las fuerzas que otrora fueron la antítesis de la evangelización se están desmoronando. Porque los modernos avances tecnológicos, mejoras en las comunicaciones, cooperación política entre las naciones, recursos multinacionales y otros desarrollos, estamos avanzando hacia la unidad geopolítica. Una unidad similar era característica del mundo romano en el tiempo de Cristo y de la Iglesia Apostólica. Durante unos trescientos años el Mar Mediterráneo se consideró un "lago romano" a través del cual los misioneros como San Pablo accedieron libremente al mundo que ellos conocían, y a todos sus núcleos de población. La "Pax Romana" reinó bajo el dominio de los Cesares. No sin dificultad, pero gracias a la situación de aquel mundo, la población del Imperio Romano, esclavos y libres, ricos o pobres, personas corrientes, nobles, emperadores, eventualmente todos entraron a la Iglesia a través de la predicación del Evangelio por los apóstoles de aquel tiempo. Dios había dispuesto al mundo, para cuando se cumpliera el tiempo, para que el misterio y el poder de la "Buena Nueva" de Jesucristo. Con la indomable fuerza y guía del Espíritu Santo, la extensión de los Evangelios y de la Iglesia de Cristo se llevó con total éxito.
Hoy la Iglesia Católica contempla su futuro con una nueva conciencia de su llamada a evangelizar. Y esto se aprecia no sólo en un reciente Sínodo de Obispos (en 1974) manteniendo su firme responsabilidad a hacerlo, sino que de las más profundas raíces, particularmente entre Católicos, se está descubriendo un nuevo fervor a proclamar el Evangelio a través del mundo entero.
Será evangelizado el mundo entero. Las apariciones Marianas, especialmente las de Fátima y Garabandal, invitan a la Humanidad al arrepentimiento y a a la salvación. Nuestra Señora de Fátima declaró que una Era de Paz sería "concedida al mundo". En Garabandal, Nuestro Señor prometió "la conversión del mundo entero". La Era de Paz, el Triunfo del Inmaculado Corazón, y la conversión del Mundo Entero fueron predichas para el futuro incondicional y definitivo. Los tres hechos implican la evangelización total del globo. Pronto comenzará una Era de Evangelización, y el todavía nos manda a nosotros, que somos Su Iglesia, "Id por todo el mundo y proclamar la Buena Nueva a todas las criaturas" (Mc 16:15). Debemos prepararnos nosotros mismos para esto, la mayor de las obras de Dios en la historia. El Padre va a enviarnos a cada uno de nosotros, sus pequeños, a traer la Buena Nueva por las cuatro esquinas de la tierra hasta llegar a todos.
El Aviso prepara a la Iglesia. Es la preparación más persuasiva que el Señor nos podía haber dado para la llegada del Tiempo de la Evangelización. Con el Aviso Dios nos pide que encaremos nuestra vida pecaminosa, siempre el mayor obstáculo a la expansión del Evangelio, y que nos arrepintamos. El Aviso también nos revela que nuestros tiempo es único, diferente de cualquier otro que haya habido, y que debemos estar preparados para el nuevo tiempo que está amaneciendo. Ha habido "guerras y rumores de guerras", y hemos estado sometidos al pánico, como si el fin estuviera a mano. Pero Jesús nos dice, "esto todavía no es el fin" (Mt 24:6), "Se proclamará la Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin" (Mt 24:14) [N.T. el autor erróneamente dice Mt 24:16]. ¿ Podría estar el Señor refiriéndose al tiempo de Evangelización que estamos describiendo ?. A un sacerdote que estaba discutiendo con Conchita los hechos de Garabandal, la vidente le dijo, "Cuando contemples el Aviso conocerás que hemos llegado al fin de los tiempos". Al menos podemos deducir de estas afirmaciones que si son exactas en su estimación del momento actual de la historia, entonces un gran y definitivo periodo está próximo a llegar: la Era de la Paz y el tiempo de Evangelización. El Aviso es el "signo de los tiempos", el periodo de la historia en que Dios actuará con más gran poder que nunca para traer el Evangelio a cada criatura. Todos llegarán a amar los corazones de Jesús y Maria, y el amor reinará en el mundo. El Aviso fue el primero de estos actos de poder. Nos está preparando a todos para la época de gloria que se está acercando.
La Iglesia será reunida. Nuevamente los Obispos participando en el Sínodo de Evangelización de 1974 mostraron en sus discursos a este augusto cuerpo su convicción que a menos que la Iglesia se transforme nuevamente en una, sería inútil esperar la expansión de la evangelización a todo el mundo. Nuestra desunión es un escándalo evidente y una contradicción a las peticiones del Evangelio. La Santa Iglesia Católica debe convertirse nuevamente en una para ser reconocible por las naciones como la Iglesia que Jesús estableció. La Unidad es su característica distintiva. Pero nuestra común pecaminosidad nos ha llevado al extravío; los registros históricos han quebrado una y otra vez los hilos que todos unidos formaban el tejido de la vestidura de Cristo. La unidad, verdadera y completa unidad, debe lograrse una vez más antes incluso que la evangelización del mundo pueda llegar a considerarse probable.
Tal unidad ha de ser un regalo del Señor. El Papa Juan Pablo II a lo largo de su pontificado ha realizado muchas declaraciones refiriéndose a la condición de división de las iglesias de hoy día. Su convicción de que la unidad debe provenir de Dios como una gracia y favor, fue expresada en su invitación a los líderes del mundo Cristiano con motivo de la jornada en Roma para el Domingo de Pentecostés de 1981 (7 de Junio), para primeramente rezar juntos por la unidad al Espíritu Santo e inmediatamente "discutir sobre nuestras diferencias" (según sus palabras).
Dios tiene intención de reunir Su Iglesia. El más atroz dolor que los miembros de todas las iglesias Cristianas sentimos el día del Aviso fue contemplar el daño que todos nos hemos hecho unos a otros por no permanecer como uno en corazón y mente. Porque ahora el mundo podía haberse transformado ya en Cristiano, y durante estos siglos muchos se hubieran salvado de la perdición, si hubiéramos continuado unidos con plena fe. El Aviso nos ha hecho conscientes de las dimensiones de este pecado corporativo del cual todos nosotros somos en algún grado culpables. Necesitamos una profunda renovación de corazón para poder invertir esta división, y llegar a abrazar la completa unidad Católica a la cual el Señor ahora nos dirige. No únicamente los así llamados 'no-Católicos', sino también los Católicos, el Señor insta a abandonar los preciados prejuicios. Nuestra cerrazón debe ser derretida por la acción de todos los corazones juntos fluyendo en una unidad compacta.
La conversión de Rusia será el punto de inflexión para la reunión de todos los Cristianos. Es un requerimiento del Señor, de acuerdo a los mensajes de Fátima, que la Consagración de este país al Inmaculado Corazón sea llevada a cabo por el Papa en unión con todos los Obispos del mundo. La promesa que Rusia se convertirá por esta acción dejará sin ninguna duda, que esta rápida conversión, habrá llegado 1) por la intercesión del Inmaculado Corazón, y 2) por la autoridad del Papa y de los Obispos; Lo que establecerá ante todos los ojos la enseñanza tradicional de la Iglesia Católica concerniente al Papa y a Maria. Para muchos será desconcertante que el Papa, la autoridad de la Iglesia para atar y desatar (a través de él mismo y de los otros Obispos), y el poder de María como el canal de intercesión y gracia quedará demostrado que no es el problema impidiendo la unidad de los cristianos, sino la solución al problema. Dios colocará los supuestos en nuestras cabezas. La Unidad llegará porque Dios lo desea, porque Él ha escogido el camino en que se llevará a cabo, y porque Él, no nosotros, es el artífice de la Unidad.
La nueva Iglesia será humilde. Todos nos encontraremos nuevamente en el perdón mutuo. Cualquiera que sean los dones de Espíritu que una iglesia particular hay recibido o redescubierto, serán compartidos con todos los otros. La Iglesia entera será enriquecida por todos nosotros reunidos nuevamente en un Cuerpo. Una Iglesia completamente empobrecida, en cada miembro, evangelizadora, apostolizante, predicante, servidora. No sólo serán elegidos apóstoles que salgan a las carreteras y a los caminos a obligar a los demás a entrar; cualquiera se dará cuenta de esto y asumirá la misión dada a todos nosotros: "Predicar el Evangelio por todas partes". Será una edad de conversión como no la ha habido jamás. La Iglesia entera, reunida nuevamente junta por su propia conversión en una unidad, saldrá a recoger la cosecha, que ya en estado de espera, se encontrará madura para su recolección.
La Iglesia reunida será la Señal de la Evangelización. Incluso, a pesar que el Aviso, el Milagro y el Castigo (en caso de llegar) sean señales para todo el mundo, estos se dan para llamar nuestra atención en la Gran Señal de la Iglesia misma, reunida por el Espíritu desde el cual debe llegar la salvación. Debido a que nosotros hemos estado reprimiendo su testimonio de nuestros pecados es por lo que el Aviso y el Milagro se hicieron necesarios. Los prodigios y las maravillas nos alertan sobre donde se puede encontrar el misterio de la Iglesia. Dios ha decidido que el Milagro con un acontecimiento importante de la Iglesia. El Milagro tendrá lugar un Jueves por la tarde a las 8:30, para recordarnos que encontramos unidad en la super-mesa de la Iglesia, puesto que la Sagrada Eucaristía fue establecida ese día y a esa hora de la tarde. El Milagro sucederá el día de la fiesta de un mártir de la Iglesia, nuevamente remarcando que fue por la unidad con la Iglesia por lo que este santo o santa mártir dio su vida en tal gesto de amor. La cabeza visible de la Iglesia, el Papa, y los Obispos, cabezas de la Iglesia en sus respectivas diócesis, son, personalmente, signos sacramentales de la unidad de la Iglesia que son instados por su ministerio a proteger nuestra unidad. El Milagro viene a traer la conversión de Rusia y del mundo entero; y ello de alguna manera estará asociado a la consagración colegial de Rusia al Inmaculado Corazón. La conexión de esta acción de los Obispos Católicos, unidos con el Papa, convencerán a aquellos que todavía dudan que el poder de Dios está con la Iglesia unida a este cuerpo, y esto nuevamente nos conducirá hacia una verdadera unidad Católica. Dios desea que aceptemos nuevamente a la Iglesia como un creíble testigo de Su verdad, y para este fin obra estos milagros, para convencernos de que vayamos en su busca, a través de Su Única Iglesia Verdadera. Este es el camino de redimirnos, el camino "encarnacional", en que Él nos da a un otro, de tal manera que podamos encontrarnos con Él, a través de ese otro. Debemos permitir que se nos lleve a la Iglesia y entonces ser conducidos por ella. Su Cuerpo es la Iglesia, con todos los regalos del Espíritu Santo como patrimonio, sin excluir al Papa, autoridad y doctrina de la Iglesia, los Obispos y sacerdotes, Maria, la Santa Eucaristía y los otros Sacramentos, incluidas la Confesión y el indisoluble Matrimonio. Reunidos en la completitud de estos regalos, la Iglesia brillará ante las naciones como el sol. Todos verán que sólo la Iglesia ofrece y es capaz de dar la salvación, entonces entrarán en esta ciudad celestial desde todos los rincones de la tierra.
La Iglesia vive en el tiempo, y la conversión del mundo tomará su tiempo, hasta que la evangelización total sea lograda. Dios puede atravesar el tiempo como hizo en el Aviso, pero la expansión del mensaje, incluso tras un prodigio tal como el Aviso, ordinariamente depende del ministerio de la Iglesia en el tiempo. Por consiguiente habrá de haber una Era de Paz para permitir que la evangelización sea completada. El mundo no será llevado a la Iglesia en una noche, ni sin que haya batalla, persecución, dificultades y dolor. No todos han sido tan renovados por el Aviso como para que inmediatamente abracen la fe Cristiana. Las iglesias locales necesitarán la oportunidad de convertirse completamente en una y madurar, adquiriendo la fuerza suficiente como para encarar la obra de Evangelización. El proceso que comenzó en Jerusalén y Antioquia hace más de diecinueve siglos, habrá de repetirse esta vez en el escenario del ancho mundo. Primeramente deberá florecer un sistema bien desarrollado de instrucción, catequesis, cuidado pastoral, y ayuda mutua capaz de prestar servicio reconocible a la Iglesia donde todos podemos alcanzar la salvación. La Iglesia debe ser organizada apropiadamente para evangelizar al mundo, pues el mundo puede encontrase indeciso a rendirse inmediatamente a las solicitudes de vivir las implicaciones completas del misterio de la Iglesia. La conversión completa del mundo ocupará mucho tiempo a la Iglesia nuevamente reunida. Necesitaremos la Era de la Paz.
¿ Cómo será la Iglesia de la Era de la Paz ?. De las profecías dadas en Garabandal la que creó mayor curiosidad es la concerniente al actual Papa. Conchita nos dice que Nuestra Señora reveló que "Sólo quedan dos Papas más tras Pablo VI, pero esto no significa el fin del mundo". Esta difícil predicción implica que durante los últimos años de la historia anteriores a la Segunda Venida de Cristo, la Iglesia no tendrá Papa. ¿ Será ese el periodo de la Era de Paz ?, o es que ¿ la Era de Paz será tan corta que el presente Papa, Juan Pablo II, quien de acuerdo a la profecía es el último, vivirá hasta el fin de esta Era , cuando la persecución comience nuevamente y quede un periodo corto de tiempo antes que finalice el mundo ?. O quizás ello pueda significar que será adoptada una forma de unidad de la Iglesia donde la representación de Pedro sería llevada por más de una persona o por un colegio de Patriarcas, algo a la manera de la Iglesia Ortodoxa ?. El significado de las palabras de Maria es oscuro, pero Ella no asocia esta profecía sobre el último Papa con el "fin de los tiempos".
Quizás el propósito de la Santísima Virgen al revelarnos esta extraña profecía es el de prepararnos para cambios organizativos sin precedentes en la estructura de la Iglesia del futuro. La unificación y evangelización global requerirá una enorme alteración de las actitudes y métodos para completarla. La Iglesia, según parece, será muy diferente de la que tenemos hoy, y años luz de la Iglesia anterior al Segundo Concilio Vaticano (N.T.: Hoy la mayoría de expertos en los mensajes Marianos opinan que la Iglesia se encaminará a los tiempos anteriores a este Concilio).