Introducción histórica

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    Con su larga costa bañada por el Mediterráneo, y su estratégica proximidad al Norte de Africa, Málaga fue objeto de repetidas conquistas y colonizaciones de diversos pueblos procedentes de otros continentes.

    Los primeros en llegar son los fenicios, que crean ciudades-factorías (Málaka). Más tarde son los griegos (fundación de Mainaké en el 700 a-C- y, posteriormente los romanos, en cuya época la capital, Málaka, alcanza su grado máximo de esplendor.

    Tras los bizantinos -a partir del 552- llegan los visigodos (conquista de Málaga por Leovigildo en el año 570), por último, los árabes, que introducen nuevas técnicas agrícolas y cultivos hasta entonces desconocidos en la provincia.

    Con el advenimiento de los Reyes Católicos se inicia la llamada Reconquista, que culminan en 1487 con la toma de Málaga; que en siglos posteriores entra en una época de decadencia, agravada por grandes catástrofes naturales, epidemias y malas cosechas.

    La recuperación no se deja sentir hasta el siglo XVIII, cuando la actividad económica se potencia gracias a la creación de diversas entidades culturales y científicas: Sociedad de Amigos del País, Montepío de Viñeros, Consulado del Mar.

   A mediados del siglo XIX, Málaga conoce una gran actividad mercantil e industrial, creándose refinerías de azúcar, fábricas de tejidos, bodegas, astilleros e, incluso, los primeros altos hornos.

   A partir de los años 60 la provincia de Málaga se conoce internacionalmente como la Costa del Sol, constituyendo yendo en la actualidad una de las principales zonas turísticas del mundo.

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