¡Suicidio!

En la barra de la cantina un hombrecito fijaba los ojos en su copa, sin beberla. Muy largo rato estuvo así, contemplando la copa que tenía delante. Un rudo parroquiano que bebía con sus amigos les hizo notar aquello, y la observación dio lugar a comentarios burlescos que el pequeño señor ni siquiera advirtió. Para divertirse y divertir a sus amigos el hombretón se levantó, fue a la barra y sin decir palabra cogió la copa del pequeño señor y se la bebió de un trago entre las carcajadas de sus amigotes.
-"¡Caramba! -exclama con aflicción el señorcito meneando la cabeza - ¡Qué mal día he tenido!"
-"¿Por qué?" -le pregunta desafiante el incivil sujeto. Relata el hombrecito:
-"Hoy en la mañana fui despedido de mi empleo. Regreso a mi casa y encuentro a mi mujer en brazos de mi mejor amigo. Por ellos mismos me entero de que entre los dos me han despojado de todas mis posesiones. Estoy solo en la vida; no tengo ni en qué caerme muerto. Desesperado, decido suicidarme. ¡Y viene usted y se toma mi veneno!"...