Todo lo expuesto en este número de Pepito Grillo está llevándose a la práctica mientras estás leyendo. Algún compañero y compañera que tenía contrato temporal ya ha recibido la notificación de no renovación de su contrato, y eso es sólo el principio.
Tras la realización de esa “auditoría de procesos administrativos” que ya ha comenzado, la dirección de nuestra empresa nos dirá que en tal o cual departamento o estructura sobra personal, nos dirán que el trabajo que se realiza actualmente puede ser hecho con una, dos, tres o vete a saber cuanta gente menos. Nos van a exigir, en la práctica, más productividad por menos salario. Van a decirte que la cosa no va contigo, que sólo afectará al departamento de al lado, pero sabes que no es así.
Se acerca el momento en que, tal vez, tengamos que dar una respuesta conjunta a un problema común. No hay soluciones individuales, a pesar de lo que nos puedan decir nuestros jefes. Lo cierto es que, a pesar de lo que cuentan nuestros jefes, a pesar de querer darnos una imagen catastrófica de la economía del sindicato, todavía no han hecho ningún esfuerzo para informar a las trabajadoras y los trabajadores de ello y para buscar posibles soluciones. Lo primero es lo primero, y antes de apretarnos las tuercas a nosotros, imponiéndonos sus criterios, se congelan el salario (para dar “ejemplo de sacrificio”), y se han dedicado a atar en corto a los sindicalistas, para que no levanten la voz en caso de follón con el personal asalariado.
El documento aprobado en el Consell de la CONC, que va a afectar a todos los departamentos, estructuras y empresas, que va a afectar a comarcas y a Vía Laietana (donde está el grueso de los servicios centrales de toda la estructura y sus empresas), especifica, en mayúsculas y negrita, en su última página: “LA APLICACIÓN Y VERIFICACIÓN DEL CONJUNTO DE LAS MEDIDAS PLANTEADAS SE ARTICULARÁN A TRAVÉS DEL ÁREA DE ORGANIZACIÓN Y RECURSOS Y SE GESTIONARÁ POR LA SECRETARÍA DE RECURSOS”, y ya conocemos los métodos de “negociación” del responsable de la Secretaría de Recursos, hemos tenido demasiados ejemplos de su “buena fe” como para confiar ahora en sus “buenas” intenciones.