Amartya
Sen, premio Nobel de Economía 1998.
Por PAVLOS PAPADOPOULOS
"Dudo mucho que sea un buen momento para adoptar el euro"
El
economista indio Amartya Sen, de 64 años, fue galardonado
el pasado miércoles (14 de octubre) con el Premio Nobel de Economía
por sus trabajos sobre el hambre en el mundo y la relación entre
la democracia y la satisfacción de las necesidades básicas
de los seres humanos. Casado en terceras nupcias, Sen ha sido profesor
en universidades de Asia, América del Norte y Europa. Actualmente
enseña en el Trinity College, de la Universidad de Cambridge, en
el Reino Unido.
¿Se puede predecir
el futuro del mundo con facilidad?
Es muy difícil saber
la tendencia actual de la economía. Creo que sus problemas
son muy serios. Nos encontramos en un momento muy difícil, por tres
motivos. En primer lugar, Estados Unidos no está en situación
de dirigir el mundo, porque está demasiado ocupado en sus propios
problemas de liderazgo. En segundo lugar, la magia de Japón parece
haberse desvanecido bastante. Se ha criticado su estructura económica,
y el conjunto de su economía ha sufrido mucho. En tercer lugar,
llevábamos 10 años creyendo que el Lejano Oriente iba a seguir
creciendo al margen de lo que sucediera en el resto del planeta. Hoy día,
el Lejano Oriente está en peor situación económica
que ninguna otra región del planeta.
¿Cree que, a pesar
de todo, el mundo conseguirá evitar una crisis general?
Creo que no se capta verdaderamente
la naturaleza de la crisis, y estoy de acuerdo con quienes piensan que,
sin una política pública firme a escala internacional, podemos
encontrarnos con enormes dificultades.
El Fondo Monetario Internacional
se crea para intervenir en un mundo en el que las divisas dependían
unas de otras y los Gobiernos controlaban los capitales. ¿No cree
que, en el mundo actual, es una organización pasada de moda?
No, no me parece que el
FMI esté anticuado. Soy gran defensor del FMI. Creo que es muy necesario
para la estabilidad. Al mismo tiempo, creo que es precisa una mayor integración
de su función más importante, que es la de estabilizar a
corto plazo. No obstante, insisto en que el papel de los responsables mundiales
en materia de economía y finanzas consiste en combinar el problema
de la estabilización a corto plazo con el trabajo a largo plazo,
por un lado, y la protección de los más vulnerables, por
otro. Desde ese punto de vista, reconozco que mi posición es mucho
más próxima a la del presidente del Banco Mundial, James
Wolfensohn, que pone gran énfasis en la necesidad de redes de protección
social que protejan a los pobres, además de poner en marcha programas
de fomento de la democracia.
Se trata de cuestiones fundamentales en el mundo actual. Mi opinión se acerca más a la de Wolfensohn, pero no creo que el FMI resulte redundante ni que cometa errores. Y lo digo porque el papel del Fondo es muy difícil. Tiene que obtener dinero del Congreso estadounidense y utilizarlo para causas con las que quizás ese Congreso no simpatiza demasiado.
¿Comparte la opinión
de que la economía ya no es lo que era, porque en estos tiempos
está dominada por los especuladores?
Hasta cierto punto, la economía
siempre ha estado dominada por los especuladores. El capital financiero
cuenta mucho. La especulación es uno de los principales rasgos que
caracterizan la economía de mercado desde hace muchas décadas.
No es algo peculiar que haya aparecido recientemente, aunque, desde luego,
tiene más presencia.
¿Había pensado
usted que las inversiones de alto riesgo acabarían produciendo un
derrumbe?
No sabía si esa conducta
iba a producir una caída. Por otro lado, desde un punto de vista
personal, siempre me he sentido muy escéptico respecto a entrar
en el mercado de alto riesgo. Me he mantenido apartado de los fondos de
cobertura. He preferido inversiones más normales, más relacionadas
con la producción industrial. Aunque en términos políticos
se me considera de izquierdas, cuando se trata de inversiones, en realidad,
soy un gran conservador.
Sin embargo, ¿se
siente optimista en las circunstancias actuales?
Ser optimista o pesimista
depende de que la gente comprenda la importancia del problema y asuma
las iniciativas necesarias para obtener soluciones. Lo que necesitamos
son dos cosas: políticas públicas y liderazgo. Si la situación
fuera buena, no me preocuparía. Pero, en este momento, los problemas
que he descrito al principio ocupan un lugar importante. Además,
observo un desequilibrio relativo en las prioridades económicas
europeas. Por desgracia, a Europa le preocupa más la estabilidad
monetaria que reducir las tasas de desempleo.
¿La adopción
del euro es una política acertada?
Es una cuestión interesante,
porque soy gran defensor de la unidad europea. Cualquier cosa que promueva
la integración de la Unión Europea debe considerarse de lo
más importante. Todas las políticas concretas relacionadas
con la integración poseen, sin duda, un valor definitivo, y entre
ellas incluyo la moneda común. No obstante, todo eso no lo digo
como economista. Porque, como economista, tengo enormes dudas sobre si
éste es un buen momento para que Europa adopte la moneda común.
Dudas
¿De dónde
proceden esas dudas?
Sobre todo, de dos cosas
muy claras. La adopción de la moneda común reduce bastante
las opciones de cada Gobierno cuando tenga que afrontar problemas como
el aumento del desempleo o una depresión temporal. Por ejemplo,
el ajuste de los tipos de cambio es una de las maneras de graduar la marcha
de la economía. El uso de la moneda común elimina esa posibilidad.
Además, disminuye las oportunidades de elaborar una política
pública, y ésa, a mi juicio, es una gran pérdida.
Porque en Europa hay muchas cuestiones de política económica
que no se han abordado, incluyendo el problema del desempleo que, para
empezar, es muy elevado y, en segundo lugar, varía entre un país
y otro. Ése es uno de los motivos. El otro tiene que ver con las
prioridades del Banco Central Europeo.
¿Cree que son desacertadas?
El funcionamiento de la
política monetaria común va a depender, en gran medida, de
la dirección del Banco Central Europeo. Como es bien sabido, los
funcionarios del BCE han considerado hasta ahora, en general, que su principal
tarea es lo que denominan "estabilidad monetaria". En otras palabras, prefieren
mantener baja la inflación en vez de reducir el índice de
desempleo. Sin embargo, me parece que necesitamos dar mucha más
prioridad a la disminución del paro, y no centrar nuestra atención
de forma tan unívoca en evitar la inflación. La diferencia
fundamental entre las prioridades económicas de Europa y de Estados
Unidos es precisamente ésa. Estados Unidos está más
preocupado que Europa por disminuir el desempleo. Y creo que tiene bastante
razón.
La impresión general
es que el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, se interesa
sobre todo por la lucha contra la inflación. ¿Es una impresión
equivocada?
Sí. Cuando Greenspan
habla en Estados Unidos parece, muchas veces, que sólo le preocupa
la inflación, pero no es así. Voy a destacar algo que no
suele tenerse en cuenta. Hay una diferencia muy importante entre los estatutos
de la Reserva Federal y los del Banco Central Europeo. La Reserva Federal
ha tenido, desde el principio, dos objetivos, mantener baja la inflación
y mantener bajo el nivel de paro. Mientras que, según el Tratado
de Maastricht, el Banco Central Europeo tiene un objetivo primordial, la
estabilidad monetaria, lo cual significa mantener una inflación
baja. Y eso hace que el sistema bancario europeo está mucho más
predispuesto en una sola dirección que el de la Reserva Federal.
Muy proeuropeo. ¿Cree
que la política económica de Estados Unidos está por
encima de cualquier crítica?
¡No, en absoluto!
Hay muchos aspectos que se pueden criticar. El olvido de las redes de protección
social es tan desafortunado como el tratamiento de la pobreza. Y lo más
desafortunado es el abandono del sistema de salud. El hecho de que más
cuarenta millones de estadounidenses carezcan de seguro médico es
una situación desastrosa. En Europa, algo así sería
intolerable. En cambio, los niveles de desempleo que se ven en Francia,
Italia y Alemania -por no hablar de España-, son extraordinariamente
altos. No creo que ningún Gobierno norteamericano pudiera sobrevivir
con una tasa de paro del 10%, el 11% o el 12%. En Estados Unidos no se
tolera el desempleo.
¿Usted se opone
a la moneda única europea?
Como he dicho, soy muy proeuropeo.
Así que el hecho de que la moneda única europea favorezca
la causa de la integración me parece un factor muy positivo. No
obstante, temo que la pérdida de libertad sobre las políticas
públicas y sobre la modificación de los tipos de cambio constituya
un factor negativo. Es posible que algunos Gobiernos se den cuenta, en
el futuro, de que fue una pérdida desafortunada.
¿Apoya la idea
de la "tercera vía"?
No sé qué
significa la "tercera vía", y no querría comentar la cuestión.
Porque prácticamente cualquier política económica
que se propone hoy día implica una mezcla. Toda perspectiva económica
incluye concepciones de la economía de mercado y, además,
el papel del Gobierno, el papel de los partidos políticos, el de
los medios, y así sucesivamente. De modo que, en cualquier caso,
es una vía literalmente mixta, y las vías mixtas no tienen
por qué ser terceras. Quizá hay gente que tiene alguna idea
específica cuando habla de "tercera vía", pero yo no la entiendo
por completo.
¿Quizá es
que "tercera vía" no es más que un buen lema?
No me parece que la "tercera
vía" sea un buen lema. Creo que es una cosa algo misteriosa. Da
la impresión de referirse a un modelo bien desarrollado. Pero yo
no conozco ningún modelo de "tercera vía" bien desarrollado.
Lo que vemos en el mundo actual es que las políticas económicas,
en ciertos casos, tienden más hacia el mercado libre, mientras que
en otros tienden más hacia la intervención del Estado. Pero,
en cualquier caso, siempre existe un intento de combinar elementos para
lograr un equilibrio. Hay un espectro, sin duda, en el que uno debe situarse.
Pero añadir un concepto como el de "tercera vía", a mi juicio,
no ilumina demasiado.
¿Existe sitio todavía,
en el mundo actual, para la izquierda y la derecha?
Sí, creo que, en
el contexto de ciertas políticas, tiene sentido preguntar si es
una política de izquierda o de derecha. Sin embargo, aunque la división
entre izquierda y derecha sigue siendo importante y significativa, considero
que no es la única importante.
¿Hay otra división
tan importante como la que se produce entre izquierda y derecha?
Desde luego. Es la división
entre democracia y no democracia. Ésa es la división fundamental
en la actualidad. En mi opinión, algunos de los grandes fracasos
del mundo se han producido por la falta de democracia. China, por ejemplo,
ha tenido grandes éxitos en los últimos tiempos respecto
a sus objetivos económicos. Posee uno de los comportamientos económicos
más logrados y, sin embargo, ha sufrido la mayor hambruna que se
conoce en la historia. Entre 1957 y 1961 murieron 30 millones de personas.
La causa de la hambruna fue, sin duda, una política equivocada,
una política que fracasa, pero que no pudo cambiarse durante tres
años porque nadie se atrevía a desafiar al Gobierno. En los
países no democráticos no existen partidos de la oposición
ni prensa libre. No se habla de la hambruna fuera del país, pero
tampoco dentro. En cada pueblo había gente que se moría,
pero no sabían que el hambre afectaba a toda China. Algo así
es impensable en una democracia. Lo mismo se puede decir de África,
donde existe una gran relación entre hambruna y falta de democracia.
Resulta interesante que los países que no son dictatoriales, como
Zimbabwe o Botswana, a pesar de tener grandes problemas de alimentación,
no han sufrido jamás una hambruna. La falta de democracia agrava
aún más las desigualdades.
Desigualdad
¿La desigualdad
es una cuestión del entorno?
Desde luego, puede decirse
que el entorno es uno de los factores que más influyen en la desigualdad.
Creo que influye en la desigualdad.
¿Qué le
hizo ser economista?
Nací en India, donde
hemos tenido numerosos problemas económicos. Así que no creo
que necesitara muchas excusas para dedicarme a la economía, porque
daba la impresión de que eran unos problemas enormemente importantes
en mi época. Cuando era niño, cuando tenía nueve años
y medio, tuve la desgracia de presenciar una hambruna en nuestra región.
Murieron casi tres millones de personas. Pasé por la experiencia
de ver a seres humanos atacados por el hambre y la enfermedad, muriendo
a millares. Y fue una experiencia que me afectó tremendamente, que
influyó cuando empecé a pensar qué dirección
seguir. Más adelante, cuando ya era economista de profesión,
tuve la oportunidad de estudiar la hambruna y escribir un par de libros
sobre el tema.
¿Procede de una
familia acomodada?
¡No! Mi familia era
de clase media baja, en cuanto a prosperidad económica. Sin embargo,
en cuanto a la situación intelectual, era una familia privilegiada,
porque mi padre era profesor de química, era muy conocido, y mi
abuelo era profesor de sánscrito y también muy conocido.
La gente reconocía mi apellido. Desde la infancia estuve muy seguro
de que quería ser profesor. Nunca pensé en ser nada más.
Sin embargo, ¿tuvo
usted dudas sobre hacerse economista o ser alguna otra cosa?
Al principio no estaba seguro
de lo que quería hacer, porque me sentía dividido. Me interesaba
mucho el sánscrito. Estaba verdaderamente indeciso entre el sánscrito,
la física, las matemáticas y la economía y los problemas
sociales. Me gustaba mucho la física y creo que habría vivido
muy bien siendo físico. Pero me di cuenta de que mi vida sería
más completa si intentaba hacer económicas.
A usted se le concede
el Nobel en nombre de los más desfavorecidos del mundo. ¿Cree
que la atención que el premio suponga para su trabajo puede influir
en que el mundo se haga más humano y menos capitalista y agresivo
en vísperas del nuevo milenio?
Sería muy arrogante
por mi parte decir eso. Porque, después de todo, el Nobel es un
premio que conceden unos académicos suecos. Aunque, desde luego,
la necesidad de que se preste más atención a los desfavorecidos
es abrumadora, debería ser totalmente independiente de cosas o sucesos
como este premio.
Próximamente va
a publicar dos libros: Development as freedom y Freedom, rationality
and social choice . ¿Cuáles son sus temas esenciales?
En Development as
freedom pretendo, sobre todo, comprender el proceso del desarrollo
económico, no como crecimiento de la renta per cápita ni
nada parecido. La cuestión principal es saber que la libertad humana
es lo más valioso que poseemos y que el desarrollo es un proceso
de expansión de esa libertad. Freedom, rationality and human
choice estudia aspectos técnicos de cómo evaluar
la libertad, cómo medirla y compararla. Es más técnico,
pero está muy relacionado con el anterior. Ambos libros están
muy relacionados.
¿Se siente el hombre
más feliz del mundo?
Hay mucha infelicidad en
el mundo... Me alegro mucho de obtener el premio y me alegro de que el
Nobel dé importancia a este tema, el hecho de que la gente pueda
analizar los problemas de los desposeídos. Pero me da miedo ser
demasiado feliz. No estaría bien, en este mundo tan desgraciado
en el que vivimos.
[Principal]
[Enlaces regionales y mundiales]
[Páginas nacionales económicas]
[Institutos de investigación]
[Temas y trabajos]
[Diarios y revistas]
[Listas y foros]
[Facultades]
[Asoc.y Colegios de Economistas]
[Congresos y Seminarios]
[Enlaces bursátiles]
[Instituciones gubernamentales]
[Org.Internacionales]
[Buscadores y otros enlaces]
[Premio Nobel]
Derechos Reservados 1998-2008 ©
Peter Abad