FECHA: 13-OCT-1997
ENCAÑONADOS POR LA NUEVE MILIMETROS
(POR WALTER GOOBAR)
Los crimenes de tipo mafioso, se reconocen por la densidad del misterio que lo rodea o, para decirlo de otra manera, el misterio que representa para la policía y sólo para ella. Lo que ocurre es que cuando el crímen organizado desea algo, no habla con los funcionarios: los compra. Allí es cuando comienza a funcionar la "ley del silencio". Pero el crimen -omo una piedra arrojada al agua-, provoca ondas concéntricas de culpabilidad y responsabilidad de las que es muy difícil que mucha gente se salve, a excepción de las víctimas. Pareciera que demasiada gente lleva demasiado tiempo conviviendo con la sangre, contando con ella, contabilizando beneficios materiales o políticos. Uno de esos oscuros personajes ha decidido romper la ley del silencio y ante el juez Juan José Galeano ha disparado con munición gruesa sobre el ex jefe de la Policía Bonaerense Pedro Klodczyc: lo acusa de enriquecimiento ilícito,lo vincula con los casos AMIA y Cabezas y sostiene que si hubiera una ley del arrepentido contaría más detalles sobre estos temas.
Rubén Cirocco fue hasta hace poco amigo y socio del ex jefe de la Policía Bonaerense, Pedro Klodczyk en una fábrica de bulones. Pero la camaradería que empezó hace diez años, derivó en una sociedad y permitió que este civil participara en operativos policiales, llegó a su fin de la peor manera: El 8 de octubre, Rubén Cirocco declaró ante el juez Juan José Galeano que Klodczyk lo utilizó para blanquear bienes y dinero mal habidos: Ante la justicia contó como -por pedido de Klodczyk-, recibió casi 700.000 dólares que Cirocco relaciona con el atentado a la AMIA; que puso a nombre de su hermana, una camioneta Trafic que Klodczyk habría recibido del ex-secretario de seguridad bonaerense Alberto Piotti, pero que en realidad lo vinculaba peligrosamente con el comisario Juan José Ribelli, procesado junto a otros siete uniformados por el atentado a la AMIA. El testigo asegura que Klodczyk entró en pánico tras la detención de Ribelli y lo despojó de la fábrica de bulones CIKLO porque se negó a hacerse cargo de algunos de sus bienes.
De la historia que Cirocco narró ante el juez Galeano se desprende que al comisario Pedro Klodczyk más que fabricar bulones le interesaba un socio que guardara silencio. Cirocco cuenta que en 1995 Klodczyk compró un avión para su uso personal por 45.000 pesos, pero lo registró a nombre de CIKLO. También
obtuvo a nombre de la fábrica un crédito en el Banco de Crédito Provincial (BCP) que nunca ingresó a la sociedad y que pudo ser destinado a la compra de un chalet en el balneario La Lucila del Mar de la Costa Atlántica. Con respecto al caso Cabezas, afirma que el ex jefe policial mintió ante la Comisión Bicameral ya que estuvo en la Costa Atlántica durante los días del crímen y posteriormente realizaba misteriosas llamadas, desde teléfonos públicos siempre distintos.
A mediados del año pasado, Klodczyk le comentó a Cirocco que la revista Noticias estaba tratando de fotografiar su casa de la costa, y que allí había un camión de policía que transportaba los materiales y a la gente para la obra. Para despistar a la prensa, Klodczyk decidió comprar un camión gemelo a nombre de la empresa y utilizó para ello un crédito bancario otorgado cuando todavía era jefe de la Policía Bonaerense. Cuando apareció la nota sobre sus bienes, Klodczyk enfurecido le dijo a Cirocco "a éste lo voy a matar". En esa oportunidad se refirió a un tal Ruso, pero Cirocco no sabe se trata de un apellido, de un apodo o de un gentilicio. Posteriormente, cuando se publicó el libro "La Bonaerense" reiteró la amenaza, diciendo "a estos tres los voy a matar". Como los autores del libro son dos (Carlos Dutil y Ricardo Ragendorfer) a Cirocco le llamó la atención que Klodczyk hablara de eliminar a tres presonas.
Cuando el ex jefe de la Policía Bonaerense fue citado por la Comisión Bicameral, le comentó a su socio que no iba a presentarse pero cambió su decisión cuando recibió un llamado de la gobernación aconsejándole que asistiera pero que antes recibiera al diputado justicialista Basile. "Por la noche se reunió con Basile y otra gente en la fábrica y al día siguiente fue a la Bicameral. Antes de ir, advirtió que si le ponían lo ganchos, la mujer ya sabía que tenía que gritar", narra el testigo.
"Ese día, el Canal 13 había montado una guardia periodística y durante toda la mañana y parte de la tarde. Para evitar que lo vieran, cada vez que Klodczykiba al baño salía por la ventana de la oficina", recuerda el testigo. Cirocco trasladó el auto del policía hasta un lugar fuera del alcance de los periodistas, mientras Klodczyk salía por un negocio lindero para reunirse con su ex-socioa una cuadra y media. Respecto a la primera presentación en la Bicameral -en Capital-, comentó que se había ido de boca, no así de la segunda. Cirocco afirmaque Klodczyk mintió cuando declaró ante la Bicameral, porque dijo que el día del asesinato de José Luis Cabezas estaba en el exterior y en realidad estuvo en la Costa Atlántica desde el 10 de enero hasta el 15 de febrero. "La noche en que mataron a Cabezas estuvo en el chalet de La Lucila del Mar jugando al pool con
su ahijado, el oficial Juan Carlos Salvá, considerado el hombre fuerte de la costa en la época del asesinato.
Yo hablé varias veces a la casa y se lo notaba muy angustiado: si usan el Excalibur lo pueden comprobar", dice Cirocco. A mediados de febrero, Klodczyk retornó a Lanús y hablo de "los traidores" que se habían alejado de él como consecuencia de sus problemas. En esos días se reunió en la fábrica durante cuatro horas con el comisario Mario Rodríguez, que llegó en un Polo de color azul. En esa misma época, Klodczyk le pidió nuevos favores a Cirocco: entre febrero y marzo de este año le propuso que firmara un documento por cuarenta y dos mil dólares, cifra que aparecería como prestada por el testigo a una cuñada de Klodczyk, "para regularizar una situación vinculada con la causa que se le sigue por enriquecimiento ilícito. Klodczyk le dijo que lo firmarían bajo el sol para que el documento pareciera antiguo. En principio Cirocco aceptó pero finalmente el policía recurrió a otras personas.
RECUADRO:
En 1993 Klodczyk le pidió a Rubén Cirocco que pusiera a su nombre una camioneta Trafic que le habría regalado el entonces secretario de Seguridad bonaerense, Aberto Piotti y que no podía justificar. Si bien el regalo le llamó la atención, Cirocco aceptó. "Como yo tenía problemas legales, decidimos registrarla a nombre de mi hermana Claudia que es monja". Rubén Cirocco
acompañó a su hermana hasta la agencia de Wilde donde hicieron la papelería sin revisar la camioneta. Desde allí, el vehículo fue trasladado a la fábrica "El Tronador" para convertirla en "ejecutiva".
"Pero este año, cuando la Comisión Bicameral comenzó a investigar a Klodczyk por enriquecimiento ilícito, decidió poner al día los papeles y comenzó a buscar la factura por la reforma de la Trafic que seguía a nombre de mi hermana", narra Cirocco. Al socio de Klodczyk le llamó la atención que en esa oportunidad también recibió una llamada telefónica, del comisario Juan José Ribelli pidiéndole que pusiera en orden los papeles del vehículo poco antes de que ese hombre de confianza de Klodczyk quedara detenido por la causa AMIA.Cirocco acompañó tres veces a Klodczyk hasta Sarandí para reclamar la documentación. Un mes después recibieron por fax una factura pore el arreglo de la camionta a nombre de Federico Caneva por un monto ligeramente menor al que el policía afirmaba haber pagado. Sin embargo, no era la plata lo que más le preocupaba: "En un ataque de furia, Klodczyk cortó el membrete del fax, lo
tiró en el cenicero y lo quemó", dijo Cirocco y aportó detalles:"el ex-jefe dela Policía Bonaerense estaba desesperado porque la documentación de su Trafic venía a nombre de Federico Caneva, el socio del comisario Juan José Ribelli enuna agencia de autos.
Como Ribelli ya estaba detenido justamente por proveer una Trafic igual a la de Klodczyk para perpetrar el atentado contra la AMIA, el policía no se atrevía a comunicarse con Caneva porque presumía que era vigilado por el Mossad israelí debido a su relación con Ribelli.
Al ex-jefe de la bonaerense también le preocupaba la posibilidad de que trascendiera el lazo afectivo que mantenía con su empleada Debora Castro, porque el hermano de la mujer también estuvo detenido por el atentado contra la AMIA."A partir de las detenciones de los policías involucrados en el ataque terrorista, Klodczyk estaba fuera de sí", afirma su ex-socio. A fines del año pasado, le dijo que "los judíos querían involucrarlo en la causa AMIA y eran capaces de inventarle una cuenta de cinco millones de dólares para mandarlo preso".
En otra oportuniad le confió que había hablado con Alberto Piotti por el tema AMIA y que éste le había dicho que se quedara tranquilo, que no pasaba nada. Pero en junio de este año Klodczyk le pidió nuevamente a su socio que se hiciera cargo de la reforma de la Trafic pero Cirocco se negó aduciendo que no quería involucrarse con alguien cercano a Ribelli.
RECUADRO AMIA
"Vaciamos la plata sobre el escritorio, delante de las dos empleadas de la fábrica, y a los dos minutos llegaron Cacho y Juan Bornia, el ex secretario privado del Subjefe Padilla y actual secretario de Jefe Adolfo Vitelli. Yo había empezado a poner la plata en una de esas bolsas de arpillera que usábamos para los bulones, pero ellos aparecen con dos maletines negros tipo Primicia, sin contar el dinero, llenan los maletines en forma pareja y se fueron en un Monza." Cirocco no volvió a hablar sobre el tema con Padilla ni con Klodczyk. Totalmente desplazado de la fábrica, Cirocco habló con Klodczyk por última en junio pasado. Cuando amenazó con denunciarlo el lacónico ex jefe policial le contestó que recordara lo que habían hablado de los periodistas. Luego, le dijo a le dijo a su secretaria Delia que le avisara a Cirocco que lo iba a matar a él y a su familia, uno por uno.