CAPITULO CINCO
AYATOLAS NUCLEARES
Con aire mundano y hablando un inglés con marcado acento medioriental, el traficante de armas explicó de entrada que prefería ser llamado "un hombre de negocios internacionales" y pidió un cóctel Blue Lagoon en el bar del hotel neoyorquino donde se había concertado la entrevista. Fumando despaciosamente su cigarro, observó cómo el barman mezclaba vodka y curazao azul antes de agregar el jugo de ananá. Acariciándo su corbata de seda italiana, esperó en silencio hasta que el mozo sirvió las bebidas. Luego levantó la copa con el líquido azulado para examinarla a contraluz y abrió fuego:
--"Sabe que hay notables parecidos entre los cocteles y la venta de armas?". Tomó un sorbo y sin esperar respuesta continuó. "Ambos tienen una génesis oculta, ambos se concretan gracias a la combinación de elementos desconocidos, y se convierten en otra cosa si no son correctamente dosificados. El cóctel argentino se convirtió en un mal trago...en un cóctel explosivo".
--Pero, por qué la Argentina?
--"Menem debería saber que con los ayatolas y los temas nucleares no se juega. Tenía a su propio cuñado para informarse", explicó el traficante señalando que el carácter errático, contradictorio y arriesgado de las aventuras nucleares y armamentistas del menemismo en el Medio Oriente desencadenaron "la ira sagrada" de los ayatolas y contribuyeron a la elección de Argentina como blanco del primer atentado. Luego, los mensajes ambiguos, las negociaciones secretas y la pérdida de interés en el país como socio comercial hicieron que Argentina quedara definitivamente incorporada en la agenda del terror.
El traficante abrió su maletín de piel de cocodrilo y extrajo una carpeta donde había informes confidenciales, correspondencia y artículos periodísticos prolijamente archivados. Ojeando rapidamente se detuvo ante unos recortes en los que el nombre "Karim Yoma" aparecía prolijamente subrayado: Clarín, 23 de septiembre de 1990:"Los negocios secretos con Irán"; 1 de marzo de 1992:"Historia del embarque que no fue"; 17 de marzo de 1993:"Alfonsín acusó a Karim Yoma de pedir coimas a empresarios españoles"; 11 de abril de 1993:"Kohan y Karim Yoma fueron piezas claves en la "operación submarinos"; 23 de julio de 1993:"Investigan los créditos italianos a Manzano, Dromi y Karim Yoma"; La Nación del 6 de abril de 1993:"Niegan una intervención como agentes de venta de submarinos"; el 3 de septiembre de 1994:"Armamento y elementos nucleares argentinos en los arsenales de Irán"; Página/12 del 4 de septiembre de 1994:"Los versos satánicos".
--"Basta leer los diarios para comprender que con su fracasado intento de proveer tecnología nuclear a Irán y también a Siria, Karim Yoma, el cuñado del presidente Menem alcanzó la quintaescencia de la codicia: En función de intereses personales puso a la Argentina en posición de alterar el balance nuclear o de traicionar los compromisos que había asumido con los iraníes. No estamos hablando de cuatro o cinco millones de dólares. Estamos hablando de cientos de millones: Yoma comprometió a la Argentina en proyectos nucleares por un total de 300 millones de dólares, -50 millones por año- que sumados a la provisión de dos reactores totalizaba unos 500 millones de dólares. Hay que entender que este tema es motivo de orgullo nacional y unifica a las distintas facciones en el poder. Cuando los ayatolas se sintieron traicionados por la Argentina -y posiblemente estafados, porque seguramente pagaron suculentas comisiones-, no dudaron en darle el visto bueno a Hezbollah para que vengara a Mussawi en Buenos Aires. Allí Irán ya no tenía nada que perder".
--Por qué tenían los iraníes tanto interés en tecnología argentina?
--"No olvide que la Argentina había sido una importantes fuente de aprovisionamiento clandestino de material bélico a lo largo de toda la guerra Irán-Irak. Una de las razones es que buscaban tecnología Siemens que Alemania les había negado y Yoma prometió darles. Averigüe cuáles eran "las facilidades suplementarias" que los iraníes solicitaban a la Argentina. Ese paquete incluía un reactor mediano que podía proveer en poco más de un año el plutonio necesario para fabricar una bomba".
UN VECINDARIO PELIGROSO
El traficante hablaba, con pasión de conocedor, sobre una extensa construcción a orillas del Golfo Pérsico donde dos majestuosos edificios semiterminados de acero y cemento están siendo lentamente erosionados por el viento y la sal marina: el complejo nuclear iraní de Busheir. La construcción se inició durante el reinado del Sha Reza Pahalevi. En 1979, después de la revolución, la empresa contratista, la alemana Siemens, suspendió los trabajos, pero los iraníes preservaron meticulosamente todos los equipos abandonados. Hasta ahora, Busheir no ha producido un sólo watt de electricidad o un gramo de plutonio, pero la compra de un reactor ruso de 1.000 Megawatts para la central nuclear ha generado un recalentamiento político y diplomático a nivel internacional. Mientras los europeos relativizan el peligro y hacen buenos negocios, estadounidenses e israelíes insisten en que Irán conduce un programa militar clandestino destinado a desarrollar armas nucleares de manera paralela al proyecto civil .
El 5 de marzo de 1995 el servicio de inteligencia militar israelí (Aman) entregó al entonces premier Yitzhak Rabin y a su gabinete una evaluación estratégica anual que previamente había sido discutida durante dos meses con el Mossad (inteligencia exterior) y el Shin Beth (inteligencia interior). El informe establece que Irán es el principal enemigo de Israel y que en un plazo de tres años ese país puede acceder a armas nucleares .
En el mismo sentido, en septiembre de 1995 el periódico conservador británico The Sunday Telegraph reveló que más de 10.000 soviéticos están trabajando para el régimen de los ayatolas. Irán también se ha convertido en el enemigo número uno de los EEUU: En el informe Guía para la Planificación de la Defensa, que está caratulado como "reservado", el secretario de Defensa William Perry ubica a Irán como la primera de siete prioridades que determinan la planificación militar estadounidense. Aunque por ahora ese país no posee otra cosa que ambiciones nucleares, ya ha sido incorporado al SIOP (Single Integrated Operational Plan), el plan norteamericano para la próxima guerra con armas atómicas . En octubre de 1995 el Comando Estratégico de los EEUU (STRATCOM) estaba elaborando un "libro plateado", destinado al presidente y al secretario de Defensa, detallando los blancos iraníes, las armas asignadas, los cronogramas de ataque y una estimación lo que eufemísticamente se denominan "daños colaterales", es decir víctimas y daños civiles.
--"A los iraníes les gustaría hacer sus propios misiles pero no pueden. Les falta plutonio militar o el equipamiento necesario para producir uranio enriquecido. Sobre lo que no cabe ninguna duda es que van a hacer todo lo que esté a su alcance para conseguir armas nucleares", explicó el traficante. "Hay que tener en cuenta que estos muchachos viven en un vecindario peligroso. Sus vecinos Rusia y China tienen armas atómicas. Aunque Paquistán lo niegue, también las tiene. Israel otro tanto y no hay razones para suponer que Saddam Hussein haya abandonado definitivamente ese proyecto.Porqué habrían de abstenerse los iraníes?", preguntó el "hombre de negocios" y de inmediato descerrajó una afirmación tajante: "Si hubieran obtenido lo que Argentina les prometió probablemente ya tendrían la bomba".
LOS MERCADERES Y LAS COMISIONES
La participación argentina en los proyectos nucleares iraníes comenzó durante la época del Sha y se prolongó con el ascenso del ayatola Jomeini al poder en 1979. El almirante Oscar Armando Quihillalt quien durante 15 años había dirigido el programa nuclear argentino fue contratado como consultor de la Organización Iraní de Energía Atómica (AEOI) y en 1975 la mitad del personal extranjero en la AEOI era argentino. A partir de la década del '70, a lo largo de los '80 y hasta por lo menos 1993, es decir un año después del primer atentado, la Argentina figuró en los mapas iraníes como uno de los principales puertos de triangulación en las intrincadas operaciones de tráfico de armas.
Para los mercaderes de armas la Argentina se convirtió, en las dos últimas décadas, en una referencia frecuente por la relativa sencillez con que se obtienen los certificados -falsos- de destino final exigidos por las aduanas para otorgar los derechos de exportación.
--"Existe una gran variedad de certificados falsos y sus precios varían de acuerdo a la calidad de los mismos que como los hoteles se clasifican según una escala de uno a cuatro estrellas: Se usan documentos "verdaderos-falsos" (cuando un país realmente encara una compra fraguada) y "falsos-verdaderos" (cuando un país fraguado encara una compra verdadera). El bakshish, ("comisión", en árabe) puede llegar a multiplicar de tres a cinco veces el precio de uno de estos cargamentos ilegales entre su punto de partida y su destino", explicó el traficante.
Cada una de las informaciones aportadas por este dudoso personaje envuelto en seda y pólvora fueron posteriormente corroboradas, punto por punto, por fuentes independientes. Sin dudas que en un país donde desfilan personajes de la talla de Ghaith Pharaon, Monzer y Ghassam Al Kassar, es relativamente sencillo encontrar competidores o ex-socios defraudados que narran historias como esta y mencionan las comisiones de dos dígitos que cobraron distintos funcionarios argentinos. Lo difícil es encontrar las pruebas.
Cuando Carlos Menem asumió el poder, por expreso pedido de Zulema Yoma creó a la medida de su cuñado Karim Yoma la Secretaría de Asuntos Especiales de la Cancillería, un híbrido diplomático desde donde se manejaron paralelamente los acuerdos de cooperación con Italia y España junto con arriesgados negocios con Irán, Irak, Siria y Taiwán. Para desempeñarse en ese cargo Yoma contaba con los conocimientos sobre el Medio Oriente, adquiridos durante los años en que se desempeñó como oficial de inteligencia de la embajada española en Damasco, en los que logró armar una fluida red de contactos con dudosos personajes que más tarde recalarían en Argentina: Monzer al Kassar, Ghaith Pharaon y Rifat Assad, entre otros. Antes de acceder al cargo en la Cancillería, Karim Yoma ya oficiaba de lobbista iraní en Buenos Aires y proponía que Argentina concediera un status especial a sus relaciones con Irán. Según el ex negociador argentino con Gran Bretaña por el tema Malvinas, el embajador Lucio García del Solar, "lo primero que llamó la atención es que se rompió el organigrama clásico de cualquier Cancillería, donde España e Italia deben estar en lo que se llama Europa, fuesen extraídos de su lugar natural para colocarlas bajo la jurisdicción totalmente nueva y contra natura de alguien que las tuviese con exclusividad ". En una entrevista radial, García del Solar explicó que había gran desconcierto en la Cancillería porque Yoma no respetaba la jerarquía del vicecanciller Archibaldo Lanus ni del director de Europa occidental:
--Dentro de la Cancillería se tomaba con bastante disgusto el hecho que el señor Yoma viajaba por el mundo sin dar información correspondiente - y como usted lo señaló- a áreas totalmente ajenas a su jurisdicción como podía ser Irán
--"No sé si Irán oficialmente se incorporó a ese cóctel de países que el dirigía. Pero que él viajó a Irán, sí. No abro juicio sobre cómo caían o no sus viajes en sí. Desde el punto de vista interno de la Cancillería era criticable -o no era bien visto- que se hubiese armado ese cóctel de países a cargo de un señor de afuera. Todo eso no cae bien ."
Por medio de las denuncias de sus frustrados clientes supo que en septiembre de 1989, Karim Yoma intentó vender cinco submarinos Clase TR-1700 a Taiwan, como parte de un paquete que también incluía 200 Tanques Argentinos Medianos (TAM) por 300 millones de dólares. Sin embargo, las comisiones de dos dígitos exigidas por Yoma para concretar la operación que totalizaba 1.500 millones de dólares impidieron que los chinos cerraran trato. "Problemas con Yoma y su equipo, quieren apartarnos y quedarse ellos con el negocio". Esta afirmación forma parte de un extenso fax reservado que un ingeniero taiwanés y un aviador retirado enviaron al gobierno de Taiwán, en septiembre de 1990 detallando las sordas disputas argentinas .
LAS PROMESAS DE KARIM
Cuatro meses después, el 15 de enero de 1990, el secretario para Asuntos Especiales, dirigió un memorándum a Carlos Menem que lleva el número 109 y los sellos de "confidencial" y "urgente". Allí le informaba que había aceptado una invitación del gobierno iraní para visitar Teherán el 14 de febrero. Yoma conformó su comitiva con funcionarios de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) y empresarios de firmas como SanCor, Pirelli, Astilleros Pedro Domeq e Interpetrol. Tras entrevistarse en Teherán con el presidente iraní Ali Akbar Rafsanjani, a quien entregó mensajes de salutación de Carlos Menem y del canciller Domingo Cavallo, Karim Yoma declaró que "el pueblo y el gobierno de Argentina apoyan los esfuerzos de Irán para permanecer independiente de los bloques de poder desde el triunfo de la revolución islámica en 1979". Las promesas generadas por Yoma determinaron, que la agencia oficial de noticias IRNA abriera, en 1990, una corresponsalía en la calle Viamonte 1636 PB "A", de Buenos Aires y acreditara a tres periodistas ante la Cancillería: Mohammad Javad Aghakanian, Ali Rabon Pour y Omar Horacio Bagnoli. Pero las expectativas iraníes se tornaron en frustraciones cuando el gobierno argentino, cediendo a las presiones de sus aliados, traicionó la palabra empeñada: al finalizar la Guerra del Golfo, IRNA clausuró su oficina en Buenos Aires.
Este no fue el único ni el más serio traspié de Karim Yoma. Otro informe -citado por Oscar Raúl Cardoso en Clarín - consigna que Yoma comprometió a la Argentina en los siguientes rubros:
* Un acuerdo para proyectos nucleares por un total de 300 millones de dólares -50 millones por año- más la provisión de dos reactores para la central nuclear de Busheir y el suministro de plantas de irradiación de alimentos totalizando 500 millones de dólares.
* Comercialización de "crudo iraní (...)que se nos ofrece en cantidad suficiente para abastecer a los mercados importantes (a los que) ellos mismos no pueden o no les interesa vender (EEUU, o América Latina).
* Participación argentina en el Plan Quinquenal de Reconstrucción iraní que "movilizará recursos por un monto global de compras de bienes y servicios de aproximadamente 120.000 millones de dólares, el doble de nuestra deuda externa".
Consciente de las objeciones que despertaría el acuerdo, Yoma escribió otro memorándum en el que señala que es un prejuicio no vender lo que todos venden por temor a transgredir normas internacionales o molestar a alguien: "es muy importante distinguir entre lo que es un prejuicio (no vender todo lo que el mundo vende aunque con las garantías de seguridad del caso) presumiendo que podemos molestar o incomodar a quienes erróneamente califican de riesgosa nuestra transferencia con el perjuicio real y efectivo que esta omisión representa para el país", advirtió Yoma.
El 28 de mayo de 1991, poco antes del "desfile de la victoria" que se realizó en Nueva York, el canciller Domingo Cavallo recibió en Buenos Aires al ministro de Comercio de Irán, Abdulhussein Vahaji. Al firmar un acuerdo para la compra de 60.000 toneladas de cereales, resaltó su deseo de que las relaciones bilaterales retornaran a los niveles de 1988/9, época en la que Irán había comprado 1,5 millones de toneladas de granos convirtiéndose en el segundo cliente de la Argentina en este rubro.
En los seis meses siguientes, los negocios secretos de Karim Yoma con Irán fueron torpedeados por el canciller Cavallo y por el director de Seguridad Internacional y Asuntos Nucleares Especiales del Palacio San Martín, Enrique Candioti y el asunto se dio por cerrado a fines de julio de ese año con la renuncia del cuñado presidencial, sobre quien siguieron lloviendo acusaciones de cobro de suculentas comisiones ilegales. El último día en el cargo, un funcionario de rango menor pidió a Yoma la devolución de sus tarjetas de presentación.
LOS NUEVOS ALIADOS NO OLVIDAN
La opinión pública recibió una explicación por demás burda: se temía que los cereales y alimentos argentinos para Irán fueran a parar a su archienemigo Irak, violando el embargo comercial y el bloqueo naval ordenados por la ONU. Aunque Argentina trató de archivar el tema lo más rápidamente posible, ni los norteamericanos, ni los israelíes y menos aún los iraníes, olvidaron el asunto tan fácilmente. Las presiones norteamericanas sobre Argentina por la transferencia nuclear se redoblaron.
A principios de diciembre de 1991, el vicecanciller Juan Carlos Olima autorizó verbalmente a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) -que controla el INVAP (Investigaciones Aplicadas)- a realizar el primer embarque de máquinas, herramientas y tuberías "de uso dual" -lo que implica que podía ser utilizado tanto para usos pacíficos como militares- destinado a una planta piloto para la purificación de uranio y a otra para la fabricación de combustibles. De acuerdo con los contratos, esa operación gestada bajo los auspicios de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) ascendía a los 18 millones de dólares y era parte de un paquete que en su conjunto representaba unos 30 millones de dólares.
Un par de días después, el 11 de diciembre el vicencanciller Olima instruyó por escrito a la CNEA - que depende de Presidencia de la Nación- para que suspendiera el envío destinado a la Organización Nacional de Energía Atómica de Irán (AEOI) que debía remitirse el 13 de diciembre de 1991 a bordo del buque Fathulkahir. A los iraníes se les dijo que el despacho estaba demorado y que saldría el 25 de diciembre en el barco Ibn-Tufail que operaba con la empresa naviera United Shipping Co.
Las transacciones nucleares con Argentina tenían para Irán un alcance y una importancia estratégica mucho mayor de lo que oficialmente se admitió: A través del INVAP, una empresa radicada en Bariloche cuyas acciones pertenecen a la provincia de Río Negro y que está bajo e control de la CNEA, Argentina iba a modificar un viejo reactor norteamericano de cinco megawatts -el Triga- para que los iraníes pudiesen ponerlo en marcha con uranio enriquecido al 20 por ciento, y también proveería ese combustible que no es apto para construir una bomba. Pese a que el contrato fue negociado bajo supervisión de la IAEA y que la provisión de uranio enriquecido al 20 por ciento no violaba ninguna de las directivas de organismo internacional, la operación despertó más que sospechas en EEUU.
El problema no era el combustible para el pequeño reactor Triga, sino "las facilidades suplementarias" que los iraníes solicitaban a la Argentina. Ese paquete de facilidades incluía: un reactor mediano -prometido por Yoma- que podía proveer en el plazo de poco más de un año el plutonio necesario para fabricar una bomba; una planta para la producción de oxido de uranio y una fábrica de deuterio para la producción de agua pesada. Combinada con el uranio natural, el agua pesada permitiría a los iraníes poner en marcha el reactor Triga de cinco megawatts y otro de 27 megawatts adquirido en China en 1991. El combustible empleado en esos reactores podría ser reprocesado para obtener plutonio militar. Si este programa hubiera tenido éxito, en la actualidad Irán ya tendría una bomba atómica.
Días después de paralizada la exportación, el gobernador de Río Negro, Horacio Massaccesi, viajó con urgencia a Buenos Aires para pedir explicaciones y se reunió con Olima, quien confesó que la causa principal de la medida había sido las presiones norteamericanas . Bastó una carta del encargado de negocios de la Embajada de EEUU en Buenos Aires, James D. Walsh para que, a comienzos de 1992, el embarque permaneciera retenido en el puerto de Campana. La carta de Walsh -que está fechada el 17 de diciembre de 1991- y va dirigida a la Cancillería, argentina prueba que el affaire Yoma no concluyó con la renuncia de su principal protagonista: "Estamos sumamente complacidos de recibir mayores garantías de que su gobierno comparte verdaderamente nuestras preocupaciones con respecto a la naturaleza del programa nuclear de Irán. Los felicitamos por haber tomado la difícil decisión de cancelar el reciente embarque de material destinado al programa nuclear de Irán (...) Entendemos que pronto se tomará una decisión definitiva sobre éste y otros contratos vigentes con Irán". Walsh agrega que "el gobierno de los Estados Unidos no puede asumir ninguna responsabilidad financiera derivada de la muy adecuada decisión del gobierno argentino en este asunto ".
LOS VIEJOS SOCIOS NO PERDONAN
El 10 de febrero de 1992, el gobierno iraní convocó al embajador argentino en Teherán, Norberto Auge, para protestar verbalmente porque la Argentina calificaba a Irán como "país no confiable". La protesta verbal iraní por el incumplimiento argentino del contrato con el INVAP cobró una dimensión distinta, un mes más tarde, con el atentado contra la embajada de Israel.
A consecuencia de esa suspensión, el canciller Guido Di Tella debió informar a legisladores justicialistas sobre los lineamientos de la política nuclear argentina. En un documento público, Di Tella reconoció que "hasta 1989 exportábamos sin preocuparnos quién nos compraba y nos asociamos con regímenes autoritarios y antioccidentales". Al dar cuenta de que esa política se terminaba, el canciller agregó "El nuevo curso seguramente obligará a reconsiderar algunos negocios contratados. Si se llega al caso de su cancelación, será un precio que deberemos tener la inteligencia y el coraje de pagar".
Robert Gates, director de la CIA durante la administración Bush, declaró en enero de 1992 ante el Congreso estadounidense que Irán estaba gastando 2.000 millones de dólares al año en la compra de armamentos, que podía resultar una amenaza para los Estados Unidos y sus aliados en el Golfo Pérsico en un plazo de tres a cinco años y obtener armas nucleares antes del año 2000. En el informe de Gates se mencionaba específicamente a la Argentina, junto con Brasil y Paquistán como los principales países que suministraban tecnología para el enriquecimiento de uranio.
El sucesor de Gates en la administración Clinton, James Woolsey, relativizó, en 1993, los pronósticos de la CIA afirmando ante el Congreso que "Irán necesitaría entre 8 y 10 años para construir armas nucleares, dependiendo de la ayuda del exterior que pudiera obtener".
MENEM, BAGDAD Y DAMASCO
El retraso en las ambiciones nucleares de los ayatolas y la alusión de Woolsey a "la ayuda exterior" tienen mucho que ver con el brusco giro que dio la política exterior argentina en septiembre de 1990 al enviar las naves al Golfo Pérsico. Al integrar la alianza antisaddam, Carlos Menem se desembarazó de un lastre tan peligroso como el misil Cóndor: En el libro Relaciones Carnales los periodistas Julio Villalonga y Eduardo Barcelona revelan que los servicios de espionaje estadounidenses e israelíes tenían pruebas de que durante los primeros seis meses de 1990, Karim Yoma había intercambiado varios mensajes con Bagdad referidos a la visita que Menem planificaba hacer a Irak y a Siria en marzo de 1991. Si estos se hubieran hecho públicos, la imagen internacional de Menem hubiera quedado indisolublemente ligada a la de Saddam Hussein.
Los norteamericanos e israelíes también tenían copias de un contrato de tecnología ultrasensible que Karim Yoma había puesto sobre el escritorio de Carlos Menem, por el cual se podían transferir "todos los productos del requirente -Irak-, tales como FAS 300, FAS 320, Sigint, y también servicios, tecnologías, investigación, y desarrollo ". Sólo una gestión de último momento de Cavallo evitó que Menem diera el okey al contrato que ya había sido inicialado por los representantes de la Fuerza Aérea argentina en Bagdad y de la empresa intermediaria Brenco en Buenos Aires. Los hechos se precipitaron: Menem hizo renunciar al ministro de Defensa Italo Argentino Luder -que no sabía nada sobre la operación- y designó en su remplazo a Humberto Romero.
Cuando arreciaban las denuncias en su contra por el cobro de comisiones ilegales, Karim Yoma utilizó ante Radio América una extraña metáfora para describir su caso: "Existe una campaña que lleva más de dos años largos, con un ensañamiento, quizás el más atroz que se recuerde contra una familia en la Argentina. Yo pienso, a veces, que el calvario de la chiquita judía, Ana Frank, fue nada al lado de la persecución sistemática que se lleva a cabo contra los Yoma", dijo en abril de 1993. En 1994 volvió a ser noticia cuando se reveló que el Banco Nación había otorgado subsidios por 75 millones de dólares para el salvataje de las empresas Yoma. Si bien había 75 millones de diferencias entre la familia de Karim Yoma y la de Ana Frank, nadie podría haber imaginado que ese mismo año la Argentina se iba a convertir en el escenario para el más cruento atentado antijudío desde el Holocausto.
Los negocios controvertidos y arriesgados continuaron. Una carta con la firma de Romero prueba que el gobierno argentino comisionó al sirio Monzer Al Kassar para vender a Polonia tres submarinos TR-1700 de 2.200 toneladas al precio de 210 millones de dólares cada uno, otros dos submarinos de la misma categoría a 180 millones de dólares por unidad y dos submarinos Clase 209 de 1.100 toneladas a 60 millones de dólares cada uno .
LAS REUNIONES SECRETAS
Durante la segunda semana de mayo de 1992, es decir, un mes y medio después del primer ataque terrorista, representantes del gobierno argentino se reunieron secretamente en un país europeo con funcionarios iraníes de primer nivel para "renegociar" los contratos nucleares que habían sido suspendidos unilateralmente por la Argentina.
--"De acuerdo con los contratos, esa operación ascendía a los 18 millones de dólares y era parte de un paquete que en su conjunto representaba unos 30 millones de dólares, pero cada vez que se negociaba con los iraníes uno tenía la sensación de estar haciendo malabarismos con nitroglicerina", confió una fuente cercana a esa negociación. De aquellas reuniones, que los irritados iraníes amenazaron abandonar cada vez que se mencionaba el tema del atentado a la embajada, sólo salieron "acuerdos verbales": toda nueva operación debería ser aprobada por la Agencia Internacional de Energía Atómica y Argentina compensaría económicamente a Irán, aumentando en un 80 por ciento las exportaciones cereales y principalmente las de armas convencionales.
Los estrategas del gobierno argentino -que nunca admitieron que esas reuniones hayan tenido lugar- calificaron los contactos como "apuestas políticas en favor del presidente Rafsanjani, quien sufría los ataques de los sectores más radicalizados".
Para compensar moral y económicamente a Irán por los contratos nucleares incumplidos y prevenir nuevos ataques terroristas, Argentina se comprometió a proveer clandestinamente armas a los musulmanes de Bosnia que en abril de 1993 -tras el conflicto con los croatas-, improvisaron su propio ejército. En dos de las seis reuniones realizadas en Paris, el dos de febrero de 1993 y en un simbólico 17 de marzo, fecha en que se cumplía un año del atentado a la embajada de Israel, funcionarios argentinos tomaron la lista de pedidos de los musulmanes de Bosnia: cañones pesados, fusiles de combate FAL, misiles Pampero, minas antipersonales, granadas y las municiones correspondientes integraban la nómina solicitada.
Hubo por lo menos seis reuniones secretas en Paris: cuatro se realizaron en el hotel Bristol, una en el hotel Lutetia y otra en un departamento de la avenida Kleber. En el encuentro que se llevó a cabo en el hotel Lutetia participaron la hija del presidente bosnio-musulmán Alia Izetbegovic, el embajador bosnio en Suiza, Mohamed Filipovic y miembros de los servicios de inteligencia argentinos y españoles.
Violando el embargo de material bélico impuesto por la ONU, los embarques de armas argentinas partieron en barcos de bandera croata o de conveniencia desde los puertos de Campana y Buenos Aires; y en aviones Boeing 747 -en algunos casos iraníes- desde el aeropuerto de Ezeiza y la base aérea de Tandil. En una serie de notas de investigación que le valieron el premio Rey de España, el periodista Daniel Santoro de Clarín reveló la trastienda de varias de estas operaciones:
* Un cargamento de 112 contenedores con 25.000 fusiles FAL, 25.700 granadas, 5.750 minas antipersonales y casi 6.600.000 municiones que Fabricaciones Militares supuestamente envió en abril de 1994 a Panamá, fue en realidad a Croacia. La operación era por 8.243.000 dólares y una intermediaria fantasma llamada Debrol S.A. obtuvo una comisión de 400.000 dólares.
* Los 36 cañones pesados que fueron cargados el 2 de febrero de 1995 en el puerto de Buenos Aires el buque de bandera maltesa "Rejka Express", con destino Venezuela, fueron a Croacia.
ARMAS AL MEJOR POSTOR
Según un informe de la CIA, los musulmanes necesitaban el equivalente a cinco divisiones mecanizadas del Ejército de EEUU para revertir la marcha de la guerra. La escasez de armas potenció los mercados negros y enriqueció a diversos gobernantes. Entre abril de 1992 hasta agosto de 1994 llovieron sobre la zona armas para los distintos bandos por valor de 1.300 millones de dólares . La antigua correlación entre alineamiento geoestratégico de los beligerantes y la procedencia de las armas utilizadas, típica de la guerra fría, se rompió por completo en los Balcanes. Aviones de fabricación rusa, misiles antiaéreos norteamericanos, ametralladoras pesadas suizas, explosivos y fusiles eslovacos, cañones y tanques alemanes y morteros chinos conforman los arsenales de todos los bandos. Según la revista británica Jane's Intelligence Review, entre abril de 1993 y abril de 1994, los iraníes gastaron 160 millones de dólares en armar a los musulmanes de Bosnia; los rusos, a los serbios; los alemanes, a los croatas y los argentinos a todos los que pudieron.
El diputado radical Jesús Rodríguez agregó un detalle relevante al involucrar al ex dirigente montonero Rodolfo Galimberti en escándalo del desvío de armas. En abril de 1995, Rodríguez presentó un pedido de informes al Poder Ejecutivo en el que planteó que "el gobierno debe aclarar que rol jugó el asesor de la SIDE, Rodolfo Galimberti como representante de la empresa francesa GIAT Industries en la Argentina, la que a través de su filial belga Herstal S.A. sería responsable de la triangulación de armas francesas a Croacia y al Ecuador, con punto de conexión en Buenos Aires".
El ex militante de Tacuara y ex responsable de la columna Norte de Montoneros, hoy reparte su tiempo entre su joven y aristocrática esposa, Dolores Leal Cobo (27), sus negocios de ventas de armamentos y sus vínculos con viejos conocidos en la Dirección de Contrainteligencia de la SIDE, bautizada "Base Estados Unidos", por su ubicación en la calle del mismo nombre, que es la encargada de investigar la conexión local del atentado contra la AMIA. El coronel Pascual Guerrieri, un oficial de inteligencia del Ejército que tiene una vinculación orgánica con la SIDE
es el enlace con Galimberti. Guerrieri, alias "Coronel Roca" fue acusado por los organismos de derechos humanos de haber dirigido dos campos de detención clandestinos que funcionaron en los alrededores de Rosario. Según Martin Edwin Andersen, ex- corresponsal de Newsweek en la Argentina y autor del libro Dossier Secreto en 1985 el coronel Pascual Guerrieri "intervino en la campaña de amenazas contra sinagogas y escuelas judías destinada a desestabilizar al gobierno de Alfonsin . Beneficiado con la ley de obediencia debida, este militar -que también trabajó como asesor de la policía secreta del dictador paraguayo Alfredo Stroessner- retornó a la SIDE apenas Carlos Menem llegó al poder.
--"El (Galimberti) estuvo en Libia y el Líbano muchos años y puede aportar información sobre el terrorismo internacional que reapareció en el país con el atentado a la AMIA", explicó el jefe de la SIDE, Hugo Anzorreguy a la revista Noticias . Si bien algunos integrantes del gobierno lo consultan y hasta lo frecuentan, muchos jefes militares no creen en la conversión para mejor del antiguo secuestrador y actual custodio de Jorge Born que viaja por el mundo con pasaporte diplomático en misiones supuestamente vinculadas con los Cascos Blancos.
En la primera quincena de junio de 1994, el subjefe de Ejército, general Raúl Gómez Sabaini, el titular de Gendarmería, comandante Timar Musumeci, y el fallecido sub-secretario de presupuesto del Ministerio de Defensa, René Emilio de Paul, concurrieron en Paris a una comida organizada por la firma francesa de armas GIAT Industries. Al enterarse que el ex montonero y representante de la empresa en la Argentina, estaría presente, dieron media vuelta y se fueron . Los tres invitados que despreciaron el champagne y el caviar de GIAT se libraron de verse involucrados en un negocio turbio: concretamente, el diputado Jesús Rodríguez sospecha de que la empresa que Galimberti representa utilizó a la Argentina como punto de triangulación para proveer armas a los Balcanes.
LAS APUESTAS ARGENTINAS
Con la tácita aprobación de la administración Clinton, Croacia se convirtió en el principal punto de ingreso para los embarques clandestinos de armas a Bosnia. Aunque en septiembre de 1993 se detuvo uno de esos envíos de origen saudita que violaba el embargo impuesto por la ONU, el tránsito clandestino de armas para los musulmanes de Bosnia vía Croacia creció dramáticamente a partir de marzo de 1993, según reconocieron la CIA y el Pentágono .
Los funcionarios de inteligencia que monitoréan el tráfico iraní de armas y la presencia de unos 400 guardias revolucionarios que reciben instrucciones de la embajada iraní en Zagreb, admiten haber detectado los embarques regulares de armas y explosivos que desembarcaban de los aviones iraníes en la capital croata o en el puerto de Split, en la costa adriática. Desde allí, las armas eran transportadas en camiones hasta las posiciones de ejército bosnio-musulmán. En los registros del Defense & Foreign Affairs Strategic Policy de Londres, han sido identificadas las entregas de Croacia a Bosnia de piezas de artillería de 76 y 120 milímetros, municiones y granadas durante el primer semestre de 1992.
Las "apuestas" que Argentina realizó por el presidente Rafsanjani durante aquellas operaciones secretas fueron un fracaso o alguno de los países protagonistas violó la palabra empeñada. O quizás la fragmentada realidad iraní y libanesa sean más complejas de lo que imaginan los hacedores de la política internacional argentina.
Tal vez fue un caso de precognición presidencial, un intento de congraciarse con algún sector fundamentalista que lo consideraba un traidor a la causa árabe, o una forma de saldar alguna vieja deuda pendiente, pero lo cierto es que un mes antes del atentado contra la AMIA, Carlos Menem anunció la donación a la embajada de Arabia Saudita de un terreno valuado en 20 millones de dólares para la construcción de una mezquita. Aparentemente, el arranque místico que llevó al presidente a donar el terreno para el templo comenzó a gestarse en mayo de 1992, cuando visitó Arabia Saudita y Hafez Assad se negó a recibirlo en Damasco. En esa ocasión el rey Fahd no sólo le pidió consejos sobre un buen entrenador de fútbol para la selección saudita sino que también mencionó el escándalo internacional en torno al Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI) que estaba a punto de estallar y que comprometía a ambos.
En aquél momento Arabia Saudita era el BCCI y el BCCI era Arabia Saudita. Para el rey Fahd toda la investigación sobre el BCCI "era una conspiración sionista" y en ese contexto en el que todos los países musulmanes que habían estado bajo la órbita de Karim Yoma -Siria, Irán e Irak- estaban disgustados con la Argentina, surgió la idea sobre la posible donación del terreno para la mezquita. Menem, por su parte se veía comprometido por la presencia y la concesión irregular de ciudadanía a Ghaith Pharaon y por una supuesta venta -desmentida por el ministerio de Defensa- de tanques argentinos TAM a Irán vía BCCI. Por otra parte, los fiscales norteamericanos habían demostrado que uno de los modus operandi del BBCI consistía en "comprar" el control aduanero en las terminales aereas y marítimas en varias partes del mundo. Ese dato tiene singular relevancia si se tiene en cuenta que el 30 de agosto de 1989, unos días después de encontrarse con Pharaon, Carlos Menem creó un cargo especial en la aduana de Ezeiza para su cuñado Ibrahim Al Ibrahim, por medio de un decreto que cinco días más tarde firmó Eduardo Duhalde.
La furia saudita frente al escándalo del BCCI se debió entre otras cosas a que durante casi dos décadas el banco había servido como discreta cobertura para transacciones de armas entre enemigos jurados: En todas las operaciones de canje de armas por rehenes en las que participaron tanto los EEUU como Israel, el BCCI jugó el papel de intermediario. En los embarques de misiles Silkworm vendidos a traves del BCCI a Irán e Irak había sofisticados sistemas de teleguiado fabricados en Israel. Según informes de inteligencia estadounidenses, corroborados por el diplomático saudita "arrepentido" Mohamed A. al-Khilewi "el BCCI jugaba un papel clave en las tratativas indirectas entre Israel y algunos países arabes" y Arabia Saudita había contribuido con 5.000 millones de dólares en el programa nuclear iraquí.
EL BAZAR NUCLEAR
En 1993, el jefe de la inteligencia iraní Ali Fallahiyan mantuvo tratativas secretas con sus colegas de Francia y Alemania para poner fin a los actos de terrorismo chiita en esos dos Estados a cambio de un alivio en el pago de la deuda externa, ayuda económica y la devolución a Teherán a dos terroristas de esa nacionalidad, que iban a ser extraditados a Suiza por el asesinato del líder opositor Kazein Rajavi. El coordinador de los servicios de espionaje en la Cancillería, el ministro de Estado Bernd Schmidbauer reconoció en 1994 ante una comisión parlamentaria que sus agentes habían entregado equipos de computación y entrenamiento a sus colegas iraníes por valor de 60.000 dólares.
Alemania, que es el principal socio comercial de Irán, también es el epicentro del comercio clandestino iraní. En la ciudad-puerto de Hamburgo donde residen 30.000 iraníes que operan con tres bancos de esa misma nacionalidad, es donde comienza "la ruta iraní" de aprovisionamiento clandestino de material atómico y misilístico. Para adquirir componentes nucleares del tipo de los que Argentina negó a Irán, los contrabandistas iraníes emplean en algunos casos las rutas utilizadas anteriormente por Irak y Paquistán pero están fragmentando, dispersando y enmascarando sus compras de tal manera que resultan prácticamente imposibles de detectar. Hussein Alimoradian, que oficiaba de nexo entre el gobierno iraní y los disueltos servicios de inteligencia de la ex-RDA -Stasi-, y tuvo a su cargo millonarias transacciones bélicas durante la guerra Irán-Irak, es ahora propietario de una empresa de importación de electrónica con sede en Berlín donde trabajan varios ex-agentes de la Stasi .
Aunque en Hamburgo, casi a diario amarran barcos iraníes y la aerolínea Iran Air tiene dos vuelos directos cada semana, la refinada red iraní cuenta, incluso, con un aeropuerto propio: en 1993 el traficante de armas Mehdi Kashani y el ex viceministro del Petróleo Mussa Khayer Habibollahi compraron en ocho millones de dólares el idílico aeropuerto civil de Hartenholm, ubicado a sólo 35 millas al norte de Hamburgo. El monto duplicaba lo que los propietarios alemanes -Heinz-Erich Schreitmuller y el dentista Reinhard Uhlig- habían pagado cuatro años antes. Por ese precio, los dos alemanes accedieron a seguir figurando como dueños en los papeles, pero la dirección de la estación aérea -que cuenta con una flotilla de doce aviones Cessna, nueve depósitos y un club de paracaidismo- pasaron a manos de un tercer iraní, Nick Ahmed Semnar.
Desde el aeropuerto de Hartenholm las mercancías ilegales son transportadas en pequeñas aeronaves a Polonia y otros países de Europa del Este y de allí por tierra a Viena o Bruselas donde es nuevamente embarcada en aviones de carga destinados a Irán o en camiones hasta los puertos del Mediterráneo o el Adriático. En muy contadas oportunidades los iraníes toman posesión de sus compras ilegales en Europa o Rusia, sino que la mayor parte de las veces las hacen trasladar a terceros países para escapar de la vigilancia de los servicios de inteligencia occidentales. Con frecuencia la carga se transborda a uno o varios barcos en aguas internacionales para evadir los seguimientos. Las operaciones iraníes cuentan con apoyo sirio y paquistaní y la mercadería frecuentemente es despachada a uno de esos dos países y luego redirigida a Irán que ha suscripto convenios de colaboración en materia nuclear con los dos países.
Cuando se reveló el escándalo en torno al aeropuerto de Hartenholm, los tres iraníes sindicados como propietarios abandonaron Alemania. El ex viceministro del Petróleo Mussa Khayer Habibollahi señalado por algunos servicios de inteligencia como el responsable en Europa de la adquisición clandestina de armas, desapareció de su residencia londinense mientras que el traficante de armas Mehdi Kashani se esfumó de Madrid.
Si Hamburgo es la cabecera de puente para las compras ilegales de insumos misilísticos y nucleares, la embajada de Irán en Bonn es el sitio donde se han planeado los asesinatos de más de 60 disidentes políticos en el exilio. Agentes de inteligencia iraníes actuando bajo la cobertura que les otorgaba su acreditación diplomática en Bonn, organizaron en Alemania una célula terrorista de Hezbollah para asesinar a la opositora iraní Maryam Rajavi durante una manifestación que se iba a realizar a comienzos de junio de 1995. Actuando con la más absoluta discreción, el gobierno alemán prohibió sin previo aviso la entrada de Rajavi a Alemania, argumentando que integra la dirigencia de un movimiento que busca derrocar al gobierno de Irán empleando la violencia, y de manera paralela -aunque sin vincularlo explícitamente- expulsó a los dos responsables de los servicios secretos iraníes.
FRACASO EN SUECIA
A comienzos de mayo de 1995, los servicios de inteligencia de Suecia consiguieron conjurar dos atentados contra instituciones judías y desarticular una red terrorista de Hezbollah en el país nórdico. Los atentados abortados en Suecia -uno de los cuales estaba dirigido contra la embajada de Israel en Estocolmo- son una consecuencia de las extremas medidas de seguridad adoptadas en ese país tras el atentado contra la AMIA en Buenos Aires y aportan más evidencias de que a partir de 1993, la inteligencia iraní comenzó a ocultar sus operaciones en el exterior y a utilizar a Hezbollah como su brazo ejecutor.
Si bien los dos principales sospechosos Faisal Ibrahim Atar y Ali Reda Abdullah que residían en la sureña ciudad de Trollhattan, fueron detenidos el 29 de marzo, los servicios secretos suecos mantuvieron el tema en el más absoluto secreto hasta después de que se concretó su deportación de Suecia al Líbano el 5 de mayo pasado. Los investigadores suecos afirman que el jeque Ali Hassan Roushandel, líder espiritual de la mezquita de Estocolmo y vinculado a la embajada de Irán en esa capital por intermedio de su hijo -que se desempeña en la sección consular-, funciona como enlace con Hezbollah. Aunque no descartan que haya otros atentados en preparación, las autoridades suecas están examinando la posibilidad de cancelar los permisos de residencia del clérigo chiita y de otras dos personas para desmantelar la red terrorista.
Tráfico de material nuclear y misilístico, asesinato de opositores en el exterior, uso de la cobertura diplomática para actos de terrorismo, negociaciones basadas en el chantaje y la extorsión, mezquitas utilizadas como centros de operaciones clandestinas. De Estocolmo a Buenos Aires, pasando por Bonn y Paris, una misma metodología. Nadie podría dudar de que los ayatolas son extremadamente consecuentes.