SEDUCCIÓN FATAL

            por Elentári.           

 

 

          

 

En la casa de los Weasley se respiraba cierta agitación. Gritos por aquí, preguntas por allá, todos patas arriba, la señora Weasley de un lado para otro… Pero nada de estrés.

          Harry, Hermione, Ron, Fred, y George estaban preparando el equipaje para irse de acampada. Por fin habían logrado convencer a sus padres para que les dejaran. Bueno, a los tíos de Harry no hizo ninguna falta convencerles, la verdad.

          Se marcharían al día siguiente y acamparían a una o dos millas de la casa Weasley.

Todos estaban ilusionados, Harry especialmente porque ésta iba a ser su primera acampada.

Fred y George se estaban asegurando de que no se viesen bien los artículos de broma que llevaban. Hermione se había llevado dos libros de los scouts. Ron cambiaba sus bocadillos vegetales por bocadillos más apetecibles. A Harry le había tocado llevar la tienda de campaña por tener la mochila más ligera con diferencia.

 

* * *

 

          Se pegaron el gran madrugón. Pero esta vez a ninguno le costó mucho levantarse : Querían salir de inmediato.

          Se despidieron calurosamente de la señora Weasley y partieron en camino. Andaron y andaron y andaron y andaron. Ron estaba a punto de caer rendido.

          Por fin el día comenzaba a envejecer paulatinamente y decidieron que ya era hora de buscar un buen sitio para acampar.

- Yo voto por meternos en ese bosque - opinó George -. Será más interesante que cualquier explanada segura.

- Estoy de acuerdo contigo -apolló Fred con una pícara sonrisa.

          Harry y Ron estaban apoyados espalda contra espalda sentados en el suelo. A ellos les daba igual el lugar. Como si fuera el cráter de un volcán activo. El caso era cenar, tumbarse cómodamente y dormir.

          Hermione era la única que ofrecía resistencia.

- Pues a mí no me parece conveniente que acampemos en un bosque. En mi guía del joven explorador dice que hay que evitar los bosques a la hora de acampar. Será mejor que busquemos una buena explanada.

- ¿Dónde ? - preguntó Ron malhumorado - ¿Ves tú algún sitio aceptable para instalar una tienda de campaña ? Por aquí no hay más que baches, rocas y demás cosas.

- Ron, piénsalo bien - contestó Hermione - ¿No crees que en el bosque hay más posibilidades de encontrarte arañas ? - dice mientras le mira maliciosamente.

- Es posible. Pero me he traído tres botes de “Superexterminador-repelente-aracnicida-mágico”. Ninguna araña se acercará a veinte metros a la redonda.

- ¿Harry ? - le pregunta ella como último recurso.

- A mí me da igual. Sólo quiero comer y dormir.

- Decidido, entonces - dicen a coro los gemelos mientras reemprenden la marcha hacia el bosque.

 

 

* * *

 

          Era ya de noche cuando todos tenía ya la tienda de campaña montada y los sacos de dormir perfectamente instalados. Todos se habían ido a dormir dentro, menos Hermione que seguía fuera, delante de la hoguera, comiendo su bocadillo y leyendo el capítulo de “en casos de emergencia”. Sabía perfectamente que nadie podía utilizar la magia, por lo que estaba aún más intranquila en medio de ese frondoso bosque y se mantenía en vela.

          De momento no había pasado nada por lo que alarmarse, hasta que oyó unos pasos. Le dio un vuelco le corazón. Miró alrededor pero no podía ver nada. Sólo oscuridad y una pequeña neblina. Todo volvió a quedar demasiado en silencio. Mantenía los ojos bien abiertos. Después de unos interminables minutos volvió a tranquilizarse.

          Cerró el libro. El sueño ya le estaba empezando a vencer. Fue a levantarse pero un murciélago le sobrevoló rozándole la cabeza. Se contuvo el grito y se autoconvenció de que no era nada. Mas de pronto, oyó unos pasos detrás suya.

-Vaya, vaya. ¿Qué hace por aquí una chica tan guapa como tú ? ¿No sabes que son peligrosos los bosques ?

          Era un muchacho muy atractivo. De pelo negro, ojos profundos, 1.80 m más o menos de altura, atlético en apariencia, pero múy pálido. Vestía negro, con un pantalón negro y una camisa muy elegante con los primeros botones desabrochados, dejándose ver su perfecto dorso. Tenía una himnótica voz que envolvía, abrazaba, acariciaba…

          Hermione no podía articular palabra. Estaba aturdida, con miedo, vergüenza. Sabía que debía avisar a los demás de la presencia de un extraño, pero era incapaz. Algo en el fondo le decía que no, que no lo hiciese pues lo único que provocaría seguramente sería que ese bomboncito de tipo se marchara.

          Él se acercó hasta la chica. Dio una vuelta a su alrededor mirándola de arriba abajo. A Hermione no le gustaba que la analizasen así, pero haciéndolo él hasta se sentía alagada.

Se inclinó a ella hasta poder sentir su aliento. Le acarició la mejilla y le apartó dulcemente el pelo de la oreja jugando con sus dedos con los mechones.

- Eres muy hermosa, ¿lo sabías ? Sí… - le susurró con su sensualidad.

- Qui… ¿quién eres ? - Balbuceó Hermione. Sentía el terrible deseo de no separarse ni a sol ni a sombra de él.

- Soy Jack, al que buscas.

- Yo no busco a nadie - Negó ella al tiempo que pensaba “Oh, madre mía, ¿cómo me puedes gustar tanto ?”

- Sí me has buscado. Me has estado buscando hace tiempo. Alguien que te de calor, te proteja, te entienda - y le rodeó la cintura con su brazo.

Hermione apolló inconscientemente la cabeza sobre Jack y apolló las manos sobre sus hombros, pasando por esa espléndida espalda. Y fue en ese justo momento cuando el desconocido le ladeó un poco la cabeza dejando completamente al descubierto el cuello.

Parecía tan suave la joven piel femenina…

          Ella sintió un agudo dolor en el cuello, pero estaba atontada. Podía sentir cómo ese tal Jack le acariciaba un punto fijo, cerca del dolor, cómo le chupaba la sangre y la saboreaba. Estaba cada segundo más débil. Sus venas se vaciaban rápidamente. Tras unos eternos segundos ya no le sostenían las piernas, pero Jack la sujetaba con fuerza. No podía ofrecer resistencia.

          Tremendamente aturdida calló al suelo. Perdía la vista y lo último que sintió fue algún líquido en su garganta.

 

 

* * *

 

          Los primeros rayos de sol que se filtraban entre las ramas de los árboles aparecieron despertando a Harry. Se incorporó y se puso las gafas. Los demás seguían durmiendo, pero algo no cuadraba : El saco de dormir de Hermione estaba vacío. Se movió entre los demás agitadamente, despreocupado de despertarlos, cosa que consiguió con creces.

- ¿Pero qué haces ahora ? - Era la voz recién despierta de Fred.

- ¡Hermione no está y su saco sigue intacto ?

- ¡¿Qué, qué ?! ¿Pero dónde ha pasado la noche, entonces? - Se levantó cual rayo y ayudó a Harry a abrir la cremayera de la entrada.

           Salieron y ahí la vieron. Estaba tendida en el suelo, inconsciente. Ron llegó a ella el primero y apoyó en su regazo la cabeza de Hermione.

- ¡Eh, Hermione ! ¿Estás bien ? ¡Di algo, contesta ! ¿Qué te ha ocurrido ? - Le agitó violentamente el cuerpo - ¡Ostrás ! ¡Tiene manchas de sangre en la boca !

- ¡¿Que tiene qué ! ? - Harry la examinó - Sí. ¡Y mírale el cuello ! Tiene dos puntos.

Ante el ajetreo, los gemelos salieron corriendo. Fred la agitó con mucha violencia y George le miró las marcas del cuello. Era de las pocas veces que Harry le veía con una expresión tan seria.

- ¡Vuelve en sí ! - exclamó Ron.

- Jack… - Dejó escapar Hermione en un susurro casi imperceptible.

Abrió los ojos y al ver la luz del día volvió a cerrarlos con fuerza haciendo una mueca de dolor.

          George se llevó a Fred para hablar a solas unos metros más lejos mientras Harry y Ron se quedaban con la chica.

- Son esas marcas que tiene en el cuello… No son normales, ¿me entiendes, Fred ?

- Pues no.

- Bueno, el caso es que son dos agujeros profundos y precisos. Y en el espacio que los separa, unos milímetros más arriba y otros más abajo hay unas líneas blancas, como si algo afilado hubiera levantado el pellejo. Una especie de pequeños pinchos, ¿me entiendes lo que te quiero decir ? - se explicó.

- ¿Estás refiriéndote a… a una mordedura de vampiro ? - preguntó Fred con una expresión de miedo, prudencia e incredulidad en los ojos.

- Sí.

- Puede que tengas razón. Ese nombre que ha susurrado como si le recordara de un sueño agradable y su reacción ante la luz… Y este bosque. Debimos haberle hecho caso y buscar otro sitio. Aquí debe habitar algo más que simples animalillos. Ya sabes lo que nos decía papá de pequeños.

 

 

* * *

 

 

- Fred, George, ¿habéis visto bien a Hermione ? Está muy rara. No quiere comer ni salir de la sombra. Gime y… se le están afilando los dientes. Ha intentado morder a Harry.

          Los gemelos se miraron entre sí. Ya no podían retrasar más la verdad : Era mediodía y se les acababa el tiempo.

- Bueno… El caso es que lo que le ocurre es que - cogió aliento Fred - anoche le mordió un vampiro, le dio de beber su sangre y ahora se está convirtiendo en uno de ellos. ¿Tenéis estacas, cruces, ajo o agua bendita ?

          Harry y Ron no podían dar crédito a sus oídos. ¿Que Hermione iba a ser un vampiro ? ¿Que si tenían material anti-vampiro ? ¿¿¿QUÉ ? ? ? George siguió explicándoles.

- El caso es que esta noche ella se irá con el séquito vampiresco o ellos vendrán a recogerla en caso de que no acuda. El modo de que vuelva a su normalidad es cargándonos al chupa-sangre culpable. Pero es posible que ella venga a por nosotros si se llega a convertir del todo en una vampira, lo cual ocurrirá en el momento en el que le beba sangre a alguien y nos dificultará considerablemente su liberación. Uff… - tomó aliento - ¿A que me lo sé bien ? Lo estudiamos el curso pasado.

          Los otros dos estaban asimilando toda la información. ¿Cómo iban a conseguir todo eso sin magia ? Y encima estaban sin las varitas, sin adultos autorizados para hacer uso de ellas y sin material anti-vampiros. Estaban mudos de asombro.

- George y yo hemos estado elaborando un plan. Fred se irá a casa a pedir ayuda. ¡Ve rápido y ahora, no pierdas tiempo ! - Fred dio media vuelta y se fue corriendo sin decir nada - Nosotros cogeremos ramas y haremos cruces y estacas ¿Tenéis algo de ajo ? Agua bendita no hay, así que descartado. Cuando llegue la noche retendremos a Hermione en un pequeño círculo de fuego (les miedo las llamas) que estará a su vez dentro de otro gran círculo de fuego en cuyo interior nos mantendremos nosotros para que los chupadores se mantengan a ralla. ¿De acuerdo ? He recolectado un montón de madera. Coged vuestras navajas de supervivientes y empezad a trabajar, ¿entendido ?

           Y se pusieron manos a la obra. Al principio, Ron y Harry iban un poco lentos porque aún seguían asimilando todo ese rollo, pero fueron acelerando conforme los síntomas de Hermione cobraban más fuerza, realismo y evidencia.

 

 

* * *

 

          Al atardecer ya tenían hechas un montón de cruces y estacas con formas, más o menos lograda, de cruces y estacas. Hermione ya estaba fatal. Harry había encontrado en su bocadillo de tortilla numerosos trozos de ajo que puso sobre la piel de Hermione, pero ella gritó salvajemente y los arrojó, arañando sin querer a Harry. Se le había quedado en la piel unas marcas rojos, como si se hubiera quemado. Ron recogió los trozos y los dejo cerca de Hermione, pero sin que llegaran a tocarla. Le costaba respirar con ese ajo cerca y ponía expresiones de dolor.

          Entre los tres consiguieron llevarla a rastras fuera de la tienda y mantenerla quieta mientras prendían fuego a su alrededor con el aceite de artículos de broma de Fred. Esto le provocaba a Hermione pánico, como un niño pequeño que ve en la oscuridad un monstruo gigante y enorme que le va a comer y frente al que es imposible luchar.

          En varias ocasiones, Hermione intentó saltar el fuego e irse, mas consiguieron detenerla y avivar las llamas con ramas y hierbas secas hasta que le llegasen casi a la cabeza. Como estaba perdiendo la respiración (característica propia de los vampiros) se despreocuparon del humo que la rodeaba. También agigantaron las llamaradas del círculo grande.

          A eso de las diez de la noche, empezaron a oír unas voces femeninas muy seductoras. Se taparon de inmediato los oídos, como les había dicho Fred, con trozos del algodón de las pequeñas almohadas que se habían llevado para dormir. Pero los gritos de Hermione eran demasiado elevados para pasarlos por alto.

-¡¡Jack, Jack ! ! - chillaba retorciéndose, intentando asomarse por encima del fuego y agazapándose inmediatamente de nuevo.

          Pero el tipo en cuestión apareció y Hermione, después de un par de minutos, saltó las llamas y se marchó corriendo, dejando todo en silencio.

          Nuestro trío estaba estupefacto. Se sentaron y se quedaron callados hasta la llegada de George con su padre y otros hombres del ministerio.

          El señor Weasley se dirigió a sus hijos y a Harry y les consoló y tranquilizó. Los otros hombres no dijeron nada. Miraron el lugar en redondo y se desaparecieron rápidamente entre los árboles. Eran ocho y estaban armados hasta los dientes. “Debe ser algun grupo de profesionales”, pensó Harry.

 

 

* * *

 

          Durante las horas siguientes estuvieron llorando los cuatro por Hermione, sin decir nada. Ron sobre todo. Estaba tremendamente afectado, con la vista perdida incluso cuando escuchaba con interés a su padre.

          A eso de las dos de la madrugada, oyeron algo. El señor Weasley asomó la vista fuera de la tienda y lo que vio le sobrecogió. Los cuatro chicos investigaron lo que había fuera protegidos por el cuerpo de su padre.

          Ahí estaba Hermione, la racional Hermione que tanto querían, moviéndose a cuatro patas en el suelo, haciendo zig-zag delante de ellos, cual tigre acechando y exhibiendo su maestría a su presa con extrema sutileza. Por lo que pudieron ver a la luz el fuego, estaba más pálida que nunca y ya no tenía miedo : El fuego se había extinguido. Les miraba con una mirada provocativa y maligna. Era una mirada del todo enganchadora. Sus labios, a pesar de la palidez de la piel, estaban encendidos de un exótico rojo. Si no la hubieran conocido nunca con su aspecto mortal, les habría seducido, pero la conocían muy bien y esto les desgarraba el alma. Ya no era su adorada Hermione. Abrió su boca ligeramente y levantando un poco el labio superior pudieron ver dos largos, finos y afilados colmillos que le salían de la encía, como si le estuvieran creciendo en ese momento.

          Dejó de zigzaguear para detenerse repentinamente y gatear hacia ellos, a cada gateo más deprisa. El señor Weasley intentó cerrar la tienda pero ya era tarde. Hermione se abalanzó sobre él entrando en la tienda. Era tremendamente fuerte y ágil. Intentó morderle, pero Fred y George la sujetaron firmemente, logrando contenerla. Mas sólo duró unos instantes. Ella se deshizo de las manos que la agarraban sin a penas esfuerzo. Harry cogió los trozos de ajo que aún se conservaban en un rincón y se los apretó contra el brazo derecho. Gritó de dolor y se echó atrás, pero Fred y George volvieron a sujetarla y Ron le apretó con fuerza una cruz en la espalda. La tela de la ropa se quemó y salió humo. La cruz le estaba quemando como si estuviera incendiada. Hermione se retorcía como una fiera, empujó a los gemelos, golpeó dejando inconsciente al señor Weasley, se deshizo de Harry a la perfección y se lanzó contra Ron para morderle sin que los demás pudiesen detenerla.

          Ron ya había sentido un profundo arañazo en el cuello, pero de pronto, todo paró. Hermione se detuvo, la quemadura de la espalda empezó a desvanecerse y su cuerpo dejó de ser tan fuerte. Cayó agotada sobre Ron.

 

 

* * *

 

          A la mañana siguiente volvieron a aparecer los cazadores de la noche pasada.

- Buenos días, Weasley. Ya puede tranquilizarse, acabamos con todos, o casi todos - dijo mostrando unos sacos en los que sse podía apreciar unos bultos como balones de fútbol.

- Muchas gracias, amigos. Os lo agradezco mucho.

- Dígale a sus hijos que no vuelvan por estos parajes. No es conveniente estar por estos alrededores. Ya tuvimos varias alertas hará unas pocas semanas. ¿Qué tal está la chica ?

- Ya se ha recuperado, gracias. Están recogiendo sus cosas. Nos marcharemos esta misma mañana. Pero… una pregunta, ¿llegó ella a morder a alguien ?

          Los cazadores bajaron la cabeza.

- Sí. A nuestro compañero. Lo mató del todo. Pero será mejor que no se lo diga nunca. Posiblemente la traumatizaría.

- Les doy mi palabra - prometió el señor Weasley.

          Y el secreto quedó guardado hasta el fin.

 

 

 

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