LA LENGUA GITANA EN ESPAÑA

 

El Caló, llamado también Romano, es una lengua mixta de base gramatical española y variable vocabulario gitano (Romaní), hablada por gitanos españoles (Calé). Registrado en textos al menos desde el siglo XVIII, junto con el Calâo portugués-brasileño, el Romanó catalán y el Errumantxela vasco, forma el grupo Ibérico de la lengua Romaní, que en contacto con las lenguas vernáculas como el castellano o el catalán, se fraccionó primero en dialectos y finalmente en lenguas neo-romaní, clasificadas por los especialistas como Para-Romaní.

 

Primeras referencias de Romaní en España

En los documentos oficiales españoles de los siglos XVI y XVII, la lengua romaní de aquella época (algunos la han llamado “Chib”) es malintencionadamente descrita como una “jerga artificial”, “cingerionza”, argumento útil para la negación de una identidad gitana específica. Contradictoriamente, las Pragmáticas Reales son puntualmente explícitas en su prohibición del uso de una “lengua gitana”.

En la literatura el panorama no es mucha más ilustrativo: los “gitanos” de Cervantes y Góngora por lo general cecean pero no usan ninguna palabra romaní. Todo esto indicará un carácter hermético del Romaní de aquella época, lo cual a su vez parece confirmar que el Caló como lengua mixta aún no había nacido, mas allá de que la germanía del XVII pueda contener alguno vocablo Romaní.

Comparando las lenguas que forman el grupo Ibérico del Romaní, es posible concluir que aquéllas surgieron de una única raíz Romaní llegado en el siglo quince a España. Aunque no existe ningún testimonio concreto de ese Romaní ibérico, a juzgar por los restos de gramática Romaní presentes en el Caló y sus hermanos y los testimonios de dos variedades, hoy prácticamente extinguidas (el Romaní catalán y el Romaní Vasco), se puede afirmar que la lengua madre no difería en esencia del Romaní que aún hoy se habla en los Balcanes por ejemplo, aunque naturalmente con diferencias léxicas y un carácter más “arcaico”.

 

La transición del Romaní al Caló

El caló parece ser el resultado de un proceso que podemos llamar de cambio lingüístico, en el cual, el romaní español, tras haber asimilado gradualmente la fonología y la sintaxis del castellano (del cual, asimismo, ya había tomado abundantes préstamos de vocabulario), fue abandonado a favor de una forma particular del español donde se retuvieron ciertas palabras romaníes específicas, muchas de las cuales (“chaval”, “menda”, etc.) pasaron al español coloquial.

 

El Caló primitivo

El primer vocabulario conocido de caló es un manuscrito del siglo XVIII, titulado “Jerigonza”, y más propio: “guirigay de gitanos” hallado en la Biblioteca Nacional de Madrid. La fonología del caló ya muestra muy tempranamente influencia del dialecto andaluz, y es evidente que la lengua descrita aquí ya es caló y no romaní, porque por caso los verbos aparecen con la terminación española de infinitivo, tal como hoy en día. Una curiosidad única del caló entre las lenguas romaníes, y ya reflejado en el citado vocabulario, es el uso de sustantivos, que en vez de aparecer en el caso nominativo, aparecen con la forma de otro de los casos gramaticales del romaní, por ejemplo en vez de “mol” ya aparece “mollate” (ambos como “vino”). El origen de la segunda forma es el caso preposicional o locativo romaní “moliate”, que, gramaticalmente, y aún hoy en los dialectos Romaníes, tiene el valor de toda una frase: “en el vino”.

El caló comienza a ser cada vez más común en los sainetes y obrillas del teatro costumbrista dieciochesco, por ejemplo en las obras del gaditano González del Castillo, por donde se deja ver que muchas palabras del caló ya habían pasado al léxico coloquial andaluz.

 

El Caló del siglo XIX al siglo XX

Con el abandono de las leyes antigitanas de los siglos anteriores, el pueblo gitano saldrá del anonimato y a la vez que el flamenco gitano irá ganando audiencia con sus soleares y seguidillas. Se desatará una intensa fiebre “gitanófila” por toda España: se dice que hasta los monjes escribían poesías en caló. Es la época del famoso George Borrow, polémico personaje que publicó en 1842, en Londres, el primer diccionario de caló. Otro trabajo meritorio es el de Don Luis Usoz y Río, manuscrito de 1835 y sobre el que se discute una posible fuente escrita, y que no fue publicado hasta 1987. el caló se siguió hablando en mayor o menor medida pese a los pronósticos sombríos que sobre él se hicieron, aunque hay que admitir que quizás se redujo el número de calo-parlantes con el correr de los años.

En realidad, hoy en día el grado de competencia en caló varía de persona a persona y de comunidad a comunidad, así para algunos es en algunas ciudades del sur donde más se ha perdido y entre grupos nómadas donde más se conserva, si bien en general existe un vocabulario “básico” de transmisión oral, más o menos conocido por todos, ya sea activa o pasivamente.

 

Caló del futuro: Romanó-Kaló

Tal vez el aspecto más interesante del caló hoy en día sea el interés por la recuperación del romaní. El objetivo es la recuperación de un caló “ideal”, un “supercaló” que a pesar de no llevar palabras españolas en su estructura gramatical sigue siendo español y por lo tanto es incomprensible para el resto del mundo romaní. Destaca, entre otras, la iniciativa de “re-gramaticalizar” el caló; volver en lo posible al romaní; aprender otra vez sus leyes gramaticales para adaptar el vocabulario caló y tomar de los otros dialectos las palabras Romaníes perdidas.

 

LÉXICO CALÓ

Muchos son los libros que intentan recoger el léxico caló, entre ellos destacan los clásicos y más reconocidos Tineo Rebolledo y J.M. Pabanó. El caló como idioma procedente del romanó, arrastra gran cantidad de vocablos de éste, pero por otra parte, también recoge gran cantidad de palabras de otros orígenes.

Digamos que en cierto modo, se ha producido una simbiosis lingüística entre el español y el romanó y el resultado es el caló.

A pesar de los intentos por descubrir el verdadero léxico caló, hay bastantes problemas a la hora de estudiarlo ya que los documentos escritos gozan de escasa fiabilidad y se contradicen constantemente:

En primer lugar nos encontramos con una lengua de carácter oral que ha sido escrita con el paso del tiempo y muchos vocablos han sido confundidos, como se puede comprobar en múltiples ejemplos:

Por otra parte, cuando no existe una norma escrita que todo el mundo respeta, ocurre que se vacila en la pronunciación y esto se agrava con las diferencias de acentos de la península.

Otro rasgo interesante a destacar y al que ya hemos hecho referencia de algún modo anteriormente, es a la poca fiabilidad de los documentos escritos, razón de peso para dificultar el conocimiento del caló.

Los libros en pocos casos están escritos por gitanos, únicos conocedores reales de esta lengua, y en muchos casos son libros o documentos construidos para poder entender a los maleantes, por lo que volvemos a insistir en la diferencia existente entre una jerga y una lengua de raíces.

Por último hay que señalar que estamos estudiando una lengua que, aunque sigue siendo usada por algunos sectores de la población, nada puede hacer frente al paso del tiempo y a la aparición de nuevos conceptos e incluso objetos que se han quedado sin una palabra que los denomine.

En contraposición a este último punto podríamos añadir que los romanoparlantes han hecho un considerable esfuerzo para que esto no les suceda. Así, el romaní fue tomando palabras de diversas lenguas en este último siglo, como:

En los últimos 20 ó 30 años, la lengua rhomaní ha sido invadida por gran cantidad de vocablos españoles, ingleses, franceses y de otras lenguas europeas en contacto. Miembros de una misma familia dispersa por el mundo adoptaban distintos vocablos por necesidad o por descuido. Así un primo de Estocolmo llamaba al automóvil "bílo", otro en Estados Unidos "mobilí" y otro en la Argentina "kóche"...
Del mismo modo hay palabras en muchos idiomas que derivan del romaní.

En el caso de España, el caló ha quedado desfasado a las nuevas tecnologías y es por ello que es muy difícil de hablar. Esto no quiere decir que ciertas comunidades no usen algunos vocablos para denominar nuevos conceptos pero desde luego no de forma uniforme.

El léxico que el caló a cogido prestado del español es muy difícil de delimitar puesto que, como ya hemos visto, el caló utiliza al castellano para sus lagunas y como hoy prácticamente no se practica, se produce una mezcla de vocabulario frecuente.
Ahora bien, el español toma muchas palabras del caló y normalmente estas son de uso frecuente. Muchos españoles las usamos sin conocer su procedencia. Algunas de ellas son:

bulo

embuste, mentira

camelo

enamoramiento o engaño

chaval

joven, mozuelo

chorear

Robar

chichi

en principio rostro. Después, y con sentido peyorativo, aparato genital femenino

pure

anciano,viejo. En castellano pureta

cipote

prepucio

chalao

loco

menda

yo

chola

cabeza

chungo

en principio "guasa", después "malo"

garito

casa

lache

vergüenza

longuin

inocente

perplejo

sobresalto

pinré

pie

cuezco

pedo

sobar

dormir

coba

persuasión

currelar

trabajar

chepa

joroba

chingar

en primer lugar cohabitar

chivato

soplón, delator

enroscar

liar, envolver

fullero

pestoso

geta

hocico

ligar

amistad, de ahí la expresion voy a ligar

parné

dinero

piño

diente

privar

beber

tasca

taberna

 

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