La compasión es un sentimiento que no puede soportar el sufrimiento de los demás.

 

La vida es una lección que recibimos de la escuela del mundo.

 

El amor es una lámpara mágica que traemos dentro del corazón, pero muchas veces lo colocamos a los pies de un ídolo de barro.

 

Vale más encarara fríamente un problema que desesperarse frente a él. La desesperación nos vuelve ciegos, incapaces de encontrar una solución.

 

Huir de la lucha es la manera más fácil de sufrir una derrota.

 

Para que alguien pueda infundirnos ideas erradas o complejos de inferioridad, necesita de nuestro consentimiento.

 

Hay quienes creen que amar es decir siempre "si" al otro.

 

La libertad nos fue dada para elegir siempre lo mejor.

 

Sabemos lo que los otros son pero ignoramos siempre lo que nosotros somos realmente.

 

El egoísta, a fin de alcanzar sus objetivos, apela a todos los medios, representa todos los papeles, incluso el papel de la generosidad.

 

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Hablar de "aguantar por amor" es un contrasentido. Se puede aguantar por conveniencia, por solidaridad o por supervivencia, pero no por amor.

Existe una dimensión perversa del aguante asociado con el amor, que aparece en una cantidad de comportamientos encubridores, que puedes haber sido incorporados como "naturales", y que consisten en transformar los abusos provenientes del exterior en auto-abuso.

Desde esta perspectiva, hemos de considerar como auto-abuso cuando, por ejemplo, las mujeres aguantan callar sus desacuerdos para no alterar la armonía familiar "por amor", aguantan resignarse a ser marginadas de las decisiones económicas "por amor", aguantan servirse sólo los restos de una comida sabrosa "por amor", aguantan acomodarse invariablemente a los programas de esparcimiento que organizan otros "por amor", aguantan hacerse cargo de las necesidades ajenas "por amor". En otras palabras, cuando hacen del "aguantar" una virtud que favorece a otros en detrimento de sí mismas estamos en presencia de una dimensión perversa del aguante.

Más allá de cómo conciba el amor cada uno, se trata indudablemente de un sentimiento liberador, contrario a las opresiones y capaz de poner en movimiento las vivencias más nobles. Se trata de un sentimiento poderoso capaz de hacer traspasar las fronteras más inalcanzables y de transgredir los mandatos más férreos.

El amor pone alas a la ilusión y genera un espacio -real y virtual- donde cada uno se siente desplegando sus potencialidades al máximo. Promueve una vivencia de expansión, que es lo opuesto a la opresión.

Por el contrario, el aguante es una de las tantas manifestaciones de la opresión. Supone tolerar presiones, contener emociones, silenciar opiniones, inhibir acciones, posponer anhelos y realizar una cantidad inimaginable de acomodos al servicio de aplacar.

Es por esto que el amor y el aguante no son conciliables, aunque muchas mujeres, en su afán por amar y ser amadas, disfracen el aguante con las galas del amor .