Sé grande en miniatura; reposa sobre ti mismo. Almafuerte

El hombre pretende conseguir lo óptimo sin dar lo superior de sí mismo. John Baines

La preocupación no elimina las penas del mañana; sólo mina la fuerza del presente. A.J.Cronin

Todo lo que vivamente imaginamos, ardientemente deseamos, sinceramente creamos y entusiastamente emprendemos... inevitablemente sucederá.

Es de gran alivio conocer las propias limitaciones. Albert Einstein

Quien sabe contentarse con lo que tiene, siempre tendrá lo suficiente. Tao Te Ching

La vid no es un problema que hay que resolver; ni una pregunta que haya que responder. La vida es un misterio que hay que contemplar, admirar y saborear. Anthony de Mello

Hay felicidad cuando nada exigimos del mañana y aceptamos del hoy, con gratitud, lo que nos trae. La hora mágica llega siempre. Hermann Hesse

 

X X X X X X X X X X X X

 

Nunca estamos satisfechos con lo que sabemos o hacemos; siempre queremos crecer, necesitamos oportunidades para conocer nuestras verdaderas capacidades.

Encontramos gratificante el trabajo cuando nos permite obrar con autonomía y nos plantea desafíos permanentes que nos permitan crecer. Si las dificultades son demasiado fáciles de resolver, la vida se nos vuelve aburrida, pero si son demasiado duras, puede convertirse en una sucesión de derrotas.

Si fracasamos en algo, nos comportaremos luego de una manera que funcione mejor, ampliando el plazo que nos damos para obtener la meta o reduciendo la cantidad o calidad del objetivo perseguido. Y si nada de esto resulta, a la larga podremos renunciar al objetivo. En cambio si tenemos éxito, aumentaremos la próxima vez el grado de dificultad, fijaremos un plazo menor para concretarlo, ampliaremos el objetivo o le añadiremos otros. Trataremos de alcanzarlo más rápido o en un lapso menor, y de conseguir mejores resultados. Dicho de otro modo, cuando en nuestro trabajo llegamos a desempeñarnos con eficacia, la tarea ya no requiere una gran cuota de nuestra habilidad, y entonces ponemos la mira en alguna meta más alta o pretendemos realizar un trabajo más complicado.

Las actividades que no implican riesgos tampoco brindan el placer del logro. Si anhelamos algo con fuerza estaremos dispuestos a correr mayores riesgos para alcanzarlo. Así, las chances de perder serán mayores cuanto más valoremos nuestro objetivo. Algunos están más dispuestos a correr riesgos en asuntos amorosos pero no tanto en cuestiones monetarias y a otros les sucederá lo contrario. Está comprobado que el aumento de la riqueza, en lugar de satisfacer mejor los apetitos los incrementa.

A veces a uno las cosas le son fáciles y no debe recurrir demasiado a sus habilidades; otras veces debe extremar sus recursos.

Aunque a veces subestimamos lo que somos, quizás con más frecuencia nos sobrevaloramos. Pero creer que somos mejores de lo que los otros piensan, se relaciona con ese impulso al crecimiento.

A algunos les incomoda pensar que tienen que ganar, superar a otros, tener ambiciones, como si esto fuera egoísta. Sin embargo el éxito no implica la derrota ajena, no es el fruto de un individualismo ególatra. No es forzoso que la felicidad de unos se conquiste a costa de la infelicidad de otros.

El anhelo de logro puede expresarse en muchas formas, competitivas o cooperativas, egoístas o altruistas.

Algunas personas se fijan aspiraciones tan altas que con frecuencia fracasan; otras se fijan niveles más bajos y, por ende, lo que logran los colma con creces. Hay aspiraciones que no nos importan tanto y no tenemos inconveniente en abandonarlas, pero otras significan mucho para nosotros y el hecho de no alcanzarlas nos crea una inevitable sensación de fracaso. Al disminuir el nivel de nuestras ambiciones para volverlo más realista, lo que experimentamos no es pesar sino alivio.

Hay que tener en cuenta que no siempre gana el que llega primero... Salir segundo no será un fracaso si el rendimiento que tuvimos fue mejor que el previsto...