Ama y haz lo que quieras; si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Como esté dentro de ti la raíz del amor, ninguna cosa sino el bien podrá salir de tal raíz . . . San Agustín

El agravio profundo sólo se cura perdonándolo. . . Alan Paton

El hombre honrado no se venga de la injuria, prefiere perdonarla. . . T.Livio

Comprenderlo todo es perdonarlo todo.

Los hijos comienzan por amar a sus padres; luego los juzgan; rara vez los perdonan. . . O.Wilde

Nada más dulce que dar, ni más deleitoso que perdonar.

No puede ir muy lejos una amistad si no se está dispuesto a perdonar pequeños defectos. . . La Bruyère

No sólo perdones sino también olvida el agravio.

Perdonar y olvidar las ofensas nos liberará de muchos pensamientos y sentimientos negativos y sus lógicas consecuencias. . .Madu Jess

Si amas, perdona; si no amas, olvida.

 

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APRENDER EL PERDÓN

El perdón es algo que se produce en el presente, deja de lado lo pasado y limpia el futuro; no justifica conductas, simplemente suspende la condena.

Algunas circunstancias pueden tener una carga emocional muy grande para nosotros; a veces acarreamos esas emociones por largo tiempo y esas circunstancias, nos reviven el miedo, la bronca, la tristeza, la frustración o el enojo que sentimos en el momento en que el hecho sucedió.

El perdón expresa aceptación; aceptar es enfrentar la realidad sin juzgarla. Es tener la voluntad de reconocer cuál es esa realidad y dejarla tal como aparece, sin necesidad de modificarla, reprobarla, ni censurarla. El perdón es una gran solución, es la base de la paz y la libertad de preocupaciones que todos necesitamos en la vida.

Cuando no perdonar es un estado permanente ensombrece nuestras experiencias y contraría nuestros propios proyectos. Inclusive, muchas dolencias físicas están relacionadas con el resentimiento o enojos acumulados.

El hecho que requiere ser perdonado ya pasó. Ahora es un pensamiento y, como todo pensamiento, puede ser cambiado por la voluntad.

Uno de los primeros pasos para iniciar esta comprensión es revisar la relación con los padres; a lo largo de los años van quedando reclamos sin satisfacer, situaciones sin resolver, hechos nunca comprendidos plenamente. El perdón a los padres, presentes o ausentes, es la puerta inicial. Ellos constituyen la figura de identificación básica.

Pueden haberse equivocado, como nos podemos equivocar cualquiera de nosotros hoy con nuestros hijos, no debemos recordar la equivocación sino entender que ellos actuaron de acuerdo a la capacidad de comprensión que disponían en ese momento. Y entonces podremos ser compasivos con ellos. Y compasión no es tenerles lástima: es acercarnos a ellos, libres de acusaciones, permitiéndonos mirarlos con amor, aceptándolos como son -o como fueron-, entendiéndolos más allá de sus acciones.

Cuando la sombra se corre, se ve más claro. Recién cuando podemos ver el maravilloso poder transformador del perdón hacia ellos, estaremos en condiciones de empezar a trabajar el perdón en nosotros mismos.

Retrocedo al pasado para perdonar, no para corregir. Y entonces reviso mis antiguas relaciones: maestros, parejas, amigos, Dios...

La resolución de esos dolores libera una energía que aumenta el poder y la intensidad del disfrute presente.

En general creemos que a través del cambio de los otros podremos ser felices: si mis padres..., si mis hijos..., si tuviera..., si pasara..., si mi pareja..., si mi jefe..., si Dios... Todas estas posibilidades son excusas. Evitamos nuestra responsabilidad de modificar nuestra vida. Sin darnos cuenta, perdemos ese poder de transformación al dejar en manos de otra persona nuestra felicidad.

El perdón no llega de afuera hacia adentro, está dentro nuestro, es inmanente a nuestra condición humana. Cuando perdonamos, en verdad, estamos ofreciéndonos la libertad de dejar ir el pasado, nos abrimos camino para encontrar el perdón que ya está en nuestro ser.

Recordemos simplemente que la disposición de perdonar da comienzo al proceso curativo. El pasado no debe tener poder sobre mí, yo tengo que querer aprender y cambiar.

El perdón es un compromiso con nosotros mismos en cada momento, una oportunidad que se nos presenta.

Cada vez que nos descubramos juzgando, bastará simplemente con recordar: "Yo... me perdono" o "Perdono a..."

"Ofrecer nuestro perdón es la única manera de obtenerlo para nosotros. Porque dar y recibir es la misma cosa. "