Gay-Oscars
Actualizada en septiembre 1998
Estos
son los premios que otorgamos a las personas o instituciones que hayan sido noticia por su
actitud positiva y/o valiente sobre la homosexualidad.

Futbolistas alegres

Los
jugadores de la selección de Croacia en los últimos mundiales de fútbol, celebran asi
uno de sus goles. Un nuevo ejemplo de hombres que manifiestan sus sentimientos sin
complejos. ¿ Lo harán también fuera del estadio ?
EL
HOMOSEXUAL Y LA IGLESIA
(Terenci Moix-"La
Vanguardia" 22.marzo.98)
En
el momento de redactar estas líneas leo que la ILGA (asociación internacional que agrupa
a los colectivos de gays y lesbianas) ha pedido oficialmente a la Iglesia que haga una
declaración pública de arrepentimiento por la persecución de la homosexualidad que ha
realizado durante siglos. Que es mucha persecución, apresurémonos a decirlo, y mucho
suplicio espiritual, y muchas vidas inmoladas, ya fuese en la hoguera, ya en el desprecio
vil de la sociedad o en la imposición del sentimiento de culpa. La petición llega a los
pocos días de que la Iglesia reconociera la vaticana "tibieza" ante el tema del
"holocausto", palabra que también podría aplicarse a las masacres de
homosexuales, porque ellos también estuvieron en los campos de exterminio. Y puestos a
pedirle a la Iglesia que se vaya arrepintiendo, algún colectivo e filósofos podría
exigir que Wojtyla pidiese perdón por haber quemado vivo a Giordano Bruno (s. XVI-XVII)
o, remontándonos a los orígenes, por el asesinato de la noble y sapientísima Hipatía,
(s. V) cuyo cuerpo mataron y destrozaron a golpes los Monjes Negros ante las puertas
del Museo de Alejandría.
Y
es que, aunque a veces lo olvidemos, puede llegar a ser muy bestia la gente que se arroga
el derecho de administrar la santidad sobre la Tierra.
La
primera conclusión de todo este asunto sería que la Iglesia se pasaría lo que queda de
siglo redactando disculpas, lo cual no deja de ser un consuelo, ya que esto
mantendría a sus miembros ocupados y no les quedaría tiempo para redactar nuevas
condenas. La segunda conclusión es que las disculpas de la Iglesia llegan tan tarde
que es como para decirle que se las meta donde le quepan. Y la tercera y particular
conclusión es que me importa un pito lo que diga la Iglesia.
También
es cierto que en cuestión de culpas la comunidad gay no tiene por qué quedarse en el
Vaticano: un viaje a la isla de Cuba despertaría parecidos recuerdos de opresión
criminal, perpetrada durante décadas bajo un régimen que se pretendía revolucionario.
En este aspecto, Fidel Castro ha sido tan verdugo como todos los pontífices de la
historia. Y esto nos lleva a la conclusión clave: el homosexual se ha encontrado siempre
indefenso ante todos los sistemas de nuestro siglo. La Iglesia ha machacado a golpes de
cruz, y el comunismo a porrazos de hoz y martillo. Y esto es más dramático aún si se
piensa que muchos homosexuales se sienten católicos de corazón y otros marxistas
convencidos. El conflicto interior que debe crear esta pugna entre ideología e
inclinación no me lo quiero ni imaginar. Por eso, entre Fidel Castro y Carol Wojtyla yo
me quedo con Carmen Miranda.
¡ Y pensar que la lucha
viene de tan lejos !. Recuerdo que en la Italia de 1972 escritoras poco sospechosas de
homosexualismo ( como Dacia Maraini ) efectuaban una analogía de las luchas de
reivindicación homosexuales como podrían hablar de las del campesinado siciliano. Con el
agravante de que el caso homosexual partía de un tabú establecido durante veinte siglos
de moral judeo-cristiana. " ¿ En qué se distinguen esas reivindicaciones de las de
los tranviarios o los mineros ? - escribía la Maraini-. En nada. Salvo que se refieren a
algo explosivo y ambiguo: el sexo".
Tanto
para las derechas como para las izquierdas, esta continúa siendo la clave de la
cuestión.
Todavía
en la actualidad, lo que fue bautizado literariamente como "el amor que no osa decir
su nombre", se convierte en el tema que los políticos no osan plantear abiertamente.
Tanto es así que cuando se ha enfocado (España, 1998) el problema de la
"Ley de Parejas de hecho" se ha buscado una solución intermedia, completamente
ridícula, todo antes que comprometerse en las decisiones a que el colectivo homosexual
tiene pleno derecho como ciudadanos constitucionales. Se llega así a una solución
cobarde y, además, indigna, porque no debemos olvidar que en las Cortes (Nombre
tradicional del parlamento español) hay algunos homosexuales bien notorios que, con
su silencio, contribuyen a desdramatizar artificialmente lo que es a todas luces un
conflicto social tan dramático como cualquiera de los que pueda plantear el día a día
nacional.
Ningún
político- o en cualquier caso muy pocos - parecen haberse dado cuenta de que el
homosexual español ya no es aquel personaje pintoresco al que le gustaba disfrazarse de
Juanita Reina. Por fortuna, al homosexual moderno no se la dan con queso ni la Iglesia ni
los políticos. Al igual que tantos luchadores de otras minorías marginadas, ha salido de
su marginación lo suficientemente quemado como para apuntarse a cuantas luchas
contribuyan a cambiar una sociedad que ha demostrado ser inviable para la solución de su
problema personal. Y de muchos otros, porque, dicho sea de paso, ¡vaya mierda de
sociedad!.
Volvemos
a lo que decíamos en un principio: que la Iglesia tiene que pedir disculpas. Por muchas
que pida, jamás podrá borrar la mancha que lleva encima. Como mucho, servirá para que
cunda el ejemplo y, en el futuro, algunos políticos de hoy se arrepientan de no haber
escuchado la llamada de los tiempos legalizando una serie de situaciones socialmente
inaceptables. O sea, que entre nuestros políticos y la Iglesia sólo media un puñadito
de sacramentos más o menos divertidos. Con su pan se lo coman.

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