Para paliar los efectos que el sida nos provoca, necesitamos no sólo de los avances médicos, sino que nos es básico y primordial una actitud de aceptación y comprensión por parte del entorno social; y lo que es más importante, necesitamos que las personas que nos rodean (amigos, familia...) nos muestren su afecto, ayuda y comprensión.
Sabemos que a veces, por el carácter discriminatorio de la enfermedad, muchos de nosotros nos negamos a reconocer el hecho de ser seropositivos incluso ante nuestros amigos más íntimos. Entíendenos, no debes pensar que rechazamos la ayuda, puede que nos corte tanto el pedirla que muchas veces nos quedamos bloqueados.
Aquí te ofrecemos unas ideas y sugerencias, que por evidentes y sorprendentes que te parezcan, pueden servirte para ayudar a ese amigo que te necesita.
No esperes a que enfermemos para empezar a ayudarnos, recuerda que la ayuda la necesitamos desde el mismo momento en que sabemos que somos seropositivos.
No permitas que tu amigo se eche la culpa de su enfermedad a sí mismo.
Recuérdale: no es un "estilo de vida" lo que produce la enfermedad sino un virus.
Ayúdale con este problema, es algo que puede resultarle difícil de comprender.
No confundas la aceptación del sida con una actitud de derrota.
La aceptación de su enfermedad puede proporcionarle más fuerza
para continuar en la lucha por la vida.
No le eches sermones a tu amigo ni te enfades
si éste no se enfrenta a su
enfermedad en la forma que tú consideras más apropiada. Es posible que tu
amigo tenga un punto de vista distinto al tuyo.
No vaciles en preguntarle por su enfermedad.
Es posible que tu amigo realmente necesite hablar sobre su estado.
Puedes enterarte haciéndole una pregunta apropiada.
Como puede ocurrirle a cualquiera, una persona que tiene el sida
puede sentirse bien un día y mal otro día. Cuando se siente bien, trátale
igual que a los demás, pero cuando se sienta mal, trátale con más atención
y cariño.
No huyas de tu amigo.
Acompáñale, porque así le infundes esperanza.
Sé el mismo ser querido que siempre has sido, sobre todo ahora, cuando tu
amistad cuenta más que nunca.
Tócale.
Un sencillo apretón de manos o un abrazo le pueden comunicar
tu cariño. No tengas miedo, como sabes, el sida no se contagia por este tipo
de contacto casual.
Si vais a tener relaciones sexuales, informaros bien sobre las medidas de seguridad que debéis adoptar. ¡Tomad estas medidas! Usad la imaginación:
acariciarse, tocarse y darse masajes es muy gratificante.
Habla con tu amigo sobre el futuro:
mañana, la semana próxima, el año que viene. Es importante mirar hacia
el futuro sin negar la realidad de hoy. Conviene hacer énfasis en la esperanza.
Llámale antes de ir a visitarlo. Es posible que ese día no se sienta con
ánimo para recibir tu visita. Si te dice que no, no dudes en llamarle y visitarle
en otra ocasión.
Llora cuando él llore, ríe cuando él ría.
No tengas temor en compartir estas experiencias íntimas, éstas os enriquecerán
a los dos.
Prepárate para cuando se enoje contigo sin razón aparente,
aunque te hayas quedado con él y hayas hecho todo lo posible para ayudarle.
Permítele su enfado sin sentirte ofendido personalmente. Al contrario, podrás
sentirte halagado por la confianza que te muestra, compartiendo contigo su
rabia y frustración. él se descarga porque sabe que tú le vas a comprender.
Dile a tu amigo lo que quieres hacer para ayudarlo,
y si está de acuerdo, hazlo. No dejes de cumplir cualquier promesa que le
hagas.
No pienses que los dos tenéis que estar conversando contínuamente.
Podéis quedaros sentados leyendo juntos, escuchándo música, mirando la
televisión o simplemente cogidos de la mano. Hay muchas cosas que pueden
expresarse sin decir una sola palabra.
SI tu amigo se muestra preocupado por su apariencia física,
no dejes de reconocerlo en una forma suave y bondadosa. Trata luego
de llamarle la atención sobre algún rasgo positivo de su aspecto físico: tal
vez con esto se sienta aliviado.
¿Puedes llevar a tu amigo a algún sitio?
él podría necesitar transporte para ir a la tienda o al banco, al médico, al cine.
¿Por qué no llevarle al parque o a la playa?
Si tu amigo ha empezado algún tratamiento en el hospital
de día como paciente no internado, puedes ayudarle a ir y regresar del centro médico.
Incluye a tu amigo en cualquier toma de decisión que le afecte.
La enfermedad
le puede haber hecho perder el control sobre muchos aspectos de su vida.
No le niegues la oportunidad de tomar decisiones, por sencillas y mínimas que puedan
parecerte.
Si ha tenido una recaída y se encuentra débil llámale para saber si necesita algo
de la tienda o del supermercado.
Saca a tu amigo a caminar o a dar un paseo, pero no dejes de preguntarle
las limitaciones que pueda tener.
Ofrécete para ayudar con los quehaceres domésticos,
como lavarle la ropa
o los platos, regarle las plantas, dar de comer a los animales domésticos o sacarles
a pasear. no le quites los quehaceres que no presente dificultad, porque ya se sentiría muy
limitado en sus actividades, y no emprendas una tarea sin haberle pedido permiso
antes.
Llama para decirle que le vas a llevar su plato favorito.
Pregúntale antes para estar seguro de que puede comerlo. Dile la hora exacta
en que vas a llegar. Quédate con él para compartir la comida juntos.
Usa tu imaginación.
Llévale libros, revistas, música grabada, un póster, galletas o dulces para
compartir con las visitas. Todo esto puede tener ahora una gran importancia,
proporcionando a tu amigo la alegría y el calor humano que necesita.
Lleva de visita a algún otro viejo amigo,
que tal vez hasta ahora no lo haya ido a visitar.
¿Qué hay de nuevo en el mundo?
Cuéntale las últimas noticias. Pónle al tanto de lo que pasa, de lo que
interesa, de las amistades que tenéis en común, para que no se sienta como si el
mundo le estuviera pasando por alto. Puede que tu amigo se haya cansado ya
de hablar sobre síntomas, tratamientos y médicos. Espera que él te indique el
tema de conversación.
Ofrécete para ayudarle a contesatar cualquier carta o llamada
telefónica que puediese causarle dificultades.
Las visitas a la Seguridad Social o al Hospital
pueden resultar agotadoras y frustrantes. Ofrécete para acompañarlo.
Quédate con él hasta que termine con las formalidades.
Ayúdale a celebrar los días de fiesta
y la vida misma decorándole su casa o
su cuarto en el Hospital. Llévate flores u otro regalo especial; inclúyele en
tus propias festividades. Recuerda que cualquier día puede convertirse en
un día festivo.
Habla con las personas que están cuidando a tu amigo.
Aunque tu amigo es el enfermo, ellos también pueden estar sufriendo.
Ofrécete a quedarte con él para que dispongan de algún tiempo libre.
Invítalos a salir contigo. Hazles compañía. A ellos también puede hacerles
falta alguien con quien hablar.
Si tu amigo se acerca a la fase terminal ayúdale a aceptar el hecho de la
muerte de la manera menos traumática posible. Si no sabes cómo afrontarlo,
debes saber que existen personas y organizaciones que pueden orientarte.
Por último, cuídate tú también.
Date cuenta de tus propias emociones.
La congoja, la rabia o la impotencia que puedes estar viviendo son sentimientos
absolutamente normales. Comunícalos a tus amigos y seres queridos o a un
grupo de apoyo. Consiguendo el apoyo que tú mismo necesitas podrás ayudar
mejor a tu amigo que está enfermo de sida.