“LOS ESCRITOS DEL OIDOR” Y EL EJERCICIO HIPOTETOPOIÉTICO
Por:
Antonio Goicochea Cruzado
Los
Escritos del Oidor,
de William Guillén Padilla (Hualgayoquino-Cajamarquino-Peruano, con
una perspectiva de convertirse en ciudadano del mundo), va por su
tercera edición, lo que dice de la
acogida que este libro de hermosos relatos ha tenido en el público
lector de Cajamarca, del Perú y del Mundo, ya que Lluvia Editores
(febrero 2007) lo ha puesto a disposición de la hispanidad.
Son 146 relatos que guardan la estructura de cuento:
narración breve, oral o escrita, de un suceso real o imaginario;
aparecen en ellos un reducido número de personajes que participan en
una sola acción con un solo foco temático, de una estructura que
permite una lectura placentera.
En los relatos hay condensación, acontecimiento inicial,
acontecimiento central, eje alrededor del cual se organizan las
demás acciones o hechos; tensión “in crecendo” (crisis); punto de
quiebre (como lo dice el propio W.G. en sus conferencias) y
disolución, nuevo clima o anticlima (como lo dice Saniel Lozano A.).
Ya lo decía Gracián “si lo breve bueno, doblemente bueno”. Demuestra
maestría en el arte de narrar.
W. Guillén dirige su atención hacia una economía narrativa, es
conciso. Breves y condensados son sus relatos, se interesa más por
las motivaciones de los personajes que por los propios sucesos, sin
dejar de lado a estos últimos. Logra establecer un sutil equilibrio
entre la importancia del personaje y la importancia de la trama.
En los cuentos de Guillén, lo fantástico aparece siempre vinculado
al juego mental, y sus elementos recurrentes son el tiempo, los
escenarios, los laberintos imaginarios. Desbordan en fantasía,
muertos que narran su vida (La muerte, además, es el tema recurrente
en los relatos), animales que piensan, perros que conversan, seres
de otras lindes: etc. Relatos no ausentes de crítica a nuestra
sociedad, comparten invariablemente la fusión de fantasía, realidad
y compromiso político. Crea un mundo ficticio intenso, nos ubica en
Torón y Paitaó, al que con sutileza critica, profundizando en la
psicología de los personajes.
¿Dé dónde vienen los recuerdos de William Guillén? Imagino a la
querida y recordada abuela materna de W.G. con una visión mágico
religiosa, relatándole cuentos de aparecidos, de almas en pena, de
maitines y de penitentes en Semana Santa, de perros que aúllan a la
presencia del alma que transita en pena, de pordioseros
trashumantes, de líderes comunales o bandoleros que se roban bienes
ajenos y que él ahora nos lo transmite transformados, a nosotros que
por estar muy imbuidos del inconciente colectivo andino
(cajamarquino) lo sentimos tan cercanos. Guarda, en símbolos, la
memoria de sus orígenes.
Los cuentos tradicionales y maravillosos (o real-maravillosos) han
despertado siempre un inusitado interés en los humanistas y
estudiosos, por sus características peculiares de encantamientos que
hacen referencia a lejanos mitos y a una conciencia colectiva
histórica de los pueblos.
La hipotetopoieses, en el proceso lector, es la capacidad de
formular hipótesis y de refutarlas o confirmarlas. Esta capacidad
debe cultivarse permanentemente para ser buenos lectores. La lectura
de los relatos de W. Guillén, permiten un permanente ejercicio
hipotetopoietico.
Un ejemplo de este ejercicio lo encontramos en el relato:
REPREGUNTAS.
-¿Si nos mordiera en el cuello, querido profesor? ¿Si en el cuello
nos mordiera?
Antes de continuar, sírvase contestar las siguientes interrogantes:
¿Quién es el autor?, ¿En qué libro aparece el relato?, ¿Qué
hipótesis puede formular respecto del título?, ¿De qué tratará el
relato?, ¿Cuál será el escenario en que se desarrolla el relato?,
¿Qué nos quiere decir el autor con la expresión: ¿Si en el cuello
nos mordiera?, ¿Cómo continuará el relato?. Hipotetice.
La pregunta enlutó la clase y convirtió en un gran hielo al
postulante para la plaza de profesor de primeros auxilios que a
nuestra escuelita llegó dos días antes, con zapatos charol y terno
inglés.
¿Acertó usted?, ¿Qué nos quiere decir el autor con las expresiones:
La pregunta enlutó la clase y convirtió en un gran hielo al
postulante… ¿Qué nos dice la expresión “(…) llegó dos días antes,
con zapatos charol y terno inglés. ¿Cómo continuará el relato? Siga
hipotetopoiético.
Minutos antes había explicado, con gran destreza, las diferentes
maneras de prevenir la muerte si a alguno de nosotros nos mordiera
-Dios nos libre- una víbora.
-Pero, querido maestro, ¿si la mordedura fuese en el cuello mismo?
¿Si la víbora lo hiciera cuando estamos durmiendo en el campo?
Como una estatua remojada en luna, el profesor seguía de pie,
mirándome, cual serpiente presta a devorarme.
-¿Nos aplicaríamos torniquete en el cuello, querido profesor?
¿Podríamos respirar? ¿No sería mejor la muerte?
¿Acertó usted? ¿Qué nos quiere decir el autor con las expresiones:
…”como estatua remojada en luna”. ¿Cómo continuará el relato? Siga
hipotetopoiético
El maestro primario mordió la tiza y huyó por el primer blanco que
encontró: la ventana abierta del salón de clase. El jurado lo
descalificó con el siguiente argumento: no tiene capacidad para
responder las insistentes y sencillas preguntas formuladas en clase.
El curso de primeros auxilios continuó sin tener profesor y los
alumnos nos dedicamos -en las horas que correspondían al curso- a
buscar víboras entre las piedras de la calle más alejada de la
escuela, tal y como lo habíamos convenido con los miembros del
jurado, que a preguntar de ese modo nos enseñaron.
¿En qué medida sus hipótesis se confirmaron?
Otro ejercicio: Usted, plantee libremente sus hipótesis:
ERRAR
HUMANO ES.
Sí que era bonita, como una muñequita. Bonita y amable, la
cabaretera de quien me enamoré a la primera mirada. ¡Qué andar! ¡Qué
ojos! No hubo palabras para describirla a plenitud. Era una diva. Un
caramelo. Agua fresca y limpia en cualquier desierto.
Así era ella, la más más cabaretera de «El Jardín de las Delicias».
Era, digo, en pasado, pues ella era él y ya no hablo más.