De la directora...

Wicked no se reduce a tan solo una sucesión de cuadros teatrales y bellas canciones. Nos invita a cuestionarnos los preconceptos sobre la división del bien y del mal, el funcionamiento de las sociedades, el abuso del poder y la verdadera naturaleza del amor.

La obra plantea que los límites entre el bien y el mal no son siempre claros y definidos, sino que muchas veces dependen de cómo se los mire y quien los juzgue.

Así mismo, a lo largo de la historia podemos ver como los personajes que se definen como buenos realizan acciones que rayan la maldad o son simplemente malvados, mientras que los personajes presentados como “malos” demuestran tener buenas intenciones en algunos casos.

Inclusive el personaje principal se cuestiona la motivación detrás de las llamadas “buenas acciones” ya que las mismas no siempre desembocan en buenos resultados.

En cuanto a la manipulación de las masas, la obra muestra como por medio de la tergiversación de hechos reales y su presentación como realidad ante la opinión publica, los poderoso generan ángeles y demonios para utilizarlos en su beneficio, y persiguen y reprimen a todo aquellos que intenten rebelarse en su contra.  A su vez la protagonista, quien descubre estos manejos, se rebela contra la figura de autoridad e intenta reivindicar a quienes el sistema denomina “subversivos”, desenmascarando al Mago de Oz y la verdadera intención de sus planes y los de quienes lo rodean.

Por otra parte, el tipo de amor que nos propone Wicked es un amor puro que trasciende las realidades físicas y nos propone encontrar una manera alternativa de ver las cosas.

Por todo esto, es que Wicked, es una obra que va más allá de lo estético y nos permite desarrollar un conjunto de ideas que sentimos la necesidad de comunicar llamando a la reflexión a nuestros espectadores.

 

Verónica Soledad Glustein, Dirección General y Puesta en Escena.

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