Anécdotas 23
La Payasada

Cierto día de despecho, siendo el año de 1999 y hacia el mes de agosto o septiembre, aunque la verdad no me acuerdo y para fines prácticos de la anécdota no importa, estaba yo muy quitado de la pena en una reunión de mi carrera y el motivo era que nos iban a asignar el lugar donde deberiamos hacer práctica o pasantía para ese segundo semestre del año. Todo iba bien hasta que la directora de mi carrera nos sometió a concurso, cada uno debería pasar a adelante y escoger por suerte un papelito con el nombre del lugar.

Por aquellas épocas una amiga mía había tenido un pequeño accidente en una de sus rodillas, razón por la cual llevaba a la universidad un bastón, que parecía la vara con la que Moises abrió el mar Rojo para el paso de los Israelitas, es mas, el único que le veía la cara de vara de Moises era yo, por lo que me ponía a payasear con ese dicho palo haciendo como que abría las aguas... ese día no fué la excepción, extrañamente sentía la necesidad de llamar la atención, tal vez como mecanismo de defensa ante el rechazo por parte de mi traga ( vieja o mujer a la que le tenía ganas) de turno, ( ¡ese Freud era un duro! ) y pasé al frente con el dichoso bastón en la mano, lo pensé dos veces, invoqué a Dios y a todos los santos, me sequé el sudor de la frente y metí a mano entre el sobre... cogí la tira de papel entre los dedos, cerré el puño con fuerza y retiré la mano del interior del sobre.  No la leí de momento, esperé hasta que me acerqué a mi asiento, la expectativa crecía mis compañeros alrededor me miraban, entonces abrí la mano, desplegué el papelito y lei: ¡Ministerio de Cultura!... la felicidad, la tristeza y el  asombro se apoderaron de mi espíritu, y ahi fué, saque a relucir el payaso que hay en mi y me tiré al suelo con fuerza ( la idea era que todos se rieran) pero cometí un pequeño error de calculos y al agachar la cabeza olvide coordinar este movimiento con mi mano ( la del bastón ) y me he puesto un golpe que no tuvo madre en mi cabeza (contra el bastón obviamente), para ser mas precisos en la ceja izquierda y me ha dolido hasta el c... cuello. Mi objetivo se cumplió, la gente se rió mientras yo me revolcaba del dolor en mi asiento.

Dicen que payaso que se respete llora por dentro, y en esos momentos comprendí el por qué de tan sabias palabras.

Moraleja: todos somos unas viles ratas que nos reimos del huevón de turno
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WILPOX


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