...::: AlienadO :::...

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(Solo déjame presentarme...)


Soy el desgano con más ánimo,
y la voluntad más depresiva.
Soy la fuerza del más débil,
y la muerte con más vida.

Soy tu triste alegría,
y tu risa más patética.
Soy tu dulce hastío,
y tu rima más poética.

Soy el principio del círculo,
y lo más oscuro de tu mente.
soy causa y consecuencia,
y una sombra indiferente


Soy tu pesadilla más hermosa,
y el sueño que nunca recuerdas.
El libro de hojas en blanco,
y un bello arpa sin cuerdas.

Soy el mundo de tus ojos,
y la causa de tu muerte.
Soy tal vez como la vida,
un destino hecho con suerte.

Voy contra la corriente,
de la sangre en tus venas.
lento llego a tu alma,
y formo parte de tus penas.

Soy solo una palabra,
y frágilmente voy...
En cada instante eterno,
escucharas mi voz....
 

Tal Vez

    Mirando el cielo te vi y te encontré, como si fueras una estrella fugaz, me diste la esperanza y la oportunidad de pedir un deseo (solo uno), el mas intimo. Seguiría tu rumbo, viajaría años luz y cruzaría galaxias para llegar a ti. Pero tal vez nunca llegue a alcanzarte, tal vez la luz fugaz que irradias me deje ciego, ciego para siempre, tal vez viajando hacia ti, muera en el intento... tal vez...
    Me visitaste en un sueño, y nunca me dijiste quien eras y donde te podía encontrar, si algún día te volvía a encontrar te lo preguntaría pero como si me hubieses escuchado te me apareces en otro sueño y tu presencia me robo las palabras para dejarme mudo, no te querías mostrar, pero sabia que estabas ahí, sabias que eras el final de mi historia, pero nunca te encontraba para poder empezarla. Será que quieres que duerma para siempre?, y así poder estar junto a vos?, o soy yo?, tal vez arriesgaría todo por sentir tu calurosa y dulce compañía, y poder seguir estando cerca tuyo, y que ese instante sea eterno, y así vivir eternamente en ese instante.
    Tal vez muera y me despierte de un sueño dándome cuenta que perdí mi oportunidad y que viví en un sueño sin poder entender lo que me intentaste decir, perdiéndote y perdiéndome...
    Te encontré en lo mas profundo de los jardines de mi corazón, era esa rosa, la mas bella, a la cual a su alrededor rinden homenaje todos los poetas, románticos, escritores, y a la cual todas las demás flores se marchitan ante su presencia.
    Posiblemente sea un idiota si pienso que te merezco, tal vez termine marchitando todo el jardín, tal vez me anime, y sin querer rompa uno de tus preciosos pétalos, tal vez intente mucho mas, y tal vez termine desangrándome al cortarme con tus espinas sin saber que tendría que tratarte con cariño.
    Tal vez aun pueda pedir aquel deseo, tal vez pueda seguir el rastro a través de las constelaciones, tal vez en el sueño hecho realidad te encuentre, tal vez logre entenderte, tal vez aun tenga tiempo, tal vez no, tal vez nunca lo tuve, tal vez la rosa del jardín fue un sueño, tal vez vea la rosa pero desde abajo...




Smi(=   (SMILE)

Quisiera que salgamos,
a pasear, una vez más,
porque extraño tu sonrisa,
y tus ojos al mirar.
Caminar por los senderos,
y viajar al más allá,
para ver si es posible,
llegar a la felicidad.

Toma mi mano,
iremos a otro lugar,
tomare tu mano,
y me dejare llevar.



Little big song for a little big person

Todo comenzó, en un vagón de tren,
ellas se acercaron y yo las mire. Luego caminando me las encontré,
que bueno poder verlas, una y otra vez.
Que suerte que tengo, no lo puedo creer,
son la mejor amiga que uno puede tener.

Y con ella yo me puse a hablar,
y nos fuimos conociendo mas y mas...
No me había dado cuenta,
de que ella había escapado...
de mis sueños... (...para hacerse realidad).
Vivía despertando en el amanecer,
yo tenia miedito, de no volverla a ver.

Sus ojos su mirada, yo quería tener,
sus labios me llamaban, no sabia que hacer...

Sentado esperando, viendo el mundo pasar,
mis ojos se cerraban, yo quería soñar.

Tal vez cuando me mires, lo puedas entender,
mi alma vendería, para volverte a ver...

 


Tarde quizás

Puede que sea tarde,
para poder encontrarte.
Tal vez te deje pasar,
cerca, muy cerca mío.

Estoy buscándote a ti,
y te deseo sentir.
Yo solo quiero salir,
de esta encarnada prisión.
Es mi enfermedad,
y no me deja vivir.
Deseando morir,
y así ser feliz.

Quiero tu dolor,
quiero tu pasión.
Y morir contigo,
en una crucifixión.

Ven cerca, hacia mí,
y lentamente perece aquí
Ya no hay razones,
no para vivir.

 

Relato de un frío amanecer

    Puede que sea su mirada profunda, que me lleva a otro lugar, quizás sea por su voz, la que mis oídos quieren escuchar. Puede que sea como cualquiera, entonces ¿por que se me hace tan especial?.
    Yo no se si estaré en tu cabeza, pero por la mía siempre estas. Por ahí vos me odias mas que a cualquiera, pero por lo menos me odias, siempre estuve enfermo en esta vida, una cura no vendría mal. Por mas boludeces que escriba, tal vez nadie entenderá. Me gustaría decírtelo ahora, pero antes te tengo que encontrar, quizás ya no actúe tan directo, la ultima vez me hizo mal. Aunque el trayecto se haga infinito, tratare de llegar al final, y por mas duro que sea, nada lo detendrá, haga frío, truene o nieve, mi ilusión siempre estará. Para que una lagrima no escape, no juegues con la ilusión, solo devuelve el corazón.
    Ruego que de tus labios salgan palabras de colores dulces, que tu corazón reparta burbujas de sinceros sentimientos, y que tus ojos sigan hipnotizando, atrapando a cualquiera con solo mirarlos, pero sobre todas las cosas, nunca te olvides de como reír, y de sonreír... porque nunca sabes cuando alguien puede enamorarse de tu sonrisa... =)


Grises gotas


El gris de la tormenta me sostiene,
la música resuena mientras mi cuerpo se libera.
Cansado, arto, y enfermo de quien sabe que,
los recuerdos atraviesan mi pecho,
como heridas repetidas, una y otra vez,
la imagen de un cuchillo sin filo...
...atravesando la parte más dura de mi ser.
Una muerte lenta pero a la vez encantadora,
como cuando se vive la vida misma.
Y es que los recuerdos nunca desaparecerán,
solo puedes esquivarlos por un tiempo
pero nunca deshacerte de ellos para siempre.
sabiendo que la vida rige de ellos y que
ellos hicieron y hacen nuestra persona,
porque nacemos condenados, y moriremos condenados
la tristeza inevitable, esa angustia infinita.
Hechos que nunca podrán ser cambiados
ni borrados, al menos en esta vida y mundo...

 

Black sky

I can´t see, but
I´m not afraid, because
you are in my mind
the sound of pain,
so close to me,
waiting the end,
waiting the start,
to meet you there,
In my black sky... (without stars)
I hate my life
because is mine
I´m going to sell my soul to you
just to be something of you
I feel I´m falling down
when you tell me lies
All this people shit
I hate they all days!!

In my black sky... (without stars)
In my fucking black sky... (without a fucking star)



Wasted

In this rainy day
the life´s so grey
the night screams with me
in shadows of fear.

Then lies come to me
like thorns in the wind
ripping my feelings
leaking all the pain.

We only are lonely souls
just trying to understand
what we are doing here.

At the end, in the end
in the sun´s funeral
in every dead moon
maybe we´ll understand
the reason of our existence.

 

Pálidas Noches

Capítulo 1

     El reloj sobre la chimenea marcaban las diez y media pasadas de la noche, un vigoroso fuego ambientaba la calida habitación, e iluminaba con una mágica sutileza la cara de Helen, la cual se encontraba sentada en un cómodo sillón leyendo la ultima parte de su novela preferida. Helen no era una gran amante de la literatura, sin embargo le encantaba leer historias maravillosas en sus ratos libres y por momentos poder así despejar la mente. Su negro vestido abrigaban con simpleza todo su cuerpo, e insignificantes botones hacían que sus ropas parecieran abrazarse. Una falda caía desde su cintura, y parecía entenderse a la perfección con el resto del vestido. Ella era más bien delgada y dulce, sus oscuros ojos, parecían esconderse tras su lacio, largo y negro cabello. Era sencilla al hablar y se tomaba cada problema con cierta tranquilidad, por no decir seguridad. Su soledad había sido apaciguada por el amor que le había dado y prometido Marcos, el hombre que amaba. Él era más bien robusto pero no tan grande, sus azules y cristalinos ojos, junto con sus no muy grandes pero si pronunciadas cejas, parecían dibujarle el rostro dominado, por una profunda e imponente mirada. Helen siempre lo veía volver a casa con su tapado oscuro y sus elegantes zapatos. Vestido prácticamente igual que la primera vez que lo conoció.

    Sus destinos se cruzaron una noche de invierno cerca del parque central, la tierna soledad de Helen y el incomprensible abandono que sentía Marcos, se entrelazó emocionantemente en una larga y certera mirada. Desde ese entonces sus corazones comenzaron a latir del mismo modo y sus vidas parecieron encontrar sentido, cuando sus rostros fueron iluminados por un delicado rayo de luz de aquella pálida luna, atravesando casi sin piedad las copas de los árboles, transformándose en una espectadora privilegiada de de tan estremecedora unión.

    Una suave brisa se había metido por una ventana entreabierta y casi sin pedir permiso acariciaba el rostro de Helen, que aguardaba la llegada de Marcos, como esperando cumplir esa promesa cotidiana de todas las noches y poder abrazarlo una vez más. El tiempo transcurrió y delicadamente cerró el libro que estaba leyendo para apoyarlo sobre una antigua mesa que tenía a su lado. Sintió que tenía un poco de sed, e imaginó ir en busca de alguna bebida. Se levanto y recorrió la calida habitación hasta la puerta que comunicaba con la cocina, en el camino, se detuvo frente al espejo, el cual le reflejo toda su belleza. Se miró, sonrió y entró en la cocina. Tomo una jarra de agua, se sirvió en un vaso y bebió de él. Ni bien había terminado, el sonido del timbre puso en marcha su corazón, como si bombeara sangre con más rapidez, la adrenalina le recorrió por todo el cuerpo. Salió de la cocina con entusiasmo, volvió la mirada hacia el espejo nuevamente y pudo ver a aquella mujer tan feliz, sonrió nuevamente y cruzo el hall. Casi dominada por una ansiedad muy grande, corrió emocionada hasta la puerta principal y la abrió. Sus sentidos se detuvieron momentáneamente, al ver una persona desconocida, decepcionada por no encontrar lo que esperaba, su mente en blanco y su boca entreabierta describían un paisaje indiferente.

    -Buenas noches hermosa dama- dijo el hombre que se encontraba frente a su puerta, no se veía muy elegante, pero tampoco llevaba las vestimentas dignas de un vagabundo, tal vez era joven pero su cara avejentada lo hacia parecer con mas años. Un saco largo le cubría todo el cuerpo, y una mirada obsesiva lo ponía a tono con la oscura y peligrosa noche.

    -Disculpe señorita...-, el momento fue interrumpido por Helen, que al parecer había vuelto en si.

    -¿Si, en que lo puedo ayudar?, ¿Que desea?-. La acogedora voz de Helen, pareció conmover al hombre.

    -Perdone que la moleste, me preguntaba si no tendría alguna ayuda para un pobre hombre-.

    Helen atinó a volver en si y respondió: -Sepa disculparme, no creo poder ayudarlo-.

    -Tan solo pido una mínima ayuda- replico el hombre.

    -Sinceramente no puedo ayudarlo- dijo terminantemente Helen, que al parecer, vio en el hombre cierta desconfianza descubierta tal vez por su mirada y su aspecto. El hombre, lentamente hizo unos pocos pasos hacia atrás dando su último saludo, caminó unos pocos metros más hacia la calle. Helen aun estaba bajo el marco de la puerta principal, y sus ojos aun seguían con sigilo los pasos del hombre. En ese instante, el hombre miro por ultima vez los ojos de Helen, que aun seguía ahí, de forma incierta, y progresivamente, el hombre desapareció en la espesura de la oscura niebla nocturna...

    Helen tomó aire, pestañó y dio media vuelta, casi por inercia, cerró la puerta, y con la cabeza mirando al suelo, pareciendo estar reflexionando aquel extraño encuentro, cruzó el hall. Extrañando aquella cálida habitación de la casa, fue hacia el cómodo sillón.

    Antes de sentarse, vio a su alrededor, miro detenidamente cada rincón, y temprano se dio cuenta de que no había llegado su amado. Luego de un interminable segundo, decidió ir hasta la cocina para llamarlo. En el camino, se vio detenida por el mismo espejo por el cual había visto tanta belleza, sin embargo esta vez, solo vio la decepción de su mirada, triste y verdadera, su labios ya no sonreían, y sus ojos se perdían con sus propios ojos en el espejo.

    Fue ahí que descubrió que su belleza era el amor por Marcos. Y que el espejo,  demostró simplemente su reflejo, lo cual fue suficiente para que ella entendiera todo. Se sintió más confortable y por fin llegó a la cocina. Con una sutil tranquilidad marco el número telefónico escrito en un trozo de papel, deseando encontrar a Marcos del otro lado del teléfono. La llamada no se pudo concretar porque nadie atendió del otro lado, ella sabía lo que significaba, él estaba en camino. ¿Cuanto faltaría?, no lo sabría, ¿mucho?, tal vez poco.... muy poco...

    Mucho más calma que antes, volvió a la confortable habitación, y se recostó sobre el mullido sillón.

    Intento no quedarse dormida, tratando de pensar el porque de la tardanza, porque al decir verdad, no era común que se tomara tanto tiempo en llegar a casa.
Un pequeño abrir y cerrar de ojos cambio la visión hacia el mueble donde se encontraban posados pequeños cuadros con fotos viejas, y fue suficiente para que se pusiera de pie. El tan extrañado recuerdo de la juventud. Sus ojos casi dejaron escapar una pequeña lágrima del más puro sentimiento. Sin embargo nada pudo detener el suspiro y la angustia del pasado. Eran pocas fotos, pero cada una llevaba momentos y recuerdos imposibles de borrar, ella sabía que cada día que pasaba, cada hora, minuto y segundo, era cada vez, menos joven, y eso nadie ni nada era capaz  cambiar.

    Luego de mirar hacia su interior, volvió la cabeza hacia las fotos, a cada una de ellas y a cada una de las personas retratadas en las mismas, amigos, familiares, conocidos… todos se veían increíblemente retratados en un instante de sus vidas para siempre.

    La vida de Helen corría sin que ella se diera cuenta, los minutos pasaron, pero para Helen quedaron perpetuamente en un instante…

 

Capítulo 2

 

    Un ruido proveniente de la calle interrumpió el silencio. Helen acomodo los retratos nuevamente en su lugar con delicadeza. Levanto la cabeza, y fue hacia la ventana que daba a la calle, se paro contra la pared e intentó espiar por entre el marco de la ventana y las cortinas. Al ver que no lograba apreciar el exterior, corrió suavemente la cortina con una de sus manos y con la otra se acomodó contra el marco.

    La oscuridad y espesa niebla, no mostraba con nitidez el paisaje. Todo se veía borroso.

    En ese momento, Helen creyó ver una sombra que se acercaba hacia la casa, el ver un tapado oscuro le trajo tranquilos recuerdos. Suspiro, y miro el reloj. Eran prácticamente las doce de la noche, y eso fue suficiente. Corrió en dirección al hall, para abrir la puerta, con la esperanza de recibir a su amado de manera acogedora, ya que el clima no parecía tan amable y de alguna manera poder averiguar la causa de su tardanza.

    Tomo las llaves que se encontraban en una pequeña mesa, la cual hacia juego con los demás muebles, y mientras las introducía en la cerradura pudo escuchar los precisos pasos sobre las baldosas del otro lado.

    Una risa inocente se le escapo de los labios, y un llavero parecía hacer música cuando Helen movía la mano intentando abrir la puerta.

    Por fin abrió las cerraduras y entorno la puerta hacia el interior de la casa, atinando solo a sonreír, pero no por mucho tiempo, su sonrisa volvió a partirse en la decepción de no encontrar a Marcos, sino al mismo hombre que le había producido esa amarga sensación.

    -¡¿Qué es lo que desea?!-, pregunto casi con un enojo inconsciente e increíblemente sincero.

    Los ojos del hombre se pusieron mas penetrantes, como absorbiendo aquel sentimiento.
    -Disculpe, señorita, no era mi intención molestarla nuevamente, y menos a estas horas, por favor no se enoje-.

    Algo extraño sobrevolaba en las palabras de este hombre y Helen parecía intuirlo. No dijo nada, y solo lo miro a los ojos, hasta que un par de palabras atravesaron sus labios cerrados.

    -Ya le he dicho que no lo puedo ayudar, así que valla y moleste a otras personas…-, casi arrepintiéndose de lo ultimo que había dicho, esperó la respuesta del hombre.

    -Valla, valla, parece que la joven y amable señorita, ha mostrado su perfil mas sincero-, dijo el hombre con su voz un poco tormentosa, -¿quien lo diría…?-, siguió hablando, como preguntándose a si mismo.

    -Creo que eso no es asunto suyo-, respondió Helen, casi adelantándose unos pasos.

    -¿Cómo es posible que esas palabras pertenezcan a los labios de una dama tan hermosa?-

    -No se que es lo que quiere, pero nuevamente le repito que no lo puedo ayudar, simplemente busque ayuda en otra parte. ¡Adiós!-.
    El momento de tensión pareció haber tenido su fin, en una indiferente mirada por parte de Helen, la cual dio media vuelta, y justo antes de entrar de nuevo a la casa, prácticamente en ese momento el hombre la tomó el brazo. La adrenalina corrió por todo el cuerpo de Helen que giro la cabeza aterrorizadamente. Una sensación escalofriante le recorrió por el estómago y la respiración se le detuvo por unos segundos. Los reflejos parecieron fallarle esta vez.
Intentó soltar la mano del hombre, pero este la había agarrado con más fuerza. Tironeó con fuerza de su brazo, pero el hombre rápidamente, desde sus vestimentas, sacó con su otra mano un revolver, al parecer un poco olvidado, pero para nada subestimable.

    El hombre apoyó el revolver con un poco de presión sobre el cuello de Helen.

    -¡Es hora de aprender buenos modales!- fueron las palabras del hombre.

    Obligada por la situación, Helen solo respondió: -¡No!, por favor le juro que le daré dinero, comida, pero no me lastime.-, luego de esto, trago saliva, rogando que todo terminara.

    En ese momento el hombre la empujo hacia el interior de la casa, aun la tenia agarrada del brazo y dominaba a Helen con el revolver sobre su delicado cuello.

    Luego de atravesar el hall, Helen, miro en donde se encontraba, y por momentos se vio tentada a correr hacia el teléfono para pedir ayuda, pero esa tentación se vio agobiada por la presión que ejercía el revolver sobre su cuello. La tensión creció repentinamente.

    En un ataque de heroísmo, tironeó del brazo hacia atrás, golpeándole al hombre en la boca del estómago. El hombre retrocedió a causa del golpe. Helen aprovechó y le pateó uno de sus pies, no supo cual de ellos, ya que se encontraba de espaldas a él, sin embargo sintió el quejido del dolor detrás de su nuca.

    Helen, consiguió liberarse, dio el primer paso de libertad y miro nuevamente el teléfono, tal vez ya como una salida frustrada, por lo lejano que se encontraba. Volvió la mirada hacia el frente, y logró divisar su habitación, su más intimo lugar entre su mas calido hogar. Encerrarse fue la palabra que cruzo la mente de Helen, encerrarse...

    Corrió hacia la habitación, unos pocos metros y estaría adentro y a salvo, sin embargo se le hicieron los metros más largos que había recorrido. El primer movimiento hizo que el hombre la tomara de sus ropas sin poder retenerla y rasgara su elegante vestido. Sin embargo el ruido de un disparo, como si el revolver hablara por si solo, pareció no haberle importado a Helen, que instintivamente, tomo una de las sillas de madera que se encontraba en el camino y la arrojo hacia el hombre ya recuperado muy cerca de ella. El disparo, rozó el brazo de Helen, desgarrándole más aun el vestido, y se estrello contra una copa del conjunto de copas que tenía en un no tan robusto mueble, provocando un efecto en cadena con las demás.

    La silla arrojada por Helen siguió su trayectoria hacia el hombre, el cual amortiguó el peso de la misma. A pesar de esto no logro detener el quiebre provocado por el impacto al caer sobre el suelo. Partes de la silla, se mezclaron con trozos de vidrios de las copas, integrando juntos un paisaje caótico. La vista de Helen, siguió firme hacia la habitación, tal vez la había perdido en ese instante, en donde su vida se tornó en peligro. Se encontraba a solo unos pasos de su habitación, y prácticamente ya estaba en la entrada de la misma. La distancia que le había sacado al hombre, la hizo sentir mas segura de llegar a su meta.

    En ese ínfimo instante, el revolver volvió a odiar, y una segunda bala salió de su cañón. Helen comenzó a sentir de forma extraña que tal vez perdería esa seguridad de llegar a salvarse, y hasta sin querer, comenzó a rogar en su interior. Había cruzado la entrada de la habitación, y justo antes de que pudiera cerrar la puerta el frío metal de la bala atravesó su calido pecho saliendo por el otro lado de su anatomía. Su cuerpo se vio flotando y girando sobre si mismo, cuando otra bala que había salido, contribuyo al sufrimiento de Helen. Esta vez, volvió a traspasarla más cerca su corazón, y su cuerpo cayó enérgicamente sobre la cama de la habitación. Las paredes recibieron las manchas del dolor…

 

 Capítulo 3

 

    Helen, comenzó a experimentar la extraña sensación, como si una gran aguja la hubiera clavado y traspasado.

    Su cuerpo se encontraba tendido sobre la cama, libremente acostada con la cabeza mirando el claro disfraz del techo. Las manchas en la pared, eran desparramadas gotas que teñían la blancura de las paredes y buscaban caer lo más lento posible por sobre la cama.

    Sus ojos miraban hacia arriba, y luego vieron en la puerta la figura del hombre que se había acercado. Solo resolvió moverse un poco hacia atrás, pero sus fuerzas no le dieron más chances. La figura del hombre se hizo mas nítida, y pudo ver sus ojos, su mirada obsesiva, su risa macabra entre la oscuridad de la habitación.

    El hombre se abalanzo sobre Helen, y con una navaja que había sacado de su bolsillo derecho interior, comenzó a romper cada uno de los diminutos botones del vestido, empezando desde abajo hacia arriba. El filo de la navaja, corto a la perfección parte del vestido, parte de su sostén y hasta llegó a tajar la piel dejando visibles las pruebas del dolor.

    Helen lo miró con mucho terror, y vio como se acercaba cada vez más. En el momento en el que el hombre se encontraba casi sobre ella y parecía apoderarse de la situación, una borrosa figura apareció detrás y con uno de los trozos de la silla golpeó fuertemente sobre la cien del hombre. Este cayó de la cama, el revolver voló hacia el otro lado y la navaja pareció quedar apoyada sobre el cuerpo de Helen, quien pudo ver con más claridad la borrosa figura. Sorprendida y felizmente grito: "¡Marcos, amor mío!".

    Las esperanzas le habían vuelto a revivir, a pesar de que su cuerpo comenzó a sentir frío, sus ganas comenzaban a desaparecer, pudo ver como su sangre le corría por el pecho y también pudo sentir como su respiración se hacia cada vez mas entrecortada…

    Marcos golpeó nuevamente al hombre, esta vez con más fuerza. El cuerpo del hombre se estampó contra la pared lateral, la cual quedo pintada por las manchas de sangre. El hombre pareció caerse inconscientemente sobre el suelo. Intentó levantarse pero una furia jamás vista en Marcos, se canalizó en un brutal y ultimo golpe para el extraño hombre. Esta vez, no volvió a levantarse y su rostro, empapado en sangre, que le fluía por la nariz y por cortes en los parpados y labios, se asemejaba a un río manchando el suelo. Sus repetitivas intenciones de respirar se vieron ahogadas por la misma sangre. Marcos tomo la navaja que se encontraba sobre el cuerpo de Helen, y la clavó en la espalda del hombre con la intención de asegurarse un inevitable destino final. La navaja se hundió hasta más no poder. Luego Marcos, quitó la navaja y la sangre brotó de la herida. El hombre había muerto.

    Casi tratando de comprender qué era lo que había pasado, miro a su alrededor y vio las manchas de sangre provocadas por las balas del revolver. Su vista siguió los rastros de sangre los cuales formaban tétricas figuras que descendían lentamente. Siguió bajando por la pared, y por la cama, hasta el cuerpo de Helen, que por momentos se había olvidado de su presencia.

    Rápidamente se acercó, y suavemente tomo su rostro entre sus manos.

    -¡Helen!, ¡háblame!, por favor-, casi con un tono lloroso y una tristeza en sus palabras.

    Pero Helen lo miró a los ojos casi de forma efímera y no pudo responder. Se aferró casi con sus uñas sobre las ropas de Marcos, que sin palabras, dejo caer unas lágrimas sobre los labios el cuerpo de Helen, ya sin su ánima. Marcos recostó su cabeza sobre la de ella, mientras las lágrimas caídas en sus labios, viajaban sobre su cuello. Levanto su cabeza, y transporto sus labios hacia la oreja derecha de su amada…

    -Sabes…, Yo te ame, Helen, y siempre te amaré.- fueron las dulces palabras que se le escucho decir en voz baja y cautelosa.

    Marcos acaricio su aun no tan pálido rostro, de una forma más que agradable, con sus manos apenas manchadas en sangre. Mientras la acariciaba, se detuvo en su cara, en sus labios pero más en la detenida mirada de sus ojos, aquella que parecía haber muerto en la propia belleza, y en el infinito segundo de su hermosura, transformándola en un cadáver realmente hermoso. Aquella mirada tan efímera, casi tan comparable con la flor más bonita. Se acerco más a ella y muy suavemente junto sus labios con los de ella, en un beso al que le faltó la magia para devolverle la vida. El beso de Marcos nada pudo hacer en los fríos y duros labios de Helen. Su mano derecha le siguió acariciando de arriba hacia abajo las tersas mejillas, mientras su mano izquierda recorría todo su pecho, entremedio del vestido ya roto. Deslizó las partes del vestido hacia los costados del cuerpo, y en ese momento se mancho con la sangre tibia que había brotado de las heridas. Su mano derecha, movió con ternura el cabello y lo acomodó hacia atrás. Sus labios se alejaron de los de ella y le dio el último adiós humedeciéndolos con la lengua para luego recorrer todo su cuello. Lentamente bajo hacia sus pechos,  y con la punta de la lengua, manchada en sangre, comenzó a rodear uno de sus pezones y a moverla en círculos. Y ya con una Helen semidesnuda se atrevió a morderlo cariñosamente con sus dientes y a saborearlo. Las lágrimas habían quedado atrás y se habían mezclado con la sangre. Mientras su lengua recorría el pecho de Helen, comenzó a desvestirse con una gran agilidad. Toda su ropa cayó sobre el cuerpo del hombre, que yacía muerto en el olvido. Retrocedió, saco con cuidado, la media que le cubría las hermosas piernas y con sus manos comenzó a frotar las yemas de sus dedos con los pies de Helen. Luego las manos iniciaron un recorrido suave y excitante sobre su escalofriante piel, el cual terminó en su cintura. Con cierta sutileza, tomó las puntas de su ropa interior y fue bajando con las dos manos al mismo tiempo. Sus manos se detuvieron para levantar cada una de sus piernas y así quitar satisfactoriamente la última prenda interior que le quedaba.

    Marcos elevó su mirada, se abalanzó sobre el cuerpo de Helen. Sus manos comenzaron a trepar por las piernas de Helen tan lentamente, que pensó sentir escalofríos, luego una de ellas logró penetrar en su sexo.

    Casi buscando su néctar, un dedo navegó por entre los labios de su vagina y con la ayuda de otro dedo, alcanzó a apoderarse de su clítoris, imaginándolo erecto.

    Su cuerpo siguió la inercia inicial, y sus manos tomaron las dos piernas por el muslo.

    Laboriosamente, alejaron las piernas de Helen y las acomodaron sobre la cama. Luego, volvieron a reposarse sobre la cintura del cuerpo y aferrándose de ahí, Marcos y Helen, unieron sus carnes en una delicada penetración.

    Marcos comenzó a moverse lentamente, a la vez que había dejado escapar el primer suspiro de placer. Movió sus manos hacia los pechos de Helen. Y mientras mantenía el ritmo, esparcía la sangre derramada por todo el cuerpo de Helen, envuelta ya bajo una erizada piel. Soñando despertar entre sus piernas a la luz de un tierno amanecer, se dejo llevar por sus sensaciones y su cuerpo comenzó a excitarse cada vez más. Los cuerpo chocaban cada vez con más frecuencia y desenfreno, su respiración estaba más que agitada. Tomó una gran bocanada de aire, y sus manos presionaron con fuerza el cuerpo de Helen. Un gesto de placer pareció mostrase al acabar el acto sexual. Largó el aire que tenía en sus pulmones y lo repuso un una pequeña inhalación.

    Aún sobre el cuerpo desordenado de Helen, Marcos acostó su cabeza sobre ella y sintió abrazarla. Sin saber el sentido, giró su cabeza hacia su izquierda y vio el cadáver del hombre tapado con ropas, luego miro hacia su derecha, y vio el revolver que le había dado muerte a la mujer de su vida.

    Solo bastó que estirara su brazo por sobre el cuerpo de Helen, para poder agarra el arma. Sin decir nada, miro con cuidado el artefacto y su rostro se quebró en un gesto tristemente de depresión e impotencia. Acercó el cañón del revólver a su sien. En ese momento un escalofrío le recorrió todo la columna y llegó rápidamente hasta su cuello. Luego pensó dos segundos, para pedir tal vez su último y más íntimo deseo. Después de esto cerró sus ojos, opacando su visión y presionó del gatillo.

    En ese instante, el cuerpo quedo sin vida antes de pudiera percibir el dolor. La bala atravesó su cráneo y sus manos quedaron mezcladas con la sangre casi coagulada de Helen y con la recientemente suya luego del disparo.

    Del otro lado de su cabeza, la bala salió acompañada de una gran mancha de sangre que voló desde su cabeza, y pasó a formar parte del aterrador paisaje.

    Su cuerpo, quedó suspendido por unos muy lentos segundos en el lugar, para luego caer desganadamente sobre el cuerpo sin vida de Helen. El arma quedo atrapada en su mano y ayudó a la caída del cuerpo.

    Los cuerpos sin vida quedaron cruzados, y apilados sobre la cama, casi como en un tierno y último abrazo. La sangre que derramaba la cabeza de Marcos, manchó las sábanas y parcialmente el brazo derecho de Helen, que se encontraba bajo el cuerpo de Marcos.

    El rostro de Helen dejaba al descubierto la belleza de una sonrisa muerta, como si hubiera encontrado el hogar perfecto y lo que tanto deseaba. Mientras tanto, el cuerpo de Marcos había caído con los ojos cerrados y yacía de esa manera sobre el cadáver de Helen.

    La claridad de la Luna llena, que se entrometía por una de las ventanas. Parecía querer iluminar sus cuerpos, y las estrellas a su alrededor, brillaban intentando ayudarla.

    La sangre comenzó a caer de la cama y a desparramarse por el piso de forma ordenada.

    La macabra, desoladora e impresionante imagen siguió viva. Los cuerpos inanimados parecieron quedar secundariamente en un paisaje, donde nada ganó protagonismo, sino que al parecer, todo se había transformado en algo más que tres cuerpos pintados poéticamente con sus propias sangres.
Un reflejo se produjo sobre un vidrio de la ventana, y jugando a ser espejo relataba sin palabras cada detalle. Porque el espejo refleja todas las cosas perfectamente, sean feas o sean hermosas, nunca se niega a mostrar nada y nunca retiene nada cuando desaparece. Luego del último disparo, el silencio había dominado la habitación, y perfectamente fue la melodía que musicalizó todo desde ese instante. El rayo de luna interrumpía la oscuridad del lugar, mientras que el tiempo pareció morirse de soledad, y con ellos se quedó por siempre en ese momento.