Edit. #77. Que pase de curso, aunque no aprenda

Hanlet Hermann, Periódico Hoy       República Dominicana  10/23/06           

Un titular de prensa me dejó pasmado. Decía: “SEE regalará cinco puntos a repitentes de pruebas.” ¿Qué la Secretaría de Educación alterará administrativamente las calificaciones de los estudiantes que no aprobaron las pruebas nacionales? ¿Bajo qué criterio puede hacerse esto? ¿Será que derogaron la ley 66-97 de educación sin que la población se enterara? O quizás cambiaron las reglas de juego educativo para que una resolución de la Secretaria valga más que el sistema de evaluación imperante.

Confieso que no entiendo qué puede haber movido a la funcionaria a “regalar” lo que no le corresponde. Inmensa cantidad de razones pedagógicas, didácticas y científicas se oponen a esta inmerecida dádiva. Primero, se está llevando la promoción de los estudiantes a un mercado antojadizo de las calificaciones. Si ahora la Secretaria establece que sean cinco puntos el regalo a los estudiantes menos aprovechados, no hay que dudar que en un año electoral la limosna muy bien pudiera ser diez o quince puntos. O quizás lleguen al punto de simplemente aprobar a todos para inducir a los padres a votar por el candidato gubernamental. No hay por qué dudarlo, peores cosas se han visto en este pedazo de tierra ancha y ajena.

Reaccionando al asombro provocado por la noticia, trato de entender lo inentendible. Recuerdo entonces que premiar al que no cumple con los requisitos básicos en perjuicio de los buenos cumplidores es una norma de los gobiernos politiqueros. ¿O no es cierto que las deudas de aquellos que no pagan el consumo de agua potable les son reducidas a casi nada mientras los miembros del “club de los pendejos” cumplimos con puntualidad? ¿Olvidamos tal vez que los que pagamos con religiosidad la energía eléctrica tenemos que cargar con las deudas de los que se la roban? Todo parece indicar que la estructura educativa también ha sido penetrada por el criterio electoralista constituido en norma de gobierno. ¿Cómo podremos ahora estimular a nuestros hijos y nietos para que estudien si, al final, las autoridades van a ajustarle las notas a quien mejor les parezca, no importa que tenga méritos o no? El mensaje implícito de la resolución 4117-06 es que no hay que comerse los libros ni atender a las clases, sino esperar la oportunidad para que los padres de los reprobados armen un piquete frente al despacho de la Secretaria y se emita otra resolución más amplia que beneficie a los menos aprovechados.

La resolución 4117-06 da la impresión de ser expresión del poco interés de las autoridades en el aprendizaje de la juventud. La consigna parece ser: “que pase de curso, aunque no aprenda”. De esa manera el índice de aprobados se elevará y los organismos internacionales colocarán a República Dominicana en un lugar que no le corresponde en la clasificación educativa de los países del mundo. De ahí que tampoco nos sorprenderíamos cuando, bajo los auspicios de otra resolución de la SEE, se establezca que los estudiantes de los primeros niveles de la educación básica no serán evaluados sino promovidos automáticamente. Bajo este predicamento, veremos a niños llegar al cuarto grado de primaria sin conocer el alfabeto. ¿Cómo aprenderían las ciencias sociales y naturales así como la matemática si son analfabetas? ¿Habría que empezar de nuevo hasta alfabetizarlos?

Además de todo lo anterior, el estudiante se hunde más en su papel de víctima cuando la preparación de sus profesores se desploma cada día con una aceleración de 9.81 metros por segundo cada segundo. ¿Podrá culparse de esta grave crisis al tren subterráneo del presidente Leonel Fernández que devora los fondos de la educación y de la salud? Quizás sí, pero no podemos menospreciar el aparente deterioro conceptual de quienes administran la educación obligatoria de los jóvenes dominicanos. Para esos funcionarios las cifras que publican los organismos internacionales lucen ser más importantes que el progreso educativo nacional y el aprendizaje de los estudiantes.

Bajo este enfoque de la educación pública, los jóvenes dominicanos seguirán siendo víctimas del partidarismo metido en la administración de la educación nacional. De ahí parece surgir esa política clientelista de regalar calificaciones para promover de grado al estudiante menos preparado, a sabiendas de que nada ha aprendido. Y a los que se han sacrificado estudiando con rigor durante todo el año, se les castiga al privilegiar a la mediocridad. A este paso, sin duda que es p’atrás que vamos.