Art. #186, El modus operandi de los negocios de Agripino
Un botón de muestra: la Pucamaima y el Aeropuerto Cibao
Sara Pérez/Especial para Clave Digital
Jueves, 09 de junio de 2005
READING,
PA.-(Estados Unidos)- Si hay alguien que tiene razones para reírse hasta con las
muelas de atrás, ante la situación social y económica que vive la República
Dominicana, (exasperante y excluyente para la mayoría, pero singularmente
próspera para algunos pequeños grupos), es el habilidoso rector de la Pontificia
Universidad Católica Madre y Maestra, (PUCAMAIMA), monseñor Agripino Núñez
Collado, cuyas dotes como genio empresarial de la Iglesia Católica nunca han
sido debidamente ponderadas, al menos en público, ni por admiradores, ni por
adversarios.Y el momento no puede ser más propicio para resarcir semejante
injusticia. Hace apenas unos días, el 23 de Mayo, el Aeropuerto del Cibao, S. A.
dio a conocer que el monto de sus ganancias, durante su último año fiscal,
alcanzó los RD$ 357.46 millones, lo que convierte a esa empresa en una de las
más exitosas de los últimos tiempos en la República Dominicana y a sus
accionistas, en los felices recipientes de un margen de beneficio ascendente al
40 por ciento del valor al que, por lo menos algunos de ellos, compraron sus
acciones.
Pero entre todos los dueños, para ninguno, el Aeropuerto del Cibao ha resultado
ser un negocio tan redondo, como lo es para la Pontificia
Universidad
Católica Madre y Maestra y para su rector Agripino, que sólo en el 2004 debieron
recibir beneficios ascendentes RD$ 44 millones, 78 mil, 400 pesos, que es lo que
les corresponde por la posesión de 111 mil, 956 acciones de la empresa, con la
extraordinaria particularidad de no haber invertido un sólo centavo de su
bolsillo en el proyecto.
Es un milagro del que se debe tomar nota, por si alguna vez hay que someter una
solicitud de canonización de este destacado personaje, que si no se ha dedicado
exclusivamente a ensalzar el nombre del Señor, es porque debe sacrificar su
piadoso carácter, para concentrarse en el terrenal desafío de llenar las arcas
de los representantes divinos, (incluyendo la propia), en el pequeño país del
Trópico, azotado por la corrupción, la escasa institucionalidad, la falta de
transparencia en la administración pública y en las empresas privadas, y el
privilegiado acceso de ciertas élites insaciables a los recursos de la nación a
la que tienen quebrada.
Fórmula infalible
para el éxito económico
El secreto de los numerosos éxitos de Agripino en sus iniciativas empresariales,
es tan simple como infalible: el gobierno pone la inversión, sacándola de las
costillas del país y la PUCAMAIMA y/o Agripino reciben los beneficios. Al menos
eso es lo que ha ocurrido en el caso del Aeropuerto del Cibao, que lejos de ser
un hecho aislado, corresponde a un recurrente patrón de creación y acumulación
de patrimonios privados.
En realidad, los casi 45 millones de pesos correspondientes a la PUCAMAIMA por
las ganancias del año 2004 en el aeropuerto, debían estar ahora mismo en poder
del Estado dominicano, que fue quien hizo la inversión por la que la PUCMM y
Agripino reciben los dividendos
Las 111 mil, 956 acciones de la PUCAMAIMA , que la colocan en el segundo lugar
entre los mayores accionistas de la empresa y hacen a esta universidad
beneficiaria de suculentos ingresos, fueron adquiridas a cambio de las tierras
en las que está ubicado el aeropuerto. Sin embargo, las tierras del aeropuerto
no fueron compradas con dinero de la PUCAMAIMA, sino con dinero del Estado
dominicano. Según se registra, el entonces presidente Joaquín Balaguer regaló
los terrenos del aeropuerto a los empresarios involucrados en esa empresa,
quienes a su vez, los cedieron a la PUCAMAIMA.
Como se trata de tejemanejes que, a pesar de ser de interés público, se tratan
de forma semiclandestina, no se conocen los detalles del proceso mediante el
cual los bienes
públicos acabaron en manos de la PUCAMAIMA. No se sabe a solicitud de quién
Balaguer regaló los terrenos propiedad del país a los empresarios, ni se ha
establecido qué tan espontánea fue la iniciativa de los desprendidos empresarios
de traspasar el regalo a la PUCAMAIMA.
De lo que sí tiene constancias la República Dominicana, en pleno, es de que la
capacidad de cabildeos, presiones e influencias ejercidas por monseñor Agripino
Núñez no se han detenido nunca ante las puertas de ningún despacho.
Los empresarios entienden perfectamente --porque sus múltiples y muy rentables
experiencias así se lo han demostrado-- que ceder a Agripino, a la PUCAMAIMA y/o
a la Iglesia Católica, una parte del pastel sacado del Estado, los coloca en una
posición de ventaja excepcional para exigirle al gobierno dádivas, prebendas y
subsidios que hay que recortar al resto del país, porque los recursos existentes
no dan para saciar a los políticos, empresarios, religiosos y militares y al
mismo tiempo para atender las necesidades y urgencias de la población dominicana
en términos colectivos.
Las acciones del
Baninter
Otro de los bienes públicos que han ido a engrosar los patrimonios privados de
un grupo de empresarios de Santiago, la PUCAMAIMA y Agripino, son las acciones
que el fraudulentamente quebrdo Banco Intercontinental, (BANINTER), tenía en el
Aeropuerto del Cibao.
El Gobierno dominicano, entonces presidido por Hipólito Mejía, decidió asumir el
pago de más de 55 mil, millones de pesos que se habían evaporado entre las manos
de los dueños y principales directivos de BANINTER.
En esas circunstancias, algunas de las propiedades de BANINTER pasaron al Estado
dominicano, que se supone debía resarcir con ellas, al menos parcialmente, la
tremenda pérdida de fondos públicos en la que incurría el gobierno, para tapar
el hoyo financiero de un banco privado.
Sin embargo, el gobierno cedió las acciones de BANINTER que estaban en su poder,
a los dueños del Aeropuerto del Cibao, mediante una transacción cuyos primeros
detalles precisos, aparecieron hace apenas algunos días, en las memorias
oficiales del año 2004, del Aeropuerto del Cibao S. A.
En la página 36 de esas memorias dice que “En el año 2004 fueron readquiridas 22
mil, 310 acciones del Banco Intercontinental, S. A., por encima de su valor
nominal. Este valor de capital pagado en exceso fue de
RD$17,690,000.00”.
El dato tiene un pequeño error matemático y dos imprecisiones de mayor
envergadura. El error matemático, atribuible quizás a algún problema de la
calculadora que usaron los dueños del aeropuerto para cuadrar los números,
consiste en que si se pagan RD$17,690,000.00 por 22,310 acciones, cada acción
sale por RD$793 pesos, es decir, RD$207 pesos menos que el valor nominal de cada
acción del aeropuerto, que asciende a RD$1,000 pesos, según las propias memorias
del aeropuerto correspondientes al año 2003. O sea, no se compraron las acciones
por encima de su valor nominal, sino por debajo de él.
Eso conecta con la primera imprecisión de envergadura. El valor nominal de las
acciones de una empresa casi nunca es sinónimo del valor real de la misma y
mucho menos, si el margen de beneficio anual es de un 40 por ciento del valor
nominal de las acciones, como en el caso del aeropuerto.
Así, aunque el valor nominal de una acción del Aeropuerto Cibao sea de RD$1,000
pesos, eso no quiere decir que alguien pueda comprar por RD$1,000 pesos ninguna
acción de esa empresa. En realidad, con RD$1,000 pesos, lo único que puede
comprarse en el Aeropuerto Cibao, son dos cafés, dos quipes y un llaverito de
los que tienen la estampa de la Virgen de La Altagracia enchapada entre dos
pegotes de plástico.
El valor real de las acciones del Aeropuerto Cibao lo determina el mercado, es
decir, la relación entre oferta y demanda. Ahora mismo, es muy difícil
establecer a cuánto asciende el valor real de las acciones del aeropuerto,
porque para tener un número preciso se necesitaría una transacción concreta, en
la que se establezca, por cuánto venderían los dueños y cuánto estarían
dispuestos a pagar los adquirientes.
Los que escasean no son tanto los que deseen comprar, sino los que quieran
vender. ¿Quién querría desprenderse de la copropiedad de una empresa tan exitosa
en tan poco tiempo?
Muy pocas inversiones financieras, comerciales o industriales de la República
Dominicana están dejando un margen de beneficio anual de un 40 por ciento sobre
el valor nominal de las acciones, así es que quienes disfrutan de tan promisoria
situación, no suelen tener interés, ni prisa, en salir de ella.
La excepción es el Estado dominicano, que vendió las acciones de BANINTER, a RD$
793 pesos, un precio que se sabe ridículo no sólo con relación al valor real de
las acciones, sino inferior incluso al valor nominal de las mismas. No todo el
mundo tiene la suerte de encontrarse con esas gangas.
El negocio de capar
perros
Esto es lo que lleva a la segunda imprecisión de envergadura: ¿En qué fecha
exacta se hizo ese negocio de capar perros? Lo que las memorias oficiales del
Aeropuerto del Cibao dicen es que fue en el 2004, pero en ese año hubo un cambio
de gobierno y no se sabe con certeza quién le hizo este regalo de las acciones
del BANINTER a Agripino, la PUCAMAIMA y al grupo de empresarios de Santiago.
¿Fue el Presidente Leonel Fernández, que también ha decidido hacer un espléndido
aporte de 25 millones de dólares al mismo grupo del aeropuerto, para que termine
de construir con fondos públicos, una clínica privada en Santiago?
¿O sería Hipólito Mejía? ¿Es posible que el mismo presidente que decidió
sacrificar al país para pagar la deuda privada del hoyo de BANINTER haya optado
al mismo tiempo por regalar lo poco que se recuperó de ese naufragio?
Muchos, incluyendo algunos accionistas del aeropuerto, aseguran que fue
Hipólito. Esto supondría que mientras el Cardenal (Su Eminencia Reverendísima
Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo Primado de América), la Conferencia
del Episcopado y algunos curas denunciaban desde los púlpitos, con sobradas
razones, la corrupción, la irresponsabilidad y el desorden del gobierno de
Mejía, por debajo de la mesa, algunos jerarcas de la Iglesia Católica, en
representación de ellos mismos y de un grupo de empresarios santiaguenses,
gestionaban y conseguían ante el Poder la entrega de bienes públicos, aparte de
diversos privilegios, regalos y prebendas.
El Estado como
sirviente doméstico (dícese “chopo” en la lengua popular más despectiva)
También durante el gobierno de Mejía y según consta en las memorias más
recientes del aeropuerto, la PUCAMAIMA, Agripino y los empresarios consiguieron
la emisión de varios decretos destinados al provecho de los dueños del
aeropuerto.
Uno de ellos, es el Decreto número 830-03 de fecha 22 de agosto del 2003, con el
que se declaró de utilidad pública “en interés social, la adquisición por el
Estado Dominicano de varias porciones de terrenos, propiedad de particulares
ubicados frente a la terminal del Aeropuerto”.
O sea, los dueños del Aeropuerto del Cibao, ( que son fundamentalmente, los
dueños de la zona franca de Santiago y la PUCAMAIMA), no querían mantener como
vecinos a la gente común que tenía propiedades en los alrededores de su empresa.
Pero en vez de negociar con esos propietarios y
comprarles sus
tierras a quienes quisieran vender, les echaron el Estado encima, haciendo que
este declarara los terrenos de utilidad pública, obligando a los dueños a vender
y además, adquiriendo las propiedades ¡con dinero del Gobierno!.
Una simpática curiosidad sobre el funcionamiento de esta próspera empresa y de
las condescendencias que se gasta el quebrado sector público para ayudar al buen
funcionamiento de la exitosa empresa privada, es la cuenta por concepto de agua
y basura que le ha concedido Ayuntamiento de Santiago.
La tarifa por agua y basura que paga cualquier familia de clase media en
Santiago oscila entre 400 y 500 pesos al mes. En el 2004, el Aeropuerto del
Cibao pagó 13,200 pesos al año por ese concepto. Su tarifa mensual fue de 1,200
pesos en promedio, es decir lo mismo que pagarían por consumo de agua y recogida
de basura, tres familias comunes.
La diferencia es que por el Aeropuerto del Cibao en el 2004, pasaron, entrando o
saliendo, más de 700 mil personas, aparte del personal que trabaja
permanentemente en esa empresa. No hay forma de que la basura que generan
pasajeros y empleados y el agua que consumen, pueda equipararse a la basura que
genera y al agua que gastan tres simples familias dominicanas, cuyos miembros
sumarían un total de unas 15 personas.
La clave de los éxitos empresariales de Agripino y del grupo que se ampara bajo
su acogedora sotana, radica en que la vara con que se les mide a ellos, no es la
misma vara con que se mide al resto del país, y en que mientras a ellos se les
sirve la comida con una palangana, el resto del país tiene que resolver con la
ración de un gotero.
Y OJO!!......QUE EL
CARDENAL LOPEZ
RODRIGUEZ
NO SE QUEDA
ATRAS........SINO INVESTIGUEN SOBRE LOS DUEÑOS REALES DEL CENTRO DE DIAGNOSTICO
MEDICINA AVANZADA Y TELEMEDICINA
CEDIMAT
EN LA PLAZA DE LA SALUD.......A PESAR DE QUE SUPUESTAMENTE ESTA DIRIGIDA POR UN
PATRONATO........