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Las albarizas (colmenares) de la Serra del Lóuzara (Lugo)





1. Las albarizas de la Serra de Louzara.
  

     Por la carretera que desde Ferraría do Incio (Incio, Lugo) se dirige a Folgoso do Courel(LU-642), hasta la parroquia de Saceda (Folgoso do Courel) se divisan en las laderas de los cordales serranos de los Montes do Lóuzara una cierta cantidad de construcciones circulares y/u ovaladas hechas de piedra que antaño fueron dedicadas a la apicultura (véase mapa e imágenes 1 a 4). Son lo que la etnografía gallega denomina albarizas, o también albares, como nos dijo un vecino de la comarca. Algunas todavía están en uso en la actualidad, pero en líneas generales, la inmensa mayoría permanecen abandonadas, en vías de desaparición, sino se arbitran medidas adecuadas. Al menos, señalizadas no hemos visto ninguna. Es más, el trazado de la moderna carretera destruyó parcialmente unas cuantas, dejando sus paredes en pie en el borde mismo de la caja de la carretera, por su parte superior, a varios metros de altura, constituyendo un indudable riesgo de derribo con el subsiguiente peligro para la seguridad de los vehículos que por allí circulan, pues su ruina sobre el vial puede producirse en cualquier momento.
         La relativa abundancia de estas construcciones delata la importancia que antiguamente debió de tener en estas tierras la apicultura, lo cual nos pone en contacto con un aspecto de la economía tradicional gallega en cierto modo desconocida, o mal estudiada. Desde luego, si bien, como ya hemos adelantado, hoy en día, prácticamente están en desuso, no por ello, la apicultura ha decaído totalmente en esta comarca. En efecto, hemos podido observar numerosos colmenares en emplazamientos de la ladera serrana semejantes a los que antes tuvieron las albarizas, pero con distinta formulación material. En la actualidad se prefiere acondicionar el terreno en forma de largos y estrechos escalones donde son colocadas en hileras grandes agrupaciones de colmenas. No son raros los conjuntos de varias decenas. Asimismo, predomina el empleo de los modernos tipos de colmenas industriales, pero tampoco han sido todavía desterrados los tradicionales corticeiros de corcho o madera.
         En líneas generales, los conjuntos de albarizas que hemos podido identificar desde la carretera se disponen en las laderas serranas de los Montes de Lóuzara, concretamente, en las caras de solana, dirigidas hacia el S., o por lo menos, en los terrenos que gozan de una prolongada insolación. El primer grupo se puede contemplar al SE. de Ferraría do Incio (Incio), en la garganta del Río Antiga, constando de cinco unidades. Los restantes agrupamientos se localizan en las laderas vertientes al curso del Lóuzara, ya pertenecientes administrativamente a los municipios de Samos y O Courel. Al menos hemos visto otros cinco enclaves, que en total hacen ascender la cantidad de colmenares observados, a un total de diez unidades más. Es posible que no hayamos localizado todas las existentes, pues dado su lamentable estado de abandono, tal vez la vegetación oculte otras.
         Estos colmenares son fácilmente observables desde la mencionada carretera, pero otra cuestión, es acceder hasta ellos, pues, salvo casos muy contados, su identificación se realizó desde la ladera serrana opuesta por donde discurre la carretera, mientras que estas construcciones se encuentra cerca del camino antiguo de circulación por el interior de la sierra, precisamente abierto enfrente al nuestro, y cuyo acceso se realizaba en puntos muy distantes. Desgraciadamente, las que se localizaban en las inmediaciones de la LU-642 eran también inaccesibles, bien por culpa de la altura del talud de la caja de la carretera, bien por la profusa vegetación que las rodeaba y dificultaba una aproximación física. En consecuencia, su estudio lo hicimos siempre desde lejos.
         Las albarizas están construidas con rocas recogidas del entorno concretamente pizarras y esquistos. Este tipo de material, con el que también se edificaron las viviendas, es fácil de obtener, pues integra el sustrato geológico de la comarca, y además, prácticamente no necesita ningún preparado posterior. Con estas lascas se construye en mampostería en seco un recinto circular u ovalado cerrado de cierta altura, próxima a los 2 m. Para el acceso al interior, en el muro se dotaban de una estrecha entrada que se cerraba mediante una sencilla puerta de madera. Las dimensiones de estas construcciones alcanzan fácilmente magnitudes cercanas a los 5-6 m. de diámetro para las circulares y los 12 por 6 m. para las ovaladas. De todos modos, también se ven unidades de planta más compleja. La superficie interna de la albariza se ordena en largas y estrechas terrazas escalonadas donde se instalan las colmenas.
     Los lugares donde se decidió su emplazamiento presentan una doble característica:

     Respecto a la población de la serranía debemos indicar, que como no podía ser de otro modo, fue siempre muy reducida en el segmento recorrido de esta comarca. Cabe citar como núcleos de relativa importancia la antigua aldea minera de Ferraría do Incio, y al final del tramo, Seceda. Estas aldeas compuestas por agrupamientos de varias decenas de casas son las más importantes, apareciendo entre ellas varios lugares de unas pocas viviendas (Casela, Parada, etc.). En general, estos núcleos se encuentran muy distantes entre sí, pero de todos modos, la exclusión de las albarizas de las proximidades de las aldeas es un hecho indiscutible. El alejamiento de estos elementos tiene una sencilla explicación. Quien haya convivido con colmenas instaladas en las proximidades de sus casas está familiarizado con los frecuentes problemas que causan tanto a sus propietarios como a los vecinos. La situación se torna especialmente peligrosa cuando en el verano se produce la división de los enjambres: son espectaculares pero, asimismo temibles, las verdaderas nubes de muchas decenas de miles de abejas sobrevolando casas y huertas hasta que se posan y concentran en cualquier lugar. Además en los tiempos actuales, la aplicación de productos químicos en las prácticas agrícolas es incompatible con la supervivencia de los enjambres.
         Pero además se debe contar con la existencia en el entorno de la colmena de la materia prima utilizada por las abejas para elaborar la cera y la miel. Según los especialistas en apicultura (a este respecto véase la página web O Abelleiro, la flora melífera la integran en Galicia básicamente especies características de los espacios incultos dejados de monte, como son las diversas variedades arbustivas de brezos, zarzas, y árboles como el roble o el castaño, aparte de otras plantas y flores. En otro sentido, se debe tener muy presente que la miel producida a partir de las flores de árboles frutales, en general es de baja calidad, siendo preferibles para la instalación de colmenas los parajes montuosos de tendencia momofloral (véase Apicultura Ecológica) Esta es pues, una razón de no poca consideración para interpretar el criterio de elección del tipo de emplazamiento topográfico de las albarizas.
     No deja de ser curiosa la situación topográfica de las albarizas, en las solanas de las serranías, en terrenos acusadamente inclinados (véanse fotografías 1 y 3). La explicación es muy sencilla. Ante todo debemos considerar el medio geográfico eminentemente ya montañoso, y en consecuencia, con registros térmicos bajos, de donde se sigue que la luz solar debe de ser aprovechada en toda su potencialidad, pues el frío es enemigo mortal de las colmenas. Es por ello que se han elegido no sólo ya parajes de prolongada insolación, sino también en plano inclinado, para que la luz solar incida plenamente en el interior del cercado y no deje espacios a la sombra. Pero asimismo, debemos pensar también en una cierta protección de las colmenas de los vientos dominates de la zona, que además de poder derribarlas, crean lo que se llama un frío de sensación que puede hacer descender en muchos grados la temperatura ambiente, lo cual repercutiría negativamente en la conservación de los emjambres.
         Estas son, pues, las razones primordiales del peculiar emplazamiento de las albarizas. Sin embargo, probablemente de un modo inconsciente, los apicultores gallegos favorecieron la tarea productiva de las abejas al exponer el recinto hacia el cielo abierto de amplios horizontes, facilitando a las abejas el trazado de sus rutas para evitar extraviarse. En efecto, hoy en día se sabe que el ojo compuesto de la abeja capta perfectamente los rayos ultravioletas de la radiación solar. Los rayos solares, según parece, experimentan en la atmósfera una polarización resultando diversos en efectos en el cielo, imperceptibles para el ojo humano, pero muy útiles para las abejas que ven en él, gracias a su visión ultravioleta, un mapa con el que se guían en sus desplazamientos de ida y retorno (véase La visión de las abejas). Pero asimismo, las abejas toman puntos de referencia en el entorno físico. Lo más seguro es que estas consideraciones fuesen ignoradas por los apicultores tradicionales, y se dejasen conducir por los criterios de interés térmico más arriba enunciados. También es posible que un conocimiento empírico les aconsejase tales emplazamientos, quizás en función de que otros lugares y disposiciones repercutían negativamente en la producción y supervivencia de los emjambres.
         Pero asimismo, en la elección de las pendientes serranas para la instalación de las albarizas influyó también su particular concepción arquitectónica. En buena medida se podrían evitar estos sitios tan incómodos, si las paredes de los recintos fuesen menos altas. Pero existía un problema: los estragos que en las colmenas podrían producir los animales salvajes. Las albarizas no son exclusivas de Galicia: las hay también en Asturias, donde reciben el nombre de cortines. Según se afirma (véase revistaiberica.com) su misión era la protección de las colmenas de los ataques de los osos. En esta misma idea se incide en O enrredo do Abelleiro, añadiendo que son propias de la Galcia oriental donde son conocidas con el nombre de oseras. Semeja, pues, clarificada la razón de que los muros de los recintos sean tan elevados. De todos modos, suponemos que además de disuadir la glotonería de los osos, posiblemente también sirviesen de defensa contra todo tipo de animal. Por fuerza, al tener que ser dotadas de paredes elevadas, era totalmente necesaria su disposición en plano inclinado, buscando que la luz solar incidiese en todo su interior.
         Sin embargo, esta precaución contra osos y otros animales, tal vez no sea el único motivo para explicar la elección de las acusadas pendientes serranas, pues, las instalaciones modernas no están dotadas de ningún sistema defensivo, y sin embargo, siguen siendo ubicadas en los mismos lugares. No cabe duda, que la búsqueda de espacios soleados es la conjeturación más viable a este respecto.

2. Etnografía de la apicultura tradicional de Galicia

       Como ya hemos señalado, son muy escasas las referencias que se conocen en Galicia acerca del peso de la apicultura en la economía tradicional. Sin embargo, debió constituir un importante item. Como ilustración sirva la información que hemos obtenido del Interrogatorio del Catastro de Ensenada para la parroquia viguesa de Sto. André de Valadares, realizado en 1754. Se mencionan la existencia de nada menos que 163 colmenas, que según se indica, estaban distribuidas junto a las viviendas. El dato es de mucho interés por varios motivos. Valadares es una tierra en buena parte muy fría al emplazarse en la umbría del Monte do Alba: por ejemplo, la producción de vino ni se considera. En otro sentido, por entonces, en Valadares constaban 262 viviendas (19 de ellas inhabitables y/o arruinadas) donde vivían 243 vecinos. De estos datos comprobamos como la ratio colmenas/unidades familiares es de 0'6, de donde se deduce una amplia difusión de la apicultura, al menos, a nivel doméstico. Por otra parte, a lo mejor el número de colmenas aportado era una cifra aproximada, o incluso era mayor, pues no olvidemos que esta valiosa fuente de información que es el Catastro de Ensenada era una recopilación de esencia económica con fines fiscales.
         La ponderación del interés constituido por la producción apícola no es una vana preocupación. De las colmenas se extraían dos importantes materiales: la cera y la miel. La cera se destinaba a la confección de velas cuya demanda era altísima (piénsese en la enorme cantidad de iglesias, santuarios y ermitas existentes en Galicia, aparte de la profunda religiosidad popular -procesiones, ofrendas, etc.), según se puede examinar en las cuentas de los libros parroquiales. La miel tenía un uso más privado: edulcorante, ingrediente culinario, remedio medicinal. Como vemos, el valor económico de la comercialización de los productos de la apicultura tradicional, aunque fuese de un modo complementario debía representar cierto potencial económico para algunas personas. Desde luego, era de vital importancia como suministro a las cererías.
     De momento, en este tema no se puede avanzar más. en las siguientes líneas vamos a hacer un repaso de cómo era la apicultura tradicional en Galicia de la mano de el célebre etnógrafo X. Lorenzo el cual trata sobre diversos aspectos de esta faceta de la economía tradicional, pero desde un punto de vista de la descripción etnográfica, es decir, de usos y costumbres.



         Acerca de las albarizas ya escribió el insigne investigador X. Lorenzo en su monumental volumen Etnografía. Cultura material, perteneciente a la Historia de Galicia, obra dirigida por D. Ramón Otero Pedrayo (Madrid, 1979). Este autor menciona la existencia de una doble manifestación material de la apicultura en Galicia:

         En Galicia las colmenas tradicionales se denominan cortizos, corticeiras, o también colmeas, trobos o covos (véase la figura 5). Los ejambres reciben el nombre de favos. El apelativo de cortizos proviene del origen de estos elementos: de la corteza de una sobreira (alcornoque), separada íntegramente de su tronco. También se pueden elaborar en madera a partir de tablas, siendo entonces de planta cuadrada. Sin embargo, hay una cierta desconfianza hacia esta última modalidad a causa de que la madera puede llevar o albergar polillas que a medio plazo acabarán por arruinar la colmena.
          En la Serra del Lóuzara hemos visto que ambas formas conviven en la actualidad. Las que estudiamos directamente en las proximidades de la aldea de Casela (véanse las figuras 7 y 8) medían aproximadamente unos 60 cms. de altura; estaban asentadas sobre una losa de pizarra, y por cubierta tenían otra plancha de pizarra. Sin embargo, aún no hace muchos años veíamos en Chandebrito (Nigrán) colmenas con cubiertas de paja (colmo), y en Matamá (Vigo), con tejas.
         La estructura interna de la colmena (véase la figura 6) consta de dos varillas cruzadas y situadas a distinta altura (cruces). La cruz inferior es donde las abejas elaborarán las placas de cera (trebos o entenas), mientras la superior (llamada xuizo) sirve como sostén de las placas, y asimismo se usa como indicador del punto hasta el que se puede extraer la miel. Las paredes de las colmenas no deberán tener ningún intersticio, ranura u orificio, para lo cual las uniones se sellan con boñiga de vacuno amasada con agua. En la base de la colmena, sobre la piedra donde se apoya se practica un agujero que utilizarán las abejas como puerta de acceso al interior. La cubierta, por encima de la tapa, ya lo hemos visto, puede ser muy variada, optándose por una losa fina de piedra, unas tejas, o incluso un tejadillo cónico de paja. Por último, las colmenas se instalan sobre una losa de piedra que las aísla del suelo, emplazada a veces a cierta altura.
         Durante el invierno, los enjambres apenas recibían atenciones. Cita X. Lorenzo la costumbre de algunos lugares de poner en las proximidades de las colmenas barreños de castañas secas y cocidas para suplir la falta de flores de esta estación.
         La época de mayor actividad aparece al llegar el verano. En el mes de julio se procede a extraerle la miel (castra-los favos), tarea realizada por tres individuos (generalmente varones) al menos. Se debe elegir un día de tiempo seco y estable, pues si sobreviene una tormenta las abejas se enfurecen y la acción es más complicada. Los utensilios empleados en estos trabajos se pueden examinar en la figura 7.
         Uno de los participantes portará una especie de antorcha humeante (fumazo), cuyo objeto es evitar que las abejas se aproximen. Este artilugio no puede desprender llamas. Mientras, uno de los hombres procede a retirar la cubierta, y otro, extrae (castra)las placas de cera con una especie de espátula y las deposita en un barreño. La extracición afecta a la cera existente por encima del xuizo, ya que despojar al enjambre de todo o parte de su conjunto por debajo de este nivel conduciría a su muerte, pues es la reserva alimenticia de la comunidad.
         Una vez retiradas las placas de cera y puesta y sellada nuevamente la cubierta de la colmena, se lleva aquélla para casa, poniendo el barreño en una habitación herméticamente cerrada, pues de lo contrario, el olor de la miel atraerá a las abejas. A continuación, utilizando tinas o barreños se van exprimiendo los trebos con las manos donde se recoge la miel, para después verterla dentro de recipientes más adecuados. Se suele emplear para guardar la miel botes de cristal o de barro tapados con una tela fijada con un cordel en su boca. Si se desea mayor pureza en la miel, aún debe de ser ésta colada a traves de un tejido de lino. Los trebos estrujados adquieren forma compacta de cera: los bolos. Los bolos se pueden vender a los cereros en este estado, pero tras un cierto preparado, el producto se pagaba mejor. Con este objeto, la cera se depositaba en una olla grande llena de agua y puesta al fuego. Se deja entonces que la cera se derrita, y con una espumadera se retiran las impurezas que tenga flotando en la masa. A continuación, se aleja la olla del fuego y se deja enfriar; se vierte el agua, se saca la cera, y esta se trocea en porciones.

         Otra tarea apícola es la recogida de los enjambres cuando éstos enxamean durante el verano al aparecer en la colonia una nueva reina. Entonces parte de la comunidad sale de la colmena y siguen a la nueva reina hasta que ésta se posa en algún lugar, y a continuación se van poniendo unas encima de otras hasta constituir una agrupación compacta.
         Se sabe que se va a fundar una nueva colonia porque una multitud de abejas cominzan a zumbar entorno a la colmena. Entonces comienza una estrecha vigilancia de su evolución a una distancia discreta, turnándose los miembros de la familia o las personas interesadas. Una vez que levanta el vuelo el nuevo enjambre sobrevuela a baja altura casas y huertas provocando el pánico del vecindario cuando las colmenas están en las aldeas. El recorrido del nuevo enjambre es muy variable, pero en general acaban por posarse en alguna rama baja de un árbol, un madero cualquiera o en una vigueta de una edificación, que además, irónicamente pocas veces pertenece al mismo propietario. Sin embargo, nadie discute su titularidad, al menos que el dueño no la reclame.
         La recogida del nuevo enjambre, según hemos visto se realizaba de noche, pues es cuando las abejas están menos activas. Nada dicen los etnógrafos de las medidas preventivas que toman los apicultores en la extracción de las entenas, en materia de aislamiento de su cuerpo. Personalmente vimos en Matamá (Vigo) que la única protección observada,¡ cuando se observaba alguna !, era la de llevar ropas abundantes con sobreposición de prendas, muy cerradas, al tiempo que las manos y el rostro, que quedaban descubiertos se lavaban con vino tinto, no para disuadir a las abejas, sino para que las picaduras fuesen menos dolorosas. Después de concluídas las tareas, al despojarse de las ropas, ¡ aparecían abejas en los lugares más insospechados entre las ropas !, e incluso entre los cabellos.
         En la operación participan varias personas. Se lleva entonces un cortizo, y puesto al revés, se trata de introducir el enjambre en su interior, y con las manos se van recogiendo montones de abejas depositándolas dentro. Una vez terminada esta tarea, la colmena se invierte y se coloca en el suelo aguardando que las abejas se calmen, para posteriormente llevarla al colmenar.


Vigo, a 22 de Abril del 2001


Enlaces de interés


     Para quien desee ampliar sus concimientos o introducirse en el mundo de las abejas y la apicultura, aparte de las ya mencionadas en el texto, son numerosísimas las páginas web dedicadas a este tema. En las siguientes líneas vamos a mencionar una pequeña selección de los sitios que creemos más interesantes: