FIB 2003 - Nos vamos de concierto
Vale, me dicen que nos vamos a la zona de conciertos, donde hay multitud de grupos
de estilos diversos que deleitan a la multitud con sus pegadizos ritmos. Y lo primero que me
encuentro ¡¡es un grupo de energúmenos que me lanzan por los aires!!! Luego me doy cuenta que era Jesús con sus amigos. Eso me tranquiliza. Estoy en buenas manos.
Tenían la música muy alta. No es de extrañar que a la gente le entrase dolor de cabeza toda la noche. No, si
digo eso porque vi a bastantes personas tomándose aspirinas. Parecía que les iban bien, porque luego se les
iba el dolor de cabeza y estaban muy contentos.
Esta es una típica estampa de nuestra estancia en el FIB. Yo en el hombro de Javi. No es de extrañar
que el tío estuviese todo el rato anotando números de teléfono. De todas formas, hay que reflexionar sobre
el rumbo que lleva el mundo actual. Podemos decir que, aproximadamente, el 90% de la gente de la zona de
conciertos NO se extrañaba al ver a un tío con una rana verde al hombro. ¿Es esto una buena señal? ¿Dice algo
al respecto Nostradamus?
La explicación a este fenómeno es sencilla. No hace falta ser un experto en mecánica de partículas elementales, o en teoría de procesos irreversibles, no.
La sencilla explicación es que al FIB sólo va gente que está COMO UNA PUTA REGADERA. Un ejemplo es el individuo de la imagen,
autóctono de Castellón, que nos abordó deseoso de conocer a Gus, y armado de una pistola llena de vodka. El tío
iba cargadillo, y nos hizo una demo en vivo de cómo funcionaba el artefacto, aunque él juraba que no era suyo, que se lo había
encontrdo tirado. AVISO A LOS PADRES DE CASTELLÓN: si les dan a sus hijitos pistolas de agua rellenas de alcohol, la ciudad de Castellón
está condenada a desaparecer.
Ahora bien, había gente todavía más rara. Uno iba vestido de Spiderman. Y hablo de los disfraces de Spiderman
que venden en las tiendas de todo a 100. Otro llevaba una muñeca de esas a tamaño real encima, como si fuera su hija. Pero el mejor era el
que iba vestido normal, pero encima llevaba puesto un tutú de los que llevan las niñas a ballet. Acojonante!!!!
También Jesús se aprovechó de mi encanto para acercarse a féminas que deambulaban perdidas entre la multitud.
Aunque había veces que me iba solo en busca de jovencitas, sin necesitar la ayuda de humanos, de género masculino, y encima informáticos.
En una se las excursiones que hice con Javi a una de las barras, me hice amiguitos de estas simpáticas chicas. Lo que son las cosas,
Javi se las volvió a encontrar en Razzmatazz dos meses después.
Porque, como es fácil comprender, el alcohol forma parte importante de estos eventos. És lógico
que me hiciera amiguito de la chica de la barra.
Hasta aquí mis aventuras en la zona de conciertos. Os preguntaréis una cosa. Si fui a una zona de conciertos ¿qué tal fueron los mismos? ¿Me gustó la música? La respuesta
a las dos preguntas es la misma: NO TENGO NI PUTA IDEA. Vamos, que tengáis clara una cosa, a mi los conciertos me la sudan, yo iba por el cachondeo. Para contentar a los que se cabrearán
conmigo por estas manifestaciones, os haré la crítica de un concierto: Moby merece morir.