Alguien me envió esta historia, asi que aqui está:
El iba manejando a casa una noche, en la carretera que llega al pueblo. Esta pequeña comunidad, era casi tan lenta como su carro Pontiac. Pero el nunca distraia la vista del camino. Desde que la fábrica cerró, había estado desempleado, y con el invierno, el frio entró en su casa. Era un camino solitario. No muchas personas tenían una razon para estar ahí, solo que ahí vivieran. La mayoría de sus amigos habían partido. Tenían
familias que alimentar y sueños por cumplir. Pero el se quedó. Después de todo, ese era el lugar donde enterró a sus padres. El nació ahí y conocía el lugar. Podría ir a ciegas por el camino, y decirte que hay en cada lado, sin luces encendidas. Empezaba a oscurecer y brillantes fisuras de nieve empezaban a caer. Tenía que apresurarse. Apenas y vió a la vieja señora, encallada a la orilla del camino. Pero aún en la poca luz del día, pudo observar que necesitaba ayuda. Asi que se estacionó enfrente de su Mercedes y salió. Su Pontiac aún sonaba cuando se aproximó a ella. Aunque tenía una sonrisa en la cara, ella estaba preocupada. Nadie se había detenido para ayudarla en por lo menos una hora. ¿Iría a lastimarla?, él no se veía seguro, sino más bien pobre
y hambriento. El pudo observar que estaba asustada, de pie afuera en el frio. Él sabía como se sentía. Era ese frio que solo el miedo podía traerle. Él dijo,
"Estoy aqui para ayudarla señora. ¿porqué no espera dentro del carro donde está más confortable.?, por el momento, mi nombre es Joe."
Bueno, todo lo que tenía era una llanta ponchada, pero para una vieja señora, era demasiado problema. Joe se agachó bajo el carro buscando un lugar para poner su chamarra, recargándose en sus nudillos una vez o dos. Pronto logró cambiar la llanta. Pero se tuvo que ensuciar y sus manos le dolían. Cuando ya se iba levantando y sacudiendo, ella bajó la ventanilla y comenzó a hablarle. Le dijo que era de San Louis y solo iba de paso. No le pudo agradecer lo suficiente por asistirla. Joe solo sonrió al tiempo que cerraba el portaequipaje. Ella le preguntó cuanto le debía, cualquier cantidad estaría bien para ella. Ya se había imaginado todas las horribles cosas que pudieron haberle pasado si no se hubiera detenido a ayudarla. Joe nunca penso dos veces en el dinero. Esto no era un trabajo para él. Esto era acerca de ayudarle a alguien que lo necesitaba, y Dios sabe que hay abundancia para aquellos que le hayan ayudado en el pasado. Él había vivido toda su vida así y nunca se
le ocurrió actuar de otra manera. Le dijo que
"Si realmente quería pagarle, la próxima vez que viera que alguien necesitara ayuda, le diera la ayuda necesaria, y agregó "... y acuerdese de mi".
Esperó hasta que encendiera el carro y arrancara. Había sido un frio y deprimente día, pero se sintió mejor al tiempo que se dirigía a casa, desapareciendo entre la noche.
Unas pocas millas adelante la señora vió un pequeño café. Entró para comer algo, y quitarse el frio antes de que emprendiera el último recorrido a casa. Era un restaurante muy sencillo. Afuera había dos viejas bombas de gasolina. La escena completa le era poco familiar. La caja registradora era como el telefono de actor olvidado, no sonaba mucho. La mesera se acercó y le dió una toalla seca para sacudir su pelo. Tenía una sonrisa muy dulce, una que no podría borrar aún estando de pie todo el día. La señora se dió cuenta de que la mesera estaba cerca del octavo mes de embarazo, pero nunca dejaba que el stress y el cansancio cambiaran su actitud. La vieja señora se preguntaba como alguien que tenía tan poco podía dar tanto a un extraño. Luego se acordó de Joe. Después de que terminó su comida, y la mesera fue a buscar cambio por un billete de cien dolares, la señora salió. Se había marchado al tiempo que la mesera regresaba. Se preguntó donde podría haber ido la señora, enseguida se dió cuenta de algo escrito en una servilleta. Había lagrimas en sus ojos, cuando leyo lo escrito. Decia,
"No me debe nada, he estado en su situación también. Alguien me ayudó una vez, de la misma forma que lo hago yo en este momento. Si realmente quiere pagarme, haga lo siguiente: No deje que la cadena de amor acabe con usted."
Bueno, había mesas que limpiar, azucareras que llenar, y personas que servir, pero la mesera sobrellevó otro día más. Esa noche cuando ella llegaba del trabajo entró en la cama, estaba pensando acerca del dinero y lo que la señora había escrito.
¿Como podría haber sabido cuánto necesitaba el dinero ella y su marido? Con el nacimiento del bebe, iba a ser dificil.
Ella sabía cuan preocupado estaba su marido, y asi como estaba acostado junto a ella durmiendo, se acerco y le dió un suave beso y le suspiró al oido,
"Todo va a estar bien; Te amo, Joe".