Subdesarrollo
Anónimo
Aportación de Norma Montañez
Un maestro de la sabiduría paseaba por
un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio
de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar.
Durante la caminata le comento al aprendiz sobre la importancia
de las visitas, también de conocer personas y las oportunidades
de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constato la pobreza
del sitio, los habitantes, una pareja y tres hijos, la casa de
madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado,
entonces se aproximo al señor, aparentemente el padre de familia
y le pregunto:
¿En este lugar no existen señales de
trabajo ni puntos de comercio tampoco, como hacen usted y su
familia para sobrevivir aquí?
El señor calmadamente respondió:
amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros
de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo
cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y
con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro
consumo y así es como vamos sobreviviendo.
El sabio agradeció la información,
contemplo el lugar por un momento, luego se despidió y se fue.
En el medio del camino, volteo hacia su fiel discípulo y le
ordeno al aprendiz, busque la vaquita, llévela al precipicio de
allí en frente y empújela al barranco.
El joven espantado vio al maestro y le
cuestiono sobre el hecho de que la vaquita era el medio de
subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio
absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujo la
vaquita por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedo
grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.
Un bello día el joven resolvió
abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar y
contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo
hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy
bonito, con arboles floridos, todo habitado, con carro en el
garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín.
El joven se sintió triste y
desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que
vender el terreno para sobrevivir, acelero el paso y llegando
allá, fue recibido por un señor muy simpático, el joven
pregunto por la familia que vivía allí hace unos cuatro años,
el señor respondió que seguían viviendo allí. Espantado el
joven entro corriendo a la casa y confirmo que era la misma
familia que visito hace algunos años con el maestro.
Elogio el lugar y le pregunto al señor
(el dueño de la vaquita):
¿Como hizo para mejorar este lugar y
cambiar de vida?
El señor entusiasmado le respondió:
nosotros teníamos una vaquita que cayo por el precipicio y
murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer
otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que
teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran
ahora.
Punto de reflexión: Todos nosotros
tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para
nuestra sobrevivencia la cual es una convivencia con la rutina,
NOS HACE DEPENDIENTES, Y CASI QUE EL MUNDO SE REDUCE A LO QUE LA
VAQUITA TE PRODUCE. Descubre cual es tu vaquita. Aprovecha la
proximidad del final del milenio para empujar tu vaquita por el
precipicio.